Atalayar entrevista al escritor libanés, una de las plumas más influyentes del mundo árabe

Amin Maalouf: “No hay ninguna incompatibilidad entre las aspiraciones del mundo árabe y las del mundo occidental”

photo_camera PHOTO/GUILLERMO LÓPEZ - El escritor Amin Maalouf, ante la sede de Casa Árabe Madrid, donde se ha celebrado la entrevista

El escritor libanés, Amin Maalouf (Beirut, 70 años), transmite serenidad, sabiduría y ternura que se torna seriedad y firmeza cuando advierte de que vamos hacia el naufragio de la humanidad y apela a la responsabilidad colectiva para encontrar soluciones para evitarlo. Maalouf lo cuenta en su último libro El naufragio de las civilizaciones (Alianza) que ha presentado este miércoles 23 de octubre en Madrid. En Casa Árabe no hubo sitio para todos los que se acercaron a un evento de los que dejan huella por las reflexiones de un escritor que ha marcado una línea de pensamiento y de conocimiento de la verdadera realidad de los países árabes. 

El nombre de Amin Maalouf está grabado en la historia de las letras francófonas. una de las voces más influyentes en la esfera cultural del mundo árabe con obras fundamentales como 'Las cruzadas vistas por los árabes' e 'Identidades asesinas'. Su trabajo como novelista también ha sido reconocido a nivel global. La novela 'La roca de Tanios' le valió en 1993 el Premio Goncourt. En 2010, su nutrida trayectoria fue reconocida con el Premio Princesa de Asturias.

Pocas horas antes de la presentación, Amin Maalouf recibió al equipo de Atalayar para departir y reflexionar con calma sobre las causas que nos pueden llevar al naufragio.

'El naufragio de las civilizaciones', así se titula su nuevo libro. ¿Es usted optimista o no sobre nuestro presente y nuestro futuro?

No diría que soy pesimista. Creo que hay problemas muy serios de los que debemos ser conscientes y que necesitamos resolver. No podemos decir que no tienen solución, porque es nuestra responsabilidad arreglar este mundo. Tenemos que vivir juntos, tenemos que construir nuestra vida común sobre un terreno sólido, necesitamos encontrar soluciones. Y no creo que la desesperación y el pesimismo sean soluciones.

Usted es árabe, cristiano, levantino, libanés, francófono y reside en Europa; una identidad única, pero con múltiples pertenencias. ¿Qué opina usted del sueño de la Unión Europea, que ha agrupado 27 identidades en una única y misma pertenencia?

Considero que la noción de “europeos” no necesita ser unívoca. Creo que la posición más sabia, más realista y la más justa es la de que cada persona pueda asumir el conjunto de sus pertenencias. Yo, como usted dice, nací en Líbano, pero vivo en Francia desde hace 40 años. Sigo siendo libanés, pero también me he hecho francés. Son dos pertenencias reales y no quiero separarme de ninguna de las dos. Hay muchas personas en Europa que tienen múltiples pertenencias, que, como yo, han emigrado de un lugar a otro y que están atados a su país de origen de igual manera que al país que los acoge. Otros tienen una pertenencia regional o lingüística considerable.

La única actitud razonable, desde mi punto de vista, es que toda persona sea alentada a aceptar y a querer el conjunto de sus pertenencias y a vivir en armonía con todas ellas. Así es como Europa ganaría y se convertiría en la cima de la unión entre todas estas pertenencias. Sin embargo, buscar el mínimo común denominador entre los 27 países europeos es una perspectiva muy restrictiva. Lo importante es ver hacia dónde avanza cada una de las pertenencias que componen Europa porque, como yo lo veo, son las que la unen al mundo entero.

Maalouf, escritor polifacético, ha explorado diversos géneros a lo largo de su vida

Siempre ha defendido la necesidad de construir puentes entre culturas, sobre todo, entre las dos orillas del Mediterráneo. ¿Considera que en el contexto actual en el que nos encontramos, envuelto en un auge de nacionalismo, xenofobia, racismo e individualismo, es esto posible?

