La reacción de China ante la retirada militar de Estados Unidos de Afganistán
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha tomado la decisión estratégica de retirar las fuerzas estadounidenses de Afganistán, tras veinte años de presencia militar con el pretexto de eliminar el terrorismo y difundir la democracia. Veinte años después, los talibanes se han hecho más poderosos e influyentes y se han apoderado de todas las articulaciones del Estado y de las principales ciudades con facilidad y en un periodo récord, lo que deja muchos interrogantes sobre el papel que estaba desempeñando Estados Unidos en Afganistán y su relación con los talibanes. Paradójicamente, la superpotencia, acompañada de una alianza de poderosos ejércitos, no pudo eliminar a un grupo armado no demasiado numeroso.
El ex primer ministro británico Tony Blair, que fue uno de los promotores políticos de la intervención estadounidense (occidental) en Afganistán, ha expresado su conmoción por la decisión de la administración Biden de retirar a los militares, y consideró esta decisión "trágica, peligrosa, innecesaria e idiota". Tony Blair llevó a Gran Bretaña a participar en la campaña de Estados Unidos contra Afganistán en 2001, bajo la administración del presidente George W. Bush. En una mordaz declaración dirigida a los dirigentes estadounidenses, Blair dijo que "la ausencia de consenso y cooperación y la profunda politización de las cuestiones de política exterior y seguridad debilitan claramente el poder de Estados Unidos".
En consecuencia, los aliados de EEUU sienten desconfianza ante la ausencia de coordinación y cooperación política y de seguridad en cuestiones internacionales de interés común. Al final, Blair recomendó a la administración estadounidense que desarrollara un plan diplomático estratégico para ejercer la "máxima presión" sobre los talibanes, y dijo: "Tenemos que hacer una lista de incentivos, sanciones y acciones que podemos llevar a cabo, incluyendo la protección de la población civil, para que los talibanes entiendan que sus acciones tendrán consecuencias".
Algunos analistas políticos han argumentado que "la sangre y el dinero de EE.UU. se desperdician en el atolladero de Afganistán". Otros consideran que la decisión de retirar el ejército de Afganistán es un golpe terrible para la credibilidad de Estados Unidos: su credibilidad como socio y su posición moral en los asuntos mundiales. Sin embargo, el presidente Biden indica que Estados Unidos ha vuelto con fuerza de nuevo a la escena internacional. ¿Encontrará el presidente Biden una puerta para que Estados Unidos salga pacíficamente de los espinosos asuntos en los que se han visto envueltas las sucesivas administraciones hace veinte años?
El escenario internacional actual es muy diferente al de principios del siglo XXI, China se ha hecho más poderosa y posee la segunda economía del mundo, Rusia ha recuperado su fuerza y está trabajando para formar una alianza euroasiática, e Irán se está expandiendo rápidamente en Oriente Medio a pesar de las sanciones estadounidenses. El presidente Biden es consciente de que Estados Unidos perderá tiempo y dinero en guerras inútiles en Oriente Medio, porque el peligro inminente para Estados Unidos procede de Asia Oriental y, más concretamente, de China. Por lo tanto, Estados Unidos busca aumentar su presencia militar en Asia-Pacífico y en el Mar del Sur de China, y establecer más alianzas políticas, económicas y militares en Asia con el objetivo de socavar el progreso chino.
Los periódicos internacionales publicaron imágenes de la evacuación de estadounidenses en helicóptero desde Saigón (Vietnam) hace cincuenta años, y recientemente desde Kabul (Afganistán), lo que indica que la estrategia estadounidense no ha cambiado desde entonces. El contexto de los acontecimientos internacionales de hoy en día es fundamentalmente diferente al de los años setenta. Estados Unidos -de hecho, Occidente en general- está involucrado en muchos conflictos, pero no es el claro ganador. El colapso afgano podría ser un desastre, en la guerra conocida como la Guerra contra el Terror. Pero el fracaso de Washington en la lucha más amplia entre la democracia y el autoritarismo sólo puede verse como un serio revés. La cuestión principal es si los aliados de Estados Unidos, como Israel, Japón y los países del Consejo de Cooperación del Golfo, se sentirán tranquilos por la reciente decisión de Estados Unidos, o tendrán miedo e inseguridad sobre el futuro de su país, que está estrechamente relacionado con la política exterior estadounidense.
