La filosofía de las enseñanzas del Islam (31)

PHOTO/JITEN DADLANI - Islam

La fuente del conocimiento perfecto es la revelación Divina 

Tened presente, queridos oyentes, que nadie puede luchar contra los designios de Dios. Estad seguros de que la fuente del conocimiento perfecto es la revelación Divina que se concede a los santos Profetas de Dios. Y Dios, el océano de la Gracia, nunca quiso cerrar las puertas a la revelación Divina, destruyendo así el mundo. Las puertas de Su revelación y Su conversación están siempre abiertas. Si las buscáis por el camino adecuado, las encontraréis sin dificultad. El agua de la vida ha descendido del cielo, y ha caído en el lugar oportuno. ¿Qué debéis hacer para poder beber de este agua? Debéis alcanzar la fuente, por cualquier medio posible, y acercando la boca, beber hasta la saciedad del agua de la vida. Toda la felicidad humana consiste en ir siempre en dirección a la luz que se percibe, y seguir el camino en el que se encuentra una señal del Amigo a Quien se busca. Habéis observado que la luz siempre desciende de los cielos sobre la tierra.  

Del mismo modo, la verdadera luz que nos guía también desciende de los cielos. Las teorías del hombre y sus conjeturas, no le pueden otorgar el verdadero conocimiento. ¿Podéis contemplar a Dios sin Su manifestación? ¿Podéis ver en la oscuridad sin ayuda de la Luz celestial? Si es así, quizás veáis en este caso también. Pero nuestros ojos, aunque estén en perfectas condiciones, dependen de la Luz celestial; y nuestros oídos, aunque oigan perfectamente, dependen del aire que circula bajo la dirección Divina. No es verdadero el dios que guarda silencio, y nos abandona a nuestras propias conjeturas. El Dios Perfecto y Viviente es El que se manifiesta por sí mismo. Está al llegar el tiempo que Él ha señalado para revelar Su ser; se abrirán las ventanas de los cielos, y nacerá la aurora. ¡Benditos sean aquellos que se levanten y busquen al Dios Verdadero, a Quien ninguna adversidad puede vencer, y Cuya gloria brillante nunca disminuye!

En el Santo Corán dice que de Dios procede toda la luz de los cielos y de la tierra, que ilumina todas las cosas. Dios es el Sol que da luz al sol y es la vida de todos los seres animados de la tierra. Es el Dios Vivo y Verdadero. ¡Benditos sean aquellos que Le aceptan! (24:36). 

La tercera fuente del conocimiento consiste en la certeza a través de la experiencia, es decir, todas las adversidades, penas y dolencias sufridas por los profetas o los justos en manos de sus enemigos, o impuestas sobre ellos por decreto Divino. A través de estas penas y adversidades, todos los mandamientos y preceptos de la Ley, ya aceptados intelectualmente por la mente, toman una forma práctica y se convierten en experiencia. Después, a través del estímulo proporcionado por este ejercicio práctico, su desarrollo alcanza su apogeo, y en ese momento el hombre se convierte en encarnación perfecta de la guía Divina. Todas las cualidades morales, - la indulgencia, la retribución, la perseverancia, la clemencia, etc. -, que hasta ahora existían como conceptos teóricos en la mente y en el corazón, ahora entran a formar parte de la personalidad a través de la experiencia práctica, y dejan su huella en el carácter entero del que sufre, como dice Dios el Glorioso:

“En verdad os probaremos con algo de temor y con hambre y, con la pérdida de vuestros bienes y vuestras vidas, y del fruto de vuestro trabajo, es decir, sufriréis todo esto a manos de vuestros enemigos o por decreto Divino. Dad, pues, buenas noticias a los perseverantes, que ante la adversidad no se descorazonan, sino que afirman: “A Al’lah pertenecemos, y a Él volveremos”. Para aquellos son las bendiciones y misericordia de su Señor, y son aquellos a los que El guía  perfectamente en el camino recto”. (9:156-158) 

Estos versículos nos indican que no hay ninguna virtud en el conocimiento que se limita al corazón y a la mente. El verdadero conocimiento es el que surge de la mente y controla y domina a todos los miembros, manifestando en la práctica todo lo que se ha almacenado en la memoria. De este modo se fortalece y se refuerza el conocimiento, al dejar su huella en todos los miembros mediante la experiencia práctica. Ningún tipo de conocimiento, por elemental que sea, llega a su apogeo sin la práctica.  

Por ejemplo, sabemos desde hace mucho tiempo que es fácil hacer el pan, y que no requiere ningún arte. Lo único que hace falta, después de amasar la harina y preparar la masa, es dividir la masa en partes adecuadas, aplastarla entre las manos y extenderla en una sartén bien caliente, y moverla hasta que se convierta en pan. Pero estos conocimientos son puramente académicos. Cuando empezamos a hacer pan sin tener ninguna experiencia, nuestra primera dificultad consiste en preparar la masa debidamente, para que no esté ni demasiado dura ni demasiado blanda. Incluso si después de mucho esfuerzo y fatiga, conseguimos preparar la masa, el pan que hagamos estará mitad quemado y mitad sin cocer, y muy apelmazado, a pesar de haber observado durante medio siglo este proceso para hacer el pan. De este modo, contando sólo con un conocimiento académico que nunca hemos llevado a la práctica, perderíamos gran cantidad de harina. Y si tal es el caso respecto a nuestros conocimientos académicos en cosas tan elementales, ¿cómo podemos contar sólo con nuestros conocimientos académicos sin ninguna práctica, en cosas de gran importancia? En estos versículos Dios Exaltado nos enseña que los sufrimientos que Él nos impone constituyen los medios que nos permiten perfeccionar nuestros conocimientos a través de la experiencia. 

Más tarde, Él nos avisa: 

“En verdad se os probará con respecto a vuestros bienes y vuestras vidas; es decir, la gente robará vuestra riqueza, y os matará; y sufriréis muchas desgracias a manos de los judíos, los cristianos y los que adoran a otros dioses que no son Al’lah; pero vuestra fuerza y vuestra paciencia serán pruebas de un alto grado de resolución”. (3:187) 

El significado de estos versículos es que sólo nos beneficia el conocimiento que se ha aplicado en la práctica, mientras que el conocimiento puramente académico, que nunca se ha probado en la práctica, no nos beneficia en absoluto. 

Del mismo modo que la riqueza se multiplica con el comercio, los conocimientos llegan a su apogeo espiritual con la experiencia práctica. Así pues, la experiencia práctica constituye el medio principal de perfeccionar e iluminar los conocimientos. La certeza definitiva del conocimiento se adquiere con la experiencia de cada parte de ello. Esto es lo que ocurrió en el Islam. Dios Exaltado dio a los musulmanes la oportunidad de ilustrar en la práctica todo lo que les enseñó el Santo Corán, para así llenarse de su luz. 

(lpbD) – la paz y las bendiciones de Dios sean con él. 

(Continuaremos en la entrega 32, donde expondremos las dos fases en la vida del Santo Profeta Muhammad (lpbd), que ejemplificaron lo que acabamos de exponer)