Se perfila una intervención militar rusa en Libia en contra de las milicias terroristas chechenas que combaten en el Daesh

Pedro Canales

La intervención militar occidental en Libia estas últimas semanas en contra de las milicias terroristas islámicas y la caótica situación en el país, abren la vía a una nueva intervención rusa para completar los bombardeos llevados a cabo por Moscú en Siria.

Libia se ha transformado de nuevo en un teatro de operaciones militares internacionales. Al conflicto que oponen las diferentes facciones libias en disputa – dos gobiernos, dos parlamentos y un sinnúmero de milicias armadas de todo tipo, tribales, clánicas, de ideología islamista o nacionalistas a la antigua usanza – se le han sumado la llegada de destacamentos armados de la Internacional terrorista, de obediencia con el Daesh o Al Qaeda.

En las últimas semanas, la intervención occidental se precisa cada vez más. De los “instructores británicos y franceses”, se pasó a “organismos de seguridad privados” en su mayoría estadounidenses contratados por los bandos en liza para proteger las instalaciones petrolíferas, y ahora a intervenciones directas de la aviación norteamericana o de “grupos de operaciones especiales” franco-británicos.

Sin embargo, para completar el puzzle y disparar el aumento de la tensión a tan sólo cien kilómetros de Europa, se precisa estos días la posible intervención de la Fuerza Aérea rusa al igual que en el escenario sirio, en contra de objetivos terroristas.

“La intervención de la aviación rusa en Libia es ineluctable” – analiza un general tunecino en un artículo publicado en el periódico L’Audace. El analista de inteligencia militar estima que Moscú quiere completar su intervención en Siria con una nueva acción de bombardeo en Libia, con el objetivo de “aplastar las brigadas de terroristas chechenos” que se han sumado a la cruzada emprendida por el Daesh. Según l’Audace, Putin  quiere evitar a cualquier pecio una tercera guerra en Chechenia que se sumaría a las dos anteriores que costaron la vida a cinco mil ciudadanos rusos y produjeron no menos de  cien mil víctimas y desplazados chechenos. 

El Kremlin tiene pruebas fehacientes de que una gran parte de los terroristas chechenos que combaten junto a las huestes de Abubeker al Bagdadi en el escenario sirio-iraquí, han sido evacuados por  vía aérea desde Turquía a Libia, para reforzar las milicias del Daesh y de Al Qaeda. Este repliegue llevado a cabo hace dos meses ha llevado al Estado mayor ruso a planificar una nueva intervención militar esta vez en Libia, y pedir la ayuda o al menos la neutralidad de los países limítrofes, Argelia y Egipto.

La precipitación con la que las potencias occidentales están tratando de entrar en el escenario de guerra libio tiene como finalidad, según el analista de inteligencia militar tunecino, adelantarse a la intervención rusa y preservar el contacto y la posible manipulación de las brigadas chechenas, que pueden ser utilizadas en el tablero geopolítico en el que se libra el duelo OTAN-Rusia.

“La intervención de la OTAN en Libia, estima el general tunecino, además de adelantarse a los rusos, tiene otros objetivos”, entre los que cita los siguientes:

1-    Mantener en Libia un foco permanente de tensión en el mundo capaz de atraer a los terroristas en los próximos años

2-    Ensayar nuevas armas, como el dron de vigilancia-ataque alimentado por energía solar, o los cañones laser.

3-    Poner a prueba la economía de Túnez, vecino de Libia, para obligarle a abdicar frente a las propuestas norteamericanas.

4-     Reunir numerosos terroristas aguerridos en la frontera de Libia con Argelia, para impresionar y desestabilizar el país vecino.

5-    Estimular las células durmientes en Europa, principalmente Francia y Alemania, para actuar y debilitar estos países a fin de que no pesen en la escena internacional.

6-    Hace pagar a Libia el esfuerzo e guerra y el despliegue norteamericano en la región.

7-    Mantener intacta la fuerza de choque de las brigadas chechenas para hacer presión sobre Rusia.

8-    Impedir que los BRICS (reunión de países emergentes, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se posicionen en el Norte de África.

Una eventual intervención militar rusa en Libia en contra de las milicias terroristas del autodenominado Estado Islámico, no sería bien vista por la OTAN, pero sería recibida con alivio por algunos países árabes de la región, como Túnez, Argelia y Egipto, que consideran que el actual foco de guerra permanente en sus fronteras les obliga a dedicar medios suplementarios a la lucha antiterrorista y a parar una nueva oleada de refugiados. Si Rusia se añade a la coalición occidental, el foco terrorista podría ser eliminado más rápidamente, piensan en El Cairo, Túnez y Argel.