Patéticos (II)

Albert Rivera

Hace unos días publiqué en esta misma red un trabajo sobre aquellos patéticos que, por méritos propios, sobresalen con mucho del resto de los mortales; mi intención al escribirlo era no extenderme mucho, y así reflejé pocos casos para evitar el cansancio de un lector cada vez más proclive a informarse y a comunicarse con la extensión de un tuit como máximo, que mediante la lectura de un artículo debidamente fundamentado con convicción.

Por ello, y dado el amplio abanico de posibilidades de elección, me encontré con un problema al decidir qué o quiénes eran los mejores ejemplares para aparecer en el trabajo. A pesar de quedarme satisfecho, he recibido varias peticiones de aumentar el número de elegidos ya que algunos más de los que, por fuerza y aun siendo muy merecedores, tuvieron que quedarse en el tintero por no hacerlo más largo que un día sin pan. Me pongo a ello sin más prolegómenos, aun a sabiendas que, segundas partes nunca fueron buenas y que, a pesar de mi intento, no todos los grandes merecedores estarán tampoco incluidos en esta nueva relación.  

Empezaremos por Albert Rivera, una persona que siempre quiere mostrarse al mundo como empezó, desnudo, limpio y sin tapujos; pero tras dicha apariencia pretende ocultar un fuerte egoísmo, malas artes, cesarismo, narcisismo y odio eterno a aquel partido que más llenó sus mentes y filas; al que, por cierto, siempre intenta sobrepasar sin éxito alguno, o atacarle a traición con resultados variopintos. 

Hace unos años, se la jugó a Rajoy negándole el agua y la sal tratando pactar con Sánchez; pero, cuando aquello salió mal, cambió de estrategia y apoyó a su “enemigo” para presentarse ante España como un perfecto hombre de Estado. No obstante, jamás dejó de mascullar su peculiar vendetta que, quizás por inocencia, malas artes o falta de experiencia solo le sirvió para ponerle la suerte en bandeja al que hoy nos mal gobierna con el apoyo de otros tan “limpios” como él, disfrutando las mieles de aquella traidora y extraña coalición. 

Ahora, en los estertores de la última ronda de contactos del jefe del Estado para forjar o no la investidura, sacó de su chistera otra nueva paloma -falsamente pintada de blanco- para, tras haber negado todo tipo de coalición o acercamiento a Casado, ponerle una trampa saducea en busca de una peculiar coalición PP-Cs con la idea, otra vez, de adelantarse y arrebatarle el puesto de jefe de la oposición; aunque, malamente trató de disfrazarla con estar poniendo a Sánchez en el brete de tomar una tajante decisión.

Ni el uno ni el otro tragaron dicha “píldora” de última hora, burdamente calculada y tras haberla menospreciado de aquellos compañeros que, finalmente, ha perdido tras desencuentros, descalificaciones, despidos y dimisiones que hacen mucho daño al partido por su calado y alta repercusión.

No podemos pasar sin hablar, aunque sea un poco nada más, de un tal Gabriel Rufián. Persona que es de los pocos que en esta vida habitualmente rinden homenaje a su nombre o apellido; alguien que siempre, cómo buen rufián, se muestra enfadado, engreído, vulgar y aprovechado en cualquiera de sus formas de ser y actuar.

Un personaje que al ser hijo y nieto de trabajadores andaluces emigrados a Cataluña no es catalán de pura cepa, sino de segunda generación (Charnego); aunque, aparenta ser más puro de sangre y linaje catalán que un descendiente, tras muchas generaciones sin mezcla, de una familia del Alto Ampurdán. 

Capaz de someter al Congreso a todo tipo de ataques, vejaciones y malos ratos; enemigo declarado de España; defensor de los que la atacan, humillan y desprecian; alguien que no renuncia a su paga del Estado español y otro tipo de prebendas por trabajar en alguna comisión y que cuando quiere, y últimamente hasta con repetición, se pone la camisa de borrego, cambia el tono y nos da clase de civismo, pragmatismo y españolidad. Empeñado en salvar a “su espanya” en la figura del chollo Sánchez porque sabe que es el único de quien pueden sacar todo lo que quieran y, hasta un poco más. No le hace ascos a nada que huela o sepa a español si con ello él y su partido sacan tajada y siguen para adelante con toda impunidad. 

En la arena Internacional, al haber tantos ejemplos de patéticos, hay que tener cuidado al seleccionar. Para empezar, debemos hablar de un tal Emmanuel Macron, alguien que salió de nada y quien tiene a toda Francia en plena revolución con sus manifestaciones, protestas, quema de coches y roturas de escaparates los fines de semana por los llamados “chalecos amarillos” que tienen a la policía en jaque por su rápido y feroz deambular.

En casa pronto le tomaron la matrícula y descubrieron su verdadero mal; su falta de experiencia, exacerbado chovinismo y desmedidas ansias de popularidad. Vendedor humo e ilusiones sin fundamento e impertérrito saqueador del bolsillo del votante, pronto sacó a la gente a la calle pidiendo su cabeza. 

