A vueltas con el cinco por ciento

Participantes en la Cumbre de la OTAN en La Haya. REUTERS/ YVES HERMAN
Mucho se ha especulado, dicho, escrito, comentado, criticado y oído sobre el tema del asunto; lo malo de todo ello, es que no solo ha sido a nivel nacional o interno, sino mucho más dolorosa e intensamente en el internacional

Es sobradamente conocido que cuando un dirigente de primera fila se esmera en perder todo su arrastrado caché  y en ser objeto de críticas y hasta mofas de cierta enjundia y nada nimias por la procedencia y el peso de las mismas (tales como ser un figura o fuera de serie, hombre teflón y hasta cobarde como una gallina) en el conjunto de la arena internacional, no solo su figura, prestigio y futura carrera política se va al traste o empobrece hasta niveles insuperables e imposibles de levantar; sino que, con él arrastra a la nación y a los conciudadanos a los que representa.

Sánchez cometió un grave error de cálculo al pensar, que como viene siendo habitual en él, sería capaz de convencer con la gorra a sus socios de gobierno y compañeros de coalición en alcanzar por fin el 2 % del PIB para cumplir con el otrora (2014) comprometido gasto en defensa sin tener que aprobar nuevos presupuestos, ni tocar un solo céntimo de los esquilmados gastos sociales, comprometidos años atrás.  

Nadie entendía como podía pasar de un escaso algo más del 1% real a dicho nivel sin tocar nada del resto de gastos del Estado; por ello, aquellos que debían avalar dicha hazaña desconfiaban de su palabra, camino e intenciones y cada vez ponían más en grave peligro que España pudiera cumplir con el mínimo minimorum que se le podía exigir tras llevar muchos años sin cubrirlo y además estar a la cola de todos sus compañeros en la Alianza.

Tenía que sacar uno de sus habituales conejos de la chistera para dar un golpe de efecto ante su parroquia, una patada adelante, engañar a los que no son sus seguidores acérrimos e incluso a la OTAN en su conjunto y trasladar el grueso del problema económico a otro gobierno, sabiendo a ciencia cierta que ese no iba a ser suyo.

Para ello, de nuevo puso en marcha su maquiavélica maquinaria y vio la oportunidad de aprovechar que aquel viejo 2% había quedado muy atrás porque ya no servía para enfrentarse a los nuevos retos y amenazas.

 En los contactos preliminares a la Cumbre de la Haya le llegó un claro mensaje que la cifra que se barajaba ahora se había incrementado a un 3,5% en los primeros cinco años para cubrir gastos de pura defensa y en otro 1,5% como gasto adicional durante los siguientes cinco años más.

Como las cifras que se barajaban para llegar a dichos niveles quedaban muy lejos de una realidad sin presupuestos y sin un gran esfuerzo adicional -reiteradamente negado hasta la fecha- en pleno domingo por la tarde, sin público ni medios presentes, se inventó una ‘rueda de prensa’ en la que sin previo aviso y con toda solemnidad, tras haber cruzado dos cartas recientes y urgentes con el secretario general de la OTAN, había decidido -unilateralmente y sin consultar con el Parlamento, ni la oposición- que España no iba aceptar los niveles exigidos ya que según los cálculos realizados, según él, por sus ‘Fuerzas Armadas’ bastaba gastar un 2,1% para cubrir todas las necesidades y compromisos aprobados por la OTAN para los próximos cuatro años.   

Tras un largo rifirrafe lleno de desmentidos y malas intenciones escondidas en diferentes ‘interpretaciones’ sobre un claro y meridiano inglés, el pasado lunes se embarcó hacia la Haya con el convencimiento de mantener su palabra y cálculos frente a toda objeción o los aspavientos y recomendaciones del resto de aliados.

Llegó a allí como el niño malo o muy cabreado y que no quiere comer o no se junta con el resto de los compañeros del aula, sin saludar casi a nadie, y contrariamente a lo que ha venido siempre siendo habitual en él, escondiéndose de encuentros bilaterales y menos con Trump, apartándose más de lo marcado en las fotografías de grupo; tanto, que parecía el segurata que velaba al grupo y ofrecía seguridad a los demás.

Sin mediar muchas palabras y sin queja alguna firmó, cómo todos los miembros de la Alianza, el renombrado acuerdo del 5%, pero a renglón seguido, se esforzó en rueda de prensa en prometer por activa y pasiva que no lo iba a cumplir bajo ningún concepto con lo allí expresado.

Hasta aquí el resumen de los hechos y paso ahora a tratar de dibujar o discernir las razones que le llevaron a dicha pésima figura y mala imagen. Son muy simples, como para todo suele pensar él, salvo que esas ‘pequeñeces’ para mantenerse en su sillón en la Moncloa siempre salpican y llenan de porquería a España y a los españoles.

En mi humilde opinión, creo que el malvado y retorcido presidente maquinó y desarrolló tamaña maniobra para logran entre otros objetivos menores: aparecer ante los suyos  y su parroquia cercana como el hombre valiente, aunque inconsciente, que retorció el brazo a Trump, aunque sin importarle las seguras y nada halagüeñas consecuencias para España que este mal gesto tendrán; buscó un culpable del cálculo que no fuera él, por lo que trasladó la culpa de la obtención de la figura del 2,1% a las Fuerzas Armadas y yo estoy seguro que los Estados Mayores de los dos Ejércitos y la Armada no han dicho ni una sola palabra en esto; trasladó el problema de cumplir y además de golpe (con la práctica imposibilidad de lograrlo en tan poco tiempo) con el compromiso acordado del 3,5% al gobierno que esté gobernando España dentro de tres años y que muy posiblemente sea de signo contario y, por último, consiguió que ahora y como mal menor y presentándolo como única solución, que sus socios de gobierno y coalición (aquellos que le negaban el 2%) aprobaran la cifra por él propuesta que incluso es ligeramente superior para despistar.