Francia experimenta un cambio de era con el centro difuminado

Emmanuel Macron – PHOTO/Aurelien Morissard/POOL/AFP

Francia no va a salir indemne de la ola de cambios que están viviendo los países occidentales tras la pandemia del coronavirus: el centro es el gran damnificado dado que se ha ido difuminando en la medida que la gente ha ido somatizando su propia experiencia personal de cómo impactó la pandemia en su vida; en su familia; en su trabajo; en su empresa; en la economía local, nacional e internacional

  1. Reino Unido como una puerta de entrada para el abanico del club europeo
  2. ¿Mélenchon será primer ministro?

Nadie ha vuelto a ser igual que antes de la pandemia, ese es el hecho más traumático experimentado a nivel global en lo que llevamos del siglo XXI. Era de esperar porque los mismos ciclos de la historia lo exponen: cuando empeoran las cosas, hay miedo; temor; incertidumbre; resquemor y esa sensación de que todo va a mal que se traduce en ostracismo ciudadano y el voto de la rabia que quiere destruirlo todo… cambiarlo de arriba hacia abajo.  

En 2017, Francia registró un PIB del 2,3% y en 2023 creció un 0,9% mientras que la inflación en 2017 se ubicó en el 1,19% y en 2023 cerró en el 4,9%; y otro indicador relevante: la tasa de paro en 2017 fue de 8,6% y en 2023 del 7,6% 

Emmanuel Macron ganó las elecciones en 2017 derrotando a François Hollande proponiendo con su partido “En Marcha” una serie de políticas centristas pretendiendo con ello avanzar en lo social e impulsar la actividad empresarial. 

Desde entonces han pasado siete años  y el macronismo está muerto. En la actualidad, Francia está profundamente dividida con una sociedad cada vez más confrontada: económica, social, ideológica y políticamente. Si Macron no logra convencer de que lo apoyen los partidos de izquierdas, comunistas y ecologistas, el futuro de Francia quedará en las manos de la ultraderecha.  

El que la sigue la consigue. La ultraderechista Marine Le Pen no disimula estos días su cara de satisfacción porque su partido, Agrupación Nacional, acaricia con las manos el olimpo del poder. En un editorial, el New York Times señala que “el centro ha colapsado ante los ojos de Macron” y anticipa que el país se perfila hacia la ingobernabilidad.

Los principales partidos por circunscripción en la primera vuelta de las elecciones legislativas de junio de 2024 en Francia, según los resultados completos - PHOTO/AFP

El primer escenario político al que Macron podría enfrentarse, a raíz de la segunda vuelta electoral de las elecciones legislativas del domingo 7 de julio, es cogobernar con un primer ministro distinto al de su partido y abrir así un llamado Gobierno de cohabitación. Esto es, Macron como presidente pendiendo de un hilo, con un primer ministro ya sea de ultraderecha o de ultraizquierda y una Asamblea Nacional muy fragmentada en la que su partido sería tercera o cuarta fuerza.  

Todo hace prever que Macron perderá a su joven primer ministro, Gabriel Attal. Francia es una República constitucional semipresidencialista y el Poder Ejecutivo se comparte entre el presidente y el primer ministro. Si Macron no logra mediante un pacto con el nuevo Legislativo sostenerse en el Gobierno perderá a su primer ministro y muy seguramente terminará acorralado en una moción de censura y serán convocadas elecciones generales.  

Los resultados de las elecciones legislativas del domingo 30 de junio ya evidenciaron “per se” la división rupturista en la sociedad francesa; lo escoradas que están las posiciones entre una generación de mayores que ha votado por el Nuevo Frente Popular que se presenta como una coalición antifascista y los “millennials” que han votado por Le Pen y su extrema derecha de Agrupación Nacional. La muchachada veinteañera de la Generación Z también está muy radicalizada, muchos son seguidores de la ultraizquierdista La Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon, miembro del Nuevo Frente Popular. Mélenchon ha declarado reiteradamente que él quiere ser el nuevo primer ministro de Francia.  

Y, aunque son polos encontrados, la historia siempre demuestra que tan malo es un Gobierno de ultraderecha, como otro de ultraizquierda, porque ambos, siempre recorren el mismo lindero: más poder, más control y menos libertades.  

El electorado galo vive una pulverización enfermiza fruto de la polarización interna auspiciada por una serie de temas ríspidos que han degradado la convivencia y rebajado la calidad de vida de las personas que viven en Francia.  

Para Le Pen y su Agrupación Nacional, la culpa la tienen las políticas migratorias laxas que han supuesto un coladero de gente inmigrante que solo ha traído a Francia inseguridad, crimen y miseria. Francia es para los franceses, defiende el presidente de Agrupación Nacional, Jordan  Bardella, un “millennial” de 29 años con una buena capacidad de oratoria. 

En la primera vuelta de las elecciones legislativas, Agrupación Nacional salió victoriosa con el 34% de los votos; en segundo lugar, el Nuevo Frente Popular con el 28,1% de los sufragios y, en tercera posición, “Ensemble” del presidente Macron con un 20,3%. 

Lo que está en juego es crucial: desde la gobernabilidad de Francia; la parálisis en la Asamblea Nacional de los presupuestos y de las propuestas de Macron (serán renovados 577 miembros de la Asamblea Nacional): la posibilidad de convocar elecciones generales anticipadas y hasta el incendio social en las calles.

Jean-Luc Melenchon, líder del partido opositor de extrema izquierda francés La Francia Insumisa, con varios miembros de NFP - REUTERS/ABDUL SABOOR

La parte más progresista en Francia está uniéndose para frenar en seco el ascenso de la ultraderecha que ha perseguido a Francia, desde octubre de 1972, cuando Jean-Marie Le Pen, el padre de Marine, fundó el Frente Nacional para la Unidad Francesa.  

La llave está en las manos del Nuevo Frente Popular una maxi alianza que recupera el nombre ya utilizado en Francia, entre 1936 y 1938, cuando se luchaba también contra la extensión del fascismo. Un ciclo político que pasó a dominar a buena parte de Europa y que levantó gobiernos como el nazismo en Alemania, el fascismo de Benito Mussolini en Italia o el franquismo en España. 

Solo este Nuevo Frente Popular puede encarar a la ultraderecha francesa tan cuidada por Le Pen porque ella personalmente se ha encargado de matizar y esgrimir que son “una derecha moderada”. 

El mismo caso que Giorgia Meloni, en Italia. La primera ministra que pertenece a Hermanos de Italia y que repite a diestra y siniestra que “en Italia no hay sitio para racistas y antisemitas”. Le Pen y Meloni representan la imagen autóctona local en la que muchos se ven (o quisieran) verse reflejados: rubias, blancas, de buen ver y con ojos de color.

¿Quién puede frenar las aspiraciones de los “lepenistas”? Sin duda, el Nuevo Frente Popular que está conformado por partidos de izquierdas (de todos los espectros) comenzando por la ultraizquierda de La Francia Insumisa; además se ha unido el Partido Socialista de tintes socialdemócratas; también el Partido Comunista Francés y se añadieron los verdes del partido Los Ecologistas.

No es la primera vez que llevan a cabo un pacto de conveniencia: lo hicieron en 2022 cuando Macron volvió a presentarse por otro quinquenio. En dichas elecciones, este pacto consiguió 131 diputados y, en parte, fueron los responsables de impedir la mayoría absoluta que Macron consiguió durante su primera victoria electoral en 2017 cuando derrotó a François Hollande.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, antes de emitir su voto en la primera ronda de las elecciones parlamentarias en una mesa electoral en le Touquet, al norte de Francia, el 30 de junio de 2024 - REUTERS/YARA NARDI

Reino Unido como una puerta de entrada para el abanico del club europeo 

Mujtaba Rahman, jefe de la política europea de Eurasia Group, reflexiona sobre la idea de que si el electorado francés quiere algo nuevo, como suele hacer, Le Pen será su única opción real. 

En estas elecciones legislativas, además Agrupación Nacional crecerá como fuerza legislativa y pasará de tener los 88 diputados en la Asamblea Nacional a posiblemente el doble de éstos.  

