Opinión

Kosovo, la gran mentira internacional

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Me dispongo a escribir este trabajo con el convencimiento de que, al haberle dedicado al conflicto de Kosovo una serie de años de mi vida profesional, puedo aportar algún dato personal que estimo lo suficientemente esclarecedor sobre la realidad de lo ocurrido en un territorio, por desgracia bien conocido por casi todos por su nombre y algunos de sus consecuencias pero, que realmente sigue siendo un desconocido para la inmensa mayoría de los mortales e incluso, un lugar en el que de forma torticera, gran parte de los hechos allí acaecidos y sus consecuencias han sido y siguen queriendo ser usados como jurisprudencia especifica en el derecho internacional y el ejemplo o actitud a imitar en otros lugares de Europa, como bien podría ser en Cataluña.  

Aprovecho para excribirlo la cercanía en el tiempo del vigésimo primer aniversario de un conflicto con el que culminaron muchos años de tensiones y abusos locales disfrazados de otro tipo de aparentes e “idílicas” libertades, cuando lo que realmente encerraban eran insanas intenciones internas y externas, plagadas de auténticas masacres y persecuciones bajo el manto de aspectos religiosos, étnicos, económicos, sociales y separatistas.

Conflicto, que debido a su proximidad física y comercial al solar europeo central y al gran interés de los rusos hacia la Yugoslavia de Serbia y los serbios, fue capaz de forzar la atención y participación de la Comunidad Internacional (CI) hasta tal extremo, que Kosovo se convirtió en el punto de observación y de crítica de la misma por las graves implicaciones y tensiones generadas al más alto nivel. Participación, que precisó la intervención de la ONU en sus diversas facetas y Organismos, la OTAN y otras muchas Agencias y Organizaciones no Gubernamentales (ONGs); donde todas y cada una de ellas apareció en escena con su particular agenda de forma abierta, encubierta o totalmente oculta.  

Kosovo ha sido durante diversos periodos de tiempo, aunque con frecuentes y grandes interrupciones, una bella región o provincia serbia de no mucha extensión y poca población, que apenas cuenta con algo menos de dos millones de habitantes (90% albaneses de mayoría musulmana y casi el 6% serbios ortodoxos) y que entre 1998-1999 se convirtió en el escenario de combates públicos y notorios entre la guerrilla separatista, autoproclamada como el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), contra el Ejército y la policía de la entonces Yugoslavia. 

Combates, que provocaron el éxodo de alrededor de unos 800.000 albano-kosovares mayoritariamente a Albania, la entonces Antigua Republica Yugoslava de Macedonia (FYROM por sus siglas en inglés) y en menor entidad hacia Montenegro y otros países de Europa. Movimientos migratorios masivos, que culminaron con el bombardeo a manos de la OTAN de zonas y ciudades de Kosovo y Yugoslavia como preámbulo de una intervención militar sobre el terreno kosovar con la misión inicial de proteger en retorno de tales refugiados y seguidamente proporcionarles seguridad frente a los desmanes serbios; aunque, como veremos, pronto hubo que cambiar el colectivo a ser protegido.  

Por ser más justos con la historia, se debe empezar por decir que el problema de Kosovo, como la mayoría de los conflictos del “polvorín” balcánico en el entorno de Yugoeslavia, no nació solo de la progresiva desmembración de dicho país tras la muerte del dictador Tito, sino que data de varios siglos atrás y se vino arrastrando a lo largo de la historia; aunque, a decir verdad, cada vez va perdiendo el interés y la atención tanto interna como externamente aunque, el problema no se haya sanado ni corregido, sino más bien, ha quedado enquistado.

En la edad media, Kosovo se convirtió en la sede de los santos lugares de los ortodoxos serbios; y por ello, fue donde se asentaron importantes monasterios y lugares de culto o peregrinación; lo que otorgaba a la región una mayor riqueza espiritual e importancia vital para el pueblo serbio, su historia, cultura y religión. En 1389, el Emperador de Serbia, Lázaro, perdió cerca de Pristina (la capital de Kosovo) la Batalla de los Mirlos contra el sultán turco Murat, por lo que la zona cayó bajo la influencia del Imperio Otomano, el área se convirtió en el lugar de reubicación de multitud de musulmanes -la mayoría, procedentes de la vecina Albania- y su territorio se sembró de mezquitas, aunque también se respetaron la mayor parte de los templos ortodoxos.

No obstante lo anterior, desde entonces y fundamentalmente a partir del movimiento nacionalista del siglo XVIII, Kosovo se convirtió en una tierra a recuperar para los serbios con la intención de volver a darle el esplendor de antaño y recobrar su importante papel  en la religiosidad serbia. Reconquista que no se logró hasta 1913, cuando los serbios derrotaron a los turcos aprovechando la incipiente decadencia y posterior caída del citado Imperio (1918). Tras dicha derrota, los serbios recuperaron todo Kosovo y se anexionaron gran parte de Albania. La CI del tiempo obligó a Serbia a retirarse de Albania aunque, a cambio, se le reconoció oficialmente su dominio sobre Kosovo como territorio propio y recuperado tras más de 500 años de dominio otomano.
Situación que tampoco duró mucho tiempo porque, de nuevo, la Segunda Guerra Mundial se cebó sobre la zona y fue entonces Mussolini quien creó en 1941 la denominada “Gran Albania” a modo de virreinato, que agrupaba a los territorios de Albania y Kosovo, ambos ocupados por la Italia durante la contienda. 

Concepto este muy peligroso e importante que viene coleando hasta nuestros días, como un intento más de reagrupar territorios que se consideran con derecho a ser unidos por la existencia de determinados lazos étnicos, religiosos, lingüísticos y morales; amparados en una historia que no es real del todo. Idea, que claramente, ha florecido en otras regiones del sur de Europa y pude ser motivo de grandes disgustos a corto  o medio plazo.

Acabada la guerra, Tito, por entonces líder comunista de la resistencia antifascista yugoslava, llegó al poder y volvió a empeñar su esfuerzo en mantener férreamente la integridad de un país creado artificialmente por aluvión y anexión de otros y en asegurarse de que Kosovo volviera a formar parte de Serbia. Para lograr apaciguar los diversos recelos, pretensiones y diferencias de todo tipo entre las seis repúblicas federadas y las dos regiones autónomas que componían Yugoslavia fueron precisas sucesivas Constituciones y varias reformas de las mismas. Siendo la primera de aquellas, la Constitución de 1946.  

Unos años más tarde y conforme con la constitución de 1974, tanto a la región de Kosovo como a la de Vojvodina se les confirió el estatus de “provincia autónoma·, de manera que ambas empezaron a disfrutar de unas prerrogativas muy similares a las de las repúblicas federadas. Situación, no obstante, que no satisfizo ni a propios ni a ajenos. En 1981, -un año después de la muerte de Tito- surgieron importantes y crecientes manifestaciones albano-kosovares para exigir un trato de igualdad con respecto a las demás repúblicas que integraban la Federación Yugoeslava, solicitando para ello la creación de la República de Kosovo aunque, y esto es importante, sin salirse del marco federativo. Situaciones violentas, que obligaron a una dura intervención de policial y del Ejército yugoeslavo por lo que las tiranteces entre los albanokosovares y los serbios aumentaron en grado e intensidad y llegaron a protagonizarse graves situaciones de odio entre ellos.

En 1989, el entonces presidente serbio, Slobodan Milosevic, suprimió la mencionada autonomía de Kosovo, lo que supuso un duro paso atrás para los albanokosovares quienes no estaban dispuestos a aceptarlo, dando lugar a numerosas movilizaciones civiles y paramilitares con la exigencia de volver a lo estipulado en la Constitución de 1974 para la federación. La CI, más centrada entonces en la guerra que -un poco más al noroeste- se libraba en Bosnia y Herzegovina, apenas prestó atención a la radicalización de las peticiones de los albanokosovares, quienes sin apenas aparentes apoyos externos, el 2 de junio de 1990 declararon unilateralmente su independencia. 

