El protagonismo de las mujeres en Túnez
En el verano pasado se conocía la noticia de que Souad Abderrahim se había convertido en la primera mujer alcaldesa de Túnez. Después de las primeras elecciones locales que celebraba el país magrebí desde la Revolución de los Jazmines de 2011, la militante del partido islamista Ennahdha recibió el apoyo de 26 concejales que hicieron de ella la primera regidora de una capital del mundo árabe. “Ofrezco esta victoria a todas las mujeres de mi país, a toda la juventud y a la República Tunecina”, declaraba a la prensa. La victoria de Abderrahim ha supuesto un paso simbólico más para un Estado que se está conformando como un referente árabe en materia de igualdad entre hombres y mujeres y que se prepara en octubre para unas elecciones parlamentarias y presidenciales.
La importancia de estos comicios locales no solo ha residido en que forman parte del inicio de un proceso de descentralización de Túnez en el que hasta ahora los municipios guardaban poca autonomía, sino también en que se han constituido como un hito histórico para el país magrebí por la aplicación de la ley electoral de 2016, la cual incluía los principios de paridad y alternancia en las listas electorales, y que obliga a todos los partidos a presentar listas ‘cremallera’. Esta ley ha hecho de Túnez uno de los pocos países del mundo que establece la práctica de representación equitativa vertical entre los candidatos. El resultado ha sido la presencia del 47% de concejalas en todo el país.
Las asociaciones de mujeres han ido ganando presencia en la política local durante estos últimos años, en parte, gracias a la implicación de agentes como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Después del anuncio de la ley electoral, la agencia de Naciones Unidas ONU Mujeres participó en la creación de la Academia Política de las Mujeres de Túnez, un proyecto que emprendió programas de formación en gobernanza local, roles de los consejos municipales o las relaciones con los medios para las futuras candidatas a los comicios municipales. “El aumento de la representación de las mujeres en los consejos municipales ofrece una oportunidad para impactar las políticas territoriales en Túnez”, explicaba Leila Rhiwi, representan de ONU Mujeres en el Magreb, después de conocer los resultados electorales. “ONU Mujeres continuará apoyando a los consejos para integrar las preocupaciones de género en sus planes de desarrollo comunitario que fomenten la buena gobernanza y el liderazgo de las mujeres”, añadió.
Del mismo modo, la agencia de la ONU inició investigaciones sobre las expectativas de las mujeres en los consejos municipales en cinco regiones del país e inició campañas de sensibilización para aumentar la participación de los votantes, especialmente en zonas rurales. “Nuestras campañas de sensibilización capacitaron y comprometieron a hombres y mujeres jóvenes que fueron de puerta en puerta explicando la importancia de la participación de las mujeres en la escena política”, explicaba en un artículo publicado por ONU Mujeres Nejma bin Kheher, oficial de proyectos de la Liga Tunecina de Mujeres Votantes. Pese a todo, la participación política de la juventud en Túnez se mantiene muy baja y es grande la desconexión de los jóvenes respecto de las políticas de un Estado en el que el aparato de Gobierno ronda la media de los 80 años. En las últimas elecciones locales, según datos recogidos por la agencia tunecina Afrique Press, el 37% de los concejales elegidos tenían menos de 35 años. La participación y activismo político de la juventud será uno de los grandes retos en las próximas elecciones de octubre.
Las mujeres tunecinas han ido ganando derechos y libertades desde que comenzó la independencia y el país dejó de ser una colonia francesa. En medio de la ola de liberalismo político que vivía la joven nación con el mandato de Habib Bourguiba, la mujer consiguió el derecho a la educación. Fue durante este Gobierno cuando se prohibió la poligamia y las mujeres ganaron el derecho a divorciarse con la promulgación en 1965 del Código del Estatuto Personal (CSP, por sus siglas en francés). “Tan pronto como llegó al poder, (Bourguiba) empujó a los padres a enviar a sus hijas al colegio. Él pensó que convertirse en un impulsor de los derechos de las mujeres era algo bueno para la imagen de Túnez como un país moderno e independiente. Fue el inicio del feminismo tunecino promovido por el Estado”, cuenta a la cadena BBC Dora Mahfoud, profesora de Sociología de la Universidad de Túnez.
