Madrid levanta un monumento a “Los últimos de Filipinas”
En pleno centro de la capital de España, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, junto con el Jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), el general de Ejército Francisco Javier Varela, han copresidido la inauguración de un monumento en honor a los héroes popularmente conocidos como “los últimos de Filipinas”. Junto a ambos, el vicecónsul de la embajada de Filipinas en Madrid, Ralf Roldán.
De este modo, Madrid y el Ejército de Tierra han querido conmemorar el 120 aniversario de una gesta que mantuvo a 33 militares españoles, totalmente aislados del mundo, defendiéndose durante 337 días en la iglesia de la pequeña localidad de Baler, a algo más de 200 kilómetros de Manila, la capital del territorio.
La ceremonia de descubrimiento de la placa conmemorativa del monumento que rinde homenaje a los héroes de Baler ha tenido lugar al mediodía del lunes, 13 de enero, en la plaza del Conde del Valle Súchil, en pleno Distrito de Chamberí, uno de los más populosos de Madrid, y ha contado con la presencia de más de un centenar de descendientes de los héroes.
En su intervención, el alcalde de Madrid ha subrayado que los héroes de Baler hicieron honor al juramento prestado por cada uno de ellos “de defender la patria, la nación y la bandera” y ha destacado la importancia de “reconocer nuestra historia”, al igual que “las gestas y logros de nuestras fuerzas armadas, de las que tan orgullosos debemos sentirnos”, todo lo cual conforma una de las claves para “garantizar el futuro de España”.
El jefe del Ejército de Tierra, general Varela, ha recordado que los “valores que transmiten los héroes de Baler son los que atesora el Ejército español”. La Fundación Museo del Ejército de Toledo ha sido la que ha impulsado una campaña de micro-mecenazgo para financiar la obra escultórica, a la que ha dado forma el escultor Salvador Amaya, a partir de un boceto del pintor Augusto Ferrer-Dalmau, que representa al teniente Saturnino Martín Cerezo, que estuvo al frente de los 33 hombres que salieron con vida de un asedio de 337 días.
Durante la ceremonia se han leído y recordado los nombres de todos y cada uno de los conocidos como “los últimos de Filipinas” y dos descendientes de los héroes han depositado una corona de laurel al pie del monumento de 6 metros de altura y más de una tonelada de peso.
La instalación del monumento fue aprobada en el pleno del Distrito de Chamberí el 19 de marzo de 2019 “como expresión de admiración y gratitud de la ciudad de Madrid a la labor de las fuerzas armadas y a los valores que encarnan en su desempeño del mandato constitucional”.
El comercio entre Filipinas y España crece cada año
Las relaciones comerciales bilaterales entre Filipinas y España siguen una vía de crecimiento en ambos sentidos. La Republica de Filipinas alcanzará los 150 millones de habitantes en torno al año 2050, frente a los 102 millones que posee en la actualidad.
Tan gran crecimiento estimado supondrá aumentar de modo significativo el número de personas en edad laboral y reducir la población dependiente comprendida por los menores de 15 años y los mayores de 64. Ahora, la edad media de sus habitantes se sitúa en los 24 años y las cifras macroeconómicas del país le brindan un crecimiento económico cercano al 7 % anual.
Según datos de la Institución Oficial España Exportación e Inversión o ICEX (antes Instituto de Comercio Exterior) la suma de exportaciones e importaciones alcanzó en 2018 los 758 millones, todo un récord histórico.
Filipinas se sitúa en el puesto número 75º de proveedores de mercancías a España, aunque su cuota de mercado no supera el 0,1%, según datos del ICEX. Las importaciones procedentes del archipiélago siguen una senda alcista y en 2018 se elevaron a 278 millones de euros, con un aumento del 3%, mientras que en el periodo entre enero y octubre de 2019 su volumen económico ya fue de 229 millones de euros
España importa de manera preferente productos en conserva, principalmente lomos de atún, así como aceite animal y vegetal en segundo lugar. También componentes para teléfonos móviles, impresoras y cajeros automáticos, memorias de ordenador, semiconductores fotosensibles y circuitos eléctricos, cuyo conjunto supera el 50%.