Como reacción a este movimiento sin consensuar y contrario a la Constitución, Belgrado procedió a la disolución de todos los órganos de poder y administración en Kosovo. La policía se vio precisada a reprimir y dispersar duramente las sucesivas protestas de lo que vino a conocerse como la "resistencia pacífica" (expresión bien conocida y vuelta a usar recientemente en otras fronteras) del pueblo kosovar, encabezada por el escritor y político Ibrahim Rugova.

Los actos y hechos ilegales no cesaron con dichas manifestaciones; así en 1992, Kosovo celebró “elecciones generales, no autorizadas por Belgrado” (hecho que también suena), que como era previsible, las ganó el mencionado político quien, al parecer, era partidario de la salida de Kosovo aunque de forma “negociada y pacífica” (términos muy usados recientemente). 

Otro hecho relevante y bastante determinante para el futuro conflicto, fue la creación unilateral en aquellos tiempos -a pesar de los intentos en contra de algunos sectores albano-kosovares- del ya mencionado UCK. Movimiento armado revolucionario, que contrariamente a lo preconizado “oficialmente” por el líder político, abogaba por la lucha sin cuartel contra los serbios para conseguir la ansiada independencia por la vía de las armas (teoría también conocida). 

Con estos mimbres y tan reñidas intenciones, nos presentamos ante lo que se ha venido a conocer como la “Guerra de Kosovo” y los consiguientes bombardeos de la OTAN sobre Serbia y Kosovo en 1998. Guerra originada tras una serie de enfrentamientos entre el UCK y las fuerzas serbias, que se saldaron con 80 muertos y fueron el pistoletazo de salida para el agrandamiento e internacionalización del conflicto.

Así, ante la degradación de la situación, la CI harta de tanto gasto y esfuerzo para parar las sangrientas guerras en Croacia y Bosnia, decidió meter las narices en el conflicto kosovar para frenarlo antes de ir a peores y, el 6 de febrero de 1999 se celebraron unas negociaciones de paz en Rambouillet (Francia) entre las partes implicadas. Tras el fracaso de dichas negociaciones, cortas, envenenadas previamente, y a la vista de que el problema y sus consecuencias como asesinatos, violaciones, desplazados y refugiados iban en aumento, la OTAN inicio sus bombardeos el 24 de marzo de 1999 con el fin de obligar a las autoridades del país a aceptar las condiciones propuestas en la mesa de las citadas negociaciones. Los bombardeos duraron 78 días y dejaron cerca de 500 víctimas mortales (la mayoría serbios).  

En junio, el Ejército serbio -forzado por sus grandes diferencias en capacidades militares con la OTAN, la presión internacional y la promesa de incluir ciertas garantías de la ONU sobre el mantenimiento del estatus de la región en su inminente Resolución sobre Kosovo- aceptó retirarse de la provincia. 

Semanas antes, la OTAN inició el despliegue de la Kosovo Force (KFOR) en la mencionada FYROM, hoy conocida como Macedonia del Norte. La KFOR sería la encargada de cumplir la misión de la OTAN una vez se autorizara por la ONU; misión, por la que entró en Kosovo el 12 de junio de 1999, dos días después de que el CSNU aprobara la Resolución 1244. Una Resolución muy completa y concreta que: autorizó la presencia internacional en Kosovo -civil y militar-, creó además la Misión para Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (MINUK por sus siglas en inglés) y, al mismo tiempo, tal y como se les anunció previamente, ofreció a Serbia una serie de garantías sobre el respeto a su integridad y Leyes propias y obligaba a los kosovares a su cumplimiento. 

Alcanzado este punto, y tras este suficiente aunque escueto resumen histórico de los hechos en Kosovo, quisiera hacer un largo inciso para así poder aportar parte de las muchas experiencias y situaciones que, en razón a mi destino en la OTAN por aquellos años, conocí y sufrí de primera mano. Hechos, que ocurrieron antes, durante y después del punto ahora alcanzado de este relato. Para poder explicarlo de forma entendible, es preciso hacer algo de historia sobre la evolución de los acontecimientos que implicaron directamente a los españoles en este asunto.

España se integró totalmente en la estructura militar de la OTAN el 1 de enero de 1999. Previamente, allá por diciembre de 1997, la Alianza había aprobado nuestra propuesta de integración en la estructura de sus Cuarteles Generales (CGs) con la creación del de Retamares (Madrid); lo que supuso que, además, paulatinamente deberíamos cubrir una serie de puestos orgánicos (algo más de doscientos en total) en el staff de todos ellos con independencia de las ya existentes oficinas de enlace y las delegaciones o representaciones nacionales en algunos de ellos.   

Labor no muy sencilla por varios motivos: falta de experiencia o desconocimiento total de los procedimientos y requerimientos empleados en dichos órganos de mando OTAN, no muy elevado nivel de inglés, por aquel tiempo, entre muchos de los oficiales y los pocos suboficiales a cubrir dichas plazas y el necesario presupuesto para dotarlas. Así, hasta el verano de 1998 no se empezaron a cubrir progresivamente las plazas asignadas a España y entre la primera hornada de ellas, me encontraba dispuesto y seleccionado para cubrir una de ellas como Teniente Coronel, experto en control de armamentos, Operaciones de Paz, Cooperación Cívico-Militar (CIMIC por sus siglas en inglés) y con un buen nivel de inglés leído, habado y escrito.

Por mi experiencia y conocimientos previos se decidió que ocupara la plaza ofrecida a España de la recién creada CIMIC (J-9) -tal y como se denomina en el argot militar dicha División o Sección- en el CG de AFSOUTH en Nápoles que, dada su mínima entidad, se integró en la División de Planes (J-5), que por ello, pasó a denominarse J5-J9 bajo un mimo jefe (un General turco). Antes de nada, debo decir que la especialidad de CIMIC como tal era de muy reciente aplicación en la OTAN en la que solo se tenía cierta experiencia -copiada de los norteamericanos- en lo que se llamaba Asuntos Civiles (CA por sus siglas en inglés); especialidad con ciertas similitudes, que empezó a aplicarse en operaciones militares ONU y OTAN en Bosnia. Así, a mi incorporación al destino en octubre de 1988, el Área se componía de una sola persona como Jefe y planificador subordinado de mí mismo. 
Bien es cierto, que tras tres años en el destino y más de dos lidiando con el conflicto de Kosovo, el área se convirtió en Sección y llegó a integrar a más de 25 personas cuando abandoné Nápoles, casualmente el tristemente famoso día del 11-S de 2001, en pleno ataque terrorista sobre las torres gemelas.

El CG de AFSOUTH ejercía, por delegación del CG Supremo de las Potencias Aliadas en Europa (SHAPE) en Mons (Bélgica), el mando directo de las operaciones remanentes en Bosnia y ya empezaba a planear las posibles actuaciones en Kosovo, por lo que pronto entendí que debía meterme de lleno en los planes con respecto a la más que posible crisis humanitaria en Kosovo y sobre sus países vecinos. 

Tal y como se ha mencionado, el tema de CIMIC, aunque no era nuevo, si era novedoso para la OTAN y su contribución al combate tomada con “ciertas pinzas”. Como militares acostumbrados a estar preparados y entrenados a batirse, sobre el papel, contra grandes masas de fuerzas de la URSS o Rusia, pensar que una acción militar de baja intensidad sobre una pequeña zona -con intención de su ocupación posterior-, pudiera ocasionar más problemas entre la población civil que sobre las escasas fuerzas militares oponentes, era difícil de explicar y mucho más de entender por parte de los vetustos mandos militares y gran parte de sus Estados Mayores de la época.

