Con el tablero actual, en el que tres facciones se disputan el poder, ¿qué posibles salidas se vislumbran al conflicto?

Yemen: escenarios y soluciones de la mayor catástrofe humanitaria del planeta

Yemen sufre la mayor crisis humanitaria del mundo. El 80% de la población, esto es, 24 millones de personas -aproximadamente la mitad de la población española- están en necesidad de ayuda humanitaria urgente. Otros datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR, por sus siglas en inglés) que ilustran la gravedad de la situación son que 3 millones de yemeníes se han visto forzados a huir; que 1,1 millones de personas padecen la enfermedad de cólera -en 2017, Yemen experimentó la mayor epidemia de cólera del planeta-; y que, de acuerdo con datos de UNICEF, cada día, 8 menores son asesinados o heridos por las partes en el conflicto.

La guerra estalló a finales del año 2014, cuando el movimiento hutí orquestó un golpe de Estado contra el Gobierno de la capital, Saná, encabezado por Abd Rabbuh Mansur al-Hadi. Entonces, la coalición internacional liderada por Arabia Saudí -también denominada Coalición Árabe- entró en escena para apoyar al Ejecutivo de al-Hadi, con el objetivo de restaurarle en su legitimidad y derrotar a los hutíes. Según explica el analista Eric D. Meyer, “el conflicto hutí-Hadi se convirtió en una guerra de poder saudí-iraní, con Estados Unidos apoyando a los saudíes y los rusos apoyando a los Houthis, haciendo de la guerra civil yemení una contribución claramente sangrienta a 'La Nueva Guerra Fría' en Oriente Medio”. 

Mapa y ficha técnica sobre la crisis humanitaria en Yemen

El conflicto en Yemen ha estado protagonizado por estas dos facciones hasta este mes de agosto, cuando el Cinturón de Seguridad, un cuerpo militar respaldado por Emiratos Árabes Unidos (EAU) y secundado por el separatista Consejo Transicional Sureño (STC, por sus siglas en inglés), puso sus reivindicaciones sobre la mesa. Así, a los enfrentamientos directos entre la Coalición y los hutíes, se sumaron los combates entre el STC y las tropas de Al-Hadi, cuando el vicepresidente del órgano secesionista llamó a sus efectivos a movilizarse contra el Gobierno, después de un atentado cometido contra el funeral del comandante del Cinturón de Seguridad, Munir al-Yafee -también conocido como Abu al-Yamamah-, que había perdido la vida en una ofensiva lanzada por los hutíes a principios del mes de agosto. 

En aquel momento, International Crisis Group ya advertía de que estos eventos amenazaban “con llevar al sur de Yemen a una guerra civil dentro de una guerra civil”, lo que, a su vez, profundizaría “la que ya es la peor crisis humanitaria del mundo y dificultaría el logro de un acuerdo político nacional”. A pesar de los enfrentamientos promovidos por los secesionistas, el STC ha reivindicado, en reiteradas ocasiones, que su compromiso en la lucha contra los hutíes sigue siendo inamovible, por lo que existe un factor de unión entre el Gobierno de Al-Hadi y el Consejo Transicional Sureño basado en un enemigo común: el movimiento hutí.

Hombres de la tribu chiíta Houthi sostienen sus armas durante una reunión tribal que muestra su apoyo al movimiento Houthi, en Sanaa, Yemen, el jueves 1 de agosto de 2019

Teniendo en cuenta esta asociación ad hoc, se abren dos posibles escenarios que podrían contribuir a poner fin a la guerra de Yemen: por un lado, un acuerdo promovido por el Ejecutivo de Saná que satisfaga las aspiraciones del STC y, por otro lado, un entendimiento entre los hutíes y la Coalición Árabe, a modo de cese permanente de las hostilidades. Pero, para que se produzca esto último, es necesario la materialización del primer escenario con éxito.

En el primer caso, cabe recordar el papel que han desempeñado tanto Arabia Saudí -líder de la Coalición- como EAU, principal baluarte del STC a través de sus efectivos del Cinturón de Seguridad, pues sus intereses como aliados históricos se han visto comprometidos en el conflicto, pues filas emiratíes también estaban integradas en la Coalición. Por ello, Riad lleva promoviendo, desde hace dos meses, un acercamiento entre el STC y el Gobierno de Al-Hadi.

Tropas del Consejo de Transición del Sur, respaldado por los Emiratos Árabes Unidos, en un vehículo en Adén, Yemen, el 23 de julio de 2019

Las últimas informaciones revelan que “las conversaciones de paz celebradas en la ciudad saudí de Jeddah avanzan a buen ritmo” hacia lo que Saná ha propuesto como la nueva hoja de ruta de Yemen, consultada por Reuters, para salir de la guerra: el Ejecutivo de Al-Hadi estaría dispuesto a admitir a miembros del STC en su gobierno. A cambio, el Ejército saudí se desplegaría sobre la ciudad separatista de Aden, para llevar a cabo tareas de supervisión de los efectivos del Cinturón de Seguridad.

Este conflicto abierto por las pretensiones del sur de Yemen evoca las reminiscencias del periodo de la Guerra Fría, cuando el territorio estaba dividido en dos unidades independientes: el norte chií y el sur suní. 

El general yemení Abd al-Rab Qassim al-Shadadi habla con sus tropas en una base militar de Emiratos Árabes Unidos cerca de Saffer, Yemen

Una vez que se lograra que ambas partes -STC y Gobierno de Al-Hadi- cedieran ante este nuevo documento, se abriría el periodo para que la Coalición considere adoptar una respuesta a la propuesta realizada por los hutíes de un alto el fuego. El 22 de septiembre, el jefe del Consejo Presidencial hutí, Mahdi al Mashat, anunció “un alto en los ataques a los territorios de Arabia Saudí con drones y con misiles crucero y balísticos, así como cualquier otro ataque”, a la vez que comunicaba que esperara, por parte de la Coalición, una respuesta similar en la que se detuviesen “todo tipo de ataques aéreos en nuestros territorios yemeníes”.

La proposición, formulada una semana después de la ofensiva lanzada sobre las instalaciones de Saudi Aramco hace prácticamente un mes, cuya autoría se atribuyeron los propios hutíes, fue, en su día, valorada positivamente por Arabia Saudí, pero se encuentra en suspenso hasta que gobierno y separatistas resuelvan sus diferencias. El enviado especial de Naciones Unidas para Yemen, Martin Griffiths, alabó este paso adelante de los hutíes, que “de buena fe, podría enviar un poderoso mensaje de voluntad para poner fin a la guerra”.

Soldados yemeníes marchan durante una ceremonia militar en Mukalla, Yemen

En este sentido, y entrando ya en el segundo caso -relación Coalición-hutíes- cabe destacar que también han entrado en escena otros actores externos como Estados Unidos. Según publicó el diario The Wall Street Journal el 28 de agosto, la Administración Trump estaría paneando mantener conversaciones directas con la milicia hutí en Omán. Del mismo modo, se estaría presionando a Arabia Saudí para que participara en el encuentro, que tendría carácter secreto.

Como expone la publicación, este no sería el primer intento estadounidense de solventar las diferencias entre la Coalición y los hutíes: “En 2015, unos meses después de que comenzara la guerra en Yemen, los principales enviados de la Administración Obama se reunieron en secreto con los rebeldes hutíes por primera vez en Omán para presionar por un alto el fuego y la liberación de los estadounidenses detenidos por los combatientes yemeníes. Además, funcionarios estadounidenses se reunieron con líderes hutíes el pasado diciembre en Suecia durante las conversaciones de paz dirigidas por Naciones Unidas, si bien no ha habido ninguna negociación directa significativa desde que el presidente Trump asumió el cargo en 2017”. 

Combatientes de las Fuerzas del Cinturón de Seguridad entrenadas por Emiratos Árabes Unidos y leales al Consejo de Transición del Sur (STC) en la gobernación de Abyan, el 21 de agosto de 2019

Sin embargo, como informa Congressional Research Service, aun si las tensiones se relajan, “los hutíes y la Coalición Árabe parecen estar en desacuerdo sobre el marco para una posible solución política”, ya que, por un lado, la Coalición exige el desarme completo de la milicia, su renuncia al armamento pesado -que incluye misiles balísticos y cohetes con los que tradicionalmente han atacado los objetivos saudíes- y la devolución del control de la capital, Saná, al Gobierno de Al-Hadi. Por parte hutí, sus pretensiones se mantienen firmes: consolidar su dominio sobre el norte de Yemen, con la proyección futura de establecer “una república islámica” en dicha franja del territorio.

