Trump advierte que impugnará las elecciones
Todavía el año pasado el discurso de Donald Trump giraba en torno a dos ejes: el muro y el rechazo a los migrantes ilegales; y el crecimiento junto a su política fiscal. A mediados de julio de 2019, el FMI pronosticaba un PIB de 2,6% para la Unión Americana y de 1,9% para este año.
La pandemia lo ha trastocado todo a tal punto que el organismo internacional anticipa una caída de 4,3% en el PIB norteamericano y una recuperación de 3,1% para 2021.
Solo China crecerá este año 1,9% o quizá más si los datos del cuarto trimestre son igual o inclusive más favorables que los reportados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) para el tercer trimestre con un crecimiento del 4,9%.
La guerra comercial emprendida por el propio Trump contra China, de hecho llevada a otros frentes como el de la contienda tecnológica con acusaciones de espionaje y de por medio roces en la geopolítica con una carrera militar y espacial abierta forman parte de este escenario ahora enrarecido por un virus mal informado desde el principio por China y por la OMS.
Alguien ha ganado esta guerra y alguien la ha perdido, salvo que para Trump solo sea una batalla más en su frente contra el Partido Comunista chino y espere darles un revés si consigue la reelección el próximo 3 de noviembre.
El mandatario estadounidense tiene un doble frente abierto: uno en la arena internacional, ¿qué dignatarios y de qué países quieren realmente entenderse con Trump por otros cuatro años? Más allá de Israel, Brasil, Arabia Saudita, Hungría…
El otro frente es interno: sin su mejor arma de por medio, la fortaleza económica, a la gente de ciertos grupos minoritarios le queda mucho rencor y sentirse traicionada, no es el mismo escenario de hace cuatro años atrás en que el efecto Obama metió a un ‘outsider’ a la Casa Blanca.
Su discurso envalentonado bajo una corriente de nacionalismos burbujeantes lo llevó al poder, sin embargo, todo este tiempo en el Gobierno le ha dado a la gente la oportunidad de conocerlo en la práctica: tirano, autoritario, narcisista, díscolo y carente de lógica en su toma de decisiones, sus múltiples roces con la gente de su gabinete y otros ministros no han pasado desapercibidos.
Su perfil desdibuja a una persona impulsiva, un mandatario con tal presión y responsabilidad no debe provocar en su cuenta de Twitter para proferir amenazas a otros gobernantes como lo hizo contra el dictador norcoreano Kim Jong-un ni mucho menos aventar a otro homólogo, según lo atestiguaron los europeos, cuando violentamente apartó a Dusko Markovic, primer ministro de Montenegro, durante una reunión de la OTAN.
La del próximo tres de noviembre será una elección en la que el mundo estará muy pendiente, más porque flota la duda de qué reacción tomará Trump si pierde por un margen pequeño contra Biden.
De eso va el meollo, del margen de la victoria, cada voto será esencial, eso lo sabe Biden que ha decidido apretar su campaña en Texas porque el sufragio hispano esta vez sí puede marcar una enorme diferencia.
Primordialmente, el voto hispano joven, el de los muchachos de 18 a 24 años que están en las universidades o que se han quedado a la puerta de ingresar a alguna; de esos hispanos que han visto morir a los suyos de coronavirus desatendidos por un sistema de salud que los excluye y discrimina.
A mediados del mes de octubre, en Estados Unidos había registrados ocho millones y medio de contagios y más de 222.000 fallecidos por coronavirus; tanto los afroamericanos, como los hispanos, son los dos grupos de minorías más afectados por la pandemia dado que tienen el doble de probabilidad de fallecer porque están fuera del sistema sanitario.
En la Unión Americana viven 50 millones de latinos concentrados en cinco de los estados con mayor voto del colegio electoral: Florida, Nueva York, California, Illinois y Texas.
¿Cuántos podrán votar el próximo 3 de noviembre? Daniel Ureña, presidente de The Hispanic Council aclara que se trata de 32 millones de hispanos que son “un número récord” por primera vez en la historia porque “constituyen la minoría étnica o racial más numerosa”.
En voz de César Martínez, los números dan una gran responsabilidad en los estados claves: Florida, Arizona y Texas: “Los hispanos son diversos y el 60% son de origen mexicano; fundamentalmente es un voto muy atractivo porque no votan en bloque como el voto afroamericano que lo hace por el Partido Demócrata”.
Esto lo hace muy interesante, esgrime el consultor político en Estados Unidos, que además recuerda que en los últimos diez años muchos venezolanos se han hecho ciudadanos.
