La búsqueda económica de África occidental
En la búsqueda de un progreso económico sólido en África occidental, la región se encuentra en un momento crucial, en el que el descubrimiento de soluciones inventivas y la movilización eficaz de recursos desempeñan un papel esencial.
La compleja interacción entre las prioridades de inversión, los costes de los procesos democráticos y las compensaciones entre equidad y eficiencia es un reto crucial para la prosperidad de la región. Reconocer la importancia crítica de mejorar las infraestructuras de transporte y energía es esencial para el progreso.
La energía alimenta la economía, pero el consumo de África occidental es de unos 180 kWh per cápita, muy por detrás del de Estados Unidos (13.000 kWh) y Europa (6.500 kWh).
Este marcado contraste subraya los retos a los que se enfrenta una parte considerable de la población de África Occidental, que lucha contra una pobreza arraigada y un acceso limitado a recursos cruciales como la electricidad fiable. Estas limitaciones subrayan la urgente necesidad de estrategias integrales destinadas a fomentar un desarrollo económico sostenible e integrador en toda la región.
Además, los intrincados retos, que abarcan desde las tensiones geopolíticas hasta la evolución de tecnologías como la inteligencia artificial y la automatización, junto con el auge de las políticas industriales en los países desarrollados (como la TIR estadounidense), subrayan la necesidad imperiosa de reevaluar los enfoques de desarrollo en las naciones de África occidental. Para ello es fundamental el objetivo supremo de alcanzar y mantener un crecimiento económico robusto, que supere en un 5% las tasas de inflación.
En los últimos 40 años, el crecimiento económico apenas ha superado la expansión demográfica, con una media aproximada del 3%, ligeramente superior a la tasa de crecimiento de la población, en torno al 2,5%. Este lento crecimiento, unido al estancamiento del PIB real per cápita en algunos países de África occidental desde los años setenta, indica la necesidad acuciante de una rápida aceleración económica que supere significativamente el crecimiento de la población y perdure en el tiempo.
Los gobiernos de la región reconocen la importancia de colmar la brecha infraestructural para un crecimiento sostenible y de mantener y mejorar las redes de transporte. Sin embargo, la complejidad surge a la hora de equilibrar las prioridades de inversión con los requisitos de las elecciones democráticas, donde a veces el énfasis en la distribución por encima de la eficiencia frena los avances económicos. Por otra parte, el inminente aumento demográfico (se prevé que la población se duplique en las próximas dos décadas) plantea retos importantes, que pueden poner a prueba los recursos y las estructuras socioeconómicas.
Abordar estos retos polifacéticos exige un planteamiento global. El inminente aumento de la población de la región pone de relieve la urgencia de realizar esfuerzos proactivos y de colaboración para garantizar un crecimiento económico resistente que beneficie a la región y contribuya a la estabilidad mundial. Un aspecto crucial de esta búsqueda es la movilización de recursos, donde la fiscalidad emerge como una fuente de ingresos clave para financiar los servicios públicos, proporcionando estabilidad en comparación con fuentes de ingresos impredecibles como la ayuda, las subvenciones y los royalties de los recursos extractivos.
La relación media entre impuestos y PIB de 2010 a 2021, según el reciente estudio de la OCDE, se sitúa en torno al 15,6%, siendo significativamente inferior en comparación con otras regiones del mundo. Esta discrepancia obstaculiza la capacidad de los distintos países para colmar la brecha de infraestructuras y realizar inversiones sustanciales en sectores cruciales como la sanidad y la educación.
Además, a pesar del aumento gradual de las exportaciones de minerales, los países de África occidental tienen dificultades para maximizar los ingresos procedentes de estos recursos. Esto subraya la urgente necesidad de adoptar medidas estratégicas para aprovechar el vasto potencial de los recursos minerales en aras de un crecimiento económico sostenible.
Los gobiernos de la región tienen la tarea de equilibrar delicadamente estos factores, entendiendo que el avance económico requiere una mezcla armoniosa de progreso impulsado por la inversión y distribución inclusiva. Este compromiso refleja la dedicación de la región no sólo a superar los retos, sino también a prosperar y contribuir significativamente a la estabilidad económica mundial.
Mohamed Filali es fundador y director general de Jurisfiscal.
Artículo publicado en BBN Times