Nuevo primer ministro en Francia, misma deuda

El recién nombrado primer ministro, François Bayrou, habla el día de la ceremonia de entrega en el Hotel Matignon en París, Francia, el 13 de diciembre de 2024 - REUTERS/ABDUL SABOOR
Moody´s considera que Francia no bajará del 6,3% del PIB en 2025 y se estancará en el 5,2% en 2027

Ni apenas un resquicio para la euforia. Casi al mismo tiempo en que el centrista François Bayrou, 73 años y líder del Movimiento Democrático (MoDem), tomaba posesión de su cargo de primer ministro de Francia, la agencia norteamericana Moody´s le proporcionaba el primer disgusto al degradar la nota soberana del país, al pasarla de Aa2 a Aa3 con perspectiva estable. 

Moody´s, junto con Standard & Poor´s y Fitch (que ya se habían anticipado a rebajar la calidad de la deuda francesa), dictan los parámetros aceptados por la banca prestamista universal para determinar cuanto y en qué condiciones pueden concederse créditos a un determinado Estado. 

Lo cierto es que si el anterior primer ministro, Michel Barnier, no logró sacar adelante un presupuesto en el que, entre recortes y nuevos impuestos, se lograban obtener 60.000 millones de euros para enjugar el abultado déficit, las agencias citadas no creen tampoco que François Bayrou lo consiga. Barnier apostaba por un déficit público del 6,1% del PIB para este mismo 2024, reducirlo al 5% en 2025 y llegar en 2029 al 3% máximo que exige Bruselas. 

Moody´s no se lo cree y considera que Francia no bajará del 6,3% del PIB en 2025 y se estancará en el 5,2% en 2027. Lejos de reducir los 3,3 billones de euros de deuda, que suponen actualmente el 113,3% del PIB, la agencia apunta a que en 2027 se habrá incrementado hasta el 120%. 

Con estos datos, Bayrou, que ya ha preconizado que su prioridad es la reducción del déficit, va a tener aún más difícil la formación de un Gobierno en el que, si bien no cuenta con ninguno de los extremos que se unieron para derrocar a su antecesor -la extrema izquierda de la Francia Insumisa (LFI) y la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional  (RN)-, tendrá que hacer no pocos movimientos de contorsión para casar las exigencias del imprescindible Partido Socialista, ahora descolgado del Nuevo Frente Popular, y los conservadores de Los Republicanos (LR), no menos necesarios para la conformación de un programa de Gobierno más o menos viable. 

Bayrou, sempiterno alcalde de Pau, es un viejo rockero de la política francesa, en la que irrumpió en 1979: tres veces ministro de Educación, otras dos veces candidato al Elíseo, y siempre en la reserva como personaje de consenso para dar el salto a más altas misiones. Es de los pocos “amigos” políticos del presidente Emmanuel Macron, si es que en política fuera posible llegar a tal grado de confianza. Al menos es creencia común que Bayrou es prácticamente el único colega que le puede hablar con claridad y sin paños calientes al presidente, y sin temer represalias o algún tipo de ojeriza por cantarle las verdades del barquero. 

Está por ver que todo ese capital político y humano acumulado para lograr conseguir que la Asamblea Nacional Francesa abandone su estado en modo jaula de grillos. 

Mientras, la población ve degradarse día a día su nivel de vida, sus perspectivas de conservar el empleo, todo ello envuelto en niveles de inseguridad creciente nunca vistos. Cogida con alfileres la promesa de socialistas y lepenistas de no presentarle de momento una moción de censura, su principal misión es lograr un presupuesto que no puede diferir mucho del que le tumbaran a Barnier. Y así, llegar al menos hasta el próximo verano, en que constitucionalmente sería posible la convocatoria de nuevas elecciones generales. Una cita no tan lejana para la que algunas formaciones piden ya la introducción de reformas que, por ejemplo, maquillen en una segunda vuelta el incontestable triunfo que tuvo el RN en la primera.