La crisis de Francia y de Alemania tiene efecto de rebote en la UE
Desde Bruselas, António Costas, presidente del Consejo Europeo y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, otean con preocupación el horizonte cercano tanto de Francia, como de Alemania. Dos socios imprescindibles en el club europeo de los veintisiete países.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, lleva largos meses proponiendo que la UE tenga su propio ejército comunitario, una especie de mini-OTAN y en reiteradas ocasiones, ha declarado públicamente, que los países europeos deberían enviar tropas a Ucrania para defenderla de Putin y evitar que pierda el 30% de su territorio.
Mientras el canciller alemán, Olaf Scholz, un tanto reluctante a enviar ayuda económica y militar a Ucrania ha terminado convencido de que si cae Ucrania en las manos del dictador ruso seguirán los países bálticos y muy probablemente otros países de Europa del este.
Pero ahora todo es incierto y Trump volverá a la escena internacional a partir del 20 de enero próximo y su primer pendiente tiene que ver con la invasión rusa a Ucrania. Si, Francia y Alemania, viven un viraje político importante es casi probable que se quede en el tintero el apoyo a Ucrania y la creación de un ejército común europeo.
Jorg Lau, editor en el semanario Die Zeit, analiza la situación señalando que Alemania se encuentra en un “estado lamentable” y que esta deriva sin líderes es desastrosa para Europa.
En un artículo escrito para The Guardian, el periodista alemán considera que las elecciones anticipadas serán un referéndum sobre la fallida coalición de Scholz.
“El último día del Gobierno de coalición de Scholz en el que perdió el voto de confianza, vimos en el Bundestag una sesión en la que el canciller alemán y sus rivales se lanzaban insultos en el Parlamento”, subrayó Lau.
Lo que viene ahora son elecciones el próximo 23 de febrero y solo un milagro podrá sostener a Scholz en el Gobierno. Hasta el momento las encuestas sitúan a Friedrich Merz, líder de la oposición conservadora, como probable próximo canciller.
¿Quién es Friedrich Merz? Pertenece a la Unión Demócrata Cristiana, el mismo partido que la excanciller, Angela Merkel, pero su bagaje es más empresarial que político.
En cierto sentido tiene un lenguaje un tanto cuanto parecido al de Trump y habla de recuperar a Alemania y devolverle el brío necesario para ser otra vez la potencia de Europa. La gran locomotora de la UE.
En cambio a Scholz y su partido socialdemócrata, las encuestas lo consideran responsable de los fracasos de su coalición tripartita que no ha podido mantener un Gobierno estable con los Verdes y los Demócratas Libres.
Merz se hizo rico trabajando como abogado y cabildero. Antes de volver a la política, fue presidente del consejo de supervisión de la filial alemana de BlackRock, la empresa de inversión estadunidense.
Fue solo cuando Merkel se preparaba para retirarse que Merz volvió a la política. Cuando regresó a la escena política, en 2018, prometió que podría reducir el éxito del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, conocido por sus iniciales alemanas AfD, moviendo su partido más a la derecha en temas clave como la inmigración.
Precisamente parte de su discurso se ha centrado en atacar a los inmigrantes, en especial, a los refugiados y asilados. Y, no en pocas ocasiones, ha prometido que, de ser canciller, endurecerá los servicios de acogida.
También ha prometido que Alemania gastará más en su propia defensa y modernizará a su ejército en un momento en que se debate la reintroducción del servicio militar obligatorio.
Desafección ciudadana
La contienda más complicada para Alemania en las próximas elecciones generales será contra la creciente popularidad de la extrema derecha y del nacionalsocialismo.
La situación económica no ayuda a las fuerzas políticas más moderadas. Alemania enfrenta problemas económicos importantes: el Fondo Monetario Internacional ubicó a Alemania como la economía con peor desempeño en Europa con un crecimiento de 0% este año y de 0,8% para 2025.
Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas (CGE), señala que la economía germana enfrenta una serie de problemas con una tendencia negativa. “Con problemas en el consumo y una demanda interna en caída libre así como en sus exportaciones”.
“El país teutón viene padeciendo el colapso de la cadena de suministros, se le ha cerrado el grifo de la energía rusa de costo tan reducido, a lo que se unen los problemas actuales de la economía china; además está sumida en una crisis inmobiliaria sin precedentes y pagando el peaje de un debilitamiento de su comercio exterior, la salida de su gran fabrica, ante el menor crecimiento mundial”, de acuerdo con Pedraza.
El economista español recuerda que la debilidad económica germana se centra en la industria, que ha caído en términos de producción en los últimos cinco años un 12 por ciento.
“Algo que no encuentra otra causa que el debilitamiento de su sector automovilístico, afrontando la feroz competencia en su propio terreno. Estas importaciones en Europa de vehículos chinos aumentaron un 37% en 2023, algo que continúa creciendo”, explicó.
La crisis de Volkswagen es el epítome de la crisis en la que está embrollada la economía alemana: hace un par de meses, el fabricante automotriz dio a conocer, a través de su jefa de Comité de Empresa, Daniela Cavallo, que planea cerrar al menos tres plantas en Alemania.
Cavallo advirtió a los 120 mil trabajadores del fabricante automotriz que vienen tiempos duros con recortes de puestos de trabajo, reducciones salariales y cierres de plantas para “sobrevivir” ante la competencia exterior.
