Opinión

Las incógnitas de Iglesias y Sánchez

Pedro Canales

Pie de foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el líder del partido Podemos, Pablo Iglesias, antes de celebrar una reunión en el Palacio de la Moncloa de Madrid, el 7 de mayo de 2019. AFP/ PIERRE-PHILIPPE MARCOU

Nos encaminamos a unas nuevas elecciones legislativas, a menos que el presidente en funciones Pedro Sánchez llegue a un acuerdo con Esquerra Republicana de Cataluña, que con su abstención permitiría a Sánchez salir en segunda vuelta. Será un mal menor. De todos los partidos periféricos (los Podemos y sus marcas blancas, los independentistas catalanes y otros) solo parecen serios Esquerra y los nacionalistas vascos del PNV. Tienen un programa y objetivos y nunca han cambiado su posición en función de los vientos del momento. Por el contrario, los herederos de Pujol, los radicales de la CUP y los satélites del diputado Iglesias, emulan a Groucho Marx: “si no le gustan estos principios, tenemos otros”. Pueden cambiar, de un momento a otro, sin explicaciones.

El Estado español, no sólo el Gobierno sino el conjunto de estructuras de poder que permiten la continuidad de España como nación, no pueden tolerar que en el Consejo de Ministros entren personas que no son de fiar. La marca Podemos podía perfectamente presentar candidatos de su orientación política, aceptables por el sistema; es decir, personas que pueden asumir compromisos y cumplirlos. El mismo Julio Rodríguez, o Íñigo Errejón, son políticos radicales capaces de cumplir sus compromisos. Iglesias o Montero, no. La pareja directora de la franquicia tiene como objetivo prioritario su ‘plan de vida’, que incluye pagar la hipoteca, cuidar los niños y garantizarse sus ingresos, para lo que tienen todos sus derechos; y como objetivo secundario, el partido, la política y sus deberes con España. Los primeros priman sobre los segundos.

Ni Iglesias, ni Montero, pueden entrar en el Consejo de Ministros. En el ‘Sancta Sanctorum’ del poder Ejecutivo, se elaboran los programas y las políticas de los que dependen mas de cuarenta millones de españoles, incluidos los votantes de Podemos, y con eso no se puede jugar. Nadie puede garantizar lo que mañana haría Iglesias con los ‘secretos’ del Consejo de Ministros, cómo los utilizaría, en manos de quienes caerían. El ex general Julio Rodríguez, que inexplicablemente ha caído en la red de Podemos, ha conocido decenas de ‘secretos’ importantes, y nunca los ha aireado, ni amenazado con hacerlo. Podría hasta ser un buen ministro de Sanidad o de Agricultura. Iglesias, no; en realidad nadie conoce su pasado y sus andanzas europeas.

Sería importante que los veteranos políticos que han dirigido el Gobierno español desde la transición (socialistas, populares o independientes) ilustrasen a la ciudadanía lo que está en juego. Porque detrás del ego y de la ambición de los políticos actuales, Sánchez e Iglesias, como símbolos máximos, está el porvenir de millones de familias españolas. Si hay elecciones aumentará la abstención con seguridad, porque la ciudadanía está harta. Pero quizás sea un mal menor. Mejor gastar algo de dinero público, que meter a España en una aventura de consecuencias imprevisibles.