La resiliencia del modelo económico exterior de China: Sri Lanka y Etiopía, dos países test del modelo
Muchas figuras históricas de renombre han sugerido a lo largo de los siglos que la humanidad había alcanzado la forma definitiva de sistema de gobierno, siendo la última de estas afirmaciones la realizada por Francis Fukuyama en 1992. Sin embargo, el siglo XXI vuelve a desafiar el concepto de «fin de la historia», ya que el modelo de democracia liberal y economía de libre mercado, que parecía indiscutible, está hoy en día en entredicho.
El mundo está experimentando un cambio en su equilibrio de poder. Las fuerzas demográficas, económicas y políticas emergentes están reconfigurando el escenario geopolítico y económico mundial, desafiando la hegemonía unipolar de los Estados Unidos de América (EE. UU.) vigente durante los últimos 30 años. Esta nueva dirección, que pretende sentar las bases de un sistema multipolar, tiene como principal exponente a la República Popular China (RPC). El régimen de Pekín es único hasta ahora en la historia y, en la actualidad, el liderazgo del presidente Xi Jinping y la orientación de la RPC están en el centro del debate.
Sin embargo, el éxito de China y si esta se convierte en una alternativa real no depende únicamente de sus políticas internas. Todas las potencias mundiales necesitan de su entorno exterior para sobrevivir y China no es una excepción a estas reglas históricas. Por lo tanto, el ascenso de la RPC a la posición de potencia mundial dependerá en gran medida de su política exterior, de cómo su sistema se interrelacione con el de otros países frente a lo que denomina el statu quo occidental y, de su capacidad para hacer que estos actores se unan a ellos en su proyecto a largo plazo.
En este contexto, el estudio The People’s Republic of China and its interrelation with emerging countries: Is the International Economic Model that China seeks to establish a resilient alternative? publicado en Ocronos y realizado bajo la supervisión de Miguel Otero-Iglesias, aborda la interacción del modelo político-económico de la RPC con la República Socialista Democrática de Sri Lanka y la República Democrática Federal de Etiopía. Este artículo pretende resumir estos dos estudios de caso, seleccionados por tres razones principales. En primer lugar, China es en sí misma una potencia emergente y está rodeada, en términos geográficos, principalmente por otros estados emergentes. En segundo lugar, la RPC está construyendo las bases de un sistema económico internacional alternativo más favorable a sus intereses. El éxito del modelo chino dependerá, por tanto, del apoyo a su sistema por parte de las economías emergentes relevantes, cuyos intereses son los que más se podrían alinear con la RPC. En tercer lugar, ambos países desempeñan un papel crucial en la nueva línea de actuación de Pekín: la Nueva ruta de la seda. Con ella, China trata de reactivar su PIB, diversificar sus rutas de suministro, acceder a los mercados exteriores e internacionalizar su moneda, con el fin de que su economía siga creciendo a un ritmo mínimo que permita al PCCh mantener su contrato social tácito —que intercambia libertades por bienestar económico y progreso— con su población. Su realización requiere de la construcción de infraestructuras en toda Asia, Eurasia y África y de la convocatoria de países para que se unan a ella y cooperen en materias de seguridad y economía.
En los últimos años, Sri Lanka ha sido objeto de deseo de la RPC como piedra angular de la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI ya que, para el comercio marítimo con Oriente Medio, África y el Golfo de Bengala, tiene una posición privilegiada. Además, China también ha visto la oportunidad de establecerse en un enclave inmediatamente cercano a la India, su principal competidor geoestratégico en el sudeste asiático y en el océano Índico.
La RPC aumentó exponencialmente su participación en Sri Lanka con el Gobierno de Mahinda Rajapaksa (2005-2015). Desde entonces, proyectos de todos los sectores han sido objeto de interés y financiación china, aunque la industria en la que China más ha invertido es Infraestructuras de Transporte Marítimo, una industria estratégica que responde a los intereses nacionales del país, lo que evidencia cómo el Gobierno orienta las políticas empresariales.