En el plano de las exportaciones españolas, el país asiático es el destino número 58 y representa un 0,11% del total de las mismas. Pero desde 2018 es el cuarto mayor mercado para los productos españoles con destino a los países que componen la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), tras Singapur, Tailandia y Malasia, pero por delante de Indonesia y Vietnam.
Las principales productos que viajan a Filipinas son los aguardientes y licores, la carne de porcino, así como partes de motores, máquinas de empaquetad y turbinas hidráulicas, productos farmacéuticos ‒principalmente medicamentos y vacunas veterinarias y envoltorios plásticos para embutidos. Todos ellos alcanzan el 63,44% de la facturación anual, a los que hay que añadir la venta de tractores, prendas de vestir, piensos para animales, aceites animales y vegetales, material eléctrico y artículos de perfumería.
Las ventas en los últimos 5 años crecieron a una tasa media del 9,9% y en 2018 se situaron en los 479,2 millones, lo que supone un crecimiento interanual del 14%, según los parámetros del ICEX. Entre enero y octubre de 2019 las exportaciones españolas alcanzaron un valor total de 511 millones de euros, lo que significa un incremento del 27% respecto del mismo periodo del año anterior.
En resumen, la balanza comercial entre España y Filipinas representó en 2018 un superávit comercial de 200,5 millones de euros, mientras que entre enero y octubre de 2019 se ha elevado hasta los 282 millones.
El presidente filipino Aguinaldo los reconoció como “amigos”
El sitio de Baler toma el nombre del pueblo filipino del mismo nombre localizado a unos 200 kilómetros de Manila, la capital de Filipinas., en la isla de Luzón. Allí se encontraba en 1898 un destacamento militar español integrado por 55 militares y 3 religiosos, que resistieron durante 337 días en la iglesia de la localidad el cerco que les impusieron los insurrectos filipinos desde 1 de julio de 1898 al 2 de junio de 1899.
Al asedio de las fuerzas filipinas se sumaron el hambre y las enfermedades ‒principalmente el escorbuto y el beriberi‒ por lo que tan solo sobrevivieron 33 de ellos al frente del teniente Saturnino Martin Cerezo. A su regreso a España fueron popularmente conocidos como “Los últimos de Filipinas”, nombre con el que han pasado a la Historia.
El presidente de la Republica, Emilio Aguinaldo Famy, admirado por la heroicidad de los militares españoles, emitió el 30 de junio de 1899 un decreto en el que reconocía que las fuerzas que guarnecían el destacamento de Baler se habían hecho acreedoras “de la admiración del mundo por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año”.
Emilio Aguinaldo, uno de los líderes del movimiento independentista filipino, afirmaba en su decreto que los militares de Baler habían realizado una “epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo”.
Por ello, rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del Ejército de la República de Filipinas que “bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario de Guerra y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, disponía que “los individuos que componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino por el contrario, como amigos”. Y añadía que “en consecuencia se les proveerá, por la Capitanía General, de los pases necesarios para que puedan regresar a su país”.
Hay que dejar constancia que Aguinaldo, que falleció en 1964 a la edad de 95 años, ejerció la presidencia de la Republica entre enero de 1899 y abril de 1901 y también luchó contra la ocupación del archipiélago por Estados Unidos.
La entonces regente de España, , le concedió a Aguinaldo, Como reconocimiento del correcto trato dispensado por Aguinaldo a los prisioneros españoles en la guerra por la independencia ‒especialmente con “héroes de Baler”‒ la entonces regente de España, la futura reina María Cristina de Habsburgo-Lorena le concedió la más alta distinción de la Cruz Roja española.