Túnez: bajo la cúpula del Parlamento, arenas

Túnez: Bajo la cúpula del Parlamento, arenas

En la Asamblea Popular de Túnez, un hombre se levanta, camina tranquilamente, con paso decidido antes de golpear a la parlamentaria Abir Moussi en la cara y darle una patada. El hombre se llama Sahbi Smara, es diputado independiente y ha ido a una buena escuela, es decir, donde está permitido pegar a las mujeres sin que nadie se ofenda. Sahbi Smara se formó en el partido islámico Al Nahda, mayoritario en la Cámara de 58 escaños. Al no encontrar su lugar en las filas de este partido, se acercó más tarde al grupo mucho más radical Al Karama, que está dignamente representado en la cúpula y cuenta con 18 diputados. Siempre en busca de reconocimiento y poder, decidió volar con sus propias alas y presentarse a las elecciones como independiente y así llegó al Palacio del Bardo. El Parlamento tunecino, a falta de una mayoría clara, está formado por varios bloques dispares de distinto signo político: islamistas, demócratas, derechistas.... Para aprobar leyes y esperar una mayoría, se hacen alianzas según las necesidades del momento. Por lo tanto, con el apoyo de sus antiguos acólitos y el ambiente caótico del Parlamento de este país que ya no huele a jazmín, Sahbi Smara, sabiendo que estaba siendo filmado, protagonizó un acto de violencia contra un diputado. Pero no se trata sólo de que un parlamentario golpee a otro, se trata de que un hombre golpee a una mujer y el simbolismo es fuerte en este país en el que las mujeres son sometidas a más y más violencia y son asesinadas en una cuasi indiferencia.

La víctima es una aventurera: casco atornillado a la cabeza, chaleco antibalas, le gusta ponerse en escena y hacer directos para sus miles de seguidores en las redes sociales. Abir Moussi es la presidenta del Partido Destouriano Libre (PDL - 16 escaños), es ante todo una nostálgica del régimen de Ben Ali y se ha propuesto poner obstáculos a Al Nahda y a otros partidos de Karama. 

Es una figura divisiva y provocadora, y muchos hombres y mujeres se han negado a apoyarla, llegando algunos a aplaudir su agresión, olvidando que no se trata de abrazar las ideas de Moussi, sino de luchar por la democracia. La que les permitirá a todos expresarse, existir en este pequeño país que estuvo en el origen de las revoluciones árabes. 

Pero golpear a una mujer se ha convertido en un gesto habitual entre los parlamentarios, donde los debates de ideas terminan cada vez más en puñetazos.

Sí, no es la primera vez que estalla este tipo de violencia en la Cámara Baja, el pasado mes de diciembre la demócrata Samia Abbou inició una huelga de hambre para denunciar la violencia sufrida por su bancada (Bloque Democrático -38 escaños), "hasta que el presidente del Parlamento emita una declaración de condena de la violencia y de sus autores", había machacado sin conseguir ser escuchada. La violencia revelada por el parlamentario fue obra del grupo Al Karama. Y como a la historia le gusta repetirse, sobre todo cuando reina la impunidad, Abir Moussi está pagando el precio del silencio y la omnipresencia del hemiciclo.  Pero ¿de qué se acusa realmente al presidente del partido Desturiano? ¿Sus ideas? ¿Su apoyo al antiguo régimen? 
Sahbi Smara, por sí mismo y según su propia confesión, estaba a sueldo del antiguo régimen y formaba parte de sus servicios de represión.Abir Moussi fue golpeada por ser mujer. Porque cada vez está más permitido, aceptado en las costumbres. 

Tras el clamor internacional que siguió a estas imágenes de violencia, el asesor encargado de la información y la comunicación, Meher Medhioud, declaró en una rueda de prensa que el presidente del Parlamento calificó este acto de odioso e injustificable, reafirmando su total rechazo a cualquier ataque dirigido a las mujeres. Pero más allá de las palabras, ¿hasta dónde llegará Ghenouchi? Wait and see dirían los americanos. Pero quizás ya no sea el momento de esperar, sino de actuar.  

Según la prensa tunecina, desde el pasado mes de octubre se han producido 23 actos de violencia en la Cámara Baja. A falta de una mayoría clara, los parlamentarios se desgarran y utilizan la fuerza para hacerse oír. El Palacio del Bardo se ha convertido en una arena donde todos los golpes están permitidos. Es, pues, en un parlamento fragmentado hasta la escisión y en constantes enfrentamientos donde se elaboran actualmente las leyes tunecinas y donde se escribe su historia. Las mujeres intentan defenderse como pueden en este mundo de hombres. Según una encuesta realizada en 2010, el 47,6 % de las mujeres tunecinas de entre 18 y 64 años han sido víctimas de al menos una forma de violencia a lo largo de su vida: física, psicológica, sexual o económica, y las cifras están por debajo de la realidad. Sin embargo, las mujeres tunecinas, a diferencia de sus vecinas magrebíes o árabes, están en lo más alto del podio en materia de igualdad de derechos. Hoy en día, el mundo se está radicalizando y las mujeres son las primeras en pagar el precio.