La bien “pagá”

Manifestación

Los jubilados hemos cobrado la pensión y la paga extra de julio el pasado miércoles. A alguien hace una década se le ocurrió en la administración que la mejor manera de llegar a fin de mes era cobrar cinco días antes. Y la tradicción continúa. Escribo temiendo que ésta será la última “nómina doble” de nuestra vida. Me refiero a la cuantía. La crisis post Covid-19 afectará muy directamente a los que vivimos del cuarto pilar del Estado del Bienestar.

Reajustes o recortes

La experiencia acumulada en 42 años de democracia nos enseña que cuando hay que apretar las tuercas políticas a los contribuyentes, el gobierno de turno habla de reajustes; la oposición, de recortes. Es lo mismo; siempre pagamos el pato los ciudadanos. El dinero que nos llegará de Bruselas para acometer esta pandemia bíblica y china viene condicionado –aunque lo oculte este gobierno social-comunista- de una bajada sensible en las pensiones.

Así lo adelantó en sede parlamentaria el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos y lo ha ratificado el Eurogrupo. Nada es gratis. Calviño y Montoro –siempre  hay un/una Montoro en nuestro horizonte penal tributario- callan como muertas (sin ubicación cual víctimas del purgatorio del virus de Oriente) porque aún tienen unos meses por delante para seguir mintiendo como bellacas.

 

Ustedes recordarán que PSOE y UP (Pedro y Pablo) se desgañitaban en la última campaña electoral ante el populacho en mítines y en los debates electorales predicando que “la revalorización de las pensiones con el IPC anual debería quedar consagrada en la Carta Magna”. ¿Han vuelto a escucharlo en estos últimos tres  meses de enjaulamiento? No. Ni una palabra.

¿Dónde está el señor vicepresidente que abandonaba el hemiciclo para apoyar a los pensionistas que demandaban ante el Congreso una jubilación justa? Yo se lo digo: escaqueado en el caso Dina Bousselham–entiéndase caso Iglesias- tratando de “dinamitar” el auto del juez García- Castellón para que no se le juzgue como imputado tras presentarse como víctima de las cloacas del Estado. Como bien ha dibujado un colega, las cloacas del Estado no llevan ya tricornio sino coleta. En dos palabras: Ni el presidente ni su adjunto de coalición defenderán la permanencia y revalorización de las pensiones. El ajuste o el recorte –tanto monta, monta tanto- llegará en los próximos Presupuestos Generales del Estado. O por un Decreto-Ley del césar máximus. 

Una rebaja sustancial

El Estado ha abonado este mes  9.754.740 pensiones, 640 más que el pasado mes, donde descendió en más de 38.504 debido a la guerra del coronavirus, incluyendo las 13.000 personas desubicadas, según el experto Fernando Simón,  vocero político-oficial de Illa, nuestro Salvador. El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá parecía un hombre juicioso en lo económico cuando presidía la AIRF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) en tiempos de Mariano Rajoy. Tras respirar los aires de La Moncloa se ha convertido en un manirroto como todo el gobierno. La dependencia  de Sánchez y de Iglesias es tan vertical que orgánicamente, según la página de Wikipedia, depende directamente del presidente y a continuación, del Monarca Felipe VI. ¿Estamos en la antesala de la III República?  Así es si así os parece.

 

Escrivá ya se ha sumado a la expansión del gasto público sin que alce la voz para explicar cómo equilibrar los ingresos. El gasto total de pensiones en España (jubilación, viudedad, incapacidad permanente, orfandad y las de favor familiar ascendió este mes de junio a 19.604,7 millones de euros, incluidas la paga extraordinaria. La pensión media es de 1.160 euros. (Excepto para ex diputados y ex senadores que llegan a cobrar hasta 3.000 euros al mes, como Cristina Almeida y Jaime Ignacio del Burgo, por no haber cotizado jamás a la Seguridad Social). Cuando Ciudadanos ha denunciado estos privilegios en sede parlamentaria, todos los grupos se han posicionado en contra. Es una vergüenza que la crisis nos afecte a todos menos a los políticos. El economista Gay de Liébana avanzaba en TRECE TV  que la rebaja en las pensiones podría   situarse entre el 20 y el 30 por 100 a partir de enero de 2021. Una tragedia a la griega. Una rebaja no sustancial sino letal.

