Calviño recibe la patada de la UE al tándem Sánchez-Iglesias

Nadia Calviño in Brussels

A fuerza de ostentar e incluso abusar del poder a escala nacional es lógico creerse que ese poder se extiende con la misma contundencia más allá de las fronteras. Imbuidos de esa convicción el golpe de realidad se hace más doloroso. El Gobierno de Pedro Sánchez había hecho creer que la vicepresidenta tercera Nadia Calviño tenía muy serias posibilidades de ser la presidenta del Eurogrupo, el sanedrín informal pero muy influyente de los ministros de Economía de los 19 países que componen la zona euro. Ciertamente, el esfuerzo del propio Sánchez y de su vicepresidenta había sido gigantesco, consiguiendo aparentemente al menos la promesa de que Calviño sería apoyada por los países más grandes de la Unión Europea: Alemania, Francia e Italia. 

Junto con los de los demás integrantes del Eurogrupo, no se sabrá nunca si esos apoyos se materializaron o no, ya que los votos son tan secretos que los únicos sabedores del desglose del escrutinio son los dos funcionarios comunitarios encargados del recuento y de la comunicación correspondiente a los candidatos. En estas lides internacionales la sospecha es norma, y cabe recordar que en 2015 el ministro francés Michel Sapin le había prometido su voto a Luis de Guindos, que luego recibiría del propio ministro galo la confirmación de que de lo prometido, nada de nada. 

Pese a todos sus defectos, que son muchos, la UE tiene un componente de seriedad nada desdeñable. En el caso que nos ocupa eso se traduce en que por muy contundentes que sean las credenciales personales, que lo son, de Nadia Calviño, el Eurogrupo no se respetaría a sí mismo si hubiera puesto al frente a la representante de un gobierno que se ha distinguido en los dos años que lleva en ejercicio por no respetar ninguna de las advertencias e indicaciones de Bruselas. Su descontrol en el gasto y su permanente recurso a la deuda para sufragar gastos corrientes, además de proyectar la imagen de inestabilidad que supone su supuestamente sólida alianza con Unidas Podemos, acentuaban la desconfianza de los denominados países frugales, los que no admiten ni una broma con el dinero de sus propios contribuyentes. 

La solidez intelectual y la solvencia de sus actuaciones como alta funcionaria europea no le han bastado, pues, a Nadia Calviño para convertirse en cabeza del Eurogrupo, ni siquiera su condición de mujer; han podido más las reticencias de los países que finalmente aportarán la mayor parte de los fondos hacia un gobierno social-comunista, inédito en la Unión Europea hasta la alianza entre Sánchez e Iglesias. Ahora toca digerir el revés, un trago tanto más amargo cuanto más grandes eran las esperanzas que se habían hecho concebir de que habría una española al frente del Eurogrupo.

El irlandés Paschal Donohoe y los retos para España

Beneficiario de la derrota de la española es su colega irlandés Paschal Donohoe, 45 años, ministro de Finanzas desde 2017 y miembro del conservador Fine Gael. El será el interlocutor de los jefes de Gobierno en los Consejos Europeos, a comenzar por el decisivo de la próxima semana, en el que debería concluirse el acuerdo para el reparto del Fondo de Recuperación, el decisivo maná del que dependerá que España, como Italia y Francia especialmente, saquen la cabeza o progresen un poco más hacia la ruina, acelerada por la pandemia del coronavirus. Donohoe será ahora quién impulse y maneje la batuta en debates de tanto calado como la conformación del presupuesto comunitario plurianual (2021-2027), el refuerzo del rol del euro y la conclusión del inacabado proceso de la Unión Bancaria.

Sin olvidar otra cuestión, asimismo vital para España: la elaboración de las normas de condicionalidad que se exigirán a los países receptores de las gigantescas ayudas previstas. En claro, la evaluación de los planes de reformas nacionales a los que habrán de someterse quienes reciban tan anhelada lluvia de millones. Un examen que cabe prever, sin riesgo de equivocarnos, en el que no pasarán no sólo los dispendios más extravagantes sino incluso -y lo que es peor- partidas tan sociales y merecidas como, por ejemplo, las pensiones si no se demuestra fehacientemente su viabilidad. 

A pesar de los cantos de sirena vienen, pues, tiempos de austeridad y de fuertes recortes, donde el papel de Calviño, al frente de los Asuntos Económicos del país, será decisivo para convencer a sus colegas del Eurogrupo de la seriedad de España en trazar un verdadero programa de recuperación del país, y lo que es aún mucho más importante: cumplirlo.  

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