Tras unos estudios previos (conocidos como Estudios de Área) sobre la organización política en zona en sí, capacidades militares locales, Organizaciones Internacionales (OIs) y ONGs allí desplegadas, la religión dominante, el terreno, el clima, las costumbres y usos de sus gentes; pronto alcancé la teoría de que; por miedo a morir o ser fuertemente reprimidos a manos serbias, la mayoría de los albano-kosovares tenderían a salir de Kosovo deprisa y con lo puesto tan pronto comenzaran los ataques por parte de la OTAN. Además, lo harían muy desordenadamente e intentarían refugiarse en zonas cercanas a sus fronteras en Albania y FYROM -para volver lo más rápidamente posible cuando la situación cambiara-, lo que crearía insalvables situaciones de caos en ambos países.    

A pesar de la escasa población de Kosovo, estimaba dicho movimiento en varios cientos de miles de refugiados (no menos de 600.000) y, dada la escasa capacidad receptora y de apoyo -civil y militar-de los mencionados países para acoger a tamaña cantidad de refugiados, el tema aconsejaba una intervención militar paralela en ambos países bajo la fórmula de apoyo humanitario para ayudarles a sobrellevar dichas tareas.  

Misiones, que deberían planificarse con tiempo y preceder a toda acción de combate aunque sin destaparla o perjudicarla en demasía y con gran capacidad de apoyo, ya que la presencia y permanencia de estos específicos refugiados en aquellos países sería explosiva y precipitada inicialmente, pero, en el convencimiento de que una vez las fuerzas de la OTAN entraran en Kosovo, tenderían a volver igualmente rápido a sus hogares para recuperar sus pertenencias dejadas allí y sin controlar por nadie amigo.

Como jefe de CIMIC, pero en inferioridad de posibilidades por mi rango militar, expuse varias veces estas teorías en las reuniones con los Generales responsables de Planes, Operaciones, Inteligencia y Logística, bajo la presidencia del Almirante norteamericano que ejercía el mando del CG de AFSOUTH (CINCSOUTH). La mayoría de aquellos pusieron reticencias a dichas teorías ya que al estar mucho más preocupados por la “operación militar” que por las situaciones, necesidades y consecuencias que yo les exponía; entendían, desde su punto de vista, que un exceso de atención hacia los refugiados sería contraproducente para el cumplimiento de lo que entendían, que era “su misión”.  Sólo el CINCSOUTH, pareció entenderme y me pidió que le aportara más detalles y pruebas para justificar mi exposición.  

A mediados de febrero, me desplacé a una reunión de coordinación en el CG del Allied Rapid Reaction Corps (ARRC), en Rheindalen (Alemania). En aquellos tiempos, la única Gran Unidad tipo Brigada reforzada de rápida disposición de la OTAN. Estaba integrada por británicos y norteamericanos y se le había encomendado la misión de entrar en Kosovo tras una previa campaña de bombardeo aéreo ablandando los puntos donde se sospechaba que se harían fuertes las fuerzas serbias para impedir el avance de la OTAN y, al mismo tiempo, sobre Belgrado para reducir la moral de los civiles. 

En Rheindalen conocí a su J-9, un comandante inglés con malas pulgas y criterios muy dispares a los míos, debido creo a su escasa formación en CIMIC tal y como me confesó y a su total sumisión a su General en Jefe (también británico). Sus planes se volcaban en atender puntual y levemente a alguna de las necesidades de la población civil, en su caso; pero solo una vez desplegadas las fuerzas OTAN en Kosovo y nunca antes.  

No podía entender tamaña cerrazón y falta de profesionalidad. Mis discusiones con él fueron importantes y hasta llegaron a oídos del General Jefe del ARRC, quien me hizo llamar y, tras escucharme, llegó a dudar algún tiempo sobre el tema. Más tarde, me expuso claramente, que la Orden de Misión Preparatoria que él había recibido desde mi CG (AFSOTH) no decía nada de tener en consideración las necesidades de cientos de miles de refugiados en Albania y Macedonia. Que ellos, estaban preparando en FYROM un despliegue puramente militar, para una vez superada la fase de los bombardeos, invadir Kosovo y punto. 
Mi grado de frustración fue grande pues entonces pude comprobar que finalmente todas mis sugerencias e ideas expuestas en AFSOUTH en los planeamientos colectivos previos habían sido borradas o edulcoradas tanto por mis compañeros de Planes (J-5) que no aparecían como tales en la Orden Preparatoria al ARRC que, a su vez, su última versión, salió de mi CG y llegó a Alemania, vía fax, mientras yo me desplazaba a su encuentro.

Cuando volví a Nápoles, presenté mis quejas por aquello en mi propia División y tras solicitar audiencia, se las expuse al mismísimo CINCSOTH al que, además, le pedí autorización para desplazarme, de paisano para no levantar sospechas, a Albania y FYROM donde poder comprobar in situ, sus planes y capacidades reales para la acogida de refugiados, si es que las tenían y, cuantificar sus posibilidades para ello. Así, podía estar en condiciones de evaluar bien la situación, presentar los planes finales más concretos y poder paliar o evitar graves consecuencias para nuestras tropas a la hora de la verdad.

Se me autorizó lo pedido y entre el 1 y el 15 de marzo de 1999 me dirigí a ambos países en avión de línea regular. Para el viaje conté con la valiosa ayuda de un Teniente Coronel holandés, recién incorporado a mi Sección, quien compartía mis temores al cien por cien; él tenía mucha experiencia en tratar con las escurridizas ONGs y, con quien establecí y aún mantengo, una de las mayores amistades que se pueden hacer en la vida de relaciones internacionales en el campo militar.    

La ayuda de los Agregados de Defensa de las respectivas embajadas líder OTAN en ambos países fue muy importante; ellos hicieron todos los contactos y arreglos para que nuestra estancia fuera, corta y muy fructífera; así cuando llegamos a cada uno, ya tenían organizados los encuentros con las autoridades militares y civiles a más alto nivel, las OIs dependientes de la ONU, Cruz Roja o la UE y las principales ONGs. En FYROM también contactamos con los destacamentos avanzados del ARRC que ya llevaban varios días preparando el recibimiento de las fuerzas y su despliegue previo al ataque terrestre sobre Kosovo; donde, por cierto, no encontramos ningún signo de que estuvieran pensando ni mucho ni poco -nada- en cubrir alguna necesidad en apoyo de los potenciales refugiados; necesidades, que nosotros seguíamos anunciando a bombo y platillo cual predicador que pregona una tempestad de agua en medio del desierto de Atacama, Chile (el más seco del mundo).

El viaje, complicado por falta de enlaces directos -desde Nápoles ni entre ambos países-la estancia en ellos y los encuentros, principalmente en Albania, resultaron anecdóticos, a la par que frustrantes. Por ejemplo, durante la entrevista con el General Jefe de logística del Ejército albanés -en su pequeño, pobre y destartalado despacho- desaparecieron todas las esperanzas de que aquél país pudiera entonces realizar nada importante en beneficio de los muchos refugiados que pudieran llegar; como así fue.
Ambos países estaban bastante atrasados por sus muchos años de pertenencia a la familia y órbita comunista y haber sido explotados por la extinta URSS; principalmente Albania, que había sufrido todo tipo de abusos, incluso de Yugoeslavia; de ahí el punto de gran atraso en el que se encontraban a nuestra llegada. Situación que claramente, les impedía realizar acciones a media o gran escala por mucha comprensión y simpatía que mostraran hacía los potenciales refugiados aunque fueran de su misma raza y etnia.

Pudimos comprobar que todos, militares y civiles, pensaban que se iba a producir un éxodo masivo de refugiados; pero con dos grandes diferencias con nuestras conclusiones: no sabían qué tipo de acciones planeaba la OTAN y cuándo se iban a producir por desconocer los planes de esta; cosa que, por razones obvias, no pudimos revelar y; en segundo lugar, sus cálculos más alarmantes no esperaban superar más de pocos miles de personas. 

