Al lider israelí que más años ha estado en el poder le espera una vista judicial con el fiscal general del Estado, pendiente de formalizar una acusación en tres casos de corrupción

Israel da una segunda oportunidad a Netanyahu que intentará formar Gobierno

AFP/MENAHEM KAHANA - El presidente israelí Reuvén Rivlin (dcha.) en la rueda de prensa tras encargar al primer ministro Benjamín Netanyahu que forme un nuevo gobierno, el 25 de septiembre de 2019.

La historia post-electoral se repite en Israel. Benjamín Netanyahu, el eterno líder y en un principio el perdedor de las elecciones israelíes de la semana pasada al no encabezar la lista más votada, tiene el futuro político del país es sus manos. Es la segunda vez que el presidente israelí, Reuvén Rivlin le encomienda al primer ministro en funciones, Netanyahu, del derechista Likud, la tarea de formar Gobierno este año al fracasar su intento hace cinco meses. Las opciones de formar un ejecutivo de unidad nacional con el candidato centrista Beni Gantz no fructificaron y ahora se abre un periodo de negociaciones que se presenta complicado. 

Según el recuento final de las elecciones, la formación Azul y Blanco, de Beni Gantz, se ha impuesto con 33 escaños en el recuento final de las elecciones israelíes del pasado día 17, por delante del Likud de Benjamín Netanyahu, que se quedó con 32 de los 120 escaños puestos en liza en los últimos comicios electorales. Así, ni Netanyahu ni el centrista Gantz obtuvieron una mayoría parlamentaria de 61 diputados necesarias para crear el Ejecutivo ya que los comicios no arrojaron ninguna posibilidad de que los dos grandes bloques en el Knesset, el Parlamento israelí, pudieran avanzar en ello. "Es necesario que se cree una situación en la que se abra el callejón sin salida político en el que estamos", dijo Rivlin.

Rivlin_Netanyahu_Gantz

El anuncio del encargo de formación de Gobierno de Rivlin se produjo tras una reunión el miércoles con los dos candidatos -Netanyahu y Gantz- en su residencia después de las consultas del domingo y el lunes a los que había instado a llegar a un acuerdo para formar un ejecutivo de unidad nacional tras las elecciones del 17 de septiembre. El presidente Rivlin concluyó que las posibilidades de Netanyahu de reunir una mayoría en la Knesset de 120 escaños eran mejores que las de Gantz. Tras recibir el encargo, Netanyahu tiene 28 días para intentar negociar una gran coalición extensible a dos semanas más. 

Los representantes de Likud y Azul y Blanco no consensuaron una posición y el futuro parece incierto porque Gantz repite desde antes de las elecciones su negativa a gobernar con Netanyahu. Es más, durante la campaña Gantz coreó en muchas ocasiones que su coalición se formó para expulsar del poder a Bibi (como se conoce coloquialmente a Netanyahu), al que considera manchado por las acusaciones en tres casos de corrupción. Gantz insiste una y otra vez que no gobernará con un acusado y no parece que le haya afectado mucho que, por ahora, Rivlin no le hubiera encargado formar un ejecutivo. Tanto Rivlin como Gantz no confían plenamente en las posibilidades de Netanyahu de formar el ejecutivo. 

Parlamento Israel

Es muy posible que esos casos de corrupción sean uno de los temas que copen la actualidad israelí las próximas semanas y condicionen las negociaciones. La principal complicación que tiene Netanyahu es la vista judicial que tiene el primer ministro en funciones el próximo 2 de octubre con el fiscal general del Estado, pendiente de formalizar una acusación en tres casos de corrupción.

Si falla, el centrista Gantz del partido Azul y Blanco probablemente tendrá una oportunidad de formar gobierno que de intentarlo tampoco parece posible que llegaría a una mayoría parlamentaria con sus socios del Laborismo-Gueshe y Unión Democrática, más una hipotética unión de diez diputados de la Lista Unida árabe. 

Rivlin dijo que “no importa a quién encomiende primero la tarea de construir un gobierno, o quién, si es necesario y apropiado, encomiendo el segundo. A menos que la negación y boicot hacia segmentos enteros de la sociedad israelí llegue a su fin, mientras no haya motivación para crear nuevas alianzas entre partidos grandes y pequeños, hasta que haya una voluntad genuina de llegar a acuerdos y llegar a un compromiso, no habrá gobierno", según recoge The Times of Israel. 

Benny Gantz_Gobierno

Ahora le toca a Netanyahu mover ficha más allá de su insistencia en negociar como bloque con sus socios, los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido por la Torá, más la alianza de derechas Yamina. Esta es otra condición que Azul y Blanco rechaza.

La posibilidad de formar un gobierno de coalición solo ocurriría con la unión del ultraderechista Israel Nuestro Hogar de Avigdor Lieberman, pero este, por su marcado carácter laico, se niega a entrar en un gobierno con los ultraortodoxos que apoyan a Netanyahu. El partido de Liberman nuevamente mantiene el equilibrio de poder entre los dos bloques rivales. 

El bloqueo político parece servido pese al reclamo del presidente israelí de que "la gente no quiere otras elecciones", como dijo Rivlin. Él sigue apostando por el gobierno de unidad entre Likud y Azul y Blanco. Mientras no haya un partido que ceda en sus posiciones la posibilidad de que el país avance y la posibilidad de un Gobierno paritario, en el que la autoridad gubernamental se distribuiría por igual, con la presunta presidencia compartida entre los dos líderes por rotación. 

Israel_Elecciones_Resultados

La realidad post-electoral israelí se complica otra vez y el fantasma de unas terceras elecciones planea sobre el país. Mientras la no exista voluntad de gobernar en coalición las posibilidades de ellas se incrementan. Quizás que por el deseo de Netanyahu de lograr su quinto mandato, el cuarto consecutivo, y asi imponer su orden en Israel, el primer ministro en funciones cree alguna artimaña política con la que asentarse en el poder.

Con la posible acusación encima de la mesa eso sería más complicado pese a que por ahora el Likud es leal a Netanyahu y evita la idea de que le vayan a dar la espalda tanto distanciándose de él, sustituyéndole por otro cabeza de partido o expulsándole del partido. El líder israelí tiembla porque sabe que la lealtad no es infinita y que las terceras elecciones este mismo año se le harían muy cuesta arriba. 
 

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