El centroizquierda italiano comienza su proceso de reconstrucción

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Tras la enésima debacle electoral del centroizquierda italiano en unas elecciones generales (recordemos que la única vez que logró un nivel de apoyo aceptable fue en los comicios de febrero de 2013 de la mano de Pierluigi Bersani, quien por su sectaria negativa a pactar el nombre con el Presidente de la República con Forza Italia acabó quedándose sin “incarico” para formar gobierno después de haber sido abatido por los llamados “francotiradores”), se ha convocado un nuevo congreso para febrero de 2023 del cual debe salir el nuevo/a Secretario/a General para esta legislatura recién iniciada y, en principio, el futuro candidato/a para las siguientes elecciones generales, que deberían celebrarse en septiembre de 2027 si es que la legislatura, como ha sucedido en la anterior (la XVIII), no acaba finalizando antes de tiempo (se extendió por un período de cuatro años y medio, frente al máximo que establece la Constitución de 1948).

Las candidaturas ya son oficiales porque el plazo para presentarlas finalizó el pasado mes de noviembre y, a partir de aquí, comienza la campaña electoral para encontrar a una persona que le haga subir del pírrico 19% de voto cosechado en las pasadas elecciones “políticas” de septiembre y le lleve, si no al poder, sí al menos a la posibilidad de pactar con un partido o más que le otorguen la “maggioranza” necesaria para gobernar, como sucedió en la XVIII Legislatura, en la que gracias a una escisión de Forza Italia (el Nuovo Centrodestra del siciliano Alfano, ya retirado de la política) pudo tener hasta tres gobiernos consecutivos: el encabezado por Letta (abril de 2013-febrero de 2014), el dirigido por Renzi (febrero de 2014-diciembre de 2016) y, finalmente, el que tuvo como Presidente del Consejo de Ministros entre diciembre de 2016 y mayo de 2018 al actual Comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni. Incluso, recordémoslo, el PD estuvo presente en el único gobierno Cinco Estrellas-PD-Italia Viva (septiembre de 2019-febrero de 2021) e igualmente formó parte de la “maggioranza” que apoyó al Gobierno Draghi (febrero de 2021-octubre de 2022).

Así, las tres candidaturas que habrán de pugnar por el voto se encuentran claramente diferenciadas y parece evidente que están buscando un tipo de voto también diferente. Todo ello dentro de una realidad insoslayable: la tercera economía de la eurozona está envejeciendo a marchas forzadas (en este momento solo nueve de los sesenta millones que integran la población transalpina se encuentra por debajo de los 18 años de edad) y eso suele beneficiar al voto conservador, que es el que apoya al centroderecha (en este momento formado por Hermanos de Italia, Forza Italia y la Lega). Con lo que, sea quien sea el vencedor de estas primarias, se encontrará ante la necesidad de que la legislatura en curso deje muy desgastado al centroderecha (lo que comienza a suceder en virtud de la guerra de Ucrania y la consiguiente subida desmesurada del coste de la vida) como para tener opciones de volver a controlar la presidencia del Consejo de Ministros. 

Cierto es que Forza Italia está apoyando de mala gana al Gobierno Meloni (no le va a perdonar su exigencia, no concedida, de recibir el ministerio de Justicia para Licia Ronzulli), y que igualmente Salvini está al acecho porque sabe que esta es su último ocasión de convertirse en “premier”, pero el problema que tienen ambos es que Meloni, que sí cuenta con Noi moderati del exministro Maurizio Lupi y que se está trabajando el apoyo de otros partidos (el caso más claro es el Terzo Polo de Renzi y Calenda), está intentando ensanchar lo máximo posible la “maggioranza” parlamentaria porque no se fía en absoluto ni de Forza Italia ni de la Lega. En todo caso, el nuevo Ejecutivo comenzó a andar el pasado 22 de octubre y se dispone a aprobar sus primeros Presupuestos Generales del Estado (PGE) al tiempo que Meloni intenta reforzar su posición dentro de las instituciones europeas, recordando la vigencia del Tratado del Quirinal firmado por Mario Draghi y el Presidente francés (Macron) en el otoño de 2021.

Pero volvamos a las primarias del PD, una auténtica trituradora de líderes: bien lo sabe Matteo Renzi, que ganó en 2013 y en 2017 (en ambos casos con el 70% de los votos), y bien lo sabe también Nicola Zingaretti (vencedor en marzo de 2019 con el 65% de los apoyos). Porque la realidad es que, candidato que vence en las primarias, candidato al que el resto le hace lo que Renzi llamó “la guerra interna”. Lo que tiene sus consecuencias cuando llega cada elección general, ya que el líder da imagen de persona debilitada y falta de apoyo entre una parte sustancial de la dirigencia.