La producción de autos eléctricos chinos está ahogando a las otrora poderosas automotrices europeas, con la industria alemana a la cabeza. De hecho, la UE anunció aranceles adicionales a las importaciones de autos chinos de entre el 17.4% y el 37.6% intentando amortiguar el golpe de la competencia externa.
Volkswagen controla su marca homónima, así como Audi, Porsche, Seat, Škoda y otras. Se está considerando cerrar una fábrica de Audi en Bélgica, lo que sería su primer cierre fuera de Alemania en cuarenta años.
También los alemanes ven el futuro inmediato con desasosiego. Se sienten impactados por la guerra de sanciones contra Rusia y al no tener más su gas barato aflora la falta de competitividad en diversas industrias.
Al respecto, Lau señala que los demócratas cristianos conservadores, que han gobernado durante diez y seis años deben aceptar cierta responsabilidad por el lamentable estado en el que está Alemania.
Para el periodista alemán, los partidos de la extrema derecha y la extrema izquierda, lideran una “reacción violenta” contra el apoyo al esfuerzo bélico ucraniano. “La ultraderechista AfD quiere poner fin a las entregas de armas y conceder la victoria a Putin; en las encuestas van un 18% por delante del SPD de Scholz”.
Francia una debacle anunciada
Tampoco Francia tiene un mejor panorama: el FMI prevé un PIB de 1,1% para este año y para 2025, el desempeño económico está afectado por la situación política interna.
Hay una pérdida de competitividad, las constantes pugnas con los sindicatos y un programa de pensiones que sigue presionando las finanzas públicas son los tres quebraderos de cabeza del actual presidente Emmanuel Macron, acechado su Gobierno, por la ultraderecha y la ultraizquierda.
A Macron nada le sale bien: el pasado 7 de julio perdió las elecciones legislativas acorralado por el éxito arrollador de la ultraderechista, Marine Le Pen y de la coalición formada por los partidos de izquierda y ultraizquierda que buscan evitar, a toda costa, que la ultraderecha termine instalada en el Elíseo.
Las elecciones en la Europa, de la pospandemia, van reflejando de manera inquietante un voto de castigo contra el partido en el poder y han mostrado una preocupante pérdida del centro; mientras, los votantes más jóvenes de la llamada Generación Z, están escorándose de forma radical o hacia la ultraderecha o hacia la ultraizquierda.
Sobre todo Le Pen está al acecho: la legisladora ya ha puesto fecha para la caída de Macron en 2025. El primer ministro, Michel Barnier, no ha durado más de tres meses y Macron ha visto cómo ambos extremos políticos se han puesto de acuerdo en la Asamblea Nacional para tumbarle a Barnier.
Recién nombró al centrista, Francois Bayrou, como nuevo primer ministro. Se trata de un político muy conocido fundador y líder del Movimiento Democrático (MoDem) que ya fungió como ministro de Educación en el período de 1993 a 1997.
Para CNN, Rob Picheta y Chris Liakos, señalan los retos inmediatos: “Tratar de aprobar un presupuesto en un parlamento fuertemente dividido, donde Macron se enfrenta a una oposición bastante dura tanto del bloque de la izquierda como de la extrema derecha”.
Macron pretende un incremento de impuestos en casi 60 mil millones de euros, para el próximo año, pero la Asamblea Nacional tiene paralizadas sus aspiraciones presupuestales.
Ya en noviembre, el Elíseo tuvo que renunciar a un incremento en las tasas eléctricas que darían 3 mil millones de euros de ingresos recaudatorios extras al Gobierno. Es ahora el primer ministro Bayrou el que tiene el reto de sacar un nuevo presupuesto.
El proyecto de ley de financiamiento propuesto por Barnier, que provocó su caída, tenía como objetivo reducir el déficit presupuestario del país al 5% el próximo año, según cálculos del gobierno.
Algunas de las medidas son muy impopulares entre los partidos de la oposición, como retrasar la equiparación de los aumentos de las pensiones a la inflación.
La actual crisis política de Francia se desató cuando Macron convocó elecciones parlamentarias anticipadas para julio, una votación que resultó en un parlamento dividido que dejó a los legisladores centristas del presidente absolutamente rebasados por los bloques de la izquierda y la extrema derecha.
La ultraderechista Marine Le Pen, sigue declarando a diestra y a siniestra, que está lista para gobernar en Francia; para parar el desempleo y recuperar la economía y frenar el apoyo económico y militar al Gobierno de Kiev. “Haremos las paces con Putin”.
Recientemente, Le Pen declaró a Le Parisien que está preparándose para unas elecciones presidenciales anticipadas porque “Macron es ya un cadáver político”.
La fragilidad de la economía y las perspectivas sombrías sobre el horizonte más cercano son dos factores completamente negativos para el macronismo que tiene además una gran impopularidad en las clases medias y bajas y en los cinturones de miseria de París y de otras grandes ciudades francesas.
El próximo año no pinta nada bien, ni para Alemania, ni para Francia, los dos países podrían vivir una caída de sus respectivos líderes y dar paso a gobiernos contrarios a seguir apoyando a Ucrania y más proclives a recuperar los lazos con la Rusia de Putin. Dos Gobiernos que, además, podrían dejar del lado los intereses de la Unión Europea para cuidar los propios.