Un hándicap llamado Ramadán

José María Bartol Espinosa
Amanece el siete de Junio del 2016 en Tánger, ésta madrugada tras el rezo del alba (a-sobh) sobre las 4h solar, ha empezado en Marruecos el Ramadán, el mes santo de los musulmanes que habitan el Maghreb es decir el lugar por donde se oculta el sol. Dependiendo de la luna (al hilal) suele ser un día más tarde que los países arábigos.
El Corán, tan retórico como poético dice que la hora del alba empieza cuando en el interior de una habitación con la ventana abierta, se empieza a distinguir un hilo blanco de otro negro.
Paseo a las 8 de la mañana y apenas veo tres coches, las calles están vacías, la ciudad guarda silencio absoluto, allá a lo lejos diviso un barrendero. Las cafeterías que en otros días empezaban su febril actividad permanecen cerradas, todos los locales están igual. Las gasolineras han dejado un retén simbólico por donde apenas se mueven algunos petite-taxis. Por las calles no se ven transeúntes hasta las 10 o las 11 de la mañana. El comercio no abre hasta pasadas las 12 del medio día, algunos mucho más tarde, la legislación anuncia en los días previos los horarios durante Ramadán pero es permisiva al respecto, no importa el gremio o la especialidad mercantil, da la sensación de que cada uno abre su local cuando le pete, y así poco a poco se puede afirmar que sobre las 14h todos los comercios y negocios están abiertos al tiempo que las calles se han ido llenando de gente que compra y se mueve sin parar.
La peor parte se la llevan las cafeterías que junto con la restauración aprovechan el Ramadán para hacer reformas y dar vacaciones a los empleados, algunos con menos escrúpulos despiden al personal ya que durante todos los días no se abre hasta después del desayuno (fotoor), es decir la primera comida que no será hasta después del rezo del ocaso, sobre las 19,30h y no se llenará de clientes hasta las 21 o 22h, ya que la mayoría después de la primera comida acuden a las innumerables mezquitas para rezar (el salat). Luego están bulliciosas hasta la una o las dos de la madrugada, tampoco mucho más porque el gentío se encierra en casa para la última comida.
Hay tenderos, gente del comercio de ropa, zapateros y negocios humildes, que hacen la primera comida tras el ayuno dentro de sus tiendas, rezan y son los primeros en abrir cuando las calles se empiezan a llenar de gente a partir de las 20,30 más o menos. Es probable que éstas personas tengan sus viviendas muy lejos del negocio y no les compense abrir, irse a comer y volver después, solo lo hacen algunos.
Los restaurantes no abren ninguno al medio día, los turistas se las ven y desean para comer en los hoteles donde están alojados y el servicio se vuelve deficitario en éstas fechas y lo mismo te tocan unos spaguetis incomibles que un filete de suela de zapato, depende de la categoría del hotel y si está enfocado al turismo en exclusiva. Todo es consecuencia de que la dirección del hotel ha dejado en cocinas al pinche acompañado de un aprendiz, los camareros son la tercera parte de los habitualmente en servicio y todo se amuerma y ralentiza hasta el cabreo (del cliente, no de ellos por supuesto).
Curiosamente los precios de la carta son los mismos, no hay rebajas. Resumiendo se puede afirmar que pretender comer fuera de casa en Ramadán se hace insufrible para quien no lo practique.
El turismo, ese pilar de la economía marroquí que sigue en ascenso imparable, se resiente considerablemente sobre todo cuando el Ramadán discurre en los meses de verano, los profesionales del sector no parecen capaces de separar las obligaciones profesionales de las religiosas, mi opinión (maliciosa, por supuesto) es que lo hacen adrede, no les gusta ver comer a otros por muy infieles que sean
Una de las grandes ventajas del mes del ayuno, es la mística y espiritualidad del propósito, todo ayuno en el cuerpo humano mejora la actitud ascética y nos acerca a Dios, es un tiempo de relax y comprensión bondadosa hacia los demás; la gente se vuelve mas humanitaria, da más limosnas en las calles, ora más y en general todo el mundo se encuentra propenso a hacer el bien y ayudar al prójimo por encima de lo habitual.
Muchos fieles ignoran que el Ramadán exige no solo ayuno de los placeres corporales, sino que también nos invita al ayuno del mal, de todo mal, lo que se convierte en una meditación trascendental de las conciencias de los creyentes recomendándoles hacer el bien. Esta es una de las mayores fuerzas morales del Ramadán que no todo el mundo conoce y aún conociéndola no toda la gente practica.
También es cierto que, esa falta de alimento no solo se refiere a comidas, no olvidemos que el Corán advierte …no debe entrar nada en boca, así, por ejemplo, la sed puede ser asfixiante, los fumadores no soportan el mono de la nicotina; de sexo ni se habla. La mujer amiga que te daba un beso en la mejilla, ahora te da la mano como mucho y aquella conocida que te daba la mano en saludos ahora ni te mira a los ojos y huye el rostro. Es el Ramadán.
Todo parece que funciona igual, pero no es así, la gente se esfuerza en hacer creer que todo es igual, pero no es cierto. Las colas en todos los lugares se agitan nerviosas porque todo el mundo quiere comprar entre las 15 y las 18 horas más o menos, todo son prisas y querer colarse, da igual que sea la boulangerie, frutería, papelería, kaiseria, carnicería, camisería, comestibles o tienda de revelado de fotos. Todos, todos tienen una prisa hiperactiva en esas tres horas.
Los coches se amontonan en las calles, pitando sin cesar y maniobrando aceleradamente. Los nervios de los ayunos unidos a las prisas de última hora, hace que la gente discuta más de lo habitual. Dos coches que ni han llegado a rozarse, los conductores están casi a punto de zurrarse porque han saltado como fieras irascibles, todo el mundo se para en la calle a ver la refriega verbal, generalmente no se llega a las manos, los más mayores se alejan musitando “Ramadán, estamos en Ramadán” como si la simple palabra justificase actitudes violentas cuando es todo lo contrario.
Cualquier observador ajeno al islam se pregunta: ¿Qué pasa si se llega tarde al fotoor? ¿acaso supone una ofensa para alguien?... la respuesta es: ¡en absoluto!; en realidad quien lleva 16 horas de ayuno, puede esperar 5 ó 20 minutos más sin necesidad de ponerse nervioso, es la costumbre y tradición de la calle la que aprieta, la nefasta inercia de las masas de gente la que provoca ésta actitud de nervios y prisas demenciales según se aproxima la hora de la primera comida del día.
Tengo un buen amigo musulmán, próximo al sufismo, persona tranquila, bondadosa y sensata que me relata lo siguiente: lo ideal para un buen musulmán sería “tener el valor de probar el primer bocado un minuto antes de que el Mohacid inicie el rezo anunciando el final del ayuno…. Y la fortaleza para no probar el siguiente bocado hasta pasado un minuto del final del rezo” … pues solo así la persona demuestra su racionalidad y fuerza de voluntad para aceptar los designios de Alah…. Lo que me dijo éste amigo, doctor en Medicina, me dejó pensando…(¿?) insistía diciéndome que todas las personas que profesamos una fe, en realidad disponemos de una llave más, una ventaja, un comodín más que todos aquellos que no son creyentes…. ¿para que es esa llave? Le pregunto, y me responde: para la vida, para comportarnos en la sociedad y dirigir mejor todas nuestras acciones mundanas. No sé si era de su cosecha pero me gustó el pensamiento digno de un gran filósofo.
Durante el Ramadán hay que tener mucho cuidado en las carreteras, en las autopistas los conductores zigzaguean sobre la línea central, rebasarlos es maniobra delicada a ver como va de adormilado el piloto que vas a adelantar. En carreteras normales se debe extremar la precaución por si el vehículo contrario se te viene encima, la ventaja es que todos conducen más despacio que el resto del año, van aletargados pero el peligro existe y es inevitable. La Administración no publica nada pero las estadísticas son aterradoras con el número de accidentes y muertes en carretera durante los meses de Ramadán. Es un tributo que se paga y no se comenta.
Profesiones de cierto riesgo, pasan a tenerlo alto, operarios de maquinaria pesada, gruistas, albañiles o pintores subidos por los andamios y cornisas de edificios en construcción, son carne de cañón para los accidentes laborales que también aumentan en esa estadística oculta e ignorada del mes santo, entrada la tercera semana hay empresas que además de recortar la jornada prefieren dar vacaciones generales.
En todos los trabajos la merma y reducción de rendimientos y eficacia es evidente, las firmas que trabajan con la exportación o hacen negocios con el extranjero, además del cambio horario estándar de cada país, deben considerar la situación de Ramadán, las sociedades locales suelen acortar la jornada por la mañana y el mediodía, son pocas las que trabajan por la tarde. El horario real efectivo se limita a 5 horas diarias, el comercio está casi muerto. Cuando puede contactar con el extranjero, está durmiendo y cuando aquí quieren hacerlo son los foráneos que se han ido con jornada intensiva o les llega el comunicado muy tarde para hacer algo esa jornada. La conclusión es que todo, absolutamente todo, se va retrasando y dejando para más adelante. El colmo es cuando se acerca la última semana del Ramadán, ¡!el acabose!!... es cuando todo el mundo te responde que mejor dejamos las cosas para después de la gran fiesta del ayuno final ¡el Aid-Seguer! Fiesta que normalmente las autoridades en comandita con la sociedad -y con la ayuda de la luna, no lo olvidemos- suelen arrimar a un fin de semana a modo de acueducto mas que de puente, para que así todo el mundo pueda viajar a sus pueblos o lugares donde residan los familiares y dispongan de cuatro, cinco o seis días de asueto.