Creo que cuando hay manifestaciones de populismo, de xenofobia, de racismo, frecuentemente hay una causa, y es necesario tratar esa causa. Cuando una persona tiene un comportamiento que se caracteriza por la xenofobia, el racismo, es que existe un temor. No hay que decir simplemente “no tengas miedo”, hace falta tratar de entender por qué tienen ese temor para poder abordar la causa del miedo. 

Estamos en este mundo difícil, complicado, donde todos los eventos son vistos por todos y todos tienen razones para tener miedo de todo lo que está sucediendo. Por eso, el rol de los dirigentes, de las personas que se ocupan de la comunicación o la escritura es permitir que las personas vivan armoniosamente las unas con las otras, ayudarlas a superar los problemas y relativizar los eventos que han vivido.

Usted ha vivido en diferentes países árabes de mayoría musulmana.  ¿Considera que dichos países musulmanes son realmente conscientes de la necesidad de hacer frente a los retos de la modernidad? El hecho de que aún no se haya encontrado un régimen político ideal para la época actual, ¿no haría pensar que el islam es incompatible con el racionalismo laico de la cultura moderna?

Las preocupaciones de las personas son las mismas en Beirut, en Argel, en Madrid o en Bogotá. Las personas piden lo mismo, tienen las mismas aspiraciones profundas. Quieren vivir mejor, quieren tener más dignidad, quieren estar en un entorno que les permita crecer a nivel personal. Estoy convencido de que no hay muchas diferencias entre las aspiraciones del mundo árabe y las del mundo occidental. No hay ninguna incompatibilidad, pese a que haya habido momentos en la historia en las que las civilizaciones fuesen unas mejores que otras. Sin embargo hoy en día el mundo es muy cambiante, pero el fin último es la voluntad de las personas de mejorar sus vidas. 

Las relaciones entre las orillas del Mediterráneo han sido un tema constante en la obra de Maalouf

Usted insiste en que, a pesar de tener todos los medios a nuestro alcance para actuar acertadamente, los hombres nos empeñamos en actuar de forma errónea, desacertada, equivocada. Sin embargo, según muchas fuentes de estudio, se podría concluir que vivimos en la época más justa de la historia. Los datos que Branko Milanovic ofrece en su libro ‘Global inequality’ reflejan que el nivel de desigualdad social en el mundo se ha reducido enormemente. ¿No es este dato una razón de peso para ser optimistas?

Aquí se trata de dos asuntos. En primer lugar, una primera idea que se ha ido desarrollando desde los últimos años, y que nos explica que vivimos en una época menos violenta, lo que es cierto. Se basan en muchos estudios sobre la prehistoria que establecen un índice de muertes violentas más alto que en la época actual. Sin embargo, no debemos tener un falso sentimiento de seguridad convenciéndonos de que todo va bien, porque hoy en día no tenemos las mismas exigencias, no podemos basarnos en cuántas personas mueren violentamente. Se trata de saber si estamos utilizando bien el poder que tenemos y de si estamos avanzando correctamente hacia paradigmas cada vez más sofisticados. No debemos acallar nuestra conciencia fácilmente.

En segundo lugar, está el tema de las desigualdades. Es cierto que, durante un período de la historia disminuyeron las desigualdades, según estudios estadounidenses. Desde comienzos de los años 30 con Roosevelt, la cifra de la desigualdad descendió y ello se prolongó hasta los años 70 y principios de los años 80. En esos últimos años, sin embargo, la tendencia dejó de ser la disminución y empezaron a crecer de nuevo las desigualdades. Al igual que he mencionado anteriormente, no podemos compararnos con épocas pasadas. Debemos, por tanto, mantenernos vigilantes. Estamos a la deriva y la desigualdad está creciendo. El principio de igualdad, que tantos años fue sagrado, ahora se está poniendo en tela de juicio. Somos espectadores de muchos personajes públicos cuyo patrimonio económico crece diariamente a niveles desenfrenados. Hay una clara tendencia que parte de estas extremas situaciones de desigualdad. 

La indignación inunda hoy en día las calles de Líbano, su país natal. ¿Qué nos puede decir sobre la situación actual?

Hay manifestaciones todos los días desde hace tiempo que están causadas principalmente por las dificultades que afrontan los libaneses para vivir. Desde hace años, hay cortes de electricidad muy frecuentes, a veces hay carencia de productos básicos como el pan, los medicamentos; incluso, existe la dificultad de conseguir agua potable.

En Líbano, la gente sufre mucho. Creo que toda la población está sufriendo con esta situación. En las últimas semanas, la implementación de un nuevo impuesto sobre la utilización de WhatsApp ha provocado una cólera colectiva que ha derivado en que el pueblo salga a las calles a protestar. No sé hacia dónde irá esto ni hasta cuándo durará, porque el sistema político en Líbano, a pesar de que tiene mucha corrupción, es un sistema muy sólido, fuertemente instalado, por lo que no es fácil de mover. No sé lo que los manifestantes podrán hacer, pero sus intenciones son ciertamente muy limpias, muy legítimas.

Amin Maalouf

Otra situación parecida se está viviendo en Argelia, con el movimiento hirak. ¿Cree que finalmente el pueblo argelino conseguirá sus reivindicaciones sobre la instauración de una democracia libre?

No solo Argelia está pasando por algo así. Ha habido un gran número de situaciones interesantes en los últimos meses, como en Sudán, donde la protesta derivó en un cambio real. No sé hacia dónde irá desde aquí, pero, por el momento, se ha conseguido un gobierno aparentemente aceptado por la población, y que tiene una perspectiva interesante sobre el futuro, así que habrá que ver hacia dónde se dirige a partir de ahora.

Del mismo modo, se ha producido el caso de Irak, aunque en este país las protestas han sido más violentas. Provienen de una especie de desconfianza hacia el sistema político. La gente reaccionó así. Hay otra similitud, porque, aunque el sistema político en Irak no es tan sólido, es muy difícil de reemplazar, pues se sustenta en el equilibrio entre las diversas facciones del país. Es muy difícil transformarlo, por lo que, hasta el momento, no se ha producido ningún cambio radical.

Sobre Argelia, cabe destacar un asunto curioso e interesante. La gente está en las calles desde hace muchos meses y, a pesar de eso, siempre han sido manifestaciones tranquilas, responsables. Lo raro es que todavía no hayan presentado una alternativa. Reivindican que no quieren este sistema político, lleno de mafias y corrupción. Si bien han conseguido la dimisión de algunos miembros de la cúpula de poder, no tienen líderes políticos que puedan asumir la responsabilidad y llevar a cabo el cambio por sí mismos. Los manifestantes no quieren elecciones, porque consideran que los candidatos que se están presentando pertenecen al antiguo régimen. Por ello, el pueblo que protesta debería designar a sus candidatos. No sé hacia dónde se dirige el movimiento, pero lo que sí creo es que es muy saludable ver esta reacción en la gente.

Entonces, el ejemplo podría ser Túnez. ¿Es posible la convivencia entre la democracia y el islam?

Estamos hablando de dos cosas diferentes. No creo que un movimiento religioso deba jugar un rol a favor o en contra de la democracia. Creo que la gente puede ser democrática, que una sociedad tenga un sistema basado en elecciones y, también, que esa misma gente pueda tener la confesión religiosa que quiera. No creo en ningún tipo de alianza u oposición entre la religión y un sistema político, porque son entidades independientes.

Por eso, lo que está pasando hoy en Túnez es sorprendente, incluso los tunecinos están asombrados. El nuevo presidente que ha sido elegido [Kais Saied] es un desconocido para el mundo. El pueblo no sabe muy bien las decisiones que tomará como mandatario. En cualquier caso, es un síntoma de buena salud celebrar elecciones, y que salgan elegidos candidatos que no sean profesionales de la política. Esperemos lo mejor para el país, parece un compañero decente.

El escritor libanés no ve grandes diferencias entre las aspiraciones de los países árabes y los occidentales

Para completar la fotografía de la región, es necesario tener en cuenta la tensión en el Golfo. ¿Qué impacto tendrán sobre la gente los conflictos entre los países de la región: Arabia Saudí, Emiratos, Irán, Siria, Turquía, etc.?

