Ciudadanos iraníes residentes en el país denuncian el cierre de sus cuentas bancarias

La banca malaya se enreda con Irán

photo_camera REUTERS/LIM HUEY TENG - El banco CIMB, con sede en Kuala Lumpur, es uno de los que ha empezado a cerrar las cuentas de ciudadanos y empresas iraníes

La tensión generada alrededor de Irán en los últimos meses en el plano geopolítico tiene múltiples e insospechadas ramificaciones. Una de ellas ha aparecido en Malasia. La agencia Reuters ha informado de que dos de los principales bancos del país, CIMB y RHB, han puesto en marcha una campaña para cerrar las cuentas cuya titularidad recaiga sobre ciudadanos o empresas iraníes.

¿Cuál es la razón de esta maniobra? La versión del primer ministro malayo Mahathir Mohamad es la siguiente: su país está siendo sometido a un chantaje. A grandes rasgos, “personas muy poderosas”, como ha descrito el mandatario en el curso de un encuentro con estudiantes, les han dado a elegir entre cancelar las cuentas iraníes o el cierre de las oficinas de bancos malayos en el exterior. 

¿Quiénes son esas personas tan poderosas? Mohamad no lo ha especificado, pero ha dejado caer a los medios: “Hemos recibido presiones muy fuertes desde ciertos círculos que ustedes pueden imaginar”. En resumidas cuentas, se trata de que “les sea difícil [a los iraníes] llevar una vida normal aquí”, ha apostillado el jefe de Gobierno.

Según Reuters, todo apunta a que el episodio está relacionado con las sanciones que Estados Unidos viene imponiendo a la república islámica desde que se rompió el acuerdo nuclear. Un petrolero iraní fue detectado en aguas malayas este año, lo que podría haber desencadenado la reacción de Washington.

Aproximadamente, unos 10.000 ciudadanos iraníes residen en Malasia en la actualidad. La medida ha afectado ya a una docena de cuentas, según Reuters. No obstante, la agencia recoge testimonios de afectados que aseguran que los cierres han sido sistemáticos en los últimos meses. “Los bancos están siendo más papistas que el papa”, se ha quejado el profesor Behrang Samadi, de la Universidad Asia Pacífico de Tecnología e Innovación. Cuando su banco le envió una notificación de aviso, se vio obligado a retirar su dinero.

La situación de algunos de los perjudicados es bastante precaria; hay quien no ha encontrado soluciones para depositar sus ahorros y se plantea, directamente, abandonar el país. Las comunicaciones que han recibido de sus bancos no contienen ninguna explicación o justificación completa. Como mucho, a algunos de ellos se les comunicó que el movimiento se atribuía a normas de seguridad más estrictas. Oficialmente, ninguna de las firmas bancarias implicadas ni la autoridad central malaya han querido hacer comentarios.

Behrang Samadi, profesor universitario iraní residente en Malasia, ha sido uno de los afectados
Una relación ambivalente y un enemigo común

Tradicionalmente, las relaciones bilaterales entre Malasia e Irán han sido bastante buenas. De hecho, Mahathir Mohamad y Hasán Rohaní se reunieron en Bakú (Azerbaiyán) el fin de semana pasado para reforzar los nexos entre ambos estados. En los últimos días, ambas partes han lamentado la crisis de la banca. “Nuestros lazos con Teherán son muy buenos”, ha reconocido el primer ministro Mohamad. La Embajada de Irán en Kuala Lumpur ha manifestado su intención de trabajar con las autoridades locales para resolver el problema.

Hasta cierto punto, la buena sintonía entre ambos países no deja de ser sorprendente. Malasia es uno de los territorios de Asia donde más patente es el cisma sectario entre sunismo y chiismo, las dos ramas principales del islam. En esa difícil convivencia, las comunidades chiíes son las que se llevan la peor parte. Es frecuente que clérigos suníes, con el beneplácito de las instituciones públicas, lancen diatribas contra ellos en los sermones de los viernes; una estigmatización que ha llamado la atención incluso de Naciones Unidas, pero que no ha cesado.

No obstante, debe tenerse en cuenta otra cuestión. Los gobiernos de Malasia e Irán, aun con sus diferencias, tienen un enemigo común superior: Israel. El primer ministro Mohamad es tristemente célebre por su orgullo antisemita. Se ha amparado continuamente en su derecho a la libertad de expresión para lanzar discursos incendiarios en los que más de una vez, ha flirteado con los negacionistas del Holocausto.

Fuentes de la inteligencia israelí citadas por el diario hebreo Haaretz apuntan a que Malasia es un importante centro de actividades y comunicaciones de redes relacionadas con el régimen de los ayatolás. Las mismas fuentes sitúan, además, a Kuala Lumpur como un destino importante de jóvenes palestinos. Es allí donde entran en contacto con la experta infraestructura iraní; un cóctel explosivo que ha estado bajo vigilancia constante. 
 

Más en Economía y Empresas