Por ejemplo, el Centro Financiero Internacional de Colombo (2016), adjudicado a China Harbour Engineering Company (CHEC)1 sin concurso público. Además, a la empresa china también se le adjudicaron 0,5 km2 de terrenos anexos a esta nueva terminal, y sobre los que Sri Lanka no tiene soberanía. La inversión inicial conocida ha sido de 1500 millones de dólares, pero se espera que la segunda fase alcance los 13 000 millones.
Este proyecto también se basa en la anterior ampliación del puerto de Colombo que se inició en 2008, donde China Merchant Port Holdings ejecutó la construcción de la terminal de contenedores de Colombo Sur. Según el informe de finalización del Banco Asiático de Desarrollo (BAD) (2015)2, los costes totales alcanzaron los 921 millones de dólares3.
En segundo lugar, el proyecto de desarrollo del puerto de Hambantota (2008), también llamado «Puerto a ninguna parte», proyecto personal del entonces presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa. La construcción también se adjudicó a CHEC. El coste asciende a 1400 millones de dólares, de los que el Exim Bank of China ha financiado el 85 %, como muestra AID DATA (2017) . El fracaso de este proyecto ha sido estrepitoso. A pesar de estar en una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, solo atrae a unas decenas de barcos al año. Dada la inviabilidad económica del proyecto y la incapacidad del Gobierno de Sri Lanka para pagar su deuda, se llegó a un acuerdo en el que el puerto y 60 km2 serían arrendados a China Merchant Port Holdings durante los próximos 99 años.
El tercer proyecto es la construcción del Aeropuerto Internacional Mattala Rajapaksa (2008), cuya construcción también fue asumida por la CHEC y el Exim Bank of China financió unos 200 millones de dólares. Sin embargo, el aeropuerto carecía del tráfico aéreo necesario para sostenerse y, por tanto, ha dejado de tener fines comerciales.
Por último, el proyecto de la autopista del sur (2011) y su posterior ampliación, que conecta las ciudades desde Colombo hasta Mattala y Hambantota. Según AID DATA (2017)4, la autopista fue ejecutada por CHEC y financiada parcialmente por el Exim Bank of China, que aportó 278,2 millones de dólares.
Aunque todos los proyectos han recibido luz verde del Gobierno chino, no todos tienen el mismo objetivo. Algunos de ellos responden claramente a los intereses estratégicos de China, pero otros buscan satisfacer los deseos del Gobierno de Sri Lanka o mejorar la imagen de China ante la población local.
En términos generales, el proceso de financiación chino de estos proyectos ha sido el siguiente. Según los White Papers (2014)5, que clasifica este tipo de inversiones como Ayuda Exterior al Desarrollo, el flujo de fondos se canaliza a través de: subvenciones, préstamos sin intereses y préstamos concesionales. Su origen, varía. Los fondos pueden proceder directamente del Gobierno chino, de entidades bancarias —normalmente el Exim Bank of China, el China Development Bank (CDB) y el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC)— dependientes de la Comisión Central de Asuntos Financieros y Económicos y, en última instancia, del secretario general del PCCh o de origen totalmente desconocido, como muestra la base de datos AID DATA (2017). En la mayoría de los casos, los proyectos son ejecutados por empresas chinas, a través de asociaciones público-privadas o joint ventures con empresas u organismos locales. De este modo, el PCCh garantiza la financiación y las obras a sus propias empresas nacionales.
Además, Sri Lanka lleva mucho tiempo respondiendo positivamente a las iniciativas propuestas por la RPC, adhiriéndose a la Comisión Conjunta Sino-Lanka para la Cooperación Económica y Comercial (1991), al Consejo de Cooperación Empresarial Sri Lanka-China (1994), a la nueva Ruta de la Seda (2015) y al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) en 2016. Además, ambos comparten membresía en el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) y actualmente están en conversaciones para un acuerdo de libre comercio entre China y Sri Lanka.