Todo el mundo solía pensar que cualquier cosa que pasara en el área del Golfo afectaría al resto del mundo, porque es el corazón del petróleo mundial. Y ahora hemos tenido un ataque contra el crudo, la mitad de la producción del principal exportador del mundo, Arabia Saudí, se ha detenido y no ha pasado nada. No ha habido grandes crisis, ni siquiera el precio ha experimentado una fuerte subida a largo plazo, solo en las jornadas posteriores. Algo está pasando, pero, obviamente, las crisis en el Golfo no afectan al resto del mundo como lo habíamos imaginado.

Lo que sucede en la actualidad es una lucha entre diferentes países. Irán es ciertamente una potencia regional que tiene mucha influencia sobre muchos de sus países vecinos -Irak, Siria, Líbano, Palestina, Yemen- y sus rivales en la zona no son de su mismo calibre. Arabia Saudí es un país rico, pero no tiene la misma influencia y su ejército no está al mismo nivel.

Irán es un actor tradicionalmente importante, por lo que, si Estados Unidos se retira de la zona, lo que parece estar sucediendo en la actualidad, los iraníes podrían conseguir todavía más influencia en la región. Sin embargo, su punto débil es la economía, porque son vulnerables al embargo, que ha tenido un impacto muy negativo. 

Con lo que está ocurriendo hoy en día con el radicalismo islámico y la violencia, a la mayoría de la gente le resulta difícil creer que hubo una época como la que usted describe de su Líbano natal, donde las distintas religiones y culturas convivían armoniosa y pacíficamente. ¿Qué condiciones se daban entonces que hoy no se dan? ¿Por qué se ha llegado a este punto?

Es una gran pregunta, nada fácil de responder. Está claro que el Beirut que conocí hasta los años 60 tenía una convivencia armoniosa entre personas de diferentes lugares y confesiones. Creo que sí es posible recuperar esa manera de convivir, considero que no se debe renunciar a esa idea. Pasamos por una época de sombras, pero nada nos dice que vaya a durar siempre. Es posible que el mundo árabe experimente cambios. Debemos intentar cambiar las cosas, en un sentido que nos permita convivir juntos.

Asusta pensar en un naufragio del mundo árabe. ¿Tiene usted fe en los jóvenes para combatir los errores del pasado y que haya cambios en el futuro?

Los jóvenes deben tomar conciencia de la necesidad de los cambios. La diferencia entre nuestras generaciones y las nuevas es que los jóvenes tienen acceso a todos los medios para llevarlos a cabo. Soy optimista con respecto a eso. Sí son posibles los cambios.

Maalouf se muestra optimista de cara a los cambios que los jóvenes pueden traer en el futuro

 ¿Cuál es el rol de España en el mundo árabe?

La especificidad de España es que tiene una relación muy antigua y muy profunda con el mundo árabe. Al mismo tiempo, no hay un conflicto real como el que pueda haber con las antiguas potencias coloniales. España no estuvo en la región como una potencia colonial, por lo que le es mucho más fácil que a otros países jugar un rol y mediar entre el mundo árabe y Europa.

Claro, porque los verdaderos problemas que sufren estos países son de índole económica, social…

La cuestión económica y social es importante, pero también hay otros temas que influyen relacionados con la dignidad, la identidad. No se puede separar realmente los diferentes aspectos, es un conjunto.

No hemos hablado de terrorismo.

Esperemos que cada vez hablemos menos sobre terrorismo.

Maalouf ve con esperanza los movimientos sociales en favor de la democracia en países como Argelia y Sudán

Bibliografía de Amin Maalouf

Novela

1986 - León el Africano
1988 - Samarcanda
1991 - Los jardines de luz
1992 - El primer siglo después de Béatrice
1993 - La roca de Tanios 
1996 - Las escalas de Levante
2000 - El viaje de Baldassare
2004 - Orígenes
2012 - Los desorientados

Ensayo

1983 - Las cruzadas vistas por los árabes
1998 - Identidades asesinas
2009 - El desajuste del mundo
2016 - Un fauteuil sur la Seine

2019 - El naufragio de las civilizaciones

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