El nominado a primer ministro deberá lograr un gobierno de coalición en 60 días, en una Asamblea altamente fragmentada

El presidente de Túnez le encarga a Habib Jemli formar gobierno

photo_camera TUNISIAN PRESIDENCY/HANDOUT VIA REUTERS - El presidente de Túnez, Kais Saied, y el designado como primer ministro, Habib Jemli, en Túnez, el 15 de noviembre de 2019

El recién electo presidente de Túnez, Kais Saied, ha nominado a Habib Jemli, de la formación política islamista Ennhahda, como nuevo primer ministro del país norteafricano. Esto se produce después de que el propio partido político le eligiera para este cargo, un movimiento que ha tenido lugar el último día del plazo estipulado para formar gobierno. La elección de este candidato se ha basado en que “es una persona conocida por su competencia, integridad y experiencia en la administración”, según han explicado desde la formación.

Jemli, de 60 años, se describe a sí mismo como “independiente” -de la misma forma que lo hizo el mandatario del país-. Nacido en la localidad de Nasrallah, en la provincia de Kairouan, su formación se ha orientado siempre hacia el ámbito de la economía y, en concreto, hacia el sector primario (agricultura). Así, es diplomado en Ingeniería Agrícola y posee un posgrado en Economía y Gestión Rural de Empresas Agrícolas. Fruto de esta educación, fue designado como secretario de Estado del Ministerio de Agricultura entre diciembre de 2011 y enero de 2014, bajo el primer gobierno libre liderado por Ennhadha que se formó tras la caída del dictador Zine El Abidine Ben Ali. Anteriormente, había ocupado el cargo de director de gestión de la Oficina Nacional de Cereales. 

No obstante, es conveniente traer a colación que su trayectoria profesional también ha estado marcada por algunas sombras. Una investigación de Jeune Afrique reveló que, cuando era secretario de Estado, “desvió, en beneficio de su hermano, un proyecto de piscifactoría en Zarzis presentado por un ciudadano”. Un resquicio de corrupción que podría no satisfacer las demandas del pueblo tunecino, que claman por una apertura completa democrática alejada del clientelismo y el nepotismo.

Cabe recordar, en este punto, que Ennhadha consiguió la victoria en las elecciones legislativas celebradas el pasado 6 de octubre, obteniendo 52 escaños del total de 217 asientos que conforman la Asamblea de Representantes del Pueblo. Por ello, era el partido que debía proponer un candidato, en un contexto marcado por una fuerte fragmentación parlamentaria “con partidos heterogéneos que no están dispuestos a negociar después de una campaña en desacuerdo”, como explicaba L’Obs. Al no conseguir ninguna formación política un 20% de los apoyos, se necesitarán a al menos otros dos para formar gobierno y lograr la mayoría parlamentaria mínima de 109 diputados. Tras Ennhadha, se situó Qalb Tounès, el partido liderado por el derrotado Nabil Karoui de la carrera presidencial; el Partido Constitucionalista Libre de Abir Moussi -también conocido como Partido Desturiano Libre-; Corriente Democrática (Tayyar) y Corriente de la Dignidad (Al Karama).

“La eficiencia y la integridad serán la base para elegir a los miembros del gobierno, cualesquiera que sean sus afiliaciones políticas sin exclusión de ninguna de las partes”, declaró Jemli en un vídeo difundido por la Oficina de la Presidencia. El nominado como jefe de Gobierno dispondrá de dos meses para formar una coalición que le permita gobernar, pero, teniendo en cuenta el espectro político que arrojaron los comicios legislativos, se contempla la posibilidad de que Jemli fracase en su misión. Esto obligaría al presidente a designar a otra personalidad para llevar a cabo esta tarea, quien también tendría que logarlo en un plazo de 60 días.

Sin embargo, en la última semana se ha producido un giro inesperado. El partido Qalb Tounès apoyó el nombramiento del jefe de Ennhadha, Rachid Ghannouchi, como nuevo presidente del Parlamento tunecino, lo que podría allanar el camino para un posible gobierno de coalición entre ellos. “Espero que esto sea un nuevo comienzo. Después de completar la transición democrática, la atención se centrará en el desarrollo, la lucha contra la corrupción, el desempleo y los altos precios”, señaló Ghannouchi con motivo de su designación. 

De acuerdo con los analistas citados por Reuters, “el nuevo gobierno necesitará una voluntad política clara y un fuerte respaldo en el Parlamento para impulsar las reformas económicas iniciadas por el primer ministro saliente, Youssef Chaed, quien actúa como cuidador durante las negociaciones de coalición”. A pesar de que el Banco Mundial espera un crecimiento del 3% para el periodo 2019-2020 de la economía tunecina, el país norteafricano enfrenta desafíos abiertos en inflación, deuda externa y el mercado de divisas. Asimismo, el desempleo supone un reto añadido, pues se sitúa en torno al 15% en el nivel nacional, con picos de hasta un 30% en algunas zonas del Estado.
 

Más en Política