A escasos días de producirse la catástrofe, sus planes -ya cerrados- eran bien sencillos y se limitaban a alojar los refugiados en casas de familiares y simpatizantes voluntarios -a cambio de una pequeña subvención- o en pequeños campos de refugiados que se construirían al efecto por los militares locales, si fuera preciso; para lo que contaban con una cincuentena de tiendas grandes, un centenar de pequeñas, una docena de camiones y dos o tres cocinas de campaña. Eso era todo, ya que según nos informaron no habían sido aceptadas por sus superiores ningún tipo de peticiones de refuerzo. 

Para colmo, casi todos apostaban, y siempre que la situación emporara, en que podrían paliar los agobios, si el número de refugiados aumentara, desplazándoles internamente -con fondos y ayuda internacional- hacia zonas y poblaciones apartadas de las fronteras comunes con Kosovo para así evitar la saturación de estas. Otro grave error por su parte, ya que no consideraban varios puntos fundamentales: la personalidad e intereses individuales cuando uno se ve forzado a dejar abandonado todo en su casa y salir corriendo pero con grandes deseos de volver a ella para recuperarlo, a la menor indicación de seguridad que les llegara; las malas condiciones de las vías de comunicación en Albania y FYROM; los paupérrimos medios de transporte que disponían los kosovares y las pésimas condiciones climáticas del momento. 

En definitiva, no compartían nuestra visión de que los refugiados iban a intentar permanecer en las fronteras comunes para volver a casa cuanto antes a recuperar sus pertenencias tras las botas OTAN; cosa que así ocurrió para desgracia de todos. Es fácil entender que saliéramos de allí con una gran frustración y con temor por las catástrofes que, con mucho grado de probabilidad, podrían generarse en pocos días. De vuelta en Nápoles, expuse mis conclusiones basadas en términos y datos reales al CINCSOUTH quien se alarmó un tanto por ello. Sé que habló con el General del ARRC y le conminó a que prestara atención, e incluso, estuviera dispuesto a dedicar algunas fuerzas y apoyos logísticos a atender este problema, si se hiciera realidad, y antes de que empeorara la situación. Según pude comprobar algo más tarde, creo que su subordinado no le hizo mucho caso.

Una vez acabado el despliegue previo del ARRC en FYROM, empezó la campaña aérea sobre Kosovo; exactamente el 24 de marzo, solo 9 días después de regresar del mencionado viaje de inspección y contacto. Tal como apunté y predije, casi al unísono se produjo un movimiento masivo y aún mayor (unos 800.000) refugiados albano kosovares sobre Albania y FYROM. Las televisiones de todo el mundo se hicieron eco de aquello, el tiempo era muy frio y las pésimas condiciones de las carreteras hicieron mucho más difícil y peligrosos los movimientos de aquellos desgraciados hacinados en todo tipo de vehículos o bajo unos simples plásticos, empapados por la nieve y la lluvia y que llegaban a las fronteras vecinas -selladas con burdas alambradas y algunas hasta ligeramente minadas en la parte kosovar-  con lo puesto, sin nada para echarse al estómago y sin posibilidad alguna de encontrar cobijo o ponerse algo de abrigo seco.

Pronto, las respectivas fronteras se saturaron porque los refugiados deseaban volver lo más pronto posible y, por ello, no querían desplazarse hacia el interior de aquellos países en los que moverse era incluso más difícil que en Kosovo por las malas condiciones climatológicas y de sus vías de comunicación. Las escenas televisadas eran de pánico e indescriptibles por la tristeza y el llanto de los niños con las manos tendidas sobre el alambre de espino pidiendo agua y pan, sobre todo, en la frontera con FYROM. Imágenes que, por cierto e incomprensiblemente, a pesar de haberlas visto hasta la saciedad en los noticiarios y en las portadas de periódico de aquel tiempo, me ha sido imposible volver a recuperar en Internet para ilustrar este trabajo.  

Una situación patética creada por una Organización militar bajo el mando de un Secretario General de ascendencia pacifista, Javier Solana, y unos mandos militares que, por aquel tiempo, aún no habían asimilado la importancia del respeto y la obligación de atender las necesidades de los civiles, los desplazados y refugiados en cualquier conflicto. Cosa de la que doy fe y gracias a Dios porque a base de aquello últimos errores, hoy en día se ha superado y se tienen muy en cuenta; al menos, en los planeamientos y operaciones de la ONU, OTAN y en las escasas actuaciones de la UE. 

En cuestión de horas tras las primeras oleadas de refugiados, el gobierno de FYROM lanzó un ultimátum a la OTAN en el sentido de que o nuestros soldados se ponían a construir y apoyar logísticamente varios campos de refugiados en su país o cerrarían las fronteras a los refugiados y, al mismo tiempo, expulsarían a las fuerzas OTAN impidiéndoles la segunda fase de la campaña, la invasión en fuerza de Kosovo. Fue un momento muy tenso, porque los “aguerridos” soldados del ARRC, a pesar de lo combativo del jefe y las nulas previsiones de su J-9, tuvieron que verse implicados en montar y alimentar varios campos de refugiados en FYROM antes de iniciar la campaña en Kosovo. Debo reconocer que se empeñaron duramente en ello y lo hicieron muy bien.

Situación la descrita que habíamos barajado entre las hipótesis más peligrosas -por lo que había que cubrirla- y que, tampoco nadie creyó. Ante esto, el CINCSOUTH me hizo llamar y puso a mi disposición todo lo que fuera preciso para que, en lo sucesivo se plasmara un plan de apoyo humanitario en todas las operaciones bajo su mando. 

Al mismo tiempo, se montó en Bruselas, con carácter urgente, una reunión de países donantes bajo el padrinazgo de la UE en la que varios ofrecieron la ayuda que pudieron o entendieron precisa; aunque, la mayoría lo hicieron siguiendo sus lentos cánones, nula “rapidez de respuesta”, pocas capacidades puestas a disposición, mala dirección de las ayudas a prestar, ciertas tacañeces económicas y, en muchos casos, excesivas o rigurosas normas de empleo de los medios cedidos en función de su seguridad. Varias naciones y la propia UE respondieron, aunque no muy rápidamente, a las peticiones. Para agilizar los trámites y el desarrollo de dicha operación cada país donante decidió establecer contacto directo con Albania o FYROM y, por tanto, no fueron acciones coordinadas por OTAN (AFSOUTH), aunque con cierto enlace posterior. 

Entre aquellas se encontraba España, que manteniendo y siguiendo las ideas albanesas y la inercia errónea de los planeamientos de aquel país y la CI allí desplegada, ofreció montar un campo de refugiados donde fuera preciso, según su criterio. Para ello, les asignaron un solar en las cercanías de Durres. 

Lo más rápidamente posible, se montó en España la que se denominó la Operación Alfa-Romeo -Ayuda a los Refugiados- para la construcción e inicial administración (transferible posteriormente) de un campo previsto para unas 5.000 personas. Campo, que jamás llego a llenarse por completo por varias razones: cierta tardanza real en llegar el material a Albania, que el terreno asignado era pantanoso y hubo que desecarlo previamente, estaba ubicado en la costa a la altura de Barí (Italia) y, porque tal y como habíamos previsto, los refugiados no querían alejarse del punto fronterizo con Kosovo en KuKës, a ciento cincuenta kilómetros de muy mala y peligrosa carretera. Además, quizá por aquello de hacer las cosas bien, no se trató de construir un campo de circunstancias (temporal), sino se hizo con todo tipo de detalles y ciertos acomodos -pensando que sería preciso para un largo tiempo- con lo que se tardó mucho en perfeccionarlo. Hecho que retrasó su disponibilidad completa y la entrada de personas en ellos. Otro error, ya que el campo solo estuvo en actividad real algo más de un mes. 

