Atalayar entrevista a Inmaculada Marrero Rocha, secretaria ejecutiva de la Fundación Euroárabe de Altos Estudios y experta en prevención de la radicalización

Inmaculada Marrero Rocha: “La radicalización no es un fenómeno propio de una determinada religión; se da en muchas ideologías”

photo_camera PHOTO: GUILLERMO LÓPEZ / ATALAYAR - Inmaculada Marrero Rocha, secretaria ejecutiva de la Fundación Euroárabe, atiende a Atalayar en Casa Árabe Madrid

Desde la Universidad de Granada, la Fundación Euroárabe de Altos Estudios tiene la misión de construir dinámicas de intercambio y entendimiento entre las dos orillas del Mediterráneo. Su secretaria ejecutiva es Inmaculada Marrero Rocha. Doctora en Ciencias Políticas, es especialista en procesos de radicalización y su prevención. En uno de sus últimos trabajos académicos, ha coordinado la monografía ‘Jihadism, foreign fighters and radicalization in the EU’. Atalayar conversa con ella sobre la Fundación, sus proyectos y la radicalización violenta.

P.: ¿Qué es la Fundación Euroárabe de Altos Estudios?

R.: Es una institución que nace en 1995, en respuesta a una iniciativa del Parlamento Europeo para reforzar los lazos de cooperación entre las dos orillas del Mediterráneo. La Fundación es uno de los instrumentos que se crea para conseguir esta misión de fortalecer esas relaciones con Oriente Medio y el norte de África en los ámbitos económico, académico, cultural y científico. Lo que hacemos, fundamentalmente, es incentivar procesos de colaboración en todas estas materias, llevar a cabo iniciativas de formación sobre el conocimiento de las relaciones euromediterráneas, sobre el islam, sobre el mundo árabe en general, sobre el norte de África...

P.: Trabajan también en eventos culturales, ¿verdad?

R.: Sí, a la vez, hacemos encuentros culturales. Nosotros somos un referente cultural muy importante en la Universidad de Granada, así como en toda la ciudad y la provincia. Desarrollamos encuentros sobre cine, arte y música con artistas que vienen de otras regiones. También hay un club de lectura con presentaciones de libros. En general, damos a conocer un poco a la sociedad granadina el mundo árabe musulmán.

P.: Uno de sus ámbitos de especialización es la prevención de la radicalización, una materia que todavía está prácticamente en pañales. Es un problema que no obedece a normas generales, ¿no?

R.: No, claro. El fenómeno de la radicalización violenta tiene que ver fundamentalmente no solo con los contextos socioeconómicos, o con el contexto global, sino también con contextos individuales. Por tanto, es muy difícil hacer perfiles. En lo que sí se ha avanzado mucho es en la identificación de una serie de parámetros psicosociales que hacen al individuo más proclive a asimilar determinadas narrativas que pueden llevarle a apoyar la violencia, justificarla o incluso, ejercerla. Y, sobre todo, la radicalización no es un fenómeno propio de una determinada religión, sino que se da en muchas ideologías o religiones. Se ha dado en el cristianismo, en el judaísmo, en tendencias determinadas dentro del islam… Lo cierto es que la radicalización y la radicalización violenta son fenómenos tan antiguos como el ser humano.

P.: Muchas veces, da la impresión de que estas narrativas extremistas, sean del signo que sean, se retroalimentan entre ellas. ¿Cómo podemos romper este círculo vicioso?

R.: Las narrativas violentas, independientemente del origen que tengan, ofrecen al individuo una respuesta rápida y una salida inmediata. Yo creo que hay que formar en narrativas: en la identificación de una narrativa extremista, en los elementos que la componen y, sobre todo, en cómo no dan ningún tipo de respuesta inmediata, aunque parezca que pueden ofrecer una solución a cualquier tipo de circunstancia vital de la que un individuo quiera salir. A partir de ahí, se puede elaborar una contranarrativa. Es una solución en cuanto a la narrativa, claro, no en cuanto a la necesidad del individuo. Porque si hay una serie de necesidades que tiene el individuo, van a seguir estando ahí, exista o no una narrativa que quiera darle una solución rápida.

Desde la Fundación Euroárabe de Altos Estudios, se gestionan proyectos como ARMOUR, que busca ayudar a prevenir la radicalización

P.: Precisamente, por ahí se enfoca el proyecto ARMOUR, en el que están trabajando. ¿Puede explicarnos brevemente en qué consiste?

R.: Sí, la Fundación trabaja, en materia de investigación e intervención social, a través de una serie de proyectos financiados por distintos programas que tiene la UE. ARMOUR es uno de ellos. Es un programa destinado a prevenir la radicalización violenta haciendo frente a unas ideologías extremistas que están produciendo una polarización de nuestra sociedad. Lo que pretende ARMOUR, a través de una metodología innovadora, que es la de los laboratorios experimentales, es formar o capacitar a profesionales de primera línea, es decir, a aquellos que trabajan con jóvenes que pueden ser vulnerables a discursos radicales y a la radicalización violenta.

P.: ¿Cómo conseguimos eso?

