El necesario reforzamiento del Parlamento como órgano colegislador y de representación de la ciudadanía europea
La democracia en la Unión Europea está fundamentada en la democracia representativa, que vendrá completada por figuras de democracia participativa. La institución por antonomasia que representa a los ciudadanos europeos es el Parlamento Europeo, que viene celebrando elecciones al mismo desde 1979 de manera ininterrumpida cada cinco años. Desde entonces el mismo ha ido asumiendo más y más competencias convirtiéndose en colegislador en pie de igualdad con el Consejo. Podríamos decir que el Parlamento Europeo sería la cámara de representación de los ciudadanos europeos y el Consejo una cámara de representación territorial de los intereses de los Estados miembros.
No obstante, debemos afirmar que la propuesta de una nueva ley europea es monopolio exclusivo de la Comisión Europea, cuyo texto será discutido en pie de igualdad por el Parlamento Europeo y el Consejo llegando a un texto legislativo único (si ambas instituciones se ponen de acuerdo), que daría lugar una nueva ley europea (llamada directivas o reglamentos atendiendo a las consecuencias de esta y su desarrollo posterior).
Se ha hablado siempre mucho de la ciudadanía europea y de cómo ésta viene completar y enriquecer la nacional. Uno de los derechos que implica el hecho de ser ciudadano de un Estado miembro son los derechos a ser sujeto activo y pasivo tanto en las elecciones municipales como al Parlamento Europeo.
En este artículo nos centraremos en la cámara de representación de los ciudadanos europeos, su composición, funcionamiento y algunos aspectos de mejora, que sin duda alguna la contribuirían sin duda a dotarle de una mayor visibilidad de cara a los ciudadanos y un mayor protagonismo en el proceso de toma de decisiones en el complejo entramado institucional que conforma la Unión Europea. Todo ello sería fundamental, si realmente queremos que la democracia representativa en Europa se desarrolle de manera plena.
El Parlamento Europeo es el órgano de la Unión Europea elegido por sufragio directo, con competencias legislativas, presupuestarias y de supervisión. Fue creado en 1952 como Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, en 1962 como Parlamento Europeo y en 1979 se celebraron las primeras elecciones por sufragio directo. Su trabajo se desarrolla en comisiones parlamentarias (que preparan la legislación) por áreas de especialización, grupos políticos y plenos (que aprueban la legislación). Estos últimos suelen llevarse a cabo en Estrasburgo en sesiones de cuatro días, pero a veces se desarrollan en Bruselas en sesiones más cortas denominadas mini plenos. En la actualidad el Parlamento Europeo, presidido por el italiano, David Sassoli, tiene tres sedes: Estrasburgo, donde tienen lugar la mayoría de las sesiones plenarias, Bruselas, donde tiene lugar el trabajo de las comisiones parlamentarias y de los grupos políticos, y Luxemburgo, donde se encuentran situado la secretaria general de la institución, así como los servicios de traducción e interpretación. El número de eurodiputados desde finales de enero de 2020 tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea es de 705, gozando España de 59. El número de diputados al Parlamento Europeo por cada país es proporcional a su población aproximadamente, aunque ésta es de tipo decreciente. Ningún país puede tener menos de 6 ni más de 96 eurodiputados. El número total no puede ser superior a 705 miembros contando al presidente. Los diputados al Parlamento Europeo se agrupan por ideologías, no por nacionalidades.
Los ciudadanos, ya nos encontremos ante un ciudadano de un Estado miembro de la Unión Europea o un residente en la misma, pueden solicitar ante la comisión de peticiones del Parlamento Europeo que éste actúe ante un asunto concreto que sea competencia de ésta. En el caso de que se trate de empresas u organizaciones deben estar establecidas en territorio de la Unión.
Los ciudadanos europeos muchas veces desconocen la importancia y papel de su cámara de representación a escala europea y esto de debe en gran medida a la relativa poca visibilidad de los trabajos y decisiones de ésta. En este sentido, me gustaría abordar tres propuestas de mejora que podrían contribuir a acercar más a la ciudadanía dicha institución, a saber: en primer lugar, la verdadera introducción de los “Spitzenkadidat” a nivel europeo con un candidato por cada partido político europeo, que fuera además el candidato para presidir la Comisión Europea. Estos cabezas de lista a nivel europeo visibilizarían la existencia de estos partidos europeos, que podría verse reforzada con la creación a su vez de las denominadas listas transnacionales. En segundo lugar, el Parlamento Europeo debería de tener un verdadero derecho de iniciativa legislativa y que esta prerrogativa no fuera exclusiva de la Comisión Europea. Sólo con esta competencia asumida por parte de la Eurocámara podríamos hablar realmente de una democracia representativa plena. En la triple división clásica de poderes que acuñaría Montesquieu entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial, no es de recibo, que el derecho de iniciativa legislativa recaiga exclusivamente en el Ejecutivo comunitario, esto es, en la Comisión Europea. La tercera propuesta para acercar el Parlamento Europeo a los ciudadanos sería reforzar su papel en el instrumento de la iniciativa ciudadana europea, esto es, que ésta se convirtiera en un acto jurídico vinculante para la Comisión Europea si contara con la votación favorable del Parlamento Europeo en pleno, obligando de esta manera al ejecutivo comunitario a llevar a cabo una propuesta legislativa que la recogiera.
Si queremos que realmente exista un demos europeo debemos de trabajar este concepto desde dos vertientes: la institucional con órganos que sean verdaderamente democráticos, próximos y sencillos de entender para los ciudadanos, y en una segunda vertiente, trabajar el campo educativo y cultural que contribuya a configurar la Unión Europea en torno a una historia, tradición y principios y valores comunes europeos afianzados en la democracia, la dignidad de la persona, la libertad, el Estado de derecho y la economía social de mercado. Todo ello servirá para construir una Europa más comprensible, sencilla y útil para el ciudadano, que debe acoger como suyo el proyecto de integración europeo para que éste sea verdaderamente una suma de voluntades y por tanto un éxito colectivo. Éxito no sólo de los Estados miembros, sino también sobre todo de los ciudadanos europeos, aunando así perfectamente ambas legitimidades democráticas y concediendo así un papel decisivo a la ciudadanía europea.
Carlos Uriarte Sánchez, secretario general de Paneuropa España y profesor de Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos.