España bloqueada

Desde la noche electoral me siento desubicado. El día después del 23-J la campaña electoral continúa. Cinco años y medio de propaganda estalinista. Nos veremos de nuevo en las urnas antes de Navidad. Nunca unos comicios fueron tan complejos en nuestra democracia. El pueblo habló. Ganó el PP, pero no puede gobernar; perdió el PSOE y el huido Carles Puigdemont tiene la llave para que siga en la Moncloa. ¿Por cuánto tiempo?

A los españoles nos gusta el peligro. Vivimos, de nuevo, en el filo de la navaja. Estábamos al borde del abismo y hemos dado un paso al frente. Nuestro país se ha argentinizado. La gobernabilidad se embrolla y encalla.

Amarga victoria del PP que quiso cazar el oso antes de cazarlo. VOX ha perdido 19 escaños sin autocrítica. SUMAR ha quedado perdido en la niebla. La sombra de Podemos, siempre alargada, ha apuntalado a Pedro Sánchez.  No solo no ha perdido ni un escaño, sino que ha ganado dos más. Ha sido una lección de resiliencia a todos los que hemos combatido su política.  Ha remontado, hay que reconocerlo. España está bloqueada social, económica y políticamente. ¿Y ahora qué?

Tiempo de incertidumbre

El veredicto de las urnas es inapelable. El presidente en funciones es el único que puede ser investido. Eso sí, con los votos envenenados de separatistas y herederos de terroristas. El no rotundo del PNV a Feijóo ofrece al ciudadano Pérez-Castejón la única posibilidad de gobernar España absteniéndose Junts, el partido teledirigido desde Waterloo por un prófugo de la justicia. Esperpéntico.

La Bolsa ha reaccionado a la baja por dos días consecutivos. Lógico. Los accionistas necesitan tranquilidad. Los inversores huyen.

La incertidumbre impedirá invertir, crear empleo y remontar las crisis de la pandemia, de la guerra y de las mentiras. España está dividida en dos bloques irreconciliables. Dividir es el mayor éxito de este quinquenio tenebroso.

Diálogo de sordos

El líder del PP ofreció ante sus seguidores en el balcón de Génova 13, un diálogo abierto para intentar ser investido presidente. Los números no dan. Está condenado a pactar con VOX. El activismo de la izquierda mediática - “no se puede pactar con Abascal porque es instalar la extrema derecha en el Consejo de Ministros”- ha conseguido su objetivo. Todo el mundo admite que Sánchez pueda negociar a cinco bandas, incluidos los enemigos de España; pero los populares quedan excluidos de acceder al poder.

El pacto del Tinell (2003) sigue más vigente que nunca. En la noche electoral, Pedro y Alberto hablaron levemente por teléfono. Nada ha trascendido. Los dos aspiran a gobernar. Estamos en un régimen parlamentario. Bildu, ERC y Junts ya han dejado claro que nunca apoyarán al PP; en el calor de esa noche, advirtieron al doctor Sánchez que la renovación de su contrato pasa por pedir lo imposible: amnistía y referéndum de autodeterminación. Dos propuestas prohibidas por la Constitución.

Los nuevos 6 diputados/embajadores en Madrid, de la antigua Batasuna, ya han presentado sus credenciales ante el maltratador socialista Eguiguren para que las lleve -vía   Bolaños- al caudillo.

Aragonés recuerda que “los independentistas tienen la sartén por el mango” y el abogado colaborador de ETA, Gonzalo Boye, amenaza con romper la baraja si no se “aclara, antes que nada, el horizonte penal” del golpista Puigdemont.

Durante la campaña, don Alberto alternaba la derogación del sanchismo con la mano abierta a pactos de Estado con el PSOE. Una incongruencia que, junto a la repulsa a VOX se ha traducido en 11 millones de votos insuficientes para cambiar el ritmo y el ritmo de nuestro país. La confusión y la ambigüedad no cotizan en las urnas.

Ofrecer al presidente en funciones que firme unos nuevos pactos de La Moncloa es no conocer a este PSOE uncido al comunismo de SUMAR, a los golpistas catalanes, a los herederos de ETA y a los democristianos del PNV que siempre recogen las nueces. El presidente en funciones no tiene salida.

La prueba de que no puede volver a la democracia consagrada por la Carta Magna y a la Transición, la acaba de confirmar la vicesecretaria de Ferraz, María Jesús Montero. La misma que se rasgaba las vestiduras porque el PP pudiera votar a Trías como alcalde de Barcelona, alegando que el monaguillo del prófugo era independentista, ahora, en la SER, lo justifica porque “una gran parte del pueblo ha avalado el proyecto progresista” que encarna su líder supremo.

La suerte está echada. Pedro Sánchez seguirá intentando disfrutar del poder pagando por anticipado el precio máximo a sus chantajistas: romper la unidad de España.

El perdón de los pecados

Tras el veredicto de los españoles, el pueblo ha indultado al gobernante más peligroso de nuestra democracia. Después de las tropelías cometidas durante cinco años -solo, y en compañía de sus socios Frankenstein-, ha conseguido más apoyo popular.

Nunca los ciudadanos hemos sido tan maltratados en todas direcciones: 45 subidas de impuestos, colonización de las instituciones, anulación de las Cortes, abolición  del Código Penal (sedición y abaratamiento de la malversación de caudales públicos);  indulto a los golpistas del 17, despotismo desde el BOE, apoyo a los okupas, insultos a los empresarios, violadores y terroristas en la calle, soporte explícito a que no se pueda estudiar en español en Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Baleares; maltrato a la Guardia Civil, a la Policía, a los funcionarios de justicia, a los autónomos, al campo, a la ganadería, a la caza,  al mundo del toro, a la pesca; nepotismo a diestro y siniestro empezando por Begoña,  opacidad en los fondos europeos, corrupción en el grupo parlamentario socialista (“Tito Berni”), condenas a Chaves y a Griñán por los EREs en Andalucía  y, además, lo del cambio inexplicado e inexplicable  en el Sáhara sin esclarecer nada  a nadie. Ni al Rey.

Sus mentiras y sus incumplimientos están escritos con letras de oro en la historia de la infamia. Desde aquella pesadilla pasajera de que “no podría dormir si pactara con Podemos” al peaje de las autovías –“no es verdad, es un bulo- a “sí lo hemos firmado en Bruselas, pero ahora negociamos para que no se pague a partir de enero”, todo su discurso es incompatible con la verdad. Es un impostor compulsivo.

Todas las mentiras le han sido perdonadas el pasado domingo sin que se haya arrepentimiento, haya tenido dolor de contrición ni propósito de la enmienda. En resumen, le hemos dado un cheque en blanco para seguir destrozando y empobreciendo nuestro país. Ese cheque tiene consecuencias.

Elecciones en Navidad

Con una deuda de más de 1,5 billones de euros, con un paro que no baja (15%), con un fracaso escolar cercano al 30% y con un Reino de España en los tribunales internacionales por no pagar los intereses ni el principal de los bonos solares del gobierno ZP en 2009, la inversión no volverá. Hemos perdido la credibilidad. España siempre ha pagado sus deudas. Hasta ahora. Un grupo de fondos ha pedido que se requise el Instituto Cervantes en Londres (y se venda) para garantizar sus inversiones. Calviño calla. Y Sánchez otorga.

Pagamos por intereses más de 40.000 millones, tenemos una Seguridad Social quebrada, unas pensiones que no su pueden pagar… La involución progresista de este Ejecutivo es permanente.

Y la inmigración, la escasez de agua, el PHN, el abandono del mundo rural, la brecha digital, los incendios y la educación… siguen siendo asignaturas pendientes de las que nadie habló durante la campaña electoral.

La izquierda se centró en programar el axioma de Iglesias. “La derecha no gobernará nunca en España mientras la izquierda siga unida”. Y lo ha conseguido. El miedo a VOX está infundado, pero ha funcionado. Nos recuerda al “dóberman” de Felipe y Guerra. Y, con miedo, no se puede vivir.

Era el momento de Alberto Núñez Feijóo y lo han dejado escapar. La derecha ha obtenido más de 11 millones de votos. Mayoría absoluta en tiempos de Rajoy (2011). Hoy, PP y VOX ganan, pero no pueden gobernar. Estábamos al borde del abismo y este escenario gótico nos sitúa en la antesala del infierno. ¿Quién va a invertir en una España partida por la mitad? Estamos más cerca de Hispanoamérica que de la UE. De seguir así entraremos de lleno en el tercer mundo.

Descartado un acuerdo PP-PSOE, la alternativa al ¡No pasarán! de Ferraz, 70 y al - “no a Rivera” (2019)- tampoco es la de ¡Ayuso, Ayuso! (Genova,13) intentando desestabilizar la dirección del PP.

El ganador de las elecciones no podrá gobernar, aunque deberá intentarlo; el inquilino (en funciones) de la Moncloa no puede torpedear más la democracia.  España está bloqueada y solo se desbloqueará tras otras nuevas elecciones generales.

Sorprende el indulto de la ciudadanía a Pedro Sánchez, olvidando un pasado tan largo y sombrío. Es lo que hay.

El chantaje de sus socios -incluidos los de SUMAR- será permanente hasta conseguir la independencia de dos CCAA de España.

La unidad de la Patria es sagrada.

Del presidente del Gobierno no se puede esperar nada bueno. Estamos hoy peor que en la jornada de reflexión. Si se reeditan los acuerdos de gobernabilidad de 2018, el sanchismo –un régimen sin límites, sin moral, sin ética y sin frenos- nos llevará directamente a donde siempre quiso llevarnos: al puerto de la confrontación civil, no a 1936 sino a 1934, el verdadero inicio de la Guerra Civil.

Si se cuestiona la unidad de la Nación, ¿cuánto se tardará en asaltar la Monarquía Parlamentaria? Que es el verdadero puente y muro de contención contra los nazis catalanistas y leninistas vascos.

Yo se lo cuento; se hará simultáneamente. La Monarquía es el único nexo común de los españoles y de la nación. Iremos a la III República con ZP de presidente y con don Pedro de jefe del Consejo de Ministros. Al tiempo.

Nos hemos dejado obnubilar por las encuestas y por nuestra ilusión de un cambio en libertad. Hemos fracasado, ciertamente. Pero, no nos vamos a rendir ahora; continuaremos en la resistencia.

Antonio REGALADO dirige BAHÍA DE ÍTACA en:

aregaladorodriguez.blogspot.com