Prohibir los sabores del vapeo en España no reduciría su consumo
- ¿Qué sucede realmente cuando se prohíben los sabores del vapeo?
- ¿Afecta la prohibición de sabores al consumo entre los jóvenes?
- ¿Existen consecuencias no deseadas al prohibir los sabores?
La experiencia internacional más reciente, con el ejemplo casi imprevisto de Dinamarca, parece dejar claro que prohibir los sabores en productos de vapeo no siempre da los resultados que legisladores esperan. Multas, controles y reglas, sí, pero los datos muestran que este tipo de medidas suelen dejar muchos cabos sueltos: los usuarios, incluso los más jóvenes, encuentran la manera de seguir accediendo a los sabores de siempre. De hecho, en algunos casos, el efecto bumerán es tan notorio que el consumo global se mantiene estable, cambia de canal o incluso sube.
Aunque se podría pensar que restringir los sabores haría menos atractivo el vapeo, principalmente entre adolescentes, la práctica demuestra que la historia es mucho más enredada. Para entenderlo mejor, basta con observar cómo la prohibición puede alimentar mercados paralelos. Muchos jóvenes y adultos han optado por buscar opciones alternativas, como los productos del vaper recargable, dificultando la misión de las autoridades. La consecuencia, entonces, no es solo la persistencia del consumo, sino la aparición de rutas más oscuras, donde nadie controla la calidad ni la seguridad.
¿Qué sucede realmente cuando se prohíben los sabores del vapeo?
Miremos de cerca: las experiencias de países con prohibiciones de sabores en los cigarrillos electrónicos retratan un escenario complejo y lleno de matices. Algunas personas, según los relatos recogidos, se las ingenian para seguir disfrutando de sus sabores favoritos; otras, en cambio, caen en el laberinto del tabaco tradicional, tal vez por nostalgia o por no adaptarse a lo que queda permitido. Así, las normativas, diseñadas con la mejor intención por las autoridades de turno, a menudo juegan una carrera interminable contra la creatividad de los consumidores.
El caso de Dinamarca: persistencia del consumo a pesar de las restricciones
No es casual que, en Dinamarca, desde abril de 2022, la vida del vapeador corriente se haya complicado con la prohibición de todos los sabores en los cigarrillos electrónicos salvo tabaco y mentol. El gobierno pretendía espantar, sobre todo, a los más jóvenes, pero la realidad habló por sí sola. Los resultados de la encuesta nacional (2024), con 10.641 participantes, retratan una película distinta a la que se esperaría en teoría:
- Los sabores afrutados arrasaron; el 63 % los prefería.
- Mentol seguía firme en segunda posición, con un 32 %.
- Un 23 % se quedaba con los dulces.
- Solo el 18 % elegía el sabor permitido de tabaco.
Lo insólito: después de prohibir, el consumo de afrutados creció un 10 % entre 2022 y 2024. Semejante fenómeno es suficiente para preguntarse si la prohibición realmente desmotiva. El principal gancho sigue siendo el sabor atractivo, protagonista del 57 % de los usos ocasionales. Por cierto, los adultos también tienen sus gustos; no solo es un tema de adolescentes rebeldes.
La experiencia en Estados Unidos: desplazamientos y mercados alternativos
Mientras tanto, en Estados Unidos, el caso de Massachusetts puso sobre la mesa las astucias de los consumidores: tras ser el primer estado en prohibir todos los productos de vapeo con sabores, las ventas de cigarrillos electrónicos quedaron casi intactas. Muchos usuarios cruzaban simplemente a otros estados. Un detalle alarmante: aumentaron las ventas de los viejos cigarrillos combustibles, esos que todos intentamos dejar. Es como tapar una gotera y que empiece a llover por otra parte.
En San Francisco, el panorama fue peculiar. Tras prohibir los sabores en 2019, bajaron radicalmente las ventas de tabaco aromatizado, pero algunas investigaciones observaron un repunte del tabaco clásico entre jóvenes. Otros informes, por su parte, registraron descenso en ambos hábitos, todo dependiendo del tipo de implementación y del entorno. Al final, que las prohibiciones funcionen o fracasen parece depender mucho de cómo se apliquen y de lo que ocurre a su alrededor.
¿Afecta la prohibición de sabores al consumo entre los jóvenes?
No son pocos los que defienden la prohibición pensando en disuadir a los menores. Sin embargo, la evidencia procedente de Dinamarca genera una gran duda sobre esa supuesta eficacia.
¿Qué pasó con el consumo juvenil en Dinamarca tras la prohibición?
Contra todo pronóstico, la proporción de usuarios de vapers en Dinamarca no cedió. De hecho, aumentó en un 1 % entre adultos y, ojo, un 5 % entre jóvenes de 15 a 29 años tras la prohibición. En este segmento, el vapeo llega al 12 %. Pero tal vez lo más sorprendente: el 82 % de los jóvenes vapeadores sigue prefiriendo sabores afrutados, cifra casi sin cambios tras la nueva ley. Esto muestra un curioso desacoplamiento entre norma y efecto real: la popularidad y acceso a los sabores prohibidos apenas decayó.
¿Existen consecuencias no deseadas al prohibir los sabores?
No todo queda en cifras de consumo. La prohibición puede mover hilos inesperados, como el notable auge de mercados ilícitos. Como sucede con otras reglas restrictivas, al poner obstáculos oficiales, se abren puertas para comerciantes irregulares y productos de dudosa procedencia. Las autoridades europeas y españolas han visto cómo las incautaciones se multiplican, y rara vez con resultados definitivos.
El auge del mercado negro y la implicación del crimen organizado
En Reino Unido y España, el mercado negro se ha disparado. Hay registros de miles de vapeadores ilegales incautados, muchos con sabores prohibidos o etiquetas engañosas, a veces destinados a menores.
De hecho, informes de la Unión Europea resaltan el crecimiento de las falsificaciones y las ventas ilegales, lo que debilita la respuesta frente al crimen organizado. En Reino Unido, los productos ilícitos circulantes han llegado a duplicarse. Todo esto está motivado no solo por la demanda insatisfecha, sino por la habilidad de los grupos criminales para adaptarse rápido a las nuevas circunstancias.
- Sabores ilegales siguen circulando.
- Etiquetados falsos complican el control.
- Parte de estos productos llega rápidamente a menores.
Aunque OLAF o la Agencia Tributaria española no publican cifras completas, la intensidad de la actividad policial revela que el problema crece más rápido que la capacidad de reacción de las instituciones. Así que, por más leyes que se escriban, la realidad va por otro camino, muy difícil de encarrilar solo con prohibiciones.
Resumiendo: hasta el momento, ningún país ha hallado una fórmula mágica que, con solo prohibir sabores, consiga bajar drásticamente el consumo de vapeo ni hacer menos populares los dispositivos entre los jóvenes. Más bien, se multiplican los riesgos y las alternativas peores. Todo invita a considerar que políticas de equilibrio, regulaciones inteligentes y una educación clara pueden ser la vía sensata, especialmente si queremos limitar los daños sin empujar a la gente hacia rutas clandestinas. No hay que olvidar que, según los datos daneses, el 75% de los vapeadores logró dejar el tabaco convencional o al menos reducirlo, lo que da mucha materia para reflexionar.