La gran preocupación del bloque occidental y de la India es que China utilice los puertos y las tierras en concesión no solo para fines comerciales, sino para actividades militares y de inteligencia.
Para examinar el impacto de la RPC en Sri Lanka, se recopiló información del Banco Mundial6, del Anuario Estadístico de China7, y del Banco Central de Sri Lanka8. Durante la última década, la balanza comercial de Sri Lanka ha sido negativa, manteniéndose aproximadamente en un 11 % del PIB. Los datos también muestran que la República Popular China ha aumentado su importancia como socio comercial de Sri Lanka, representando el 40 % de la balanza comercial de Sri Lanka en 2017 y el 36 % en 2007.
Al medir la tasa de cobertura de las exportaciones/importaciones, Sri Lanka-Mundo (excluida China) se obtiene una tasa de cobertura del 67 %, que se ha mantenido fija durante el período 2007-2017, mientras que Sri Lanka-China en 2007 era del 4 % y en 2017 del 8 %. Esto indica la existencia de un fuerte desequilibrio en la balanza comercial de Sri Lanka con China, mantenido a lo largo del tiempo.
El total de la IED y la IED china acumulada en Sri Lanka se obtuvo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y del Boletín Estadístico de Inversión Extranjera de China, respectivamente. En la última década, Sri Lanka ha conseguido atraer con éxito IED, multiplicando la cifra total por 5. Asimismo, la inversión directa china pasó de tener una posición meramente simbólica del 0,4 % sobre el total en 2008 a suponer el 16 % en 2018.
Según el Banco Central de Sri Lanka, el total de préstamos extranjeros concedidos al Gobierno de Sri Lanka se ha multiplicado por 6,5 en la última década, alcanzando un valor de 24 000 millones de dólares en 2018. China también ha mejorado sustancialmente su posición en esta dimensión, pasando de representar un 7 % en 2008 a un 17 % en 2018.
En la última década, Sri Lanka ha multiplicado por 3 su deuda externa total, según indica el Banco Central de Sri Lanka, alcanzando los 32 600 millones de dólares en 2018 y representando el 41,2 % de su PIB frente al 32,8 % que constituía en 2008. Durante ese mismo periodo, China ha incrementado su representación por 11, aumentando su peso en la deuda externa del 2,0 % a un 9,1 %. Sin embargo, la deuda nacional total9 de Sri Lanka se ha mantenido prácticamente igual durante estos 10 años, por encima del 80 % de su PIB.
Estos datos ponen de manifiesto dos hechos. En primer lugar, Sri Lanka ha aumentado su dependencia de la deuda externa. En segundo lugar, estas cuentas revelan que Sri Lanka está sumida en una crisis de deuda, que no es exclusiva de su relación con la RPC, aunque se ha acentuado con ella.
De acuerdo con las dimensiones macroeconómicas analizadas hasta ahora, se puede concluir que China ha aumentado su importancia para Sri Lanka como inversor, acreedor y socio comercial. De ahí que la dependencia económica de Sri Lanka respecto a la RPC haya aumentado. Esto, junto con el estado de las cuentas nacionales de Sri Lanka, nos lleva a pensar que efectivamente, Sri Lanka ha caído en una trampa de deuda, no necesariamente por lo que representa la RPC sobre su deuda, sino por la naturaleza de algunos de los proyectos ejecutados, que han resultado no ser económicamente viables por ahora.
Xi Jinping afirmó que su nueva fórmula de política exterior sería mutuamente beneficiosa, sin embargo, de momento no resulta evidente que el beneficio mutuo se haya materializado en el caso de Sri Lanka.
A diferencia de Sri Lanka, la República Democrática de Etiopía no debería formar parte, en teoría, de la nueva Ruta de la Seda. No obstante, es un país crucial para los planes de Pekín.