Tampoco parece hacerle mucho daño las constantes acusaciones de Mélenchon contra Le Pen, su familia y su partido. El líder ultraizquierdista insiste en que Marine es un lobo con piel de oveja “autoritaria y xenófoba”; que su familia se codeaba con los nazis y era colaboracionista con el régimen de Vichy (1940 a 1944) y remarca que su partido, esto es, Agrupación Nacional es muy cercano al Kremlin e incluso desliza la idea de que el Kremlin le haya dado alguna aportación financiera.  

Le Pen es simpatizante del dictador ruso, Vladimir Putin, y en más de una ocasión ha declarado que no enviará armas a Ucrania y hará todo lo posible porque la guerra termine lo más pronto posible 

Al respecto, Rahman escribió en “Político” que, si Le Pen saliera elegida presidenta, en el mejor de los casos conduciría a Francia a cinco años de deriva y confusión, tanto en el interior del país, como en su relación con la UE.  

“En el peor de los casos, podría sacar a Francia de la alianza occidental, iniciando un proceso que podría dividir a la UE, al menos en su forma actual”, remarca.  

Son muchas cosas en el tintero tanto en política económica; en política migratoria; en política social; en derechos LGTBI; en la posición del Estado francés respecto a diversos valores progresistas y en la posición internacional de Francia hacia su apoyo a Putin; su intervención en la invasión de Ucrania; lo mismo frente a Hamás e Israel y su posición ante organismos internacionales como la OTAN, G7 y la UE.  Le Pen es nacionalista y no acepta las injerencias desde la UE.

La gente hace cola para votar en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias anticipadas francesas en un colegio electoral en París, Francia, el 30 de junio de 2024 - REUTERS/ABDUL SABOOR

¿Mélenchon será primer ministro?

La otra polarización se vive ardientemente en las calles francesas. En París, las marchas antifascistas movilizadas por Jean-Luc Mélenchon de La Francia Insumisa son cada día más voluminosas.  “Son ellos o nosotros”, así lo ha declarado el veterano político que cumplirá 73 años.  

Sin embargo, los otros partidos izquierdistas, comunistas y ecologistas con los que se ha aliado en el Frente Nacional no lo quieren de primer ministro. Una situación que hará una difícil negociación para el nuevo Gobierno. 

Los caminos, entre uno y otro lado, son malos para Macron: Si es la ultraderecha de Le Pen la que obtiene un relevante porcentaje de legisladores en la Asamblea Nacional tendrá Macron que aceptar al ultraderechista Jordan Bardella como primer ministro. No solo será todavía más joven que Attal sino que incluso, le impondrá al Elíseo su agenda antimigratoria. 

Ya Agrupación Nacional ha venido anunciando que limitará el acceso a los puestos claves en varias áreas del gobierno y dentro del sector público solo para franceses nacidos en Francia.  

Y si, es el ultraizquierdista, Mélenchon el que resulta ser el nuevo primer ministro, también es malo para Macron.  Entre las propuestas de la izquierda radical están una reforma del sistema electoral para una mayor proporcionalidad, la subida del salario mínimo, un nuevo impuesto a las grandes fortunas; la gratuidad de materiales y comidas escolares, así como la jubilación a los 60 años.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron (der.), emite su voto en la primera vuelta de las elecciones - AFP/YARA NARDI

Además, en política internacional, piden el reconocimiento del Estado de Palestina; un embargo de armas a Israel; y, respecto de la guerra de Ucrania, la Francia Insumisa apuesta por seguir enviando ayuda militar, pero sin que Francia intervenga de manera directa en el conflicto. Sus ideas son igualmente nacionalistas y euroescépticas. 

El analista Marc Bassets escribió en El País que Francia, cuna de una idea de la Europa de los derechos humanos y la Ilustración, tiene que decidir si coloca a la extrema derecha euroescéptica y nacionalista en el poder o si enfrenta su ascenso imparable con una coalición heterogénea que abarque desde la izquierda radical a la derecha moderada. Una coalición “Frankenstein”.   

Desde luego, para Macron y para sus políticas de centro, el costo será enorme. Ahora mismo, el balón del poder lo están disputando a cara de perro, la ultraderecha “lepenista” y la ultraizquierda de Mélenchon. Y no es, desde luego, ninguna buena noticia para el futuro inmediato de Francia.