R.: Se trata de que sepan gestionar situaciones en las que las necesidades básicas de estos jóvenes no se han visto colmadas. Muchas veces, su red de lazos y relaciones no es la más adecuada, o bien son vulnerables o incapaces de reconocer una narrativa extremista y desmontarla para desarrollar una contranarrativa. Los profesionales de primera línea, muchas veces, no tienen ni los conocimientos, ni las herramientas necesarias, ni la práctica para poder enfrentarse a ese tipo de situaciones con este colectivo vulnerable de los jóvenes. Nosotros lo que queremos es capacitarlos para que ellos sigan retroalimentando el proyecto, capacitando a su vez a otros compañeros suyos de las distintas áreas de trabajo en el mismo ámbito.

P.: ¿Es la radicalización un fenómeno sobredimensionado? Por ejemplo, en el caso más concreto de yihadismo.

R.: El fenómeno es real. Es algo que existe en la sociedad y, evidentemente, genera consecuencias negativas. Lo que pasa es que, cuando se sobredimensiona, se le dan respuestas más securitarias que preventivas y ese es el problema. Igualmente, no se puede identificar la radicalización violenta constantemente con un tipo de radicalización, porque lo único que se consigue es estigmatizar a un colectivo muy amplio, el de los musulmanes, que, además, es la principal víctima de la radicalización violenta de corte neosalafista.

P.: Insistiendo en este tema de la securitización, en su libro, usted argumenta que se da un enfoque excesivamente punitivo a las penas y no restaurativo. ¿Qué puede comentarnos al respecto?

R.: Bueno, lo dice ya el propio Consejo de Seguridad (CS) de Naciones Unidas en una resolución sobre los combatientes extranjeros, que es el fenómeno que ha dado lugar a una armonización legal a nivel comunitario en materia de terrorismo. En el año 2014, el CS dijo que hay que tener un enfoque reactivo, pero también preventivo. La mayor parte de los Estados miembros de las Naciones Unidas se concentran en el enfoque punitivo. Claro, es mucho más fácil reformar legislaciones penales que llevar a cabo programas de prevención de la radicalización. No es el caso español, pero, en otros países, se han retirado documentos de viaje, se ha retirado la nacionalidad a gente, se les han retirado prestaciones sociales… Todo esto, a gente que se ha comprobado que no estaban relacionados con actividades terroristas, sino que se tenía sospechas de que pudieran llegar a estarlo en el caso de que realizasen un viaje a determinadas zonas de conflicto. 

La doctora Marrero Rocha se posiciona en contra de los enfoques securitarios preventivos sobre el problema de la radicalización

P.: ¿Qué consecuencias tiene esta política?

R.: Esto, evidentemente, colisiona con el derecho internacional de los DDHH, con una serie de garantías procesales que debe tener el individuo, con temas relativos al derecho o a la apatridia… Ha habido mucha literatura científica, sobre todo en el marco del derecho internacional, acerca de los problemas que está conllevando un enfoque excesivamente punitivo y, además, preventivo. Se toman las medidas antes de que el individuo haya desarrollado ningún tipo de acción terrorista, cuando, supuestamente, se está preparando para ello.

P.: Este trabajo teórico es importante, pero si luego no se lleva a efecto práctico, con un trabajo de proximidad, pues no sirve de nada, ¿no?

R.: Claro, la propia ONU ya lo decía. No se puede prevenir la radicalización ni actuar sobre ella si no es a través de la colaboración estrecha entre las instituciones de Gobierno y la sociedad civil. Lo que pasa es que esto es bastante complejo de articular, sobre todo porque hay algunos países en los que no hay una práctica habitual de colaboración continuada en el tercer sector. Siempre requiere esfuerzos de coordinación, recursos y, en el caso español, tenemos una descentralización de competencias en el Estado. Por tanto, corresponde a los niveles más locales hacerlo. No todos lo están haciendo de la misma manera porque no en todos los ámbitos de la geografía española el tema de la radicalización afecta de misma manera, por lo que el interés municipal no es siempre el mismo. Además, también faltan recursos no solamente económicos, sino también formativos, porque los funcionarios de la Administración no pueden convertirse en expertos en materia de radicalización de la noche a la mañana.

P.: En un clima actual de polarización creciente, ¿cómo piensa que esta situación puede evolucionar en el futuro?

R.: Pues no lo sé, no tengo ninguna bola de cristal para saberlo. Es verdad que, si miramos a la historia, el panorama no pinta bien. Yo creo que las autoridades públicas y, sobre todo, los representantes de la ciudadanía, especialmente partidos y líderes políticos, deberían tomar conciencia sobre el problema de la polarización, sobre qué ha ocurrido en otras etapas de la historia en esos países cuando la sociedad se polariza. No se pueden ganar votos a través de discursos populistas, ofreciendo respuestas simples a problemas complejos que no funcionan. Porque todo es complejo; llevar a cabo políticas es algo difícil que requiere mucho esfuerzo y mucho trabajo. Los líderes políticos o sociales deberían tomar cartas en el asunto y terminar con estas dinámicas que están polarizando todas las sociedades europeas y que también están afectando a nuestro país.

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