Según un informe de UNICEF, uno de cada tres niños menores de cinco años sufre desnutrición u obesidad

La malnutrición se ceba con la infancia

photo_camera La obesidad es el trastorno alimenticio que más crece

Los malos hábitos alimenticios siguen siendo extremadamente comunes entre los más pequeños. Más de 200 millones de niños menores de cinco años están desnutrido o bien padecen obesidad. Esa cifra representa, aproximadamente, una tercera parte de la población mundial correspondiente a esa franja de edad. El panorama es todavía más inquietante en materia de carencias nutricionales, que afectan a la mitad de los niños pequeños de todo el mundo. África central y el sur de Asia son las regiones del mundo más afectadas.

Estas son algunos de los datos más relevantes que se extraen del informe que ha publicado UNICEF sobre el estado de los niños en el mundo. El documento, que se redacta de forma anual, es, según la propia agencia, el más detallado de los que se han elaborado hasta la fecha. Antes de las 250 páginas que integran el corpus analítico del texto, el prefacio, a cargo de la directora ejecutiva de UNICEF Henrietta H. Fore, reclama que la comida “es un derecho fundamental; la base de una nutrición saludable y de un desarrollo físico y mental adecuado”. A renglón seguido, Fore admite que este derecho no está garantizado para todas las personas, ni siquiera para los niños. Esta situación toma la forma, según UNICEF, de tres problemas principales: la desnutrición, el hambre oculta y el sobrepeso. 

Gráfico metas
Problemas de desarrollo y delgadez extrema

La desnutrición y lo que se conoce como ‘hambre oculta’ (la carencia de ciertos nutrientes esenciales para el desarrollo) derivan en dos problemas acuciantes. El primero es el retraso en el crecimiento normal de los niños, que se ha utilizado en muchas ocasiones como un indicador fiable para mediar las desigualdades en una sociedad: “un síntoma de privación en el pasado y un predictor de pobreza en el futuro”.

Globalmente, uno de cada cinco niños menores de cinco años sufre trastornos en su desarrollo. A pesar de que esta cifra se ha reducido casi la mitad en los últimos treinta años, el problema sigue siendo grave en regiones del sur y este de África y en el sur de Asia, donde afecta a uno de cada tres pequeños. Los retrasos en el crecimiento suelen persistir a lo largo de sucesivas generaciones: si las madres los han experimentado, es más probable que sus hijos los padezcan. No obstante, las mejoras en instalaciones y tratamientos sanitarios han ido rompiendo ese círculo vicioso poco a poco.

Mapa retraso

El segundo problema fundamental se refiere a la delgadez extrema que presentan cerca de 50 millones de menores de cinco años en todo el mundo. Sus causas son diversas: desastres naturales, sequías prolongadas, malas cosechas, brotes de enfermedades… A diferencia del retraso en el crecimiento, el camino hacia la solución de este otro problema no se está recorriendo con la misma rapidez. Es más: las previsiones de UNICEF apuntan a que se seguirá extendiendo de aquí a 2030.

El hambre oculta es también responsable de enfermedades como la anemia severa crónica. La falta de nutrientes puede causar ceguera a los niños más jóvenes, en el caso de la vitamina A, y puede perjudicar sus capacidades motrices y de aprendizaje.

Mapa delgadez extrema
La próxima epidemia global

Es el sobrepeso, no obstante, el trastorno que ha registrado en los últimos años un crecimiento más acentuado, también en aquellos países con menor renta. Avanza en todos los tramos de edad comprendidos entre el nacimiento, por unas u otras razones que el informe va detallando. En primer lugar, carga las tintas contra los productos fabricados para reemplazar a la leche materna, que, se aconseja, debe ser una parte capital de la dieta de los recién nacidos. El uso estos sucedáneos se ha incrementado notablemente, sobre todo en las economías que más crecen.

A nivel global, hay 40 millones de niños menores de cinco años que se sitúan por encima del umbral del sobrepeso. En esa cifra, están incluidos, por tanto, aquellos que padecen obesidad. Los datos son aún más elocuentes a medida que se cumplen años. Entre el año 2000 y 2016, la proporción de niños entre 5 y 19 años que padecen sobrepeso se ha duplicado, hasta alcanzar el 20% del total.

Gráfico tendencias obesidas

Las dietas deficientes son señaladas como la principal causa. Los alimentos procesados, las bebidas carbonatadas y la comida rápida en general tienen una aceptación cada vez más amplia. Además, en los países con mayores niveles de renta este tipo de alimentos, indica el informe, son más asequibles que la comida más sana, como los huevos, la verdura, la fruta y la carne y el pescado frescos.

La pobreza, en efecto, es un factor fundamental que incrementa considerablemente las probabilidades de un niño de sufrir malnutrición en cualquiera de sus formas. Aunque esta pobreza es más comúnmente asociada a crisis climáticas o a problemas de suministro en países y regiones donde los ingresos medios son más bajos -África central y oriental, sur de Asia-, el informe también enfatiza el problema de las desigualdades en las sociedades más pudientes. Remarca, además, el hecho de que tres cuartas partes del suministro mundial de alimentos se encuentren en manos de apenas cien firmas comerciales, lo que limita las opciones de consumo.

Coca Cola

Por todas estas razones, UNICEF hace un llamamiento a los actores públicos y privados más importantes. Insta a los gobiernos a crear entornos alimenticios saludables, donde se garantice el acceso a productos que cubran las necesidades nutricionales de los más pequeños. ¿Cómo conseguirlo? Se sugiere que los impuestos sobre los refrescos azucarados y los alimentos procesados sean incrementados y, al mismo tiempo, que se incentive la producción, la distribución y el consumo de comida sana. Se fomentaría, de este modo, mercados de proximidad en los entornos más deprimidos que contribuirían, además, al desarrollo económico de estas comunidades.
 

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