Desvelando el gran secreto que encierra la carta de Pedro Sánchez
Tengan presente que el verbo “dimitir” no figura en el diccionario personal de Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Pero, si no tienen nada mejor que hacer, pueden perder el tiempo devanándose los sesos y continuar deshojando la margarita: si dimitirá, no dimitirá, si dimitirá, no dimitirá…
La carta de tres páginas que difundió en la tarde del miércoles, 24 de abril, ha sido examinada en sus menores detalles por los analistas políticos de mayor prestigio. Sin embargo, ninguno ha dado con la clave que encierra una de las frases que sus acérrimos admiradores dicen que ha escrito el propio amado líder.
Y eso que la decisión que va a tomar el presidente ya está expresada en el texto. Está allí, delante de nuestras narices. De no ser por mi infiltrado enmascarado en el BATAPLOF, el Batallón de Asesores del Palacio de la Moncloa, la sorpresa que nos hubiéramos llevado el próximo lunes, con España entera y el mundo mundial en un sin vivir, hubiera sido morrocotuda.
Como es sabido, la misiva del presidente difundida a través de la Red Social X revela que se reserva cinco días para poder “reflexionar y decidir qué camino tomar” ¡Ahí está la clave! Lo subrayo y lo pongo en letra cursiva: reflexionar para decidir el CAMINO que va seguir. ¡Más claro, agua!
Camino, ahí está la clave
¡Atención! Pedro Sánchez va anunciar el lunes urbi et orbe que va a solicitar su ingreso en el Opus Dei. Lo ha descubierto mi avispado espía, al que para preservar su identidad llamaré “El topo de la Moncloa”.
El presidente se ha auto otorgado un periodo de cinco días para meditar sobre su futuro inmediato. Se ha encerrado en el palacio de la Moncloa y vive como un anacoreta, a base de agua y sopas de ajo ¿Para decidir qué?
Está dedicado en cuerpo y alma a leer, releer y reflexionar sobre el contenido y recomendaciones de “Camino”, el libro escrito por San José María Escrivá de Balaguer, la guía de los miembros de la Prelatura de la Santa Cruz, más conocida como Opus Dei, hacia quienes dedico todo mi consideración y respeto.
Como pecador arrepentido, Pedro Sánchez quiere entrar como supernumerario en la Obra y reencaminar su pesarosa vida. Y dos de sus más fieles y beatos escuderos en el Ejecutivo le asesoran y acompañan en el trascendental paso que va a dar.
Son la vicepresidenta primera y titular de Hacienda, Maria Jesús Montero, que aplaude de manera desmedida cada palabra o gesto del presidente. Y el ministro para un roto y un descosido, Félix Bolaños, que identifica como jauría a las formaciones políticas de derechas. Pero no se atreve con sus aliados separatistas catalanes ni menos vascos, que no muestran interés en condenar a los que han disparado a inocentes, a la cabeza y por la espalda.
Con un cilicio para mortificarse
Así es que les anticipo que el lunes, las cámaras de televisión podrán observar a un Pedro Sánchez totalmente cambiado. Verán a una persona humilde, que no ha hecho caso a sus admiradores y que va a hacer pública su firme decisión de incorporarse al Opus Dei. Que está dispuesto a abandonar su itinerario de pecados y dedicarse a llevar una vida cristiana, volcada en hacer el bien a diestro y siniestro... sobre todo a siniestro.
Mi topo en la Moncloa, mirando por el ojo de la cerradura del despacho del presidente, me traslada que ha visto que Sánchez ya ha hecho una especie de acto de contrición. Su nuevo ideal es reinventarse y dejar de ser considerado un malaje por gran parte de la población española y del extranjero.
Pedro quiere ingresar en la Prelatura del Opus Dei y dedicarse a redimir sus grandes faltas contra todos o muchos de los diez mandamientos de las Tablas de la Ley. Como primera medida, el nuevo Sanchez va a recomendar a su esposa Begoña y a su hermano David que se desprendan de lo que pueda quedar del tinglado empresarial que cada cual ha levantado.
Los millones de euros que presuntamente Begoña y David han ganado con el sudor de sus frentes, Pedro parece ser que les ha pedido que, por favor, lo vuelquen en obras de caridad, en ayudar a los más desfavorecidos, en facilitar viviendas dignas a los okupas.
Por cierto, mi topo en la Moncloa me aclara que el aparente enojo mostrado por Pedro Sánchez en su comparecencia en el Congreso del 24 de abril no era tal. Su rostro compungido, pesaroso, se debía al dolor que le provocaba el cilicio que llevaba bajo la camisa. Con ese instrumento de mortificación a la altura de su cintura, comenzaba el camino de purgar sus pecados.
Otros no opinan lo mismo. Vislumbran que la última intervención del presidente desde su escaño en el Congreso fue el primer acto de una representación ante la galería, una operación organizada por el BATAPLOF. Los que así piensan recuerdan la melodía que entonaba allá por los años 60 la cantante cubana La Lupe, titulada “Teatro, lo tuyo es puro teatro”. El lunes se despejará la incógnita, aunque como he citado en otras ocasiones… te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao.