El Sáhara y la seguridad regional
28 de septiembre de 2014 (23:13 h.)
Por Jamal Eddine Mechbal
Foto: Ainhoa Fernández de Rincón y Enric Gonyalons, dos cooperantes españoles secuestrados en los campamentos de Tinduf en octubre de 2012.
En octubre 2011, fueron secuestrados dos españoles y una italiana a poca distancia de la residencia del secretario general del Polisario y presidente de la autoproclamada RASD, Mohamed Abdelaziz, cuyo verdadero nombre es Hmatou Ouled Khelil. Además, muy cerca del cuartel general del Polisario, en la localidad de Tinduf, zona militar acordonada por patrullas del Polisario y del ejército argelino. Los secuestradores lograron burlar todas las barreras de seguridad para entrar y salir llevando los secuestrados fuera de Argelia. En enero de 2013, un grupo terrorista de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) liderado por Mokhtar Belmokhtar asaltó la planta de gas en In Amenas, en el Sáhara argelino, con la toma de rehenes. La ofensiva del ejército argelino para ‘liberar’ a los rehenes de los secuestrados se saldó con la muerte de un elevado número de víctimas, entre ellas nada menos que siete rehenes extranjeros. Sin remontar a los atentados cometidos años atrás en Argelia, incluso en la misma capital Argel, como el del 11 de diciembre 2008, cometido simultáneamente contra el Tribunal Supremo y contra oficinas del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados, causando 72 muertos. A fecha más reciente, hay que citar el cometido estos días cuando un grupo terrorista secuestró el 21 de septiembre al turista francés Hervé Gourdel y tres días después es difundida en un video la salvaje, cruel y cobarde decapitación de este inocente turista.
Estos casos y otros más demuestran que Argelia no pudo garantizar la seguridad a sus ciudadanos, ni la de los extranjeros en su territorio, del mismo modo también el Polisario instalado en territorio argelino. La paz y la seguridad hoy día son un asunto global que atañe a todos. Por ello, en relación con la controversia que mantienen el Polisario y Argelia frente a Marruecos, con la intención de proclamar un estado supuestamente independiente en el Sáhara, cabe preguntar si en el proyecto que contemplan se ha estudiado el tema de la viabilidad, para evitar la creación de un estado fallido, y lo más importante aún, el tema de la seguridad. Es fácil reclamar territorios, pero es difícil garantizar la seguridad de éstos, la del entorno geoestratégico y la de la vecindad. ¿Cómo piensan garantizar la paz y la seguridad dentro del territorio, y que garantías pueden ofrecer a sus vecinos: España (Canarias), Marruecos y Mauritania? El Polisario no pudo evitar secuestros en una pequeña localidad como Tinduf, zona militarizada, a pocos metros del cuartel general y de la residencia del primer responsable. ¿Cómo puede garantizar la seguridad en una zona cuya superficie es superior a la de Bélgica y más que la mitad de España, con una población dividida entre unionistas y separatistas, sin olvidar que los tres países, España, Marruecos y Mauritania, tienen derecho a disponer de fronteras seguras?
Argelia y su Polisario pueden alegar que una vez proclamado un estado independiente, éste puede solicitar soberanamente ayuda del exterior, incluso contar con la presencia militar de Argelia (en realidad es el objetivo del régimen argelino, desde siempre). Pero en este caso, cabe preguntar otra vez: ¿Cómo un régimen, como el argelino, que no pudo garantizar la seguridad a sus ciudadanos, puede garantizarla a sus protegidos polisarios, como también y sobre todo la de los países vecinos? La realidad sobre el terreno nos muestra que las aspiraciones argelinas y polisarias en el Sáhara y el acoso a Marruecos para debilitarlo, es una peligrosa política que se enmarca en el sentido opuesto a los esfuerzos internacionales en la lucha contra el terrorismo. Marruecos, con su Sáhara occidental, constituye hoy el dique de contención contra el terrorismo. Debilitarlo, es el camino más corto y directo para poner en manos de AQMI, no sólo el Sáhara, sino toda la zona, para atentar contra los barcos de pesca y amenazar el tráfico marítimo, incluso tenerlos aquí, en casa.