Parada y fonda obligatoria en Pekín

China y su presidente Xi Jinping despliegan una inusitada actividad diplomática y económica, que consagra definitivamente el papel preeminente al que ha saltado la gran superpotencia emergente. Uno tras otro, los líderes de países y agrupaciones regionales de todo pelaje visitan Pekín para intentar ganarse el favor del poderoso guía de los destinos de China y, por consiguiente, de gran parte de los del mundo. 
Xi Jinping se informa de primera mano, inquiere y advierte, de forma que va grabando en la opinión pública que el mundo no puede andar sin que él haya dado su visto bueno. Entre los visitantes, hay la lógica diversidad de objetivos, desde los que se consideran plenamente satisfechos con obtener una foto junto a tan poderoso anfitrión, hasta los que aspiran a empujarle a iniciativas que tiendan a la solución de los problemas generales que acucian en mayor o menor medida al conjunto de la humanidad. 
En Pekín hizo escala y pernoctó el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que tuvo muy en cuenta la advertencia de sus colegas europeos de que no se erigiera en la voz de la UE. En lo bilateral, más allá de las buenas palabras, tampoco mejoró las perspectivas del comercio entre ambos países, claramente desfavorable para España.
En entrevistas conjuntas y separadas, la presidente de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, tampoco consiguieron nada sustancial en su principal objetivo declarado: “hacer entrar en razón a Rusia”, de forma que Vladímir Putin se convenza de una vez de que no va a ganar la guerra en Ucrania, y que prolongar las hostilidades, además de destrucción y sufrimiento, harán cada vez más difícil el presumible acuerdo con el que haya de saldarse la guerra. Con su habitual ambigüedad, Xi Jinping no se comprometió a nada, ni siquiera a hablar con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, despachando el asunto con un “ya le llamaré cuando se den las condiciones oportunas”, un reconocimiento implícito de paso  de que aún se está lejos de haber agotado el arsenal bélico al que se le está dando salida en las pegajosas tierras negras, ya desheladas, de Ucrania. 
Si Von der Leyen insistió por su parte en que el desequilibrio de 400.000 millones de euros en el flujo comercial anual UE-China es inasumible para “Los 27”, Macron no hizo el viaje en balde puesto que apadrinó junto a XI la firma de importantes contratos, que a juicio del dirigente francés “afianzarán aún más la cooperación entre Francia y China”. 


Las nuevas relaciones Irán-Arabia Saudí, apadrinadas por China


De suma importancia cabría calificar la parada y fonda en Pekín de los ministros de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Faisal bin Farhan, y de Irán, Hossein  Amirabdollahian. Ambos escenificaron precisamente en la capital china la reanudación de sus relaciones diplomáticas y la reapertura de sus respectivas embajadas, dejando claro al escoger dicho escenario que cuentan con todas las bendiciones y parabienes de China, que se apunta así uno de sus mayores éxitos diplomáticos de los últimos tiempos. 
Significa ello también que Xi Jinping pondrá una atención especial en lo que suceda en adelante en la región del Próximo Oriente. Es fácil deducir que la primera consecuencia de esta renovada “amistad” irano-saudí es que ambos aunarán esfuerzos para hacer la vida menos fácil a Occidente. El primer estacazo ha sido el recorte del volumen diario de la producción petrolífera de la OPEP+ y el consecuente aumento de precios del barril a pagar por los países consumidores. El segundo golpe afecta también de lleno a la geopolítica de la región, y más en concreto a los Acuerdos de Abraham, un marco de cooperación que ha servido hasta ahora para que Emiratos, Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán hayan formalizado sus relaciones con Israel. Es dudoso que Arabia, tras el restablecimiento de relaciones con Irán, siga por esa vía, como se auguraba desde la implantación misma de los Acuerdos, respaldados por Estados Unidos. 
La larga guerra de Yemen e incluso la no resuelta definitivamente guerra de Siria apuntan a desarrollos diferentes al que se producía cuando iraníes y saudíes apoyaban a bandos distintos en dichos conflictos. Por lo demás, unos y otros demuestran a los ojos del mundo que reconocen al menos el ascendiente y la superioridad de China para ejercer de árbitro y potencia mediadora en éstos y otros conflictos. Consideración que asimismo desembocará por fuerza en más sólidos lazos estratégicos de Teherán y Riad con Pekín. 
Ahora, Xi espera a que Lula da Silva, el presidente brasileño, se recupere de su neumonía y le visite también pronto en la capital china. Un encuentro tanto más decisivo cuanto que el líder y uno de los creadores del denominado Foro de Sao Paulo mantiene su ascendiente y autoridad moral sobre una América Latina deslizada hacia la izquierda, incluida la extrema, y sobre todo con una creciente dependencia de las importaciones e inversiones chinas, que han desplazado, sin prisa, pero sin pausa, a las de la Unión Europea, que hasta ayer mismo disfrutaba de la primacía de relaciones entre las dos orillas del Atlántico.