Un 2016 malo

Javier Fernández Arribas

Ni siquiera en estas fechas de paz y amor entre todos ha cambiado el ambiente pesimista sobre los destinos del mundo en general y los nuestros en particular. Bueno, aunque resulte paradójico después de los 10 meses de gobierno en funciones y el lamentable espectáculo ofrecido por buena parte de la clase política, sobre todo algunos dirigentes supuestamente progresistas de izquierdas, España aparece como uno de los países más estables. Hay razones evidentes más por necesidad que por virtud porque a casi ningún partido le interesa volver a las urnas. Bueno, curiosamente, al PP, al que había que desbancar a toda costa del poder consigue una intención de voto muy cercana a la mayoría absoluta junto con Ciudadanos.

Si se pudiera solucionar con cierta rapidez la crisis independentista planteada en Cataluña por un grupo de políticos que buscan tapar una gestión nefasta que ha colocado a esa región española con más de 80,000 millones de euros de deuda, tendríamos una España sólida y consolidada de cara a la inversión exterior que fomentaría mucho más crecimiento económico y un empleo de mejor calidad. Aquí está uno de los principales problemas que afectan a buena parte del mundo, aunque cada país tiene sus propias circunstancias. En el centro de todas las crisis se coloca el empobrecimiento de buena parte de la población que dan respaldo a opciones populistas que aprovechan la desafección y malestar de esos ciudadanos para echar un pulso al sistema que durante muchos años ha funcionado pero que ahora atraviesa una etapa con graves desafíos que sus dirigentes políticos tradicionales no saben, no pueden o no quieren afrontar con decisión y valentía la pérdida de credibilidad y apoyo popular.

Despedimos 2016 con el Brexit en el Reino Unido que ha incrementado la crisis en la UE, la elección de Donald Trump en Estados Unidos, el fracaso en referéndum en Italia de la reforma política Renzi, los atentados indiscriminados del terrorismo islamista y con unas previsiones muy inciertas para la estabilidad en Europa. Empezando por Francia y la amenaza del Frente Nacional en las elecciones presidenciales en primavera, pasando por Holanda y las opciones de la ultraderecha xenófoba y en septiembre, la prueba de fuego en Alemania con Ángela Merkel como garantía de estabilidad, pero con duras críticas tras el atentado en Berlín y su política con los refugiados. Se nos va un 2016 malo, malo, y llega un 2017, que ya veremos, pero…