El documental 'Palabek, refugio de esperanza' retrata las condiciones de vida de 40.000 refugiados sursudaneses asentados en un país vecino para huir de la guerra

El futuro de Sudán del Sur espera el fin de la violencia en un desierto de Uganda

photo_camera Misioneros Salesianos - Llegada de unos refugiados a Palabek

Han dejado atrás su país, sus pertenencias y hasta su familia. La guerra en Sudán del Sur, que comenzó en 2013, les ha quitado todo menos una cosa: la esperanza en el futuro. Más de 40.000 sursudaneses esperan en el asentamiento de Palabek, en el desierto de Uganda y a 45 kilómetros de la frontera con Sudan del Sur, el fin de la violencia en su país para poder regresar a su hogar y reconstruirlo. Mientras tanto, se preparan en talleres de sastrería, mecánica, peluquería o agricultura ofrecidos por misioneros salesianos. El documental 'Palabek, refugio de esperanza', presentado este miércoles en Madrid y dirigido por Raúl de la Fuente, recoge las vivencias de estas personas en apenas 25 minutos a través de los testimonios de dos jóvenes, Alice y Gladys, y de algunos misioneros que han pasado meses ayudando en el asentamiento. 

El conflicto en el Estado más joven del mundo, se independizó de Sudán en 2011, ha dejado más de 320.000 muertos, dos millones de desplazados internos y más de 2,5 millones de refugiados en Kenia, República Democrática del Congo, Sudán, Etiopía y, sobre todo, Uganda. “Tuve que dejarlo todo atrás, incluso a mi hijo, que se ha quedado con mi madre en Sudán del Sur”, explica en el documental Gladys, una joven que estudió diseño de moda en su país y que se ha visto obligada a huir de la violencia. En Palabek aprende mecánica, es la única mujer de los talleres en esta especialidad, y espera algún día ser conductora. Su amiga Alice, de 20 años, es viuda. La guerra le arrebató a su padre y a su marido y la separó del resto de su familia. En Palabek recuperó la sonrisa gracias al encuentro inesperado con su madre y su bebé. Ahora ha vuelto a la escuela y ha obtenido una beca en un internado para ser enfermera. 

Niños sursudaneses asisten a clase en el asentamiento de Palabek

El padre Ubaldino Andrade conoce de cerca la realidad de Palabek, ya que ha pasado allí bastante tiempo atendiendo a los refugiados. “La vida es muy dura, no hay comida, trabajo, dinero ni ropa. Es un asentamiento en medio del desierto, pero aún así la gente tiene muchas ganas de salir adelante”, explica. A pesar de ello, Andrade admite que han tenido que hacer frente al suicidio de algunos refugiados. “En África son muy raros los suicidios, pero la situación en Palabek es límite”, ha afirmado resignado. 

El campamento de Palabek se mantiene gracias a Acnur y a las ayudas del Gobierno ugandés. A los refugiados les proporcionan al llegar mantas, les ayudan a construir una casa y se les da un pequeño huerto. En Uganda no hay campos de refugiados, tan solo asentamientos en los que hay libertad de movimiento. “Es una tierra muy difícil y pedregosa, cultivar no es nada fácil”, advierte Andrade. Palabek abrió en 2017 y está diseñado para acoger hasta 150.000 personas. 

Llegada de refugiados a Palabek

Alberto López, director de comunicación de Misiones Salesianas en Madrid, ha resaltado la generosidad de Uganda con los refugiados sur sudaneses. “Es una gran lección para la UE y para el resto del mundo. Uganda está siendo una tierra de acogida”, ha explicado. “Se acuerdan de cuando ellos tuvieron que huir a Sudán en el pasado y por eso les abren ahora las puertas”, ha aclarado Andrade. Uganda acoge actualmente a más de 1,2 millones de refugiados dentro de sus fronteras. El país es uno de los que más refugiados recibe del mundo, solo por detrás de Turquía y Pakistán. Solo el año pasado, recibió al doble de personas de las que llegaron a toda Europa de manera irregular. Y, además, desde el momento en que llegan, estas personas tienen libertad de movimiento, derecho a la educación y a recibir asistencia sanitaria.

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