Los cambios en el orden mundial
No es más que una descripción y puesta en el sitio correspondiente del papel que podía desempeñar cada uno de los diferentes poderes en liza para dirigir el mundo y en influir grandemente entre su pares y, sobre todo, sobre sus adeptos y subordinados.
En función de su definición no hace falta discurrir mucho para reconocer que, durante más de ochenta años, la cúpula de dicho orden mundial ha sido copada al unísono por dos superpotencias, EE. UU. y Rusia quienes lideraban lo que ocurría en su entorno y aún más allá de sus áreas de influencia, según el interés que tales acontecimientos despertaran para sus beneficios a corto, medio y hasta largo plazo.
La historia nos ha venido demostrando que no ha habido ningún imperio que haya durado eternamente y que, por unos motivos u otros, todos y cada uno de aquellos han ido cayendo de forma precipitada o paulatinamente hasta llegar a significar bien poco o incluso, desaparecer como tales de la arena internacional con influencias.
El viejo poderío soviético fue disminuyendo su capacidad de mantenerse en la cúspide del orden mundial desde algunos años previos a la caída del Muro de Berlín. A partir de dicho momento, y por mucho que se esforzaran sus sucesivos dirigentes, el desmoronamiento de sus componentes fue imparable y así perdió su papel de fuerte potencia y con ello también sus capacidades de todo tipo, incluidas las militares, las políticas, comerciales e industriales. Nadie hubiera pensado hace una década que, tras tres años de guerra cruenta y total en Ucrania, Rusia ha sido incapaz de prosperar y ocupar solo algo más de unos pocos kilómetros y algunas ciudades en territorio ucraniano.
En estas lides, nadie se suele quedar solo sin que otros se le aproximen, amenacen o le hagan sombra. En los liderazgos como los gases en la química todos tienden a expandirse y a ocupar el espacio que otros olvidan o dejan vacío.
La reciente y actual desenfrenada carrera de las ciencias y la investigación han dado paso a otrora ignotas teorías y métodos. Tanto, que se puede afirmar sin error que sus descubrimientos no han sido fruto del azar sino testados y apoyados en nuevos elementos desconocidos por muchos y que el resto, aunque los conoció, los llegó a minusvalorar o despreciar. Me refiero, claro está, a las muchas posibilidades de la Inteligencia Artificial, la robótica, la informática y el papel a desempeñar por los nuevos elementos o capacidades derivadas de lo que, por desconocimiento y durante muchos años, hemos y aún seguimos llamando tierras raras.
Por mucho que Putin se esfuerce en mantenerse en el andamio del triunfo y que Trump le ayude ahora en tal tarea -por entender que es mucho mejor compañía de Chi Jing Ping- Rusia irá poco a poco abandonando su rol y peso mundial. Es posible que aún tardará en caer en la irrelevancia, a no ser que los nuevos países emergentes y ávidos de poder y protagonismo como China y la India quieran borrarla pronto de dicho mapa.
China lleva muchos años trabajando en la sombra, cambiando su sistema de trabajo y sus ideas comerciales y militares, aunque para llevar a cabo una empresa tan inmensa y, al mismo tiempo, dominar a un pueblo demasiado grande, decidió mantener su ideología comunista y dictatorial para convertirse, al unísono, en uno de los países más avanzados en tecnologías y producción industrial, aún a costa de ser a la vez, el lugar donde menos se respetan el libre mercado, los derechos humanos y la justicia social.
Empezó espiando y copiando e incluso comprando todo aquello que se movía y podía ser de utilidad en cualquier momento o lugar. Nadie les dio la importancia debida y gracias a aquel incomprensible menosprecio, hoy cuentan con el Ejército más moderno del mundo (incluida el arma termonuclear), capaz de proyectarse en fuerza a larga distancia, con una Armada y una Fuerza Aérea dignas de muchísimo respeto por ser harina de otro costal. Con tentáculos y conexiones económicas e industriales en todos los continentes del mundo y dominadores, casi en exclusividad, de la explotación de las mencionadas tierras raras, ya conocidas en la actualidad y de otros productos energéticos de mucho potencial.
Sin amedrentarse lo más mínimo, le está plantando cara a las amenazas y bravuconadas de Trump, por la tranquilidad que le otorgan todas sus capacidades y posibilidades propias y el hecho, nada despreciable, de ser el poseedor de la mayor parte de deuda norteamericana, con los riesgos que para EE. UU. esto supone. No depende de nadie ni necesita grandes apoyos externos. Domina y dirige la producción textil a nivel mundial y camino va de hacer lo mismo con la industria militar y la del automóvil y sus componentes más importantes como las baterías. Dispone de una red de nuevas “rutas de la seda” que llegan a todo el mundo, que le convierten en el primer proveedor a nivel mundial. Su negocio es redondo. En definitiva, ha cambiado los bazares chinos y los rollitos primavera, en cualquier esquina del mundo, por otros negocios más florecientes, productivos y de mucha rentabilidad.
Hoy en día se encuentra con un pie en la posición de salida para disputarle -con mucha ventaja- a Rusia su papel en el orden mundial y estoy seguro que le ganará.
Orden, cuya cúpula no tiene por qué ser necesariamente ocupada por dos únicos actores. Al igual que nos ha sucedido con el poderío chino, no debemos dejar atrás a la India, el país más poblado del mundo que viene avanzando a pasos de gigante y que pronto, como los apretados garbanzos encerrados en una olla, necesitará un alivio o válvula de escape que de salida a tanto conocimiento, valores y espíritu de superación de un país que tradicionalmente ha sido ninguneado y muy pocas veces tenido en consideración a pesar de su área de influencia y de los potenciales, y no tan alejados de la realidad, conflictos con algunos de sus vecinos, en especial con Pakistán; país, no lo olvidemos, es muy instable y poseedor del arma nuclear.
En definitiva, el mundo está inmerso últimamente en un movimiento muy acelerado buscando establecer un nuevo orden mundial en el que determinados bisoños y algún que otro viejo protagonista jueguen un papel importante en tal concierto. Situación que dramáticamente explica, aunque solo sea en parte, los llamados o considerados caprichos expansionistas de Trump por Groenlandia, el mar Báltico y Canadá entre otros. No es por nada, pero todos y cada uno de dichos parajes o territorios entierran en sus confines millones de toneladas de las cada vez más necesarias tierras raras que Trump y los EE. UU. necesitan para no verse, en poco tiempo, desplazados de los puestos tope del dichoso orden mundial. Cosa, que tanto para Trump como para sus conciudadanos es impensable y de suceder, no lo podrían soportar.