El Sáhara y la seguridad regional

Por Jamal Eddine Mechbal
Foto: Ainhoa Fernández de Rincón y Enric Gonyalons, dos cooperantes españoles secuestrados en los campamentos de Tinduf en octubre de 2012.
 
En octubre 2011, fueron secuestrados dos españoles y una italiana  a poca distancia de la residencia del secretario general del Polisario y  presidente de la autoproclamada RASD, Mohamed Abdelaziz, cuyo verdadero nombre es Hmatou Ouled Khelil. Además, muy cerca del cuartel general del Polisario, en  la localidad de Tinduf,  zona militar acordonada por patrullas del Polisario y del ejército argelino. Los secuestradores  lograron  burlar todas las barreras  de seguridad para entrar  y salir llevando los secuestrados fuera de Argelia. En enero de 2013, un grupo terrorista de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) liderado por Mokhtar Belmokhtar  asaltó la planta de gas en In Amenas, en el Sáhara argelino, con la toma de rehenes. La ofensiva del ejército argelino para ‘liberar’ a  los rehenes de los secuestrados se saldó con la muerte de un elevado número de víctimas, entre ellas nada menos que siete rehenes extranjeros.  Sin remontar a los atentados cometidos años atrás  en Argelia, incluso en la misma capital Argel, como el del 11 de diciembre 2008, cometido simultáneamente contra el Tribunal Supremo y contra oficinas del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados, causando 72 muertos. A fecha más reciente, hay que citar el cometido estos días cuando un grupo terrorista secuestró el 21 de septiembre al turista francés Hervé Gourdel y tres días después es difundida en un video  la salvaje, cruel y cobarde decapitación  de este inocente turista.
 
Estos casos y otros más demuestran que Argelia  no pudo garantizar  la seguridad a sus ciudadanos, ni la de  los extranjeros en su territorio, del mismo modo también el Polisario  instalado en territorio argelino.  La paz y la seguridad hoy día son un asunto global que atañe a todos. Por ello, en relación con la controversia que mantienen  el Polisario y Argelia frente a  Marruecos, con la intención de  proclamar un estado supuestamente  independiente en  el Sáhara,  cabe preguntar  si en el  proyecto que contemplan  se ha estudiado el tema de la viabilidad, para evitar la creación de un estado fallido, y lo más importante  aún,  el tema de la seguridad. Es fácil reclamar territorios, pero es difícil garantizar la seguridad de éstos, la del entorno geoestratégico y la de la vecindad. ¿Cómo piensan garantizar la paz y la seguridad dentro del territorio, y que garantías pueden  ofrecer  a sus vecinos: España (Canarias), Marruecos y Mauritania? El Polisario no pudo evitar  secuestros  en una pequeña localidad como Tinduf, zona  militarizada,  a pocos metros del cuartel general y  de la residencia del primer responsable. ¿Cómo  puede garantizar  la seguridad en una zona cuya superficie es superior a la de Bélgica y más que la mitad de España, con una población dividida entre  unionistas y separatistas, sin olvidar que los tres países, España, Marruecos y Mauritania, tienen derecho a disponer  de fronteras seguras? 
Argelia y su Polisario pueden alegar que una vez  proclamado un estado independiente, éste puede solicitar  soberanamente ayuda del exterior,  incluso contar con la presencia militar de Argelia (en realidad es el objetivo  del régimen argelino, desde siempre). Pero en este caso, cabe preguntar otra vez: ¿Cómo un régimen, como el argelino, que no pudo garantizar la seguridad a sus ciudadanos, puede garantizarla a sus protegidos polisarios, como también y sobre todo  la de los países vecinos? La realidad sobre el terreno nos muestra que las aspiraciones argelinas y polisarias en el Sáhara y el acoso a Marruecos para debilitarlo, es una peligrosa política que se enmarca en el sentido opuesto a los esfuerzos internacionales en la lucha contra el terrorismo. Marruecos, con su Sáhara occidental, constituye  hoy  el dique de contención contra el terrorismo. Debilitarlo, es el camino más corto y directo para  poner  en manos de  AQMI,  no sólo el Sáhara, sino  toda la zona, para atentar contra los barcos de pesca y amenazar  el tráfico marítimo, incluso  tenerlos aquí,  en casa.