Cuando se terminó de montar correctamente, la mayoría de los potenciales refugiados ya habían vuelto a sus casas en Kosovo (otra de nuestras previsiones no seguidas por nadie). Exactamente, el 13 de julio se procedió al cierre definitivo de la instalación y el contingente regresó a territorio nacional. Los materiales empleados en su construcción fueron entregados a ACNUR por resultar menos costoso que repartirlos de nuevo a España. En general, el intento de acomodo de los refugiados en Albania fue una operación muy costosa en la que además muchos de los nobles esfuerzos de los soldados de los países donantes no se vieron compensados por la cerrazón de Albania y los respectivos gobiernos, de sus Estados Mayores, por ciertos intereses en meter mano en la coordinación de la lenta y cuestionable gestión de la UE o por el simple y “noble” afán de hacer cada uno la “guerra por su cuenta” sin consultar a quien conocía la situación general (OTAN). 

Debo resaltar y aclarar, que este fracaso, no solo se le pudo achacar a los esfuerzos españoles; la mayoría de ellos y las aportaciones de otros países, aunque en menor medida por los italianos, corrieron una suerte similar por incurrir en idénticos errores. 

El peor caso de todos los que conozco, fue el de dos inmensos campos empezados a construir por los norteamericanos con intención de disponer de todo lujo de detalles pensando en que serían ocupados durante mucho tiempo, por lo que se idearon lo más alejados posible de Kosovo, en el sur de Albania cerca de la frontera con Grecia. Campos, que según mis noticias, no llegaron a finalizarse y que nunca fueron pisados por algún refugiado por su tardanza en construirlos y estar tan alejados de la mencionada frontera con tan malas condiciones en los escasos y peligrosos viales.  

Bastantes ONGs entendieron, aunque mal y tarde, el mensaje y dirigieron sus esfuerzos a la mencionada frontera de KuKës. En realidad, la mayoría de ellas, como suele ocurrir en dicho ambiente, disputaban por apropiarse de las ayudas en metálico de los donantes (algunos países solo aportaron dinero), hacerse un hueco y renombre en este negocio bastante lucrativo para muchos que las emplean como medio de vida, sobrevivir a una crisis o, simplemente, por adueñarse de los materiales inservibles o de segunda mano de los campos al terminar su cometido. Es muy usual el incremento exponencial de ONGs de todo tipo y procedencia nada más comenzar un conflicto, así que llegan las primeras donaciones y subcontratos.

En ambos países, tal y como también habíamos anunciado previamente y con muy poco éxito, los refugiados tendieron a volver a sus casas con los primeros movimientos de tropas OTAN sobre Kosovo. Reacción que, como es natural, causó graves problemas a los desplazamientos de las fuerzas OTAN que pretendían ser rápidos y puramente militares. Muchos buscaban regresar protegidos bajo su cobertura y, con ello, solo consiguieron bloquear las escasas carreteras con largos convoyes de materiales diversos (coches, camiones, carros tirados por animales, tractores, motos, bicicletas, autobuses y hasta personas andando), por ser muchos los que lo intentaban a la vez o porque sus viejos vehículos -en mal estado y muy sobrecargados- se averiaban o accidentaban cada dos por tres. Hubo que reaccionar y crear ciertas áreas de descanso y concentración y hasta parar sus largas columnas, para permitir el paso de los convoyes militares.

Durante el mes y medio de la campaña de bombardeos intermitentes sobre Kosovo (del 24 de marzo y el 10 de junio), el papel del J-9 en la identificación de las ONGs, sus cometidos y las variadas agendas ocultas de muchas de ellas, fue también crucial en muchos aspectos. Por no extender mucho este apartado, ya que no es el tema central del artículo, sólo citar uno de los casos más curiosos descubiertos o solucionados por el personal de CIMIC.

Ante algunas quejas y peticiones, a las ONGs que se movían por Kosovo o entraban y salían del territorio, se les ofreció por algún “pensante de cabeza hueca” la posibilidad de que se desplazaran por la zona usando una baliza -que se les entregaba en FYROM- para ser identificadas por los pilotos de noche, no atacarles en sus desplazamientos a tales horas y evitar lo que por entonces se popularizó como los “daños colaterales”. Bastó analizar el importante incremento de peticiones y la procedencia de las mismas, para darnos cuenta que la campaña de bombardeo se estaba paralizando; y lo más curioso, muchas de aquellas peticiones eran de “ONGs” serbias (capital, medios y personal) y/o de extraña o muy reciente procedencia, lo que nos llevó a sospechar que sus “convoyes humanitarios” no eran tales y lo que realmente escondían eran fuerzas serbias huyendo de las zonas de conflicto, realizando redespliegues o para crear zonas seguras de bombardeos donde guarnecerse y descansar durante la noche.   

Aquel verano regresó a Kosovo la totalidad de los albano-kosovares que se habían refugiado en Albania y FYROM; en cambio, la mayor parte de los serbo-kosovares tuvieron que huir de la región. Más de 200.000 kosovares no albaneses se vieron obligados a abandonar la provincia por la presión y revanchas de sus vecinos albano-kosovares y ciertas escaramuzas poco éticas del UCK. Sus propiedades eran quemadas; hubo que proteger los cementerios y la mayor parte de los valiosos lugares y monasterios de culto y un número importante de enclaves civiles que resistieron -con unos pocos serbios que decidieron permanecer en sus propiedades, convencidos de la seriedad de las promesas de la CI para protegerlos- y quedaron acorralados por albaneses. Dicha situación hizo que estos dependieran para su seguridad y subsistencia de la protección y apoyo de Unidades de la KFOR desplegadas en sus inmediaciones.

Situaciones todas las relatadas que pronto nos llevaron al convencimiento de que el atemorizado “cordero” apoyado enérgicamente por la CI y las tropas OTAN, nada más regresar a sus casas, se convirtió en “lobo” y se organizó para adueñarse de propiedades que no eran suyas, acosar a sus vecinos no albaneses de toda la vida y destrozar incluso amistades y bastantes lazos familiares, originados por el roce y proximidad de tantos años de convivencia o cercanía física. Estaba claro, que nuestra misión de protección había cambiado de sujeto pasivo de forma bastante súbita y clara.  

Para empezar a cortar tales desmanes y afrontar la nueva situación, el primer paso fue la desmilitarización y establecer un férreo control sobre el UCK (Resolución 1244 ONU) y sus sanguinarios jefes; así como, restringirles al máximo el uso de las armas dejándoles unas pocas para su seguridad o pequeños actos protocolarios y limitando su existencia y misiones a operaciones en apoyo a la población civil en situaciones de desastres naturales o provocados por la mano del hombre; apoyos, que debían prestarse obligatoriamente sin distinción de etnias o religión. Exigencia esta última, que costó mucho conseguir y siempre que se hizo algo en dicho campo en favor de los serbios, fue a regañadientes.  

Situaciones y tensiones que se alargaron en el tiempo y que pude comprobar personalmente in situ ya que en diciembre de 2001, al poco de terminar mi destino en AFSOUTH, dado el buen conocimiento de la misión y un alto nivel de italiano fui designado para el puesto de segundo Jefe de la Brigada Multinacional Hispano-Italiana Oeste de la KFOR con base en Pec durante seis meses; me incorporé, ya de Coronel como tal y mi General (italiano) dada mi experiencia previa en la misión me asignó tareas referentes al trato con las OIs/ONGs, las minorías serbias y el control del UCK en nuestro sector. 

Pasamos un invierno muy duro y difícil, lo que realmente me facilitó mucho obtener la verdadera y dura imagen de las secuelas del conflicto de Kosovo; quienes eran los realmente perseguidos; el ingente trabajo silencioso de las tropas OTAN en benéfico de unos pocos civiles; la monstruosidad de ciertas agendas ocultas de algunas ONGs; la tardanza de reacción de las OIs derivadas de la ONU y la UE y las malignas intenciones de los mayormente asesinos, los jefes del UCK.  
Allí entendí que algunas cosas funcionaban mal o muy mal a pesar de que los acuerdos por escrito de la CI eran claros y explícitos, que las tropas tenían una misión bien definida y que contábamos con una alta moral y medios suficientes. Las minorías serbias de Kosovo vivían asustadas y cada vez estaban más temerosas de pensar en su futuro, mientras que a los kosovar-albaneses, quizá aleccionados por alguien muy capaz e influyente, se les veía mucho más envalentonados y reticentes a aceptar los preceptos y limitaciones marcadas en la citada Resolución 1244. 