Ciertamente, el candidato más fuerte es, con diferencia, Bonaccini, actual gobernador de la principal “terra rossa” del país: Emilia-Romagna. Nacido en 1967, pertenece a la misma generación que Zingaretti, pero tiene a su favor el hecho de haber sido el único capaz de vencer a Matteo Salvini cuando este ganaba una tras otra (Cerdeña, Abruzzos, Basilicata, etc.) todas las elecciones al gobierno de la región entre mayo de 2018 y enero de 2020. Hasta que llegó el momento de elegir al Secretario General de Emilia-Romagna en el último fin de semana de enero de 2020: Salvini se veía ya ganador de la mano de su candidata (la actual senadora Lucia Borgonzoni), pero finalmente Bonaccini se impuso a Salvini por un 50% a un 43% de los votos. Bonaccini no se jugaba su elección, sino su reelección, lo que quiere decir que lleva ya ocho años al frente de la citada región de Emilia-Romagna.

Bonaccini es un hombre sólido, muy conocido en el partido, al que apoyan los otros gobernadores de centroizquierda (como Giani, Zingaretti o Emiliano), y que tendría más capacidad de pacto con el centroderecha, porque es conocida su amistad con Matteo Renzi y, además, la mayor parte de los integrantes de su candidatura (como es el caso del exministro de Defensa Lorenzo Guerini) son todos ellos personas muy cercanas al actual Senador por Campania y co-líder (junto con Calenda) del Terzo Polo. Claro que también esta realidad puede jugar en su contra, porque una parte sustancial de la base de PD detesta a Renzi, e igual sucede con parte de la dirigencia. En todo caso, su candidatura es la más fuerte con diferencia y juega la baza de ser el hombre más popular dentro del PD que, en esta ocasión, se presenta a estas primarias.

Sus dos rivales serán mujeres. La primera es Paola de Micheli, nacida a finales de 1973 y quien trata de jugar la baza del voto femenino: recordemos que, desde que el PD se constituyó en octubre de 2007, solo una vez (precisamente en esa ocasión), de la mano de Rosario “Rosy” Bindy, hubo una mujer entre los tres finalistas a las primarias. Después han sido todos hombres (Marino, Civati, Orlando, Emiliano, Giachetti, etc.) los que han entrado en la terna final de candidatos. De Micheli fue en su momento la “mano derecha” de Zingaretti (que la hizo Vicesecretaria General del PD y Ministra de Infraestructuras, aunque también formó parte en su momento de los gobiernos Renzi y Gentiloni), pero ahora sus relaciones con Zingaretti (que en este momento compagina el ser gobernador de la región del Lazio con miembro de la cámara baja) no son buenas y, en la práctica, cuenta con pocos apoyos: en realidad, se podría decir que está “en tierra de nadie”. Pero no es poca baza su condición de mujer, en un partido donde las parlamentarias mujeres ya se rebelaron en su momento contra Zingaretti cuando, al pedir Draghi tres nombres del PD para su Ejecutivo, el político romano le dio el nombre de tres hombres y ninguna mujer, lo que hizo a estas “clamar contra el Cielo”, y con razón.

Finalmente, la tercera candidata en liza es Ely Schlein. Nacida no en Italia sino en la Suiza italiana (en concreto, en la ciudad de Lugano), está buscando claramente un cambio generacional, porque ya habido secretarios generales nacidos en los sesenta como Zingaretti y Letta, y ahora se presenta Bonaccini, que es de esa misma generación, y a su vez perteneciente a la generación de los setenta es Matteo Renzi. Es la más joven con diferencia: nació ya en los años ochenta, en concreto en 1985. Y también es la que tiene “curriculum” menos abultado, ya que sólo ha sido la Vicepresidenta de Emilia-Romagna durante el segundo mandato de Bonaccini, y además está buscando un voto muy minoritario: los posibles votantes del PD por debajo de los 35 años de edad seguramente no pasan del 30-35% del censo. Pero lo va a intentar, tratando de dar una imagen de “frescura” que ciertamente no tienen ni Bonaccini ni De Micheli.

Quedan aún dos meses para saber quién será el nuevo Secretario/a del PD. Y, lo más importante, quien tiene pensado hacer coalición con el Movimiento Cinco Estrellas: Bonaccini seguro que no, pero tanto De Micheli como Schlein seguramente sí. Y ahí está parte fundamental de lo que suceda: una parte de PD (tanto dirigencia como posibles votantes), no puede ni ver a Cinco Estrellas, mientras otra parte considera que el futuro está en unir la fuerza de ambas formaciones. Veremos qué sucede, pero, gane quien gane, corre el riesgo en ser el siguiente en pasar por la que ya hemos denominado auténtica “trituradora” de líderes que es el PD, una formación fratricida por naturaleza. ¿Habrá por primera vez una mujer al frente de este partido como por primera vez hay una mujer presidiendo el Consejo de Ministros? Tiempo al tiempo, pero todo puede suceder.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nebrija y autor del libro Historia de la Italia republicana (Sílex Ediciones, 2021).