Opinión

Estados Unidos se retira de Oriente Medio

photo_camera Tropas estadounidenses

Desde el principio de su campaña electoral, Donald Trump mantiene varias cosas en mente que le rondan constantemente, le tienen muy preocupado y, muy posiblemente, sean el origen de sus frecuentes bandazos y giros copernicanos en sus políticas internas y externas. Una de  ellas, es la orientación de su implicación geoestratégica actual y futura en Oriente Medio

Una zona en la que EEUU, durante muchos años, ha invertido grandes esfuerzos humanos, políticos y económicos, el lugar donde ha obtenido más fracasos y quebraderos de cabeza que beneficios palpables. Aunque sus razones para permanecer desplegados en ella han variado muy poco, últimamente, su implicación obedecía a las fuertes exigencias en cuatro áreas principales: asegurar y proveerse del necesario petróleo de la zona, mientras su producción nacional no fuera suficiente para sus ingentes necesidades; luchar por diversos medios contra el principal enemigo declarado de su país, Irán por sus ofensas hacia EEUU y su arrogante programa nuclear; combatir y erradicar al terrorismo yihadista personalizado en el autoproclamado Estado Islámico (ISIS por su siglas en inglés) y, por último, mantener abierta la ventana a la colaboración con aliados fijos, fiables y muy adinerados como Israel y Arabia Saudí en primer plano y Jordania en segundo, por si algún día fuera preciso como colaborador necesario.  

No hay que olvidar que la zona proporciona a EEUU otros quebraderos de cabeza de menor entidad, aunque de una importancia nada despreciable; así, entre ellos se encuentra solventar las diferencias en sus relaciones de amor-odio con la mosca borriquera de los últimos años, la Turquía del nuevo Erdogan. Precisamente y debido a los muchos y graves inconvenientes creados por EEUU tras el llamado auto golpe de Estado de hace tres años y la reciente negativa a la venta de armamento especial (F-35), Trump ha podido comprobar que ha forzado al nuevo Sultán a arrimarse demasiado a Rusia e Irán, además de poner sobre la mesa la posibilidad de que pueda abandonar la OTAN a nada que le incordiaran un poco más. Por lo que, como posteriormente se verá, ha debido recoger velas y darle a cambio algún caramelo para chupar.

Ente otros asuntos, y en el mismo orden de cosas, aparece la forma y  manera de compensar los graves inconvenientes y problemas dejados en herencia sobre Iraq tras su ilegal y perversa guerra y ocupación; así como por la posterior semi-retirada de resultados fatales para el país. También destaca tratar de impedir o retrasar que Rusia ocupe el vacío de liderazgo zonal a consecuencia del, además de lo ya mencionado, posible abandono del área por EEUU como resultado de los clamorosos fracasos de las -por ellos inducidas- Primaveras árabes en varios países ribereños del Mediterráneo y las cruentas guerras civiles de Libia y Siria.

Aparte de lo anterior, que no es poco; lleva dos años de tiras y aflojas, metiendo sus narices en cualquier asunto y región en la que podía hacerlo, con la excusa de “liderar” o simplemente husmear lo acontecido en la lucha contra el ISIS y; también en dinamitar, por todos los medios posibles, el Acuerdo Internacional sobre el Programa Nuclear iraní.

Recientemente, los cálculos norteamericanos se han visto sorprendidos negativamente por temas ciertamente inesperados: haber sido incapaces de crear una fuerza aeronaval sobe la base de una potente coalición para proteger, sin problemas, el tráfico de los petroleros por el Estrecho de Ormuz y hacer frente a los retos, secuestros y ataques de los buques en paso por la zona, la mayoría procedentes de Irán. También, el hecho de que su amigo Netanyahu tras la repetición electoral en Israel tenga mal porvenir para regir los designios de Israel tal y como lo viene haciendo desde hace varios años; lo que también plantea un gran incógnita sobre la próxima orientación de las acciones para sellar la paz entre israelíes y palestinos.

Igualmente, el hecho de que Arabia Saudí, a pesar de sus potente y moderna maquinaria militar, la mayor parte de procedencia norteamericana, no haya sido capaz de defender sus instalaciones petrolíferas contra unos simples drones y misiles de procedencia y con posible origen en Irán. Por último, en este capítulo de las sorpresas cabe mencionar que no se esperaban el gran fracaso de Arabia Saudí en Yemen en su lucha contra los hutíes apoyados por Irán y el recientemente anuncio del abandono de dicha lucha por parte de la Emiratos Árabes Unidos, quienes habían combatido juntos durante más de cuatro años y dado que Arabia Saudí dependía para dicha guerra en gran medida de los mercenarios y milicias tribales yemeníes, aliados de Emiratos; lo que recientemente, se ha convertido en un gran revés para las fuerzas lideradas por los saudíes. 

A mayores, conviene recordar que EEUU debido al fuerte aumento de su producción de crudo por diversos medios, incluido el Fracking, ya no tiene una gran dependencia del petróleo árabe y también, que China y Rusia le están alcanzando y hasta pasando en varios aspectos que Trump considera geoestratégicamente  vitales como  el despliegue, control y libre paso por las aguas y territorios de Asia-Pacifico, por el Ártico, la hegemonía en el desarrollo y eficacia de los drones armados y en las capacidades de las fuerzas aeroespaciales. 

Aparte de lo ya anunciado, la nueva realidad en la zona es bien patente y empieza a ser patética; de nuevo la situación en Iraq se está complicando y el gobierno títere del país es incapaz de calmar los crecientes ánimos de su población, cansada de esperar promesas que nunca llegan, ni tampoco de reducir la influencia de Irán en su territorio donde desplegó -a pesar de la fuerte presencia y apoyo de norteamericano-  con la excusa de combatir al ISIS. 