Para colmo de males, y como ya anunciaba antes, bastantes ONGs cubrían variados, oscuros, obscenos e impropios objetivos y agendas, llegando hasta el reclutamiento engañoso o no de personas para transfórmalos en combatientes yihadistas, que posteriormente se incorporaban en grupos terroristas tipo Al Qaeda; así, consiguieron constituir lo que aún se conoce como el “White Al-Qaeda”. 

La forma de actuar de muchas de ellas, según se descubrió entonces por los hombres CIMIC de la KFOR y que ahora, hasta lo reconoce el Ministerio del Interior kosovar, consistió en servirse inicialmente de un disfraz de piel de cordero empleando la forma de diversas y disimuladas ONGs -financiadas mayoritariamente por Arabia Saudí- que brotaron con las “sanas intenciones” de reconstruir hogares, crear comedores sociales, levantar ambulatorios y financiar la reconstrucción de mezquitas y otro tipo de centros donde, finalmente, se acabó impartiendo el islam de corriente salafista.

Con respecto al tema de las mezquitas, inicialmente ofrecían la “reconstrucción” de las viejas mezquitas de la época otomana dañadas por la guerra y las represiones mutas. Pero, casualmente, sus planes de reconstrucción eran siempre “tan costosos” que resultaba más barato edificar otras nuevas en las que sus signos y símbolos resultaban ser los que “casualmente” emplea el salafismo para sus predicamentos (muy diferentes de los ritos y creencias que las anteriores y muy propios de Al Qaeda y filiales).   

Por su parte, tal y como ya se ha apuntado, las mayorías albanesas estaban cada vez más envalentonadas y confiadas en cubrir sus anhelos e ilusiones de independencia y en mejorar las capacidades del UCK y de sus dirigentes para saltar a la política a fin de dirigir a Kosovo, con mano dura, hacia una situación en la que jamás se había encontrado en toda su historia y para lo que sólo les faltaba el impulso y el apoyo generalizado de la CI.       

Durante años, tanto la ONU, en boca de sus representantes de ACNUR y UNMIK, como la OTAN se pasaron el tiempo impidiendo con todo tipo de medios y acciones, que nadie en Kosovo tratara de declarar la independencia del país y persiguiera o asolara a las decrecientes minorías serbo-kosovares remanentes en el territorio. Precepto, que no era nada nuevo; porque la propia Resolución de la ONU sobre Kosovo (1244, artículos 10 y 11) lo impedía tácitamente. 

Incluso ello, como ya se ha mencionado, sirvió para llevar a Serbia a la salida inicial del territorio y, durante un tiempo, poder calmar los ánimos de los serbios, forzar y mantener cierta paz en la población civil kosovar y poder controlar adecuadamente al UCK. Situación, que poco a poco, en pocos años y sin explicación de peso aparente, se fue enfriando y cambiando totalmente de sentido.

La realidad suele ser muy tozuda y por ello, resulta bastante fácil analizar la situación actual para poder encontrar las pistas de esos “ocultos motivos” que llevaron a tan ignominioso cambio en la opinión o al menos en la intención internacional. Además del hecho de que todo acto para desmembrar Yugoslavia en el mayor número de trozos posibles era beneficioso para algunos países occidentales, fundamentalmente EEUU, por ir en contra de los intereses de Serbia-Rusia, hay otros motivos bastante sustanciosos como: convertirlo en el lugar de paso de: gran parte de la droga que llega a Europa, importantes flujos de la trata de seres humanos, el mercado negro de armas; amén de convertirlo en un punto estratégico por el cual EEUU logra proyectarse sobre el Mar Negro y el Mediterráneo y asegurar, al mismo tiempo, las rutas comerciales que unen Europa con Oriente Medio a través de Turquía y los Balcanes.

Por si lo anterior fuera de poco calado, también aparece en el horizonte el conocido como proyecto AMBO, que es desarrollo de un oleoducto para transportar petróleo del Mar Caspio hasta el Mediterráneo a través de Bulgaria, Macedonia del Norte, Kosovo y Albania.

Kosovo, tal y como se ha visto, no solo es un Estado criminal con diversas actividades delictivas, sino que, amenaza con convertirse en una de las principales bases del wahabismo yihadista, cercana al corazón de Europa, capaz de inferir la participación de kosovares en todos los terribles conflictos actuales y futuros yihadistas; acciones todas ellas normalmente patrocinadas por Turquía, Arabia Saudí y Qatar.

Para controlar todo este quilombo, puede que sea absolutamente necesario contar, con una de las más importantes bases militares norteamericanas desplegadas en el continente europeo; me refiero a CAMP BONDSTEEL; una enorme base que, incomprensiblemente, está ubicada en un país de reconocimiento limitado, sin total legitimidad jurídica y menos histórica o absolutamente necesaria para los intereses de la OTAN para albergar tamaña instalación norteamericana. Base que en su día, conocí simplemente como el campamento donde albergar las fuerzas y el CG del sector norteamericano de la KFOR.
A pesar de que la instalación fue creada con la excusa y motivo de la intervención directa de la OTAN en la guerra de Kosovo so pretexto de proteger a parte de la población civil a manos de los norteamericanos; en los últimos tiempos, ha ido ganando peso la teoría de que, en realidad, el Camp Bondsteel fue creado con la primigenia idea de cubrir las exigencias de ciertos oscuros intereses, en beneficio de objetivos geoestratégicos de los EEUU en los Balcanes y para el control de TODO lo que transite por dicho territorio y sus zonas limítrofes.

La otra gran base militar internacional todavía existente en Kosovo es la que alberga el contingente liderado por Italia en la zona Oeste del territorio, cercana a la ciudad de Pec, creada casi un año después de mi salida del territorio; además de esta base y antes de ella, los italianos construyeron en su sector un aeródromo militar de considerables capacidades para el aterrizaje de aviones y helicópteros de transporte. La razón de esta fuerte inversión estriba en que Italia tiene una serie de grandes intereses en Kosovo que ya descubrí desde mis tiempos de segundo Jefe de la mencionada Brigada Hispano-Italiana. Fui testigo presencial de algunas cenas entre políticos italianos y kosovares en las que, ya en aquellos años, se trataba de temas referentes a: frenar y reducir la emigración de los Kosovares hacia Italia a través de Albania, vía Bari; económicos y de inversiones de reconstrucción industrial o minera y, fundamentalmente, negocios medioambientales a base de marcar ciertas dependencias industriales a cambio de comprarles los derechos de las sobrantes de emisiones de Kosovo (en tales tiempos, Kosovo contaminaba muy poco) tal y como se establecía en los Protocolos de Kioto de 1997.  

No solo fueron estos dos países los que hicieron grandes inversiones en bases militares para sus contingentes en Kosovo; España, tras albergar durante los primeros años a sus tropas de forma temporal en una serrería abandona en Istok y otros alojamientos de circunstancias en Osajane y Pec, decidió construir una gran y moderna base en tierras cercanas a la primera ciudad (La Base España) que fue inaugurada por SM el Rey el mismo día (28 de mayo de 2002) que finalizaba mi misión española en el territorio junio de 2001. Base, que posteriormente (siete años más tarde) y cuando España se retiró de la KFOR, a pesar del costo que supuso su traslado y montaje, fue regalada a la ciudad por ser más rentable que desmontarla y repatriarla. Retirada de la misión que no gustó nada en la CI y que, como se verá, fue consecuencia de ciertos oscuros “apaños” políticos internacionales y de la personal forma de inmiscuirse del entonces presidente Zapatero en los aspectos de la participación española en misiones militares en el exterior junto a EEUU.

