Exceso de autoridad periodística

Mokhtar Gharbi (*)

Pie de foto: Los reyes de España y de Marruecos, Felipe VI y Mohamed VI

Un periodista español que ejerció de redactor en una página web en español, desde Tánger, opina sobre el Sáhara de una forma oportunista, hablando de un tema vital para los marroquíes. Y dice que este hecho permite recordar que el español sí es lengua oficial junto con el árabe hassania –distinto del árabe dariya marroquí- en la zona “controlada” por la RASD, que supone el 20 % del actual territorio del Sáhara. También ha sido determinante la presencia de miles y miles de colonos provenientes de otras zonas marroquíes, básicamente del sur, del antiguo Protectorado francés, y que desconocen el idioma de Cervantes. ¡Santo Dios! No acierta o no quiere acertar ni una…. Primero: el Frente Polisario, el denominado Frente Popular de Liberación de Sakiat y Río (lo de Sakiat, el inventor español se ha olvidado, dejándolo en árabe contrariamente a Rio) no controla ni un ápice de Wadi Adahab; y de Rio de Oro, salvo que el 20% sea el territorio argelino de Tinduf y algunos palmos en la zona tampón como Bir Lahlu o Tafilete, que Marruecos evacuó para satisfacer las recomendaciones de la ONU en la separación entre los beligerantes.

Segundo y no sigamos: en Marruecos, existen casi 4 millones de hispanohablantes mientras que el censo español de 1974 establece el número de los habitantes del Sáhara ex español en 74.000, el 87’9 % de ellos incluidos entre los hispanohablantes marroquíes. Por otra parte, ni el “presidente vitalicio” del Polisario ni nadie de sus próximos colaboradores hablan español cuando en Marruecos el rey Mohamed VI habla un excelente castellano, él y toda su familia. O sea, que este ignorante de la realidad marroquí (y de la realidad en general), que tuvo la ocasión de disfrutar del privilegio de vivir en Marruecos, concretamente en Tánger, ofendió a los marroquíes por describir a unos terroristas como una República. Además, señala a los marroquíes como colonos por trasladarse a vivir en una provincia que pertenece a su propio país.  Y más, dice que los del Polisario tienen su supuesta República en una zona que supone el 20 % del actual territorio del Sáhara. Esto resulta poco favorable al acercamiento de los dos pueblos de ambas orillas del Estrecho de Gibraltar.

Cuidar las relaciones

Una vez un periodista español dijo en un interesante artículo suyo: “Las relaciones entre España y Marruecos, tantas veces envenenadas a lo largo de la historia por prejuicios alentados por políticos impresentables, deben ser cuidadas con esmero por los estados. Además, deben inducirse dinámicas que incidan en la eliminación de prejuicios para que, marroquíes y españoles, nos miremos sin desconfianzas, con arreglo a unas relaciones que no sólo deben basarse en intereses estratégicos, sino en la verdadera naturaleza de las mismas. Estamos unidos por lazos históricos fraternales y eso debe servir de base para poner el énfasis en lo que nos une como sociedades vecinas, como sociedades hermanas”.
Esta voz y otras nos dan la esperanza de que algunas de las sabias y razonables figuras de la prensa española puedan ser un alivio en este calvario periodístico y puedan aportar mucho para reconciliarse con nuestras ideas. Es el caso del periodista Javier Fernández Arribas, director de Atalayar entre dos orillas, una publicación que pretende ser un “puente de comunicación, información y entendimiento” entre dos culturas, la occidental y la árabe.