Por ello, las negociaciones avanzan con pies de plomo y, sobre todo, teniendo en consideración que, en cualquier momento, puede estallar de nuevo la chispa de violencia con ofensivas hutíes contra posiciones saudíes, pues cabe recordar la promesa realizada por la milicia en el mes de mayo de este año, en la que identificó 300 emplazamientos en territorio del Reino como sus nuevos objetivos a atacar. Hasta este momento, las ofensivas, llevadas a cabo fundamentalmente con drones, se cuentan por decenas. Entre las posiciones más recurridas, destacan las ciudades de Riad, Khamis Mushait, La Meca y Jeddah; los aeropuertos de Najran, del Rey Abdullah de Jizán y de Abha, este último escenario de sendos ataques que han dejado, incluso, una víctima mortal de nacionalidad siria y medio centenar de heridos; y la base aérea del rey Khalid.

El ayatolá Alí Jamenei, a la derecha, escucha a Mohammed Abdul-Salam, portavoz de los hutíes, durante su reunión en su residencia en Teherán, Irán, el martes 13 de agosto de 2019
Soluciones

La mayoría de los expertos en la región abogan por la división entre el norte y el sur de Yemen como la única vía que puede acabar con la guerra abierta a largo plazo. Ahmed Al-Jarallah explica, en Aden Press, las motivaciones históricas que justifican el planteamiento de esta alternativa: “Si consideramos las experiencias pasadas, la unificación de Yemen, cuyo anuncio fue una sorpresa, fue una solución adecuada en ese momento, pero no coincidió con las diferencias culturales entre las dos partes, especialmente en términos del concepto de estado. En un momento en que el Sur avanzaba con confianza hacia el desarrollo y de acuerdo con las capacidades disponibles, el Norte estaba luchando con la pobreza, la opresión y la debilidad. En el Sur, las instituciones públicas pudieron ejercer su papel en un nivel aceptable de ley y orden, pero el Norte estuvo dominado por la lealtad externa a algunos grupos influyentes. Esto fue evidente después de 1992 cuando Irán ingresó a Yemen a través de los hutíes para causar el caos, que más tarde provocó un conflicto interno con la autoridad central, además de los intentos de infiltrarse en la frontera saudí en 2009”. 

El analista del Russian International Affairs Council, Nikolay Surkov, adopta esta línea ideológica e, incluso, la profundiza, y propone la división del territorio actual de Yemen en tres unidades: “La crisis de Yemen está entrando en una nueva fase. Hay tres escenarios competitivos: una “república islámica” hutí; la división de Yemen en Norte y Sur; y un estado federativo encabezado por un gobierno reorganizado”. Para que “la federalización pueda tener una oportunidad”, “Riad deberá aceptar un diálogo constructivo con el STC y los hutíes”, concluye Surkov.

Partidarios de los separatistas yemeníes del Sur ondean banderas del antiguo Yemen del Sur en Adén, el 15 de agosto de 2019

En cambio, para los analistas de Search for Common Ground, Shoqi Maktary y Katie Smith, la solución se torna más compleja al incluir en el escenario “las relaciones fracturadas entre comunidades y las cada vez más acuciantes divisiones entre familias, clanes, tribus y líneas ideológicas”. Por ello, consideran que “la vía más prometedora para el cambio es abordar las profundas divisiones sectarias y tribales a nivel local”, pues “los intentos de paz políticamente negociada no han llegado a un acuerdo, lo que ha permitido que los grupos militarizados se hayan beneficiado de la inestabilidad”.

“Los mediadores e interlocutores locales pueden responder a necesidades y quejas locales, pero también pueden unir la brecha entre lo nacional y lo local para reflejar los intereses en una escala superior. Abordar las crecientes divisiones dentro de las comunidades ahora y trabajar para conciliar las diferencias en el nivel local involucrará a grupos en conflicto para coexistir pacíficamente, identificar mecanismos y líderes para manejar disputas y crear los canales para alimentar los intereses y preocupaciones locales en los procesos nacionales”, explican los autores del informe titulado ‘Pathways for Peace & Stability in Yemen’.

La intervención de los actores locales es necesario para que “cualquier acuerdo de paz nacional exitoso”, junto con otros dos factores, que se encuentran intrínsecamente ligados entre sí: el grado de aceptación popular por la paz y la convivencia y el grado en que el público acepte la validez del acuerdo y un Yemen unificado. El informe termina asegurando que “un enfoque de abajo hacia arriba de la paz que genere confianza y estabilidad a nivel local puede cumplir con las negociaciones políticas de arriba hacia abajo dirigidas por gobiernos nacionales y actores internacional, orientadas a formar un enfoque sostenible en el que los yemeníes crean”.
 

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