La guerra entre Ucrania y Rusia se agrava
Está a punto de cumplirse un año del comienzo de la guerra desencadenada por Rusia contra Ucrania y no se atisban indicios de que vaya a terminar a corto plazo. No existen perspectivas de negociaciones de paz que permitan acabar con los combates que continúan sin apuntar un resultado claro en el ámbito militar mientras continúan produciéndose víctimas todos los días. El miedo a que se eternice el enfrentamiento preocupa por los problemas indirectos que está causando al resto del mundo.
Por el contrario, según la información emanada desde Washington y recogida por los grandes medios, que suele ser la más fiable, los rusos están intensificando los ataques en lo que se interpreta como un intento de consolidar y ampliar sus posiciones en el terreno ucraniano antes de que comiencen a llegar los tanques alemanes y norteamericanos que puedan darle un vuelco a la situación en los territorios ocupados. Moscú, por otra parte, está negociando con el Gobierno de los ayatolás de Irán un acuerdo para interrelacionar sus bancos de cara a poder enfrentar conjuntamente las sanciones económicas internacionales que ambos países están sufriendo.
El propio presidente de Ucrania ha denunciado que se ha incrementado la ofensiva de la artillería rusa y que se están acumulando en algunos frentes nuevos contingentes de tropas. Zelenski está preocupado por el impacto que puedan tener en el ámbito de la OTAN y de la opinión pública los escándalos de corrupción que la pasada semana le obligó a destituir a once altos cargos que, se supone, se estaban beneficiando de la situación creada por la guerra.
Cabe destacar la solicitud que hizo a los Estados Unidos de cazas F-16, lo más avanzado en capacidad de ataque aéreo, para contrarrestar los ataques de la aviación rusa contra instalaciones y centros estratégicos que serán fundamentales para que los tanques Leopard y Abrams puedan acelerar su llegada y entrada en funcionamiento. Pero la respuesta del propio Biden fue negativa. Lo mismo que fue negativa la respuesta de Corea del Sur, que no es miembro de la OTAN, ante la petición norteamericana de que se sumase enviando armas y ayuda al Gobierno de Kiev.
Como contrapartida, los Estados Unidos han anunciado que proporcionarán bombas de gran precisión, impulsadas por cohetes con una capacidad de recorrido de hasta 250 millas. Se espera que sean de gran eficacia para atacar objetivos concretos en las posiciones rusas. Washington continúa reclamando ayudas, pero en ámbitos de la Alianza reconocen que se están empezando a notar actitudes de cierto cansancio entre algunos miembros ante la ausencia de un futuro claro de la contienda.