Agujero negro

Después de trabajar 42 años y de haber cotizado muy por encima del tope legal establecido,  las pensiones máximas pueden quedarse por debajo de los 2.000 euros mensuales. Los más privilegiados, sobreviviremos. La mayoría pasará hambre. ¿Darán ejemplo las Administraciones Públicas reduciendo órganos de gobierno, ministerios, consejerías y chiringuitos   para que la carga tributaria se reparta más equitativamente entre todos? No se vislumbra. En uno de los sermones presidenciales, le preguntaron al doctor Sánchez si tras la crisis pensaba rebajarse el sueldo él y su interminable gobierno. Cincuenta días y diez mil muertos después, no ha dicho nada ni se ha rebajado el sueldo. 

 

El agujero negro de la Seguridad Social supera los 50.000 millones de euros. Y si a ello añadimos, lo de Sanidad, la paralización por el confinamiento y el miedo a la vuelta a la extraña  normalidad,  el déficit y la deuda superarán a finales de año el 120% del PIB. Estamos en bancarrota pero Sánchez, Iglesias, Montoro y Calviño siguen tocando a bordo de un Titánic que se hunde sin que la Comisión para la Reconstrucción haya alcanzado ningún acuerdo de futuro.

Pacto de Toledo

La idea de la protección a los trabajadores y del derecho a una pensión fue propuesta por don José Canalejas en 1910. ¡Qué gran presidente de Alfonso XIII! Durante sus treinta meses al frente del Consejo de Estado, Canalejas diseñó las bases de las leyes laborales (ley de silla, horarios máximos de 48 horas)  y él mismo pagó de su bolsillo pensiones a familias de los soldados fallecidos en Cuba. Pero serían Antonio Maura y Eduardo Dato quienes iniciaran lo que se denominó Instituto Nacional de Previsión (1921), el verdadero  germen de la Seguridad Social que fue potenciado por el franquista Girón de Velasco.

En concreto, las pagas extraordinarias comenzaron pagándose en la Navidad de 1944 junto a la cesta de Navidad al trabajador que ha sido declarada irrenunciable por el Tribunal Constitucional) y en 1945 la paga del 18 de julio (extra de verano) para afrontar las vacaciones y celebrar la Victoria frente al marxismo. La Seguridad Social fue extendida a todos los trabajadores por cuenta ajena y a sus familias.

Esta es la verdad. Que el PSOE se atribuya la creación de la Seguridad Social en España es una mentira tan grande como los hospitales 12 de Octubre, La Paz y Puerta de Hierro. O los pantanos y las hidroeléctricas. Todos juntos. Con tanto “antifa sobrevenido”, nunca he escuchado a ninguno que renunciara a las pagas extraordinarias por franquistas. A decir verdad, el Pacto de Toledo (6 de abril de 1995) nace para alejar del debate político y electoral los derechos de la protección social. Era una reforma de perdurabilidad que iniciado en el ocaso del reinado de Felipe González, a iniciativa de Convergencia y Unió, tardó cuatro años más en ponerse en marcha (1999) bajo el mandato de José María Aznar.

 

De las 15 recomendaciones que intentaban estabilizar el sistema de pensiones español, destacamos cuatro: Financiación, mantenimiento del poder adquisitivo, constitución de reservas y mejora y evolución de las cotizaciones. El fondo de reservas llegó a los 68.000 millones de euros y tras la crisis de 2008, Zapatero y Rajoy terminaron agotándolo, prácticamente. Creo que quedan unos 600. El Pacto de Toledo es una de las asignaturas pendientes de nuestra democracia. Todos los gobiernos han mirado para otro lado a la hora de enfrentarse a reformas estructurales como la actualización, la edad de jubilación y el cálculo de la pensión.

