Perspectivas
Las percepciones y los motivos para actuar ante la crisis abierta en los distintos países de Europa y de los EEUU, producidas por la invasión Rusa de Ucrania, son diferentes según distintos factores.
Pensemos en la Península Ibérica, donde Portugal y España son miembros de la OTAN desde 1949 y 1982 respectivamente y ambos se adhirieron a la UE en 1986. Los dos países hasta ahora han estado muy alejados de los conflictos Europeos desde el punto de vista militar. Pues ninguno de los dos participó activamente ni en la 1ª ni en la 2ª guerra mundial. Y tampoco en la guerra fría directamente, ya que la observaron desde lejos sin tener papeles significativos en ella. Por tanto su integración en la Unión Europea y la OTAN ha sido, hasta ahora, un camino de mejora política, económica, social, de afianzamiento de sus democracias, seguridad e implementación de valores comunes, desde su entrada. Es decir, de apreciación de los derechos adquiridos tras sus adhesiones.
Y es ahora, por primera vez, cuando se enciende una luz ámbar porque las alianzas establecidas con los socios elegidos, requieren la implicación de ambos países en un conflicto que afecta a todos. Toca por tanto cumplir con los deberes de los acuerdos. O sea, la defensa de los valores y territorios que sustentan los mencionados acuerdos, debido a que en este momento, se necesita a sus firmantes para que si se complican las cosas, podamos seguir manteniendo individual y colectivamente el modo de vida Europeo. ¿Y cuál es la percepción predominante?. A mí me parece que en España, es de implicación, algo escéptica todavía por la lejanía del conflicto, aunque inquietante para sus habitantes. Pero parecen asumirse los compromisos contraídos, al menos en esta primera fase. Igual que en el caso de Portugal. Es decir, tenemos conciencia de ser europeos y lo aceptamos, tanto en el orden personal como en el colectivo con todo lo que ello conlleva en estas circunstancias.
Y creo que también, sabemos la mayoría, que España es un país con una posición geoestratégica relevante; es llave del Mediterráneo, tiene bases militares estratégicas para los EEUU además de ser un miembro activo de la OTAN y de la UE. Por tanto, ante una “no imposible” escalada del conflicto, sabemos que nos veríamos significativamente involucrados en él con los riesgos que ello supone. Que no son pocos.
Para ello se necesitará, si esto empeora, la convicción de todos los españoles de que este asunto nos atañe y es importante para nuestro futuro. Y que por añadidura, deberemos tomar un partido claro junto a nuestros aliados frente al potencial enemigo ruso. Al cual conocemos más bien poco, salvo por los libros de historia, porque nos hemos limitado en los últimos decenios a intercambios comerciales no muy significativos y a la presencia de algunas colonias de rusos instalados en nuestro país. Es decir, no tenemos agravios ni nada que nos impela a tener por enemigo a un país como Rusia. Salvo viejas historias de la época soviética y el franquismo ya olvidadas.
Así que si por desgracia las cosas toman un cariz peor del que tienen, tendremos que armarnos de razones para afrontar lo que venga, sea lo que sea, y apoyar a nuestro gobierno, a los representantes políticos españoles y europeos, y a las FFAA, para que junto al resto de Europa nos enfrentemos mediante sanciones económicas o militares, si llegara el caso, a quien trata de convertirse en un nuevo hacedor activo del orden mundial que a él le gusta. Y que ha favorecido y favorece los nacionalismos populistas y a sus dirigentes, al margen de otras turbias maniobras desestabilizadoras.
No es fácil por tanto la posición que debemos adoptar, no es sencillo admitir que esto puede causarnos daños significativos si llega a incrementarse la medida del conflicto. Y aunque no suba la tensión, solo con las tomadas económicamente, por el momento, nos veremos afectados y no será para bien. Pero para armarnos mental e ideológicamente necesitaremos de todas esas palabras dichas una y mil veces, casi vacías de contenido de tanto repetirlas; que hay que respetar el derecho internacional, los valores de la democracia, la libertad del individuo, la tolerancia, el libre mercado y el comercio, los valores de occidente, etc, etc, etc…O lo que es lo mismo, la letra y el espíritu de los tratados, que son un conjunto de valores éticos, morales y una forma de vida, que se pueden ir al traste porque unos individuos que no conocemos, quieren decirnos lo que debemos hacer y cómo. Igual que están intentado hacer con los ucranianos. Vecinos estos lejanos, no miembros de la UE, ni de la OTAN, pero que pueden terminar siendo el aperitivo Ruso, antes de intentar almorzarse a países que si pertenecen a esas organizaciones Europeas y no tienen ningún deseo de dejar de ser como son actualmente. Y los primeros en las lista todos aquellos que antes estuvieron en la órbita de la URSS. Luego y si una hay debilidad relevante de los restantes, ya verán.