Tras la continuidad y reiteración de las acciones de coacción sobre la minoría serbia en Kosovo, a pesar de los esfuerzos de la KFOR y gracias a las presiones internacionales; los serbios y kosovares, finalmente se reunieron en Viena en 2003 y por primera vez desde el fin de la guerra. Por desgracia, y dadas las grandes diferencias en los puntos de partida y en las aspiraciones reales de ambas partes; la reunión, una vez más, acabó en fracaso.

Las olas de violencia a manos de extremistas albano-kosovares sobre la minoría serbia en Kosovo se sucedieron con altos y bajos; así en marzo del 2004 se produjo un pico que se saldó con 19 muertos y unos 900 heridos y además, hubo que usar con mayor energía de lo habitual las unidades de orden y policía militar -que estaban desplegadas en la zona desde el principio de la misión- para evitar su expansión. El 3 de diciembre del mismo año, el Parlamento kosovar eligió al ex comandante del UCK, Ramush Haradinaj, como Primer Ministro.

Tanta era la insistencia a varias bandas, cierto grado de desgaste o cansancio y la presión a todos los niveles e incluso a manos de países de relevancia, que en octubre del 2005, la ONU autorizó el inicio de las negociaciones entre Belgrado y Pristina para la definición de un Estatuto acordado y definitivo de Kosovo y para ello, encargó al ex presidente finlandés Martti Ahtisaari la mediación en las mismas y la elaboración de una propuesta oficial en caso de no llegarse a un acuerdo entre las partes. 
Año y medio más tarde, en marzo del 2007, Ahtisaari entregó su informe al CSNU por el que “recomendaba” la independencia, pero siempre bajo supervisión internacional como la "única opción viable" para Kosovo. El Consejo, tras largas discusiones y debates internos terminó sus trabajos sin alcanzar un acuerdo -debido a la más que previsible  oposición de Rusia (en apoyo de Serbia)- y por ello, el proceso para definir el futuro de la provincia continúo sin avances palpables y con grandes diferencias de criterio a nivel internacional.

Con independencia de aquello, la vida política en Kosovo continuó su marcha hacia la radicalización y así el 17 de noviembre del mismo año, Hashim Thaci, ex líder guerrillero del Partido Democrático de Kosovo (PDK), triunfó en las elecciones legislativas de Kosovo. Sus primeros días de mandato se caracterizaron por tratar de imponer el criterio de independencia total y los debates nacionales internos se fueron multiplicando y endureciendo paulatinamente. 

Al final del mismo mes de noviembre, los albanokosovares dieron por fracasadas, de forma definitiva, las negociaciones y, al poco tiempo, el 17 de febrero del 2008, el Parlamento de Kosovo declaró unilateralmente la independencia de la región; sesión, en la que no estuvieron presentes los 11 representantes de la minoría serbia quienes obviamente, boicotearon el proceso. La reacción serbia no se hizo esperar y, justo al día siguiente, su Parlamento en función de las atribuciones que legalmente aún mantenía sobre Kosovo, anuló la independencia y decidió abandonar su representación en la “Cámara rebelde” de Kosovo. Además, por su cuenta o alentados por Belgrado, los serbokosovares decidieron crear una Asamblea propia, de carácter representativo, en la ciudad norteña de Mitrovica quedando el país en una especie de limbo legal al estilo de lo que actualmente ocurre en Venezuela. 

La partición política del país supuso que también confirmara que lo fuera social, religiosa y étnicamente; por ello, el norte de la antigua provincia autónoma concentra a los de ascendencia serbia y actualmente viven alrededor de 100.000 de ellos, de una población total conocida de unos 1,8 millones de personas; pudiendo afirmarse que el resto de las zonas, salvo pequeños enclaves, están habitadas exclusivamente por albanokosovares. 

En diciembre del 2008, la UE también decidió intervenir en Kosovo con una misión civil específica; se creó la EULEX con los cometidos de supervisión, asesoramiento y tutoría mediante el apoyo a las instituciones del Estado de Derecho de Kosovo y al diálogo entre Belgrado y Pristina; así como para contribuir a que se impartiera justicia en materia constitucional y civil y con capacidad de enjuiciar determinados casos penales pudiendo dictar sentencia sobre ellos.

Como consecuencia de la evolución de los acontecimientos  en la zona y a la vista de que la iniciativa separatista de Kosovo contaba con un gran impulso y apoyo de EEUU, en marzo de 2009, España, tal y como se ha anticipdo, anunció la retirada de las tropas españolas en la KFOR, por considerar el hecho como un mal precedente para la paz y la seguridad mundial -pensando posiblemente en las aspiraciones catalanas, sin mencionarlas- y alegando que la original misión internacional podía haber perdido su origen y necesidad. No era la primera vez que España abandonaba una misión internacional y tal y cómo revelaron los cables diplomáticos filtrados por Wikileaks, conocidos en 2010, esta nueva retirada irritó mucho a los socios OTAN; pero sobre todo, a los norteamericanos.

Desde entonces, y a pesar de las muchas discrepancias y ciertos temores de efecto llamada o por su posibilidad de cundir de ejemplo, 112 países de los 193 de la ONU (22 de ellos miembros de la UE, como Francia, Reino Unido y Alemania) han reconocido a Kosovo como país independiente. También lo han hecho otros cuatro estados o entidades soberanas que no son miembros de la ONU. Sin embargo, 35 países todavía no han cedido a las presiones, entre ellos algunos que tienen ciertos problemas territoriales o amenazas de secesión en sus suelos nacionales como España, Grecia, Chipre, Rumanía y Eslovaquia, ni tampoco Rusia, China, Brasil y la India. 

Por si fuera poco y para añadir más leña al fuego de las discrepancias, en julio del 2010, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), máxima instancia judicial de la ONU, dictaminó en un fallo aunque no vinculante que la exprovincia serbia de Kosovo no violó el derecho internacional al declarar unilateralmente su independencia. El problema al que se enfrentó el Tribunal no era solo el hecho de que la declaración de Kosovo había sido unilateral, sino también iba en contra de la reiterada resolución 1244 del CSNU. Resolución, de la que no conviene olvidar, fue gracias a ella por lo que se autorizó la entrada de las tropas internacionales mientras la CI se reafirmaba en "la adhesión de los Estados miembros al principio de la soberanía e integridad territorial de la República Federativa de Yugoslavia y los demás Estados de la región".  

Así pues, la Corte pasó peligrosamente de puntillas o a ojos ciegos sobre dichos asuntos. Se escudó en que su dictamen, aprobado por nueve votos contra cinco, insistía en que el papel de la Corte no consistía en juzgar si existía o quedaba probado el derecho a la secesión; incluso, insiste y repite en varias ocasiones, que se trata de una situación excepcional, de un caso único e inaplicable a “otras reclamaciones” territoriales nacionales. Declaración y fallo al que, inmediatamente, Rusia reaccionó denunciándolo y comunicando que no iba a reconocer la independencia de Kosovo. Así mismo, indicó que la seriedad del hecho obliga a que no debe tomarse a la ligera por no estar, además, nada claro ya que, realmente, en todos los estamentos (CSNU, CIJ y OTAN) que han estudiado y decidido sobre ello no hay unanimidad en sus dictámenes.

El 8 de junio de 2018, el Consejo de la UE decidió replantear el mandato de la Misión EULEX; con esta nueva decisión se puso término a la parte judicial ejecutiva del mandato y se confirmó que a partir del 14 de junio y por dos años (hasta el 14 de junio de 2020) será Kosovo quien asumirá la responsabilidad de todas las investigaciones, los enjuiciamientos y los juicios transferidos y EULEX se dedicará principalmente a: la supervisión de determinados casos y juicios en las instituciones de justicia civil y penal de Kosovo; la supervisión, tutoría y asesoramiento del servicio penitenciario de Kosovo; la continuación de su apoyo operativo a la aplicación de los acuerdos de diálogo que sean facilitados por la UE para la normalización de las relaciones entre Serbia y Kosovo.