En 1973 Túnez aprobó la ley de interrupción voluntaria del embarazo “para cualquier mujer en el primer trimestre independientemente de la aprobación del marido”, siendo junto con Turquía y Bahréin los únicos países de mayoría musulmana con una ley de este tipo. Este tipo de norma se aprobaría en el país norafricano años antes que en otros países del mundo; en Francia se aprobó 1975, en Alemania en 1992, y en España no llegaría hasta el 2010.
El siguiente impulso igualitario del país magrebí llegaría con la revolución de 2011: “Durante la Primavera Árabe, Túnez destacó porque las mujeres protestaban al lado de los hombres y, una vez más, los derechos de las mujeres fueron de la mano con la lucha de todo el país por una mayor libertad”, comenta Mahfoud. Sería después de la caída del poder de Zine al-Abudube bin Ali y con la nueva Constitución cuando se abriría la puerta a la ley para crear las listas electorales paritarias.
Desde que se promulgó en 1956 el Código del Estatuto Personal, el 13 de agosto es la fiesta nacional de la mujer en Túnez. Recientemente, cada año se congregan miles de personas en la avenida Habib Bourguiba para exigir igualdad y libertades individuales. Estas marchas fueron convocadas por asociaciones feministas, defensoras de los derechos humanos y varias asociaciones LGTB. Los participantes afirman que el CSP está obsoleto y contiene medidas discriminatorias como la definición del marido como el jefe de familia, la tutela paternal de las hijas y los hijos salvo situación particular y, especialmente, la discriminación a la hora de heredar. Además de estas exigencias este movimiento reivindica el respeto a la libre disposición del cuerpo de las mujeres o la despenalización de la homosexualidad, la cual, según la legislación tunecina, está penada con 3 años de prisión. Estas marchas se han encontrado como oposición al sector islamista más conservador; grupos conservadores el verano pasado organizaron una marcha contra estas propuestas de reformas días antes de las movilizaciones del 13 de agosto, allí afirmaron que estas medidas van en contra de la religión y amenazan a la sociedad tunecina musulmana.
El debate entre la sociedad de Túnez se caldeó cuando la Comisión de las Libertades Individuales y de la Igualdad (COLIBE, por sus siglas en francés), creada por la Presidencia de Essebsi, publicó un informe en el que se mostraba a favor de legislar sobre la igualdad en los derechos sucesorios, la abolición de la pena de muerte y expresó su mirada positiva sobre la abolición del artículo 230 del Código Penal tunecino que criminaliza la homosexualidad. El sujeto más sensible en los debates y motivo de sonadas manifestaciones en el país magrebí ha sido la igualdad sobre los derechos sucesorios, esta era una de las grandes propuestas del Gobierno del expresidente; y de nuevo Túnez ha sentado un precedente en el mundo árabe y musulmán al plantear legislativamente que las mujeres puedan heredar la misma cantidad proporcional que los hombres de su mismo rango de parentesco. Tras la muerte del presidente ha quedado en duda si el nuevo Gobierno elegido en las próximas elecciones seguirá el camino del antiguo mandatario en esta materia. Por el momento, ningún candidato político oficial a las elecciones de octubre ha hecho referencia en la medida en los debates precampaña. Diferentes activistas, además, han mostrado su temor de que los derechos de las mujeres se utilicen como arma política en la campaña electoral para conseguir más o menos votos entre los sectores políticos más laicos o islamistas.
Así, la República Tunecina empieza a calentar los motores para las próximas elecciones presidenciales y legislativas que se presentan como un ejercicio de la consolidación de la democracia en el país norteafricano y en las que parece que las mujeres también van a tener mucho que hacer.