Rodriguez Zapatero que desterró del diccionario la palabra crisis, se vio obligado por los hombres de negro a congelar las pensiones en España por vez primera y a ampliar hasta los 67 la edad de jubilación. ¡Viva el PSOE! Luego Rajoy, tras la herencia zapateril del 11,4 por % de déficit durante su septenio de destrucción y muerte del tejido empresarial y social -¡nos dejó como legado la Ley de Memoria Histórica y la actuación de Chiqulicuatre en Eurovisión!-, don Mariano, decía, nos subió las pensiones un 0,25%, tras un hachazo invisible y homicida en el IRPF. Hoy, nueve años después de la subida de impuestos de don Cristóbal Montoro –pasó a la izquierda por la extrema izquierda- no hemos recuperado el nivel de las pensiones de 2012.

El Pacto de Toledo parecía el mecanismo idóneo para que todos los mayores no sintamos la incertidumbre y el miedo ante los cambios de gobierno. Pero hete aquí que a principios del pasado año, parecía que los grupos parlamentarios habían llegado a un acuerdo para fijar un calendario racional de aumento del número de años de cotización en consonancia con las expectativas de vida, el periodo de cotización (de 15 a 25 años) y castigo disuasorio a los EREs con jubilaciones anticipadas; pero no: Unidas Podemos, dio un portazo y rompió el consenso, amparándose en que “no había consenso”. Marxismo-leninismo.

Pablo Iglesias dinamitó el Pacto de Toledo por motivos electorales. Entonces hablaba de la consagración de las Pensiones en la Constitución. Una vez que ha llegado al Gobierno, ya no hablan de casta porque son casta; ya no hablan de limitación de sueldos porque la moqueta, el coche oficial y la VISA ORO  son el poder verdadero;  ya no hablan de donde viven porque viven en villas con piscina y caseta para perros, vigilados por la Guardia Civil;  ya no hablan de mandatos porque los suyos son eras vitalicias, eternas y toda su filosofía es colocar a amigos y familiares con cargo a las ubres del estado. Como Maduro en Venezuela, los  Castro en Cuba o Kim Jon Il, en Corea del Norte.  Como dice Daniel Sanz en un tweet preciso y  memorable: “Sí se puede; te han engañado”. Ni un voto para estos sacamantecas corruptos en tiempo récord.

Pensiones privadas

Vaya por delante que las pensiones deberían estar exentas del impuesto del IRPF porque han sido el esfuerzo intergeneracional para pagar a nuestros padres. Y así lo recomiendan algunos juristas de prestigio. En la Eurocámara hay un proyecto de ley varado sobre el asunto. Pero ni un solo grupo parlamentario toma la iniciativa.

 

Los pensionistas somos carne de cañón electoral porque creemos que es el Gobierno de turno el que nos paga y no el Estado al que hemos contribuido generosamente con nuestro trabajo. La otra mentira de las pensiones son las de invertir en fondos de pensiones. Se lo hemos escuchado a todos los ministros de Hacienda y Economía. Desde que comencé a trabajar me apunte a un fondo con la garantía del estado: la Caja Postal, dependiente de Correos. Luego fue absorbida por el Banco Exterior, por Argentaria y terminó en el BBVA. La idea en principio no era mala: reducías la base imponible del IRPF y desgravabas un 15%. Y a la hora de recuperar el dinero, estaba exento el 40%. Todo perfecto.