Por su parte, Rusia, con la finalidad de lograr un liderazgo zonal y tener asegurada su presencia en el mar Mediterráneo, se viene asentando cada vez más en Siria y todo apunta a mejorarlo por mostrarse como un aliado fiable y capaz de defender a toda costa a sus “amigos” por mucho que, por ejemplo, Al Asad se pringase y bien con el uso de las armas químicas contra su población y en provocar masivas masacres bélicas sobre las minorías contrarias al régimen; o que Rouhani, el presidente iraní despliegue sus fuerzas Especiales y las de élite de la Guardia Revolucionaria donde le venga en gana; provea de armas y misiles avanzados a Hamás, los hutíes de Yemen y Hezbollah y que haya acelerado el impulso de una nueva y ya casi imparable espiral para retomar, con las peores consecuencias finales, su programa nuclear aprovechando las grandes diferencias de opinión con EEUU sobre el tema del Acuerdo y la total cobardía y debilidad de la Comunidad Internacional para poner límite al nuevo reto.  

Turquía, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que Trump le debe algún favor para calmar meses de inestabilidad y tirantez entre ambos, pretende ahora invadir parte del territorio de Siria lindante con ellos, donde “casualmente” residen las minorías kurdo-sirias, a las que relaciona fuertemente ligadas con su eterno enemigo, el PKK. Ya nadie da un duro por la supervivencia de aquellos que fueron los “amigos” de Trump en la lucha contra el ISIS.  

A la vista de lo visto, se puede asegurar que el panorama de logros norteamericanos real es muy pobre y que los riesgos en graves implicaciones o salpicaduras posteriores son muy altos. Trump ha entendido que, salvo la casi total desaparición del ISIS y/o su forzado desplazamiento de estos a otras zonas, muy pocos de sus objetivos, por no decir ninguno se han cumplido; que las cosas se van emponzoñando cada vez más y que ya le queda poco o nada de tiempo para reorientar muchos de sus esfuerzos y medios invertidos en dicho lugar, para así poder atender a las ya mencionadas otras necesidades e inquietudes que ahora ocupan una mayor prioridad en sus planes estratégicos a futuro. Todo apunta a que Trump parece que haya decidido levar anclas definitivamente e irse de la zona o dejar una presencia residual en áreas claramente marcadas y donde sean bien recibidas. 
Siendo fiel a su forma de ser y cerrar las cosas, tarde, mal y abruptamente, deja todo el resto de problemas y áreas descabalgado, poco asentado y sostenido con pinzas o alfileres, de forma tan tambaleante que en cualquier momento la cosa podría explosionar. Su precipitado anuncio de la derrota del ISIS hace ya varios meses cuando no era verdad, junto a la práctica soledad con los temas de Ormuz y la rotura del acuerdo nuclear de Irán le han servido para justificar que ya es hora de dejar implicarse en una zona donde no son nada bien recibidos; en la que llevan invertidos miles de millones de dólares y muchos miles de víctimas en diversas y largas guerras y revueltas locales. 

Trump no es como Putin, él no tiene amigos de verdad ni estratégicamente. Por ello, no duda en dejar a los pies de los caballos incluso a amigos y aliados, en abandonarlos una vez usados como carne de cañón y fuerza de choque para evitar miles de bajas entre sus soldados, como en el ya mencionado caso de los kurdos en Siria; caso en el que trata de justificar su conciencia tras haber dado luz verde a Erdogan para entrar y atacarlos en sus territorios, con la excusa de que en su día, los EEUU ya pagaron a los kurdos sus servicios con fuertes sumas de dinero, instrucción y armas para “defenderse” de los terroristas yihadistas; por lo que con ello, él firmemente cree, que su “pequeña” deuda quedó más que saldada.

Hecho tenebroso e inhumano que ha tenido repercusión en todo el mundo y hasta en las filas de su propio partido; el mismo partido, que le sustenta incluso tras los feos y sucios escándalos de espionaje contra adversarios políticos para mantener a salvo el puesto y hasta el propio pellejo. Tanta ha sido la repulsa, que anteayer, a modo de reacción falsa y tardía, se ha visto forzado a “advertir” a Erdogan que se cuide mucho de masacrar a los kurdos o le hundirá su economía. Creo que, ante tal amenaza, el Sultán, al que no tembló el pulso con la compra de los S-400 a Rusia pese a la fuerte oposición y graves amenazas de Trump, está temblando de miedo y se portará bien como un niño al ser pillado con las manos en la masa o robando unos dulces a un compañero.
Con respecto a Israel y Arabia Saudí, siempre les quedará la posibilidad de ayudarles en Inteligencia, información, fuerzas especiales y armas sofisticadas para su defensa; incluso en apoyarles a ambos en el tema nuclear si hiciera falta. Una vez abierta la veda al respecto y rotos varios pactos para el control y desarme nuclear, qué más da hacerlo con alguno más. Sobre todo, si eso le proporciona más ingresos a su industria de armamentos y así calma a su sociedad.

No me cabe la menor duda de que ante la necesidad de fondos, personal y medios para sus nuevos proyectos y como derivadas de las reticencias a su presencia en la zona y los pocos resultado positivos logrados a corto y medio plazo, Trump está decido a ir levantando el vuelo de una zona que ya no necesita, en la que no es bienvenido y no le importa hacerlo en un momento en que aquello puede explotar por uno o varios costados, ya que su “América primero” es incompatible con convertirse en el árbitro Internacional a cambio de nada. Queda por ver si lo hará súbitamente, al más puro estilo Zapatero, o lo hará de forma sucesiva y con paulatinas cesiones de responsabilidad. Afganistán será su próxima parada y ya le queda menos para irse de la OTAN, cosa que, de seguir él al mando en EEUU, también sucederá.