Tras ser puesto en cuestión en su país y para compensar, a los europeos nos intenta engañar prometiendo una Europa fuerte política, económicamente y con un Ejército ejemplar, tan grande y dotado que hasta a la OTAN sea capaz de reemplazar. No sé de dónde va sacar para tanto, si estamos ante una Unión desunida, un duro Brexit, una posible crisis del petróleo por los problemas en Oriente Medio y con graves restricciones a la exportación y fuertes aranceles que contrarrestar. Hacerle frente a Trump es su sueño y sino, ya lo ha intentado dos veces y en ambas ha salido mal parado; incluso, aquel arbolito que ceremoniosamente plantaron ambos matrimonios en los jardines de la Casa Blanca, solo duró unas horas en su nuevo lugar, desapareció sin dejar huella ni rastro por donde buscar.    

Como organismo internacional he elegido entre todos ellos –a cual peor- a la ONU por su grandiosidad, poca eficacia, enorme gasto, incontable número de funcionarios, gran cantidad de organismos dependientes (orgánicos o agregados) y la cantidad de ineficaces decisiones, directrices, resoluciones y acuerdos que sus órganos directivos -la Asamblea y el Consejo de Seguridad- adoptan ante cualquier eventualidad.

Es penoso ver el poco resultado y mucho gastado en sus actuaciones, los ingentes esfuerzos y el número de vidas perdidas casi en vano en sus misiones con las manos atadas. El peculiar sistema de veto de los cinco magníficos, aquellos que dominan el mundo nuclear, es el mayor engaño que le Universo jamás haya tenido que afrontar.
 
Volviendo a España tenemos al ínclito Mariano Rajoy, un gallego muy gallego, tenaz y bastante trabajador en lo suyo, en aquello que le interesa y en poco más. Se dedicó a salvar la economía, cosa que se le agradece y mucho, pero se “olvidó o no atrevió” de derogar ciertas leyes y manías socialistas arrastradas así como, mejorar las cosas de cada día, que son mucho más palpables y necesarias para los que le dieron la mayoría y de evitar aparcar casi todo en la carpeta de pendiente a base de “pequeños” olvidos, remiendos y parches hasta la saciedad. 

No quiso legislar en casi nada que no fuera económico, dejó el tiempo pasar como un agricultor esperando ver su cosecha -por si misma- madurar. A veces le fue bien, aunque en otras bastante o muy mal; no supo salvar a su partido el día de la moción renunciando a su posición en lugar de quedarse tomando largos “cafés” en un restaurant cerca de Congreso mientras se dilucidaba la posibilidad para los españoles de tener que bregar con Sánchez hasta la eternidad y porque todo lo malo o poco aprovechable que heredó del socialista Zapatero, no lo quiso cambiar y así seguimos, dando tumbos, con problemas graves por arreglar o legislar e inmersos en un gran bache sin par. 

No quisiera olvidarme de un gran fenómeno del patetismo, el actual president de la Generalitat, Joaquín Torra. Un maleducado, lenguaraz, prevaricador y xenófobo; hombre de paja; alguien que vive engañado y nunca ha sabido donde está; predicador de las siete plagas, que no hace más que amagar y despreciar a la justicia de boquilla pero que nunca dar de verdad. Vive del cuento y del lazo amarillo, metido en su Arcadia particular esperando que algún día alguien llegue para sus problemas arreglar. No manda, preside, legisla ni ordena nada; sólo se dedica a animar a las turbas a levantarse en rebeldía contra el Estado, la Ley y el Constitucional. Con cara de seminarista arrepentido, amarga los pepinos a los españoles –catalanes o no- cada día que abre su boca de la que solo salen sapos, culebras, perversas intenciones y falsas noticias siguiendo un claro patrón de maldad y suciedad.  

Para terminar y como guinda de este impresionante y patético pastel quisiera referirme al personaje más patético de este mundo. Alguien que, como remedio y salida del brete, llegó también a ser president; se llama Carlos Puigdemont. Un individuo cobarde, falaz, mendaz y de tremenda bajeza; capaz de engañar a propios y extraños diciendo lo contrario de lo que hace. Alguien que sostiene el récord, imposible de mejorar,  de haber declarado la república más fugaz de la historia mundial.

Fugado y escondido en Bélgica para vergüenza y escarnio de la mayoría de sus secuaces antes de que todo explotara gracias a ser un miedoso y a los apoyos de ciertos extraños jueces de países que hacen lo que quieren y no respetan las decisiones de los tribunales de los socios de la Unión aprovechando ciertas dudas en la llamada Euro Orden; por cierto, un sistema que no funciona y sin duda, hay que revisar. Esperpéntico y patético como nadie en su lugar. Acostumbrado al lujo y al elogio gratis y, como hombre que vive cagado de miedo, a rodearse de importantes medidas de seguridad. Vive de las mamandurrias, “colectas populares” y apoyos extraños de los que prefieren tener un jefe de filas escondido y huraño antes que respetar la Ley y el orden Constitucional.       

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato