Opinión

Globos espías enrarecen más el entorno internacional

En la sátira “No mires arriba” un Leonardo Di Caprio obsesionado por salvar a la gente, ante la amenaza de un cometa que colisionará con la tierra, intenta capturar la atención de las personas que están más preocupadas por sus aparatos celulares y cotillear en las redes sociales. La gente no levanta la mirada hacia el cielo.

Los que sí la han levantado son los encargados de la seguridad nacional y defensa de Estados Unidos y han encontrado un globo de tamaño enorme vagando perdido en la estratosfera; una de las capas de la atmósfera en la que no vuelan los aviones comerciales que, en cambio, lo hacen en la troposfera a una menor altitud.

El pasado 2 de febrero, el Pentágono detectó un globo sobrevolando el estado de Montana y entre los rastreos realizados por imágenes de satélite verificó que llevaba días desplazado por las corrientes de aire y habría pasado sobre de las islas aleutianas (Alaska) y luego atravesó Canadá.

Los funcionarios de inteligencia militar de Estados Unidos indicaron que se trataba de un globo made in China y entonces se dijo que era “un globo espía” y al paso protestaron desde Pekín bajo el argumento de que no había nada de espionaje y que, más bien, se trataba de un globo de recopilación científica y atmosférica.  Y, además, el Gobierno chino reconoció que habría un segundo globo “arrastrado por los vientos” recorriendo América Latina.

Para el 3 de febrero, la Casa Blanca, en protesta, decidió cancelar a última hora el viaje oficial previsto por Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, para el día 5 de febrero. Desde 2018, ningún secretario de Estado de la Unión Americana ha vuelto a pisar suelo chino; y se esperaba que fuese una visita preparatoria para una reunión entre el presidente Joe Biden y su homólogo chino, Xi Jinping.

Había, además, en la agenda de Blinken la búsqueda de un acuerdo marco para seguir presionando a Rusia para deponer las armas, retirar las tropas de Ucrania y llevar a Putin a una mesa de diálogo y de negociación auspiciada y presionada por la propia China.

No solo el viaje fue cancelado, sino que China envió una nota diplomática quejándose de las acusaciones de espionaje y para echar más leña al fuego, el propio Biden ordenó el despegue de varios cazas F-22 Raptor para derribar el globo con un misil AIM-9X Sidewinder.

"China expresa su fuerte descontento y protesta contra el uso de la fuerza por parte de Estados Unidos para atacar una aeronave civil no tripulada. Ha sido una reacción claramente desproporcionada que ha incurrido en una grave violación de las prácticas internacionales”, de acuerdo con  un comunicado enviado por el Ministerio de Exteriores chino.

Por su parte, Lloyd Austin, titular del Pentágono, defendió que su país tiene todo el derecho de protegerse y velar por la seguridad de su territorio y de sus ciudadanos.

“Tomamos una decisión deliberada y legal que se dio como respuesta a la inaceptable violación de nuestra soberanía por parte de China y es algo inaceptable desde cualquier punto de vista”, esgrimió el ministro de Defensa norteamericano.

Estos días, la Unión Americana ha puesto especial atención a su espacio aéreo redoblando los esfuerzos por monitorearlo y ha llegado a localizar varios objetos voladores no identificados que, en su momento, la prensa estadunidense especuló pudieran ser OVNIS.

Las palabras de Glen VanHerck, comandante en jefe del escuadrón de Defensa Norad, señalando el origen “extraterrestre” de los objetos voladores no identificados –un total de tres– sobrevolando Estados Unidos, Alaska y Canadá provocaron un cúmulo de especulaciones; a tal grado que, la propia Karine Jean-Pierre, portavoz de la Casa Blanca, desmintió su origen alienígena.

No hay, a la fecha, una explicación al respecto de los objetos voladores no identificados y detectados por el sistema de radar norteamericano que está más sensible que nunca antes identificando todo lo que se mueve dentro de su espacio de seguridad; como consecuencia, de la irrupción del globo de origen chino de principios de febrero.

Precisamente, el senador por Florida, Marco Rubio, ha solicitado una mayor “agresividad” en la vigilancia del espacio aéreo norteamericano, tanto en las medidas de detección, como de intercepción.

“Estoy seguro de que esto lleva años pasando y vemos cómo en las últimas 72 horas varias aeronaves no identificadas han estado operando sobre el espacio aéreo restringido de Estados Unidos; solo que en esta ocasión las hemos visto en los radares”, esgrimió el legislador republicano.

A su vez, Biden trató de calmar el furor por el espionaje aéreo chino asegurando que los últimos objetos derribados no estaban vinculados a Pekín y afirmó que hablaría con Xi Jinping al respecto.

“Todavía no sabemos exactamente qué eran estos tres objetos, pero nada en este momento sugiere que estuvieran relacionados con el programa de globos espía de China o que fueran vehículos de vigilancia de cualquier otro país”, puntualizó el mandatario norteamericano.

A ciencia cierta, en medio de las crecientes rispideces globales entre las dos potencias, China y Estados Unidos, y con problemas tan crudos como la invasión de Rusia a Ucrania, no se sabe si esto forma parte también de la nueva narrativa en las tensiones actuales y si hay una provocación deliberada para confrontar a ambas naciones. ¿Cuánto hay de espionaje de por medio con estos globos? Sería un espionaje muy evidente, casi una práctica obsoleta, en la época de la era digital y los satélites operando que espían de forma más disimulada.

Pero también Ucrania ha denunciado el avistamiento de varios globos en su territorio: “Es probable que los globos fueran rusos. Creemos que es una nueva táctica rusa de recopilación de información para obtener datos sobre los sistemas de defensa aérea ucranios; y también una forma de obligarnos a gastar valiosos misiles aéreos y municiones”, reconoció el Ministerio de Defensa de Ucrania.

Días posteriores, China reportó que  “un objeto volador no identificado” había sido detectado sobre la provincia de Shandong, cerca del Mar de Bohai, de acuerdo con la Oficina de Desarrollo Marino de Qingdao.

Realmente es un momento muy delicado para enrarecer el ambiente con objetos voladores de extraña procedencia, la sensibilidad sobre de los globos tiene como punto de referencia a la Segunda Guerra Mundial.

Quizá sea de los ataques menos conocidos contra Estados Unidos y fue perpetrado por Japón, casi al final de la Segunda Guerra Mundial: se trató de una operación llevada a cabo con 6.000 globos de hidrógeno con cargas explosivas e incendiarias (de 10 metros de diámetro y 20 metros de altura) bajo la operación FU-GO con la intención de que cayesen y explotasen sobre de territorio norteamericano; fundamentalmente sobre la parte oeste más boscosa con la finalidad de desatar incesantes incendios.

Como resultado de una explosión, un total de seis civiles norteamericanos perdieron la vida y de acuerdo con el Pentágono, menos del 10% de los globos entraron a territorio norteamericano. La operación fue considerada un fracaso para un Japón ya derrotado por las bombas atómicas.

De los globos detectados actualmente, las opiniones de los analistas están muy divididas, no hay un consenso; por ejemplo: Andrew Lewis, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, cree que sí era un globo meteorológico arrastrado por los vientos; al tiempo que sostiene, China tiene otros instrumentos para recopilar información de inteligencia militar.

A su vez, Raúl González, experto militar español de IDITESDE, considera que también hay un relato simplista que se repite una y otra vez a conveniencia, como en su momento fue utilizado contra Irak.

“Hay una narrativa de las películas y siempre son los mismos argumentos del bien y del mal para convencer a la gente; y muchas veces hay desinformación o incluso se satura de esa información… ya sean globos meteorológicos o globos espías, aquí los globos no sirven solo con un fin sino para varios fines. La cuestión es por qué ahora en un momento concreto de la historia se presta atención a esto. Aquí hay muchos intereses de desinformar y manipular a la opinión pública”, puntualizó el coronel González.

Ya sea concitar confusión, enrarecer más el ambiente internacional y hasta tensionar más la cuerda de desencuentros en Washington y Pekín, lo cierto es que estas maniobras provocadoras forman parte de una estrategia de guerra de la que no parecemos librarnos en el corto plazo.