“Hay que ver con especial atención lo que pasará en Texas a partir de estos últimos días previos a la elección, habrá un juego fascinante porque si Texas lo deciden los latinos y lo gana el Partido Demócrata no sé cuándo el Partido Republicano pueda ganar otra elección presidencial”, apunta Martínez.
En el mismo sentido, Octavio Hinojosa, señala que Texas es el segundo estado más poblado del país con 25 millones de personas y el segundo con mayor número de votos electorales: un total de 38.
“Por eso vemos que Biden está invirtiendo dinero en ‘spots’ en Texas… ojalá logre hacer que el hispano salga a votar, él sabe que debe ganar el voto hispano para quedarse con el estado y para ganar las elecciones”, agrega.
El director y fundador de Plus Ultra Strategies LLC argumenta que en elecciones anteriores el voto hispano ha sido menor al 38% y Biden necesita que esa participación suba al 45% en Texas; y también está Florida que si “la gana Biden” le será muy favorable.
Es muy difícil poner al voto hispano en un mismo casillero, agrega Roberto Izurieta, profesor en la George Washington University, no solo por sus intereses y enfoques culturales e ideológicos sino porque depende del sitio de residencia.
“Texas, California, Nueva York, con el sistema del colegio electoral son estados jugados en los últimos 20 años, así Texas es ganado por los republicanos y California y Nueva York por los demócratas; pero esta vez Texas puede dar la sorpresa y ser bastante disputado, para mí es clave en la ecuación política de Estados Unidos”, debate el académico.
¿Cómo influirá el tema migratorio en estas elecciones? Martínez indica que si bien es un ‘issue’ relevante, actualmente no figura entre las tres primeras prioridades del norteamericano promedio.
“El tema migratorio se aborda desde el punto de vista de cómo la pandemia está afectando a este colectivo y la respuesta de Trump es ignorarlo y mucha gente debe trabajar en el campo o en fábricas empaquetando o produciendo… por tanto, son los más expuestos al virus; las personas en estos momentos estamos pensando en el daño económico y en el daño en la salud provocado por la pandemia”, asevera desde Atlanta.
Lo del muro ha sido igualmente una política errónea de Trump que ha tratado a la gente migrante como enemigos o invasores, hay muchos mensajes equivocados, insiste Izurieta, al recordar cómo recientemente el mismo presidente desdeñó al virus tras salir del hospital, quitarse la mascarilla y decirle a la gente que no le tema al coronavirus.
“La gestión de la pandemia sería esperable que termine pasándole factura, la ha negado desde el principio, ha tardado en reaccionar y cuando se ha enfermado ha dicho lo que ha dicho… pero el ciudadano común no tiene a un equipo de médicos para cuidarlo como prioridad como ha sucedido con Trump”, remarca reflexivo.
Izurieta califica a Trump de “accidente del colegio electoral” en las elecciones de 2016 porque si bien no ganó el voto popular y lo perdió por tres millones si pudo ganar el voto electoral por tres estados.
Estas próximas elecciones, insiste, serán un referéndum sobre Donald Trump y todo lo negativo que él ha hecho tendrá una influencia; no solo al interior de EU sino también al exterior hay sectores que esperan que los demócratas desplieguen todas sus capacidades y triunfen.
¿Cómo se espera la noche del 3 de noviembre? Trump ya advirtió que recurrirá el resultado si hay un escaso margen entre él y Biden objetando “fraude” electoral.
Será, advierte, Hinojosa, una noche “muy larga” en la que ya se anticipan dificultades porque hay 51 elecciones en cada estado, cada uno tiene sus propias reglas que regulan las elecciones.
“En lo personal me preocupan ciertos gobernadores republicanos que en vez de animar y promover el voto están suprimiéndolo; en Texas el gobernador decidió dejar solo un lugar por condado para depositar el voto eso significa hacerle más difícil a la persona su derecho a votar; hay condados en el que su territorio es más grande que un estado así es que esa desigualdad puede hacer que haya gente que decida no ejercer su sufragio; y en cuanto al voto por correo hay jueces federales que están permitiendo que el votante registre su sufragio en una fecha más tarde”, explica el fundador de Plus Ultra Strategies, LLC.
Después está el margen del resultado, el juego está en que pueda ser superior a los siete puntos de ventaja, de ser menor o inclusive por debajo de los tres puntos, entonces Trump no se quedará cruzado de brazos.