Irrupción arrolladora de JD Vance en la campaña electoral norteamericana

El expresidente estadounidense y candidato presidencial republicano para 2024, Donald Trump, junto al senador estadounidense de Ohio y candidato republicano a vicepresidente para 2024, JD Vance - KAMIL KRZACZYNSKI / AFP
Si el frustrado atentado contra Donald Trump le ha propulsado aún más hacia la Casa Blanca, su compañero de fórmula, el candidato a vicepresidente, JD Vance, se ha revelado como un político que puede ser aún más temible que Trump en términos electorales.

A sus 40 años (los cumplirá el próximo 2 de agosto), James David Vance se ha convertido en el gran triunfador en la Convención del Partido Republicano de Milwaukee. Su intervención, dibujando los grandes rasgos del programa electoral, es un verdadero aldabonazo, que obligará al Partido Demócrata a acelerar la inevitable sustitución de Joe Biden.  

Dominador de los resortes de la comunicación, JD Vance fue presentado por Donald Trump Jr., primogénito del expresidente norteamericano, quién parece que fue determinante en que su padre lo eligiera candidato a la vicepresidencia. Le convenció en base a tres cualidades que Trump consideró no reunía ningún otro aspirante, incluidos todos los que compitieron con él en las primarias y a los que fue derrotando y eliminando de manera fulminante. Por orden de importancia en la estrategia trumpista, tales virtudes son: la lealtad, la juventud y su implantación en tres estados decisivos del Medio Oeste: Wisconsin, Michigan y Pensilvania.  

Y, antes de hacerse dueño del micrófono, JD Vance se abrazó a su esposa Usha, una afamada abogada de raíces indias, lo que la afianzó ante el auditorio como “una poderosa ilustración del sueño americano”. El candidato republicano a la vicepresidencia también enardeció a los que se sienten preteridos o abandonados por el sistema, al evocar sus propios y humildes orígenes en Middletown (Ohio). Recuerdos que ya plasmara en su novela “Elegía Rural”, llevada también al cine, y que retrata la América profunda, rural y desindustrializada, en la que él mismo se crio y creció.  

Tras haber servido en el Cuerpo de Marines y triunfado en el competitivo mundo de Silicon Valley, JD Vance irrumpió en la política muy recientemente, en 2022, ganándose el puesto de senador tras una agresiva campaña. En la que prácticamente acaba de comenzar ahora, declaró sin ambages sus valores: “En el pueblo en que crecí la gente construía con sus manos y amaba a Dios, a la familia, a la comunidad y al país con todo su corazón”. Un ataque en toda regla a la denominada cultura “woke”, encarnada por el Partido Demócrata, cuyos principales rasgos ha exportado a la Europa que ya reniega cada vez más de sus raíces cristianas.  

Vance ahondó más en el argumento, al acusar a los que calificó de “políticos de carrera”, incluyendo en ellos a Joe Biden, de haber dejado de lado a esas tierras y gentes del país, cuyas políticas comerciales y de inmigración han perjudicado, cuando no arruinado, a familias como la suya. En consecuencia, sentenció que “ya está bien de mimar a Wall Street; ahora vamos a comprometernos con los trabajadores”. Admitió dirigirse directamente al Rust Belt, el cinturón industrial del país, del que forman parte Wisconsin, Pensilvania y Michigan, al anunciar que “se acabó la mano de obra extranjera. Lucharemos por los ciudadanos de Estados Unidos, por sus empleos y por sus salarios”, remarcando como colofón que “seré un vicepresidente que nunca olvidará de dónde viene”. Una afirmación tanto más importante cuanto que, caso de ganar las elecciones y llegar hipotéticamente a sustituir a Trump, asegura la contundencia y continuidad del lema con el que Trump se ganó a tantos partidarios: América Primero.  

Respecto de la política exterior y las relaciones con los socios de la OTAN, Vance siguió en la línea de advertir a “nuestros aliados de que deben compartir las cargas que comportan mantener la paz en el mundo”. Anuncio, pues, superclaro de que formar parte de la Alianza Atlántica y gozar de su protección no es gratis y que exigirá a sus miembros que aporten lo que prometieron y deben. Será más que conveniente que España, segundo país por la cola en su aportación presupuestaria, vaya tomando nota.  

El vibrante discurso de JD Vance catapulta aún más si cabe la candidatura republicana. No fue inocente tampoco que Vance metiera a la actual vicepresidente Kamala Harris en el baúl de las figuras del pasado. La exhibición de juventud, dotada ya de un gran bagaje profesional, además de su claridad de ideas y aplomo para explicarlas, pone al Partido Demócrata en el brete de encontrar cuanto antes un ticket electoral que pueda hacer frente a la irrupción arrolladora de Vance y al atractivo de Trump de repetir una promesa halagadora para los oídos de no pocos ciudadanos desencantados: Make America Great Again.