El modelo occidental que promueve la difusión de la democracia en el mundo ha demostrado su fracaso, lo que aumenta las posibilidades del modelo chino basado en la cooperación, las asociaciones y un destino común sin interferir en los asuntos internos de otros países. Por lo tanto, parece que el modelo chino, una de sus herramientas, la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, es más atractivo, tiene muchos beneficios económicos y aporta estabilidad en materia de seguridad. La retirada de Estados Unidos puede convertirse en una oportunidad para que China llene el vacío y establezca asociaciones estratégicas con este país rico en recursos naturales y con una distinguida ubicación geográfica entre el sur de Asia, Asia Central y Oriente Medio.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, defendió su decisión de retirar las fuerzas estadounidenses de Afganistán en su discurso al pueblo estadounidense de la semana pasada. Para él, esta decisión refleja la reordenación de los intereses de Estados Unidos, y le da una mejor posición para hacer frente a los nuevos retos del siglo XXI, ya que deja claro a aliados y adversarios -en ambos- sus prioridades que determinan si gastará sus recursos aquí o allí. Tras la decisión estadounidense, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea celebraron una sesión de urgencia y las críticas se dirigieron a Washington, en lo que constituye una de las pocas veces que Europa culpa a Estados Unidos de forma pública y explícita, porque lo que hizo en Afganistán puede provocar una afluencia de refugiados a los países europeos, ya que convertiría a Afganistán en una plataforma para el terrorismo en Asia Central. "Esta era ha terminado", dijo el ministro de Defensa letón, "y desgraciadamente Occidente -y Europa en particular- está mostrando su debilidad al mundo". El político alemán Armin Laschet, candidato a suceder a la canciller Angela Merkel, describió la retirada de las fuerzas occidentales de Afganistán como "el mayor desastre que ha visto la OTAN desde su fundación".
El control de Afganistán por parte de los talibanes puede sacar a la luz el proyecto de tender gasoductos desde Rusia a través del Mar Negro hasta la India, pasando por el territorio de Turkmenistán y luego por Afganistán. Este gigantesco proyecto puede cambiar el mapa energético mundial, lo que puede afectar gravemente a los precios de los combustibles. El peligro radica en la capacidad de los talibanes, si los oleoductos pasan por su territorio, de controlar hasta cierto punto los precios internacionales de la energía, y de aprovecharse de ello manipulando las bolsas de petróleo en su beneficio. Tras las conversaciones del presidente ruso Vladimir Putin con la canciller alemana Angela Merkel en Moscú el pasado viernes, Putin dijo que la toma de posesión de los talibanes en Afganistán demuestra que los esfuerzos de Occidente por imponer la democracia son inútiles. "Es necesario acabar con la irresponsable política de Estados Unidos, que pretende establecer democracias en otros países según principios incompatibles con sus sociedades, sin tener en cuenta las características históricas, nacionales y religiosas, y con total desprecio por las tradiciones en las que viven otros pueblos", añadió Putin.
El gobierno chino aún no ha tomado una posición decisiva respecto a lo que ocurre en Afganistán. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, dijo que el gobierno chino adoptará su posición tras la formación de un gobierno en Afganistán, pero el gobierno chino está abierto a la comunicación y al diálogo con los talibanes. Las dos partes mostraron su buena voluntad cuando una delegación talibán se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, en Tianjin. En este contexto, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chunying, dijo que su país "mantiene el contacto y la comunicación con los talibanes afganos".
Esta decisión de Estados Unidos tendrá repercusiones e impactos a largo plazo en la seguridad y la estabilidad de Asia Central, Pakistán y Oriente Medio, y puede afectar a las estrechas fronteras chinas con Afganistán, de mayoría musulmana uigur. Los efectos pueden extenderse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta propuesta por el presidente chino Xi Jinping en 2013. China se está centrando en mejorar la conectividad económica con Afganistán mediante la construcción del Corredor Económico China-Pakistán, del que Kabul acabará beneficiándose. La cooperación entre China y los talibanes versará sobre la seguridad, la protección de las fronteras con China y la no utilización del territorio afgano para acciones que pongan en peligro la seguridad de China.
Geng Shuang, representante permanente adjunto de China ante las Naciones Unidas, dijo que varias organizaciones terroristas, entre ellas el "Movimiento del Turquestán Oriental", se han reunido y desarrollado en Afganistán, con la esperanza de que este país no vuelva a convertirse en un "paraíso terrorista". A través de sus contactos con los talibanes, China intentará trazar líneas rojas, y confirmar que el desarrollo de cualquier relación en el futuro depende del mantenimiento de la seguridad de China. Los talibanes calificaron a China de "país amigo" y le dieron la bienvenida para la reconstrucción y el desarrollo de Afganistán. El portavoz del movimiento, Suhail Shaheen, dijo en una declaración de prensa que su movimiento garantizará la seguridad de las inversiones chinas en Afganistán. Por su parte, el redactor jefe del periódico chino Global Times, Hu Xijin, considera que China establece sus relaciones sobre la base del beneficio mutuo, y señaló que si China va a Afganistán, no buscará llenar ningún vacío, basándose en su política exterior, que enarbola el lema "respeto a las opciones de los pueblos de todos los países".