En ésta última situación de indolencia voluntaria, se llevan la palma los funcionarios detrás de ventanillas de cualquier oficina, Correos, Hacienda, Industria, oficinas de Registros etc…; algunos se esconden para dar cabezadas de sueño y los más valientes cuando les enseñas dos o tres documentos que te corren prisa, te “recomiendan” que vuelvas después del Ramadán, y todo tan normal.
Las empresas que trabajan para la Administración y tienen vencimientos de cobros pendientes en fechas próximas al mes de Ramadán, no pueden hacer cálculos de tesorería porque lo más probable es que no cobren nada hasta pasadas dos o tres semanas después del Aid-Fitr. En general, el mes del ayuno se convierte en una excusa para impagos, atrasos y recule de gestiones oficiales.
La noche del 26 ó 27 del mes de Ramadán, se la conoce como la noche del destino (laila al-kdra), según el libro, es una noche mágica donde las puertas del Cielo permanecen abiertas para todo aquel creyente que fallezca en el “mientras tanto” después de haber hecho una buena acción, no importa si has sido un pecador toda tu vida, una buena acción y morir en esas horas en que el Cielo permanece abierto, te permite entrar directamente. Un haz de luz y una brisa de aire fresco descienden para llevarte al Paraíso.
Esto se traduce a lo mundano en que todo el mundo manifiesta una generosidad inusitada con los pobres y mendigos que pululan por las calles, todo el mundo quiere hacer buenas obras y las de caridad es lo que todos tenemos más a mano, olvidando que la limosna al necesitado es lo más maravilloso que tenemos los humanos para hacer el bien los otros 364 días del año.
Cuando llega la hora del desayuno, la primera comida, las ciudades y los campos quedan paralizados, el aroma de harira inunda los bloques de viviendas y asciende por escaleras y patios de interior perfumando el ambiente, se puede cortar el silencio porque apenas se oyen ruidos en las casas, ya se terminaron los sonidos de sartenes, perolas, vasos y platos, y todo el mundo yanta en silencio. En verdad la harira en Ramadán o cualquier época del año es una magnifica sopa de las que decimos en España, “sirven para levantar a un muerto” . Continua ese primer almuerzo con productos salados o dulces, variadas tortas de melui y jarcha, alternando con breguas de carne o gambas, o bañadas en miel; surtido de pastitas que en Marruecos son legión; huevos cocidos que se espolvorean de sal y comino y se mojan con aceite beldi de primera molienda en almazaras del campo, y pan, siempre pan, enormes y sabrosas tortas que huelen a tahona.
En fechas del Ramadán, productos modestos como el tomate, imprescindible en la harira multiplica por cuatro o cinco su precio habitual de 4 dirhams sin que las administraciones locales puedan impedirlo (¿). Esta primera comida es un picoteo continuo de cosas fáciles de digerir y variados sabores para habilitar el estomago tras 15 horas de ayuno, empezando incluso por un buen vaso de leche y en tiempos calurosos dos vasos de agua antes que nada.
La verdadera comida fuerte se hace a las tres o cuatro horas de éste desayuno, después de haber ido a la mezquita a rezar y haber paseado por las calles comprando o cotilleando en los comercios que empiezan a abrir y bullir de actividad debido a las tertulias de los clientes, diríase que hay una obligación moral de salir a pasear el “palmito” aunque el deseo interior debido al cansancio te aconseje quedarte en el sofá de casa viendo la tele, la gente sale para contribuir a mantener viva la llama del Ramadán que en síntesis se traduce en : “silencio durante las mañanas y jolgorio durante las noches”.