En primer lugar, Etiopía resulta ser fundamental para proteger los intereses de China en su país vecino, Yibuti, que efectivamente, forma parte de la ruta de la nueva Ruta de la Seda, así como para la defensa de la libre circulación marítima por el mar Rojo —entrada al Canal de Suez— y donde China ha construido su primera base militar de ultramar.
En segundo lugar, Etiopía es un país estratégico para la penetración y el control del noreste y el centro de África. Además de su situación privilegiada, es el segundo país más poblado de África, alberga la sede de la Unión Africana y cuenta con una historia de independencia y africanidad.
En tercer lugar, Etiopía vivió en su pasado reciente (1978-1991) el régimen marxista leninista del Terror Rojo bajo la esfera de influencia de la URSS, cuya caída, inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética, fue sustituida por la RPC. Desde el inicio del periodo de influencia china, el régimen político de Etiopía adoptó formalmente una democracia parlamentaria, aunque de facto siguió siendo el de un partido único bajo el gobierno del Frente Democrático Popular de Etiopía (ERPDF), formado a partir de la unión de las diferentes etnias presentes en el territorio. El nuevo régimen político, bajo el liderazgo de Meles Zenawi, siguió los mismos patrones ideológicos del sistema anterior, aunque con características que lo alineaban con el régimen político de Pekín. Por ejemplo, durante la década de 1990, se inició un periodo de reformas económicas que condujeron al abandono de la economía dirigida por el Estado de tipo soviético para pasar a una economía de mercado casi libre, en la que el estado se reservaba sectores estratégicos para sí mismo y otros sectores esenciales para sus ciudadanos.
Etiopía desempeña un cuarto papel para China. La RPC considera a Etiopía de interés estratégico comercial, siendo clave para su penetración en el mercado africano. China ve en Etiopía una nueva fábrica de productos baratos para satisfacer la demanda africana. En consecuencia, la RPC intenta externalizar a Etiopía aquellas fábricas que ya no resultan competitivas en territorio chino y cuya oferta es demandada en África.
Por último, Etiopía, como potencial potencia regional, desempeña un papel fundamental para la política china de extracción de recursos10. La RPC considera esta economía emergente como una plataforma desde la que acceder fácilmente al petróleo de Sudán y a la inmensa riqueza mineral de África Central, especialmente la de la República Democrática del Congo.
Por todo ello, en los últimos años, la RPC ha participado en innumerables proyectos en territorio etíope, siguiendo las mismas reglas y el mismo proceso de financiación expuestos en el caso anterior.
Nuevamente, China se ha involucrado en múltiples sectores, aunque, para el caso concreto de Etiopía, es el sector de las infraestructuras de transporte terrestre el que ha recibido más financiación y atención.
Por ejemplo, el proyecto ferroviario Addis Abeba-Yibuti, que es posiblemente el proyecto chino en Etiopía que más ha llamado la atención de la comunidad internacional. Este ferrocarril tiene como finalidad básica el transporte de mercancías y se ha convertido en un elemento crucial para el desarrollo del país ya que permite a Etiopía obtener un acceso indirecto al mar, clave para su comercio. Según AID DATA (2017), el proyecto ha sido ejecutado por China Railway Group, China Civil Engineering Construction Corporation y Ethiopian Railway Construction, y financiado por el Exim Bank of China con 2.400 millones de dólares y por el ICBC y el CDB con los 400 millones restantes.
El proyecto de tren ligero de Addis Abeba (2011) también ha causado admiración en la población local por su utilidad. El Exim Bank of China y el ICBC han financiado 403 millones de dólares según AID DATA (2017).
