La paz en la región y en el mundo sólo puede establecerse sobre las ruinas de la teocracia iraní
Zahedi era el elemento más importante en la exportación de guerra y terrorismo del régimen después de Qasem Soleimani, muerto por el ataque estadounidense. Zahedi dirigía grupos afiliados al CGRI en Siria, Irak y Líbano y era miembro permanente del consejo de mando de Hezbolá en el Líbano. Su muerte supuso un terrible golpe para la moral de las fuerzas del régimen y obligó a éste a arriesgarse en la operación del sábado por la noche, a sabiendas de que podría provocar una escalada de las tensiones.
El ataque del sábado por la noche fue un punto de inflexión, porque demostró que mientras exista este régimen no se resolverá ningún problema en la región. Basada en dogmas medievales, la teocracia iraní no puede satisfacer las necesidades económicas, sociales o culturales de su avanzada sociedad de 90 millones de habitantes. Por eso, durante todo el tiempo que lleva en el poder, no ha habido un momento en el que no se haya dedicado a crear crisis, guerras y terrorismo para camuflar la represión dentro del país. Nada más llegar este régimen al poder, una de sus autoridades declaró que, si no se hubiera producido la toma de rehenes en la embajada estadounidense, habrían sido derrocados.
Estadísticas muy precisas de las unidades de resistencia de todo Irán, encargadas por la principal fuerza de oposición, la PMOI, han demostrado que, teniendo en cuenta a los prisioneros y soldados obligados a votar, sólo participó el 8% de los electores con derecho a voto. Y ello a pesar de que en muchos distritos el voto en blanco ocupó el primer o segundo lugar. Todo esto demuestra que este régimen es frágil y que sus cimientos sociales se reducen día a día. Por esta razón, el régimen iraní, viéndose asediado por el levantamiento de 2022 y su continuación, sabía que su supervivencia, como siempre, dependía de crear guerras en la región para garantizar su supervivencia y escapar a este asedio, siguiendo el ejemplo de la toma de rehenes en la Embajada estadounidense.
¿Es controlable esta guerra?
Aunque la Administración Biden está intentando evitar que las tensiones se intensifiquen, el curso de los acontecimientos en la guerra durante los últimos meses demuestra que avanzamos paso a paso hacia una guerra devastadora y que las acciones de Biden no están ayudando a evitarla. La razón de ello es que la fuerza motriz de las crisis en Oriente Próximo, y en particular del reciente conflicto y la consiguiente inestabilidad, proviene de los problemas fundamentales del régimen iraní.
El curso de los acontecimientos bélicos de los últimos meses demuestra que, a pesar de los deseos del dictador iraní, apuntan inevitablemente hacia Teherán. La mejor prueba de ello es el ataque de Israel al Consulado de los mulás y el ataque de Irán en suelo israelí. Jordania, a pesar de que más del 50% de su población es palestina, ha abierto sus cielos para que los drones del régimen iraní puedan ser derribados por Israel o por la propia Jordania. El presidente Mahmud Abbas, que lleva años luchando por el ideal de dos Estados palestino e israelí independientes, declaró: “Los iraníes nos hacen más daño que los extremistas israelíes y obstaculizan la autonomía palestina”.
Paz en la región y en el mundo
Este punto de inflexión demuestra sin lugar a duda que la paz en Oriente Próximo y en el mundo sólo puede lograrse con un enfoque correcto de la teocracia iraní. Esto significa apoyar la voluntad del pueblo iraní de establecer una república laica y democrática basada en la igualdad entre hombres y mujeres, y poner fin a cuarenta años de política de complacencia hacia este régimen. Es imperativo acabar con la extorsión y el terrorismo de este régimen en todas sus formas. De lo contrario, además de desestabilizar la región, la expansión del fundamentalismo y el terrorismo de este régimen afectará cada vez más a Europa.
Por Hamid Enayat, politólogo, especialista en Irán, colabora con la Oposición Democrática Iraní (CNRI)