En teoría existe otra ingesta de alimentos en las primeras horas de la madrugada antes de comenzar el ayuno con el alba, pero las circunstancias laborales obligan a la mayoría de las personas a tomar leche con algo de bollería y acostarse pronto para dormir un poco al menos aquellos que deben entrar al trabajo a las 8 ó 9 de la mañana. Hay gente que cuando sale de su trabajo a las 14 h. se echan una cabezada para ir recuperando el cansancio hasta las 17h más o menos. El problema para éstas personas es que si quieren acostarse a dormir a media noche, tienen la comida fuerte recién tomada, si no lo hacen, se quedan rezando o viendo la tele hasta tomar un tentempié sobre las tres y media de la madrugada y esperan el canto del mohacín con el alba para el nuevo ayuno. En este caso que ocurre? Que apenas duermen tres o cuatro horas, esto solo lo aguantan los que están de vacaciones.
Otras gentes, cenan sobre las 22,30 ligeramente y se acuestan para levantarse al rezo del alba, otros incluso pasan de éste rezo y siguen durmiendo hasta las 7 u 8 si tienen que ir a trabajar lejos de sus viviendas.
Conclusión evidente: durante el mes de Ramadán, o se come mal, o se duerme mal y en la mayoría de las gentes se dan ambas cosas, claro que, pequeño es el sacrificio humano si la dicha que Dios nos regala es grande y merecida.
Las mujeres encinta y personas enfermas están liberadas de practicar el Ramadán por razones evidentes. Ciertos individuos (generalmente de escasa cultura) bien por pura fe o simple fanatismo o tal vez por “el que dirán” de los demás (hipocresía), insisten en el ayuno, aun estando débiles o enfermos de gravedad, no sabemos si con ello se ganan el cielo pero sin duda se ganan el cabreo de sus familiares que los tienen que cuidar y llevar a hospitales aumentando sus preocupaciones por la nueva situación planteada.
Y así poco a poco, nos vamos acercando al final del Ramadán, si los días precedentes a la entrada del mes del ayuno han sido de nerviosismo generalizado, cuando se acerca la traca final el “aid-segher” que paradójicamente quiere decir la fiesta menor (puesto que la mayor es la del cordero) todo se vuelve convulso en un intenso ajetreo y paroxismo de festejo y gasto popular.
Es muy típico tras el mes del Ramadán, encontrarse a la gente supercansada, hay comercios que abren 3 y hasta 6 días después de concluir el último festejo, debe ser cosa de la resaca.
Concluido todo, te vas encontrando personas que siguen practicando el Ramadán días después, se trata de mujeres que lo incumplieron los días de menstruación y ejercitan más tarde generalmente con propina de abstinencia en los días transgredidos, debe ser como una entrega generosa a la causa.
En verdad, desde el punto de vista laboral, el mes de ayuno se hace largo y parece que deja secuelas de laxitud, los productos en el mercado especialmente la pesca, suelen escasear porque algunos sectores de la producción tardan en coger el ritmo habitual de trabajo…(ahhh, es por el Ramadán, dicen).
Cualquier comentario hablando del islam, requiere sutileza y cuidado, pero tengo amigos musulmanes con los que comento la “pasada” que constituye el Ramadán, les provoco diciendo que ese mes de ayuno retrasa a los países musulmanes un mes cada año respecto del resto del mundo… Les insisto: os bastaría con tres días de ayuno, o una semana como mucho… todos me miran como un bicho raro, y luego nos reímos porque saben que estoy de broma. Ellos saben que yo también lo practico después de 20 años conviviendo en Marruecos, si bien aclaro que es por solidaridad laboral no por creencia religiosa. Nadie entra a discutirme las ventajas e inconvenientes del Ramadán, todos responden que es así por que está escrito en el Corán…!Amén!
La frase más común cuando te encuentras algún conocido por la calle es que te digan: El Ramadán es muy bueno para la santé… y con eso ya está dicho todo, sin duda es bueno por otras muchas cosas todas ellas de carácter espiritual y religioso según la fe de cada creyente, pero descubrir como una panacea que, a éstas alturas de la civilización dejar el cuerpo en ayuno de vez en cuando, así como al pairo de otras abstinencias mundanas, sin duda elimina toxinas y limpia el organismo, esto es harto conocido y formulado por doctores y gastrónomos lo cual siempre está a mano de ejercitarse en cualquier tiempo y lugar con la simple fuerza de voluntad de cada persona.
Personalmente me gusta el ambiente de Ramadán, estoy acostumbrado después de vivir más de veinte años en el Maghreb, pero la lógica intelectual-racional no me aparta la idea de que, prescindiendo del matiz religioso, excesivamente profundo y populachero, el Ramadán por sus hechos y consecuencias es al tiempo un terrible hándicap, un inevitable atraso para la sociedad islámica, atraso que nadie se atreve a reconocer públicamente porque nadie lo puede alterar.
Y así todo, el año que viene más. ¡Inch-Alah! .