Además, la misión conservó determinadas responsabilidades ejecutivas limitadas en el ámbito de la protección de testigos, el apoyo a determinadas salas especializadas y a la fiscalía a tal efecto; así como, la responsabilidad, en tanto que solo son ejecutivas las sentencias en segunda instancia para garantizar con ello,  que se mantiene y promueve la seguridad jurídica en el territorio. 

Tras la declaración de independencia en febrero de 2008 y la aceptación de la misma por parte de la CI y, en sustitución de la UNMIK, la ONU creó el llamado Grupo Internacional de Supervisión de Kosovo (GIS) al que pertenecieron 25 países occidentales. La misión del GIS consistió en  supervisar que la independencia siguiera los pasos del denominado "Plan Ahtisaari", Plan, que llevaba el nombre del ya mencionado mediador de la ONU y expresidente finlandés que preveía la creación de un Estado democrático multiétnico. El GIS, sin grandes adelantos, puso fin a la tutela de Kosovo el 10 de septiembre de 2012. 

El 15 de diciembre de 2018, Kosovo creó su propio Ejército con el cabreo de la práctica totalidad de la CI (ONU, OTAN y UE) por no considerarlo apropiado ni oportuno y por el contrario, con el beneplácito de EEUU. Este paso supuso la ampliación del mandato y composición de la actual Fuerza de Seguridad de Kosovo (KSF por sus siglas en ingles), pasando de unos 2.500 efectivos actuales a los 5.000, a lo que hay que unir unos 3.000 reservistas, todos ellos bajo el mando de un flamante y nuevo Ministerio de Defensa.

La región permanece como una zona que genera constantes tensiones entre los albanokosovares y los serbios. Sigue estando vigilada por las fuerzas internacionales de la KFOR, aunque muy disminuidas en personal -no llegaban a 4.000 hombres en los últimos datos a mi alcance de diciembre de 2018- liderada por la OTAN y la mencionada Misión especial judicial de la Unión Europea EULEX a cargo de determinados aspectos jurídicos y carcelarios.

No todos los problemas tienen fácil o una solución claramente viable y, desde luego, aunque algunas veces estas se alcancen o fuercen, no todas ellas llegan a satisfacer a la totalidad las partes enfrentadas o en juego. Kosovo es un ejemplo claro de lo dicho. Cuando una parte de la CI, con EEUU a la cabeza, decidió impulsar la independencia de esta antigua provincia, Serbia se metió, a sabiendas y porque había ciertos oscuros intereses, en un jardín legal del que resultaba difícil salir indemne, sin saltarse principios del derecho internacional y sin romper las promesas que se realizaron en tiempos de guerra; promesas, que incluso hasta llegaron a condicionarla. 

Bien es cierto, que Kosovo no tiene nada que ver con Cataluña, ni España con la antigua Yugoslavia; ni por historia, sistema político, aspiraciones o relaciones externas, ni -de momento- por los problemas étnicos y culturales que propiciaron tamaño conflicto bélico en esa zona del país balcánico. A pesar de ello, hay muchos independentistas catalanes que ven en el punto y tema de la solución internacional adoptada sobre Kosovo el ejemplo a seguir y pretenden utilizar los mismos o similares medios y formas para reclamar, forzar y recoger el necesario apoyo internacional. Actos que no cejan ni desmayan, tras varios años de negárselo -de momento- la CI, y para lo cual no dudan en usar todo tipo de medios, propaganda y otros recursos lícitos e ilícitos de los que tenemos ejemplos casi a diario.

Estoy convencido de que los separatistas catalanes y los de otras regiones de Europa persiguen o ya siguen la senda marcada por esta idea aunque las soluciones adoptadas por la CI y sus Tribunales de justicia especifiquen claramente que la independencia unilateral de Kosovo se trata de un caso de excepción porque el mismo hecho de su existencia no deja de ser la demostración clara y patente de que, siempre y cuando se considere necesario, la misma CI será capaz de “romper sus propias y no tan rígidas normas”, de per se o siempre que haya detrás un “amigo de peso” que lo fuerce o avale. 

Kosovo logró su independencia porque sus habitantes supieron vender su sufrimiento por una agresión y expulsión de ciudadanos que fue cierta y se puede calificar de brutal y, sobre todo, porque para ello consiguieron contar con el apoyo de EEUU. Pero además, porque, a su vez, han sabido ocultar a la opinión pública -con los mismos apoyos o vergonzosos silencios- sus propias revanchas represivas étnicas, incluso de resultados más brutales, prolongadas en el tiempo y lo que es peor, en la sorda y ciega Europa de finales del siglo XX y principios del XXI.  

Según parece, para la ONU, la independencia de Kosovo no supone ningún tipo de jurisprudencia ni de ejemplo para valorar o apoyar futuras reivindicaciones. Pero el hecho real es que Europa cuenta desde 2008 con un país de nuevo cuño, fundado, sin que nadie se opusiera ni reprochara, en contra del criterio del Estado al que pertenecía tras una declaración unilateral de independencia y rompiendo una promesa realizada por ellos al Consejo de Seguridad y avalada por dicho Organismo en su Resolución 1244. Tenemos un país que dispone de Ejército propio, que ya llama a las puertas para integrarse en la UE y que pronto tendrá pretensiones y hasta posibilidades de ingresar en la OTAN, si no se mantienen férreas las posiciones y vetos en contra de ello por parte de aquellos socios en ambos foros, que no quieren que esta “normalización y olvido premeditados” sirvan de pasaporte o paso franco para otras regiones que aspiran a seguir su ejemplo.

Llegado a este punto, es importante recordar que no deja de ser extraño que sea permitido y aceptado -sin más- por la ONU y la UE un territorio donde han sucedido y siguen sucediendo atropellos, asesinatos, persecuciones y limpiezas étnicas; que se ha convertido en el santuario y lugar de reclutamiento importante de terroristas yihadistas, en la cuna de mafias importantes especializadas en negociar con todo tipo de crimen organizado y que pretende ser el lugar de control de sustanciosos flujos diversos de mercancías entre continentes, oleoductos de importancia, droga y mercado negro. Que además, sirva de imagen y ejemplo a imitar por otras regiones europeas y, al mismo tiempo, haya provisto el lugar para el despliegue de una base militar norteamericana tan importante. Temas, que no dejan de ser francamente muy preocupantes, sobre todo, en momentos de nubarrones entre ciertos países de la UE y EEUU; países que por otro lado, ahora ponen en solfa la necesidad de la misma OTAN para la defensa del solar europeo.

Siempre queda la incógnita del porqué real de la grave implicación y las intenciones de EEUU para que, en contra de muchas voluntades, Kosovo lograra alcanzar su estatus actual forzando al máximo los engranajes de la legalidad, la marcha y la concordia internacional y que, tras veintiún años de aquel conflicto, siga siendo un país o Estado medio fallido con diversos grados y diferentes épocas de intervención internacional; donde cuya situación y estatus, a pesar de aquello, aún no satisfaga a nadie propio o ajeno al lugar. 

Kosovo como Estado y su conflicto han sido dos de las mentiras internacionales de mayor calibre a lo largo de la historia reciente; un lugar sobre el que miles o millones fuimos engañados; donde muchos dejaron sus vidas pensando que luchaban o atendían a causas nobles y el sitio en el que se ha invertido mucho dinero, lágrimas y esfuerzos; pero, a pesar de todo ello, no se ha conseguido nada en claro, salvo para o por aquellos que buscaban el trapicheo de calado o alcanzar el poder y el control zonal para satisfacer sus espurias y oscuras agendas con la vergonzosa aprobación y el ojo ciego o tapado, otra vez más, de la CI que siempre mira para otro lugar.