Mientras uno  tiene 30, 40, 50 o 60 años ni se preocupa. Pero cuando llegas a los 65 te das cuenta del engaño: el gran Montoro nos cambió las reglas en la mitad del partido y ya no solo no desgravas sino que todo hay que computarlo como un ingreso más. En este supuesto, hay que sumarlo a la pensión y sacar, por ejemplo unos 500 euros mensuales como complemento a la pensión, te devora Hacienda el 30 de junio casi 1.500 euros. He llevado el asunto al Congreso y al Senado desde la extinta UPyD, al PP, al PSOE y a Ciudadanos.

Cuando expones que estudien una iniciativa parlamentaria para que se pueda sacar una cantidad mensual razonable (entre 500 y 1000 euros de tu dinero) libre de impuestos, como complemento a la pensión, ahí se acaba la conversación. Ninguno aboga por beneficiar a los contribuyentes y ahorradores que tenemos esa pensión privada cautiva.

No es su caso, claro, donde el Parlamento les ingresa unos 20.000 euros de pensión por Legislatura. Pero estoy hablando, además,  de fondos de pensiones privadas que hoy han perdido más de una cuarta parte de su valor. La voracidad de la Agencia Tributaria es insaciable. Hablaba de Hernández de Cox y de Escrivá para recordar que abogan por no disparar las pensiones. Quieren decir que habrá que ajustarlas. O sea, recortarlas. Nunca disparan contra los asesores, los privilegiados por lucro cesante, las pensiones vitalicias de expresidentes y consejeros, e incluso de prófugos golpistas como Puigdemont o corruptos como Pujol.

Millones de pensionistas han salido a las calles, especialmente en el País Vasco para reclamar pensiones dignas. Muchos se han mojado viernes tras viernes. Ni caso. Esas protestas me recuerdan, no sé por qué, a Joaquín y a Alberto, que llevan casi 150 días bajo la basura del vertedero de Zaldívar mientras el PNV y PSE revalidan su hegemonía en el norte. Todo, por no pedir ayuda a la UME. A España.

 

Los pensionistas somos hoy los nuevos apestados del post-Covid-19. Y pagaremos la mayor factura de esta pandemia tan mal gestionada por esta pandilla de políticos de un gobierno derrochador que aprueba sin exámenes a los alumnos para hacerlos más irresponsables y manejables todavía. Y con una oposición sin propuestas de ser alternativa.

No hemos aprendido absolutamente nada. Y el coronavirus nos ha enseñado que la Sanidad y la Educación, como Exteriores o Defensa, deben estar en manos del Estado. Y como las pensiones, al menos hasta que Sánchez rompa  a final de año la Caja Única de la Seguridad Social para pagar al PNV  unos instantes más en La Moncloa. ¡Adiós al Principio de Igualdad de Oportunidades! ¡Adiós al esfuerzo!  Es la hora de los oportunistas. Y de los miserables.

El mundo se ha detenido y este gobierno, que es un Himalaya de mentiras, sigue por detrás en toda la prevención. Tampoco dirá la verdad de la bajada de pensiones hasta que lo comprobemos en la cartilla de Bankia. Cuando llegue esa mañana no tan lejana, recordemos lo que este miércoles 25 de junio, cuarto día de verano hemos vivido: hemos cobrado la paga y la extra. En plenitud. Es como la copla inolvidable de Miguel de Molina: la bien pagá.

Los creadores de esta bella canción  fueron el compositor murciano Ramón Perelló y el letrista sevillano  Juan Mostaza. La escribieron durante la II República. Fue el contrapunto a “Ojos Verdes” de Rafael de León, interpretada por Concha Piquer. Ganó siempre la valenciana. La democracia  -siempre la libertad- rescató a  Miguel de Molina, de su exilio bonaerense y su canción volvió al imaginario colectivo. Con la pensión que nos va a quedar tras el rescate (llámalo ajuste, llámalo recorte) no vamos a comprar ni un beso. Nos quedaremos a dos velas y  sin parné. Recordaremos en Navidad que esta paga anticipada de julio fue la última bien “pagá”.

Antonio Regalado dirige BAHÍA DE ÍTACA en: aregaladorodriguez.blogspot.com