Así que preparémonos por si llega a complicarse la situación, porque no cabrán tibiezas y si convicciones para seguir el camino que haya que seguir. Puede ser duro, pero es así.
Si pensamos en la reacción del resto de los países europeos y los EEUU, frente a la agresión realizada contra Ucrania, esos sí que tienen en general una memoria colectiva mucho más viva que la nuestra sobre los dos grandes conflictos mundiales y la guerra fría. Además de recuerdos muy cercanos y dolorosos. Así que la luz roja que se ha encendido en la conciencia colectiva del resto de Europa y de los europeos en general, está bastante bien justificada.
Pero creo que existe una diferencia en el tono del rojo, siendo menos intenso, me parece, en los vencedores aliados de la 2ª Guerra Mundial, que la de aquellos que tras la guerra quedaron bajo la influencia y el poder de la Unión Soviética tras Yalta. Es decir, aquellos países que fueron sometidos durante más de 40 años a la tiranía del Moscú comunista, que los convirtió en satélites que alimentaban a la gran dictadura y que eran gobernados por dirigentes nombrados por el Comité Central del Partido Comunista en Moscú. Cosa que Vladimir Putin trata de emular, como ya es patente desde hace tiempo.
En el caso de los países aliados, los vencedores, existe irritación y exasperación, temor a un nuevo profeta del militarismo y de la expansión, además del lógico miedo a entrar en otra etapa oscura de la humanidad, con un teatro de operaciones de nuevo en Europa y cerca de sus territorios y sociedades.
De los países ex-satélites, tengo menos datos, pero seguramente todos habrán vuelto su cabeza hacia los aliados y preguntado; ¿cumpliréis verdad?
- Porque ahora somos miembros de todo lo que hay que ser en Europa, optamos claramente por este sistema y no queremos de nuevo caer en las fauces, en este caso, de la Gran Rusia.
En estos países la luz roja debe de ser muy intensa, porque tanto entre sus habitantes como entre sus dirigentes políticos, la memoria está viva. Solo hace unos treinta años que salieron de aquella ominosa situación, están intentando estabilizar sus democracias y como Ucrania, saben que son un bocado justificado para el expansionismo de Putin y sus fieles. Por tanto a los dirigentes políticos, no les cabe la menor duda de que les asisten razones para justificar ante sus conciudadanos y ante sí mismos, la necesidad de dar respuesta a las barbaridades de Putin, y a ser posible contundentes, incluso si hubiera que hacerlo militarmente. No hay más que ver su actitud ante el catastrófico panorama actual.
Por otra parte para los EEUU, también la luz debe de ser de un color rojo intenso, porque para los norteamericanos la crisis de los misiles de Cuba, la guerra fría en su conjunto, la amenaza de un conflicto nuclear y las guerras interpuestas durante todo ese periodo de tiempo son parte de su memoria colectiva reciente. La única cosa que les debe relajar, relativamente, es que si hay una escalada, las operaciones vuelven a realizarse en Europa, aunque si se llega a una amenaza nuclear convincente, si se sentirían implicados de modo inevitable. Pero motivos para movilizar a sus habitantes y dirigentes de la necesidad de parar esta agresión de Rusia, no les faltan. Incluido también el mantenimiento de su vigencia como gran potencia mundial, que en los últimos años está en suave declive frente a China y por el intento de volver de la rediviva Rusia.
De modo que visto lo visto, y en esta primera fase y esperemos que última, no parece que Europa y EEUU en su conjunto, vayan a rehuir la tarea de detener esta situación para que no crezcan los riesgos y presentar un frente común ante la agresión Rusa sobre Ucrania. Parecen existir percepciones y motivos suficientes en las sociedades implicadas para actuar. Además de un refortalecido ánimo de colaboración por mor de un común enemigo exterior, que ha removido las conciencias de unas sociedades adormecidas, que se acunaban en las viejas victorias del siglo XX mientras sus detractores se armaban de razones para cambiar las cosas.
Quizá haya llegado un momento de gran importancia histórica o quizá no tanto, y estos hechos se logren revertir en todo o en parte. Pero vamos a vivir un tiempo, sea lo que sea lo que suceda, con el corazón encogido, y para ello debemos tener la convicción de que mejor o peor, este es nuestro modo de vida elegido y queremos preservarlo frente a quien lo pone en peligro, y a ser posible, sin mediar la guerra.
Carlos Angulo López-Dóriga.