Durante una sesión de emergencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el enviado de China, Chen Xu, dijo que "Estados Unidos, el Reino Unido, Australia y otros países deberían asumir la responsabilidad de las violaciones de los derechos humanos cometidas por sus ejércitos en Afganistán", y añadió que "bajo la bandera de la democracia y los derechos humanos, Estados Unidos y otros países están llevando a cabo intervenciones militares en otros países soberanos e imponiendo su propio modelo en países con una historia y una cultura muy diferentes", señalando que esto trajo "un gran sufrimiento" a los pueblos de esos países.
Occidente considera que los países vecinos de Afganistán caerán en la trampa tarde o temprano. El analista británico Richard Kemp, antiguo comandante del ejército británico, comparó a Pakistán, Irán, China y Rusia con una bandada de buitres, que caerán sobre el cadáver afgano tras la retirada de Estados Unidos. Por su parte, China consideró que no se permitirá caer en la trampa de la entrada militar en Afganistán, que es el cementerio de tres imperios: Gran Bretaña, la Unión Soviética y los Estados Unidos de América. China consideró que la llegada de los talibanes a la provincia nororiental de Badakhshan, situada en la frontera montañosa con la provincia de Xinjiang; estimada en 80 kilómetros cuadrados, podría proporcionar un refugio seguro a los rebeldes separatistas musulmanes uigures. Esto llevó a China a reconocer a los talibanes y a mantener conversaciones con ellos con el objetivo de coordinar la seguridad en el futuro.
La relación de los talibanes con el "Movimiento Islámico del Turquestán Oriental" y su sucesor, el Partido Islámico del Turquestán, es sólida desde la década de 1990. Han establecido campos de entrenamiento en Afganistán desde la "yihad" contra la ocupación soviética, y se mantuvo fuerte después de que los "talibanes" tomaran el control en 1996 del 90% del territorio de Afganistán. Lo que aumenta la preocupación de China es que, en 2020, Estados Unidos retiró el "Movimiento Islámico del Turquestán Oriental" de su lista de organizaciones terroristas extranjeras, después de que el Consejo de Seguridad lo designara organización terrorista en virtud de las resoluciones 1267 y 1390 del 11 de septiembre de 2002, por su asociación con Al Qaeda. China considera que esta organización puede haber aumentado sus recursos logísticos y financieros, su personal y sus armas desde que Washington la retiró de la lista de grupos terroristas en 2020. Un informe emitido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indicó que el "Movimiento Islámico del Turquestán Oriental" no sólo está presente y opera en Afganistán, sino que también tiene una "agenda transnacional".
China no dejará de lado a Afganistán, ya que es una región estratégica en la Ruta de la Seda y un importante socio económico, desde la reunión del embajador chino en Kandahar con el líder del movimiento "talibán" Mullah Omar en diciembre de 2000, las inversiones chinas en Afganistán comenzaron a aumentar y a multiplicarse de forma espectacular, hay más de 100 empresas chinas, todas ellas afiliadas al Partido Comunista en diversos campos en Afganistán, incluyendo la exploración de petróleo y gas, sectores minerales, comunicaciones, transporte y suministros militares. En 2008, dos empresas chinas obtuvieron concesiones mineras en la mina "Mis-e-Ainak", de la que se dice que contiene los segundos mayores depósitos de cobre del mundo. China tiene previsto construir proyectos de infraestructura vial y ferroviaria entre Peshawar, la capital de la Provincia de la Frontera Noroeste de Pakistán, y la capital afgana, Kabul. Así pues, la consolidación de la presencia china en Afganistán dependerá de que Pekín consiga llegar a un entendimiento con los "talibanes".
China no caerá en la trampa de la entrada militar en Afganistán, que fue la tumba de los tres mayores imperios, sino que tratará de intensificar la comunicación política y los proyectos económicos. China necesita el territorio afgano, rico en yacimientos minerales de cobre, hierro, azufre, bauxita, litio y elementos de tierras raras necesarios para la industria tecnológica. Por otro lado, la presencia de los talibanes en el poder puede amenazar la seguridad de la Ruta de la Seda, a pesar de la comunicación china con este grupo. El antiguo comandante de las fuerzas indias en Cachemira, Deependra Singh Hooda, señala al Washington Post que el resurgimiento de los talibanes está aumentando la moral de los grupos armados con base en Pakistán, como Lashkar-e-Taiba, Jaish-e-Mohammed y los talibanes pakistaníes. Esto hace que los grupos militantes islámicos sean más poderosos y violentos desde Cachemira hasta Xinjiang. Para tranquilizar a China, el portavoz talibán Muhammad Naim prometió que "el territorio de Afganistán no se utilizará para perjudicar la seguridad de ningún país".
Mohamad Zreik es doctor en Relaciones Internacionales, investigador especializado en la política exterior de China hacia la región árabe, con especial atención a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y cuenta con numerosos escritos y publicaciones./IFIMES