En tercer lugar, China ha participado en gran medida en proyectos de centrales eléctricas, siendo el más destacado la Gran Presa del Renacimiento Etíope (2011). Esta presa, que una vez terminada será el mayor complejo hidroeléctrico de África, se ha construido en el río Nilo Azul y ha suscitado numerosas preocupaciones entre sus países africanos vecinos. En primer lugar, porque el curso del río Nilo se resentirá durante el tiempo que tarde en llenarse la presa, para lo cual se ha propuesto llenarla muy gradualmente. Este problema se agrava aún más por el hecho de que el agua también experimentará una mayor tasa de evaporación. Por último, Egipto ve amenazada su agricultura si Etiopía utiliza el agua para regar sus propias tierras. El coste total del proyecto asciende a 4800 millones de dólares, de los que el Banco Exim of China ha cubierto 1800 millones.
Por último, la República Democrática de Etiopía lleva mucho tiempo mostrando una respuesta afirmativa a las iniciativas propuestas por la RPC para estrechar lazos. Además, la adhesión a iniciativas ha funcionado en ambos sentidos con el continente africano. Ejemplos de ello son la adhesión de China al Banco Africano de Desarrollo (1985), el Foro de Cooperación China-África (2000) donde se celebró la segunda Conferencia Ministerial en Addis Abeba, destacando el valor de Etiopía en los planes de China, la Asociación Cooperativa China-África para la Paz y la Seguridad (2012), la adhesión de Etiopía a la Nueva ruta de la seda (2015) y al BAII (2017).
Para examinar el impacto de la RPC en Etiopía, se recopiló información del Banco Mundial, del Anuario Estadístico de China y del Banco Nacional de Etiopía11. Durante la última década, el país ha mantenido un déficit comercial, aunque ha experimentado una ligera mejora, representando el 27 % de su PIB en 2006 y el 23 % en 2016.
Estas cifras no son necesariamente alarmantes en sí mismas para un país que aún está en desarrollo, aunque sí revela que se trata de una balanza comercial extremadamente desequilibrada.
Los datos también muestran que la RPC sí ha crecido en relevancia como socio comercial de Etiopía, representando el 16 % de la balanza comercial etíope en 2016, cuando en 2006 suponía únicamente el 7 %.
Al medir la tasa de cobertura de las exportaciones e importaciones, Etiopía-Mundo (excluyendo China) se obtiene una tasa de cobertura del 8 % en 2016 y del 19 % en 2006, mientras que para Etiopía-China esta cifra es del 13 % en 2016 y del 31 % en 2006. Esto indica que Etiopía mantiene unas relaciones comerciales más desiguales con China que con la media del resto de sus socios.
La información sobre la IED total y china acumulada en Etiopía se obtuvo de la UNCTAD, el Boletín Estadístico de Inversión Extranjera de China y el China-Africa Research Initiative (SAIS-CARI)12, John Hopkins University School of Advanced International Studies.
Durante la última década, Etiopía ha atraído 20.200 millones de dólares, multiplicando por 12 la cantidad de 2008. Durante este mismo periodo, la IED china alcanzó los 2600 millones de dólares, multiplicando por 21 el importe de 2008. En consecuencia, la RPC ha pasado de representar un 7 % de la IED a un 13 % en 2018.
Según el Banco Nacional de Etiopía y el SAIS-CARI, el total de préstamos extranjeros recibidos por el Gobierno etíope se ha multiplicado por 11 en la última década, alcanzando un valor de 24 600 millones de dólares en 2017. Para ese mismo periodo, China también aumentó los préstamos concedidos, alcanzando los 13 800 millones de dólares.
Cabe destacar que, aunque en cifras absolutas China sí ha aumentado su contribución, su peso relativo sobre el total de los préstamos extranjeros ha disminuido, pasando del 77 % al 56 %. Sin embargo, sigue siendo un prestamista relevante para Etiopía, siendo responsable de más de la mitad del total de préstamos recibidos.
Según el Banco Nacional de Etiopía, la relación entre la deuda nacional y el PIB del país aumentó del 42 % en 2007 al 59 % en 2017. Además, durante la última década, la deuda externa total en relación con el PIB también ha aumentado hasta el 30 %, representando
la mitad de la deuda nacional total, mientras que en 2007 solo representaba una cuarta parte. Esto puede traducirse en un aumento significativo de la dependencia exterior.
En cuanto a la deuda etíope con la RPC, hay que señalar que en 2007 China tenía casi el 9% del total de la deuda sobre el PIB, lo que significa que casi el 75 % de la deuda externa pertenecía a China. En 2017, esta cifra de deuda total sobre el PIB aumentó hasta aproximadamente el 17 %, aunque el peso de la RPC sobre la deuda externa disminuyó hasta el 56 %.
De esta información se desprenden tres hechos. En primer lugar, al igual que en el caso de Sri Lanka, Etiopía ha aumentado considerablemente su dependencia de la deuda externa. Segundo, la representación de China sobre la deuda nacional etíope es alarmante. Aunque su peso relativo haya disminuido, una representación porcentual tan elevada profundiza la dependencia económica de Etiopía respecto a la RPC. Esto también podría resultar en una apuesta arriesgada desde la perspectiva china, ya que, en caso de dificultades en el pago de la deuda, la economía china también se vería afectada. En tercer lugar, aunque el crecimiento del PIB etíope durante la última década ha sido notable, lo que ha hecho que Etiopía sea llamada la «China de África», su deuda ha aumentado más rápidamente, lo que podría sumergir al país en una crisis de deuda.
La participación de la RPC en el comercio internacional ha pasado de una cuota del 7,6 % en 2008 al 11,6 % en 2018, según lo estipulado por el Banco Mundial y las estadísticas oficiales chinas, todo ello con un superávit de 350 900 millones de dólares. Este éxito también se ha traducido en un progreso económico interno, pues el PIB per cápita ha aumentado un 280% en la última década, pasando de 3468 dólares en 2008 a 9770 dólares en 2018. Además, el modelo económico internacional chino se ve sostenido por la IED china —que ha pasado de representar un 0,10 % del PIB mundial en 2008 a un 0,25 % en 2018, alcanzando una cifra de 214 800 millones de dólares—, así como por los préstamos directos chinos —que han pasado del 0,50 % al 0,75 % en estas mismas fechas, ascendiendo a 644 300 millones de dólares.
Estas variables apoyan el modelo de política económica exterior china a medio y largo plazo, ya que las inversiones en el extranjero suelen implicar rendimientos a largo plazo y el vínculo entre acreedor y deudor, consciente o inconscientemente, conlleva lazos plurianuales. En ningún caso suelen ser fácilmente reversibles a corto plazo. Prueba de ello son los casos de Sri Lanka y Etiopía. Las magnitudes analizadas indican que la naturaleza de sus relaciones es tal que resulta difícil de sustituir, al tiempo que muestran cómo se han fortalecido a lo largo del tiempo.
Sin embargo, la implementación del modelo económico internacional de China no ha estado exenta de errores y críticas. Durante la última conferencia de la Ruta de la Seda celebrada en Pekín en 2019 —principal evento político de la nueva estrategia china para el mundo— se reconocieron algunos de estos errores y se anunciaron cambios para enmendarlos y mejorar el rendimiento general de la nueva Ruta de la Seda: mayor rigor en el análisis económico de los proyectos, certificación por parte de organismos internacionales, coinversión con terceros... La RPC sigue un sistema de prueba y error. Por tanto, podemos ver el pragmatismo de la política china, tanto en su política interior como exterior.