Con él compartimos las mismas visiones y expresiones: “Es un proyecto que trasciende la pura comunicación porque estamos acercando dos pueblos, dos culturas, frente a los descerebrados que quieren que nos matemos unos a otros. Nuestro objetivo es aclarar los estereotipos del pasado porque siempre han sido tratados con desprecio”. En un artículo publicado en El Mundo, con fecha de 1 de abril 2015, el periodista español Ignacio Cembrero reprocha a los socialistas españoles sus posturas en favor de unas buenas relaciones entre Marruecos y España. Este individuo siempre ha ido contra Marruecos y contra los intereses vitales de los marroquíes. Además, se pone tan nervioso y rabioso cada vez que saltan indicios de las buenas relaciones entre los dos países y los dos pueblos. Tanto es así que las malas intenciones de este sujeto pueden tachar de traidor a cualquiera que contribuya a la promoción de estas relaciones.  ¿Por qué tiene que ser malo para un español o un marroquí difundir y promover las buenas relaciones entre España y Marruecos? No lo entiendo.

Pie de foto: Un grupo de españoles y marroquíes delante del Instituto Cervantes de Tánger.

No es una traición a la patria

Yo mismo estoy a favor de que los españoles y los marroquíes disfruten de una buena vecindad y unas buenas relaciones. En este sentido, hemos tomado la decisión de crear un periódico bilingüe, español y árabe, para este fin. ¿Acaso estoy traicionando mi país? ¿Dónde está el mal en que españoles y marroquíes trabajen y participen en actos o tomen posturas para facilitar el entendimiento mutuo entre los dos pueblos? Así es como tituló Cembrero su artículo: “Los constantes agasajos de Marruecos a los socialistas españoles”. Juzguen ustedes mismos. Creo que una persona que formula una idea tan ridícula como esta, es que debe ser una persona con dificultades mentales y que no ve claramente las cosas. Llama la atención que con tanta convulsión política e incluso institucional en España, un periodista prefiera “ocuparse” de Marruecos; quizá es porque quiere recuperar desesperadamente unos intereses que ha perdido. ¿Acaso no sabe Cembrero que el Gobierno español, dirigido no por los socialistas, sino por el Partido Popular, ha homenajeado a personalidades marroquíes de alto nivel por su participación y contribución a favor de las buenas relaciones entre Marruecos y España?

Otro ejemplo

Quiero dar otro ejemplo. El periodista marroquí Ali Lmrabet acaba de cumplir los diez años de inhabilitación para el ejercicio del periodismo que le impuso, en el año 2005, la justicia marroquí. El periodista ha expresado ya de forma pública su intención de regresar a su trabajo. “La Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) confía en que, a partir de ahora, Lmrabet no encuentre ninguna traba ni sufra ninguna presión para disfrutar plenamente de su derecho a la libertad de expresión”. Así, de esta manera, esta asociación expresó su opinión tratando dicho caso. En realidad, todo esto es una injerencia en los asuntos internos de Marruecos, a través de los asuntos internos de la prensa marroquí; así de simple y de claro. La APC no tiene ningún derecho a interferir en un asunto que no le interesa, sólo interesa a los profesionales de la prensa marroquí. Al mismo tiempo, aseguramos que el caso de Lmrabet nos interesa tanto como cualquier caso interno relacionado con la prensa marroquí.

Los periodistas marroquíes nunca se han inmiscuido en los asuntos internos de sus colegas españoles, porque al hacerlo sólo se consideraría un acto irresponsable de su parte. El caso de Lmrabet sólo interesa a los periodistas marroquíes, que son capaces de resolver sus asuntos internos. Cabe señalar que la APC es una asociación española, con sede en Cádiz. Además, está colaborando en un proyecto periodístico que nadie sabe cuál es, ni en el panorama periodístico marroquí ni en el español, con el Sindicato Nacional de la Prensa Marroquí (SNPM); es un programa financiado por la Junta de Andalucía con fondos públicos y otras instituciones españolas y europeas. Nadie sabe las intenciones, sólo sabemos que miles de euros han sido invertidos en este programa para que unos irresponsables los disfruten. Este proyecto, que comenzó en Tánger el 4 de noviembre de 2008, se administra desde Sevilla. No sigo más, hay miles de ejemplos en que los periodistas de las dos orillas pueden ser útiles para sus naciones y para sus pueblos.

(*)  Mokhtar Gharbi es un periodista marroquí de Tánger. Dirige la sección española del semanario bilingüe -en árabe y español- La Región.