Rehenes

REUTERS/RONEN ZVULUN - Una multitud se reúne después de que un cohete lanzado desde la Franja de Gaza aterrizara en el asentamiento israelí de Beitar Ilit, en la Ribera Occidental ocupada por Israel el 9 de octubre de 2023

España no puede ser rehén de los intereses personales y partidistas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Los líderes de los principales países europeos viajaron poco después del 7 de octubre a Israel y a Cisjordania para mostrar su total condena al brutal ataque terrorista de Hamás contra Israel y para pedir contención en la respuesta tras reconocer el legítimo derecho de defensa. 

En ese par de semanas solo faltó Pedro Sánchez, que entonces como ahora ejercía la presidencia semestral de la Unión Europea, pero no pudo dedicar unas horas a ese viaje porque estaba enfrascado en su proceso de investidura para repetir como presidente del Gobierno de España. Como se presumía, la política exterior de Sánchez es también Frankenstein social-comunista, condicionada por la ideología de la ultraizquierda de sus socios de Sumar que, siendo miembros del Gobierno, unas en funciones y otras ya como nuevos fichajes, acusan públicamente a Israel de genocidio en Gaza y respaldan la acción terrorista de Hamás como de resistencia del pueblo palestino. 

Pedro Sánchez, acompañado del primer ministro de Bélgica, que recogerá en enero el testigo de la presidencia comunitaria, fueron recibidos en Israel por el presidente Herzog y por el primer ministro Netanyahu con gesto serio y de circunstancias al escuchar de boca de Sánchez que Israel debe actuar en Gaza con respeto al Derecho Internacional Humanitario y que el uso de la fuerza no resolverá el conflicto. Eso entraba en lo previsto y aceptable para Israel. Además, en las imágenes se ve claramente que Sánchez estaba leyendo un papel, una chuleta para decir exactamente lo que tenía que decir…

Pero al día siguiente, Sánchez con el “premier” belga ofrecieron en el paso egipcio de Rafah con Gaza una oportunista rueda de prensa donde realizó declaraciones consideradas por el Gobierno israelí apoyo al terrorismo de Hamás y manifestó su enorme malestar. Sánchez habló de matanzas indiscriminadas inaceptables de niños en Gaza y de la necesidad de reconocer el Estado palestino por parte de la Unión Europea y, si no, España lo hará por su cuenta. 

Sánchez inclinó claramente la balanza hacia Hamás, que además emitió un comunicado de agradecimiento a al presidente del Gobierno español por su audaz comportamiento. Claro, Sánchez no mencionó las pruebas ofrecidas por Israel de los túneles y almacenes de armas de Hamás en el subsuelo del hospital Al Shifa, por ejemplo. Los videos no dejan dudas de cómo los terroristas de Hamás utilizan a los civiles como escudos humanos, desde hace muchos años. 

La intervención pública de Sánchez en Rafah no se ajustó a las elementales prácticas diplomáticas, muy delicadas en este momento, con un Estado como Israel con el que España mantiene relevantes relaciones en todos los ámbitos. Lo inaudito y muy reprochable fue ayer en la TV pública, en una entrevista, insistiendo en acusar a Israel de no cumplir el Derecho Internacional Humanitario por las muertes de niños y niñas en Gaza. Unas muertes, sin duda, que nadie desea, ni los propios israelíes, pero que Hamas provoca, primero por su ataque del 7 de octubre, sabiendo de antemano la respuesta obligada de Israel, y después porque los utiliza como escudos humanos… 

Y para colmo de la oportunidad perdida, Sánchez decía lo que decía cuando dos terroristas palestinos en Jerusalén paraban su coche en una parada de autobús y disparaban indiscriminadamente a las personas que estaban allí. Tres muertos. Tel Aviv ha llamado a consultas a su embajadora en Madrid.  Hay que cuidar muy mucho lo que se dice. Hay muchos matices trascendentes como la falta de legitimidad de quienes ocupan el poder en Gaza y Cisjordania desde 2006 o la actuación de Irán y sus brigadas Al Quds como instigador, financiador y beneficiario de esta grave crisis en la región.

Pero no cabe la sorpresa cuando Sánchez cambia de opinión constantemente sobre temas muy trascendentes e, incluso, en el ámbito internacional coloca a España en una situación humillante al aceptar, desde hace meses, mediadores o relatores internacionales para negociar con un prófugo de la justicia sus votos para permanecer en el Palacio de la Moncloa. Nada progresista. Es social-comunista, con la ultraizquierda, con los independentistas y con los herederos de una banda terrorista. Esto no es progresista.