A medida que el modelo económico internacional chino se ha ido expandiendo y abarcando más países, la pregunta que surge es si el éxito alcanzado hasta ahora es mantenible en las décadas futuras. Como afirmó el sinólogo Holslag (2019)13, «la bandera sigue al comercio, este es un patrón típico de las naciones comerciales emergentes y China no es una excepción». La política cada vez más asertiva e incluso intimidatoria en las relaciones exteriores de China, recientemente denominada
«diplomacia del lobo guerrero», parece apuntar a un ambicioso plan para convertir a China en la potencia mundial central y su modelo político, en la referencia. Esta forma de actuar se percibe como una amenaza para el modelo occidental y su influencia global, al contrario que los intelectuales chinos, que afirman que solo están recuperando la posición en el orden internacional que históricamente les corresponde. De este modo, la narrativa del «renacimiento chino», que utiliza períodos históricos con un lenguaje retórico, se ha convertido en un instrumento para justificar su interpretación.
La pandemia de la COVID-19 difícilmente dará lugar a un cambio radical en el mundo, aunque sí marcará un punto de inflexión en la historia contemporánea, acelerando tendencias globales que se han estado incubando en los últimos años.
La globalización, tal como la hemos conocido, cambiará. Tanto las empresas globales como los gobiernos relocalizarán sectores y actividades estratégicas a su territorio. También se asegurarán de no depender exclusivamente de la logística extranjera, ya que, por ejemplo, se ha comprobado que China opera bajo reglas de mercantilismo absoluto, incluso con bienes sanitarios básicos. Este proceso de «desglobalización» tendrá un impacto importante en la RPC, que tendrá que modificar su modelo de crecimiento económico, en el que su motor de futuro debe ser el del consumo interno y la innovación.
Los efectos económicos van a ser intensos en todo el mundo y, en consecuencia, el comercio internacional se verá muy afectado. Pero se espera que los países con economías frágiles sean las principales víctimas. China, como principal inversor y acreedor de estos, tendrá que afrontar una más que probable reestructuración de su deuda.
Además, el mundo va a ser cada vez más exigente en cuanto a políticas de gobernanza y transparencia. Por ello, la RPC, que pretende convertirse en una potencia líder mundial, debe superar su déficit en este sentido y mejorar su reputación internacional comprometida tras su gestión de la pandemia.
Como afirma McGregor (2010)14, China tiene una creciente presencia internacional, pero sus problemas internos siguen siendo la principal prioridad de sus dirigentes. Las fortalezas inherentes al propio sistema son, a su vez, sus mayores debilidades, especialmente cuando el régimen busca una proyección internacional relevante en un mundo en el que ya no tiene el control de la sociedad.
Gloria Sicilia Lozano
- Subsidiaria de China Communications Construction Company (CCCC).
- Sri Lanka: Colombo Port Expansion Project, Asian Development Bank”, Banco Asiático de Desarrollo, Completion Report, 39431-013, 2015.
- BAD financió 300 millones de dólares del proyecto de ampliación del puerto de Colombo.
- “AidData’s Global Chinese Official Finance Dataset”, AIDDATA, 2000-2014 Version 1.0, Research Lab
- “White Papers: China’s Foreign Aid”, Information Office of the State Council, The People’s Republic of China, 2014
- “Imports, Exports and Trade Balance By country and by region”, Banco Mundial, World Integrated Trade Solution (WITS), 2020.
- “China Statistical Yearbook”, National Bureau of Statistics of China, Annual Data, Statistical Database, Government of the People’s Republic of China, 2020.
- “Annual Report”, Banco Central de Sri Lanka, Economic and Financial Reports, Publications, 2020.
- La deuda nacional total incluye deuda interna y deuda externa.
- En 2010, los productos minerales constituyeron un 79 % de las importaciones chinas procedentes de África según Africa Research Institute, “Between Extremes: China and Africa, Publications”, 2012.
- “Annual Report”, Banco Nacional de Etiopía, Publications, 2020.
- John Hopkins University School of Advanced International Studies, “The SAIS China Africa Research Initiative (SAIS-CARI)”, Washington D.C., 2014.
- HOLSLAG, Jonathan. “The Silk Road Trap: How China’s trade ambitions challenge Europe”, Polity Press, 2019.
- MCGREGOR, Richard. The Party: The Secret World of China’s Communist Rulers, Penguin Books, 2014.