La respuesta del islam a problemas del mundo contemporáneo (9)
En la entrega anterior (la número 8) vertimos luz sobre la blasfemia a la luz de las enseñanzas del Sagrado Corán. Continuamos desarrollando este tema.
3) La blasfemia se menciona en el Santo Corán en relación con María y Jesús, la paz sea con ellos.
وَّبِکُفۡرِہِمۡ وَقَوۡلِہِمۡ عَلٰی مَرۡیَمَ بُہۡتَانًا عَظِیۡمًا
“Por su incredulidad y por lanzar contra María una grave calumnia”. (C.4: Al-Nisa: 157)
Este versículo se refiere a la postura histórica de los judíos contemporáneos de Jesucristo (lpD). De acuerdo con el versículo, los judíos cometieron una grave blasfemia al declarar que María (lpD) no era casta y al alegar que Jesús (lpD) era un niño de nacimiento dudosamente legítimo.
La palabra árabe Buhtanan ‘Azima (traducida arriba como “una grave calumnia” expresa la condena de esta locura de los judíos en los términos más enérgicos. Sin embargo, sorprendentemente, no es prescrito ningún castigo físico.
4) Es interesante señalar que, mientras que el Corán condena a los judíos por cometer un acto de blasfemia contra María y Jesús (lpD), al mismo tiempo los cristianos son censurados por cometer blasfemia contra Dios al declarar que a Dios le nació un hijo mediante una esposa humana. En el versículo siguiente, el Santo Corán lo declara una enormidad. Sin embargo, no se invoca castigo físico de ninguna clase ni se delega a la autoridad humana el derecho a castigar la blasfemia contra Dios.
مَا لَہُمۡ بِہٖ مِنۡ عِلۡمٍ وَّلَا لِاٰبَآئِہِمۡ ؕ کَبُرَتۡ کَلِمَۃً تَخۡرُجُ مِنۡ اَفۡوَاہِہِمۡ ؕ اِنۡ یَّقُوۡلُوۡنَ اِلَّا کَذِبًا
“No tienen el menor conocimiento de ello, ni lo tuvieron sus padres. Es una maldad la palabra que sale de sus bocas. No dicen más que mentiras.” (C. 18: Al-Kahf: 6)
5) Finalmente quisiera comentar el tema más sensible - en el sentido que los musulmanes de hoy se muestran más susceptibles a la blasfemia contra el Santo Fundador del Islam (lpbD) que a la blasfemia contra cualquier otra cosa ¡incluyendo a Dios! -.
Y sin embargo, existe un ejemplo de este tipo tan serio de blasfemia recogido en el mismo Santo Corán, que habla de Abdul-lah bin Ubayy bin Salul, conocido en la historia del Islam como el Jefe de los Hipócritas.
Al volver en cierta ocasión de una expedición. Abdul-lah bin Ubayy declaró, en compañía de otros, que en el momento en que volvieran a Medina, el más noble expulsaría al más insignificante de entre los medinitas.
یَقُوۡلُوۡنَ لَئِنۡ رَّجَعۡنَاۤ اِلَی الۡمَدِیۡنَۃِ لَیُخۡرِجَنَّ الۡاَعَزُّ مِنۡہَا الۡاَذَلَّ ؕ وَلِلّٰہِ الۡعِزَّۃُ وَلِرَسُوۡلِہٖ وَلِلۡمُؤۡمِنِیۡنَ وَلٰکِنَّ الۡمُنٰفِقِیۡنَ لَا یَعۡلَمُوۡنَ
“Dicen: “Si volvemos a Medina, el más honorable ciertamente expulsará de ella al más insignificante”; mientras que el auténtico honor corresponde a Al-lah y a Su Mensajero y a los creyentes; pero los hipócritas lo desconocen”. (C.63: Al-Munafiqun: 9)
Todos entendieron el insulto implícito al Santo Profeta (lpbD). Se sentían tan llenos de indignación y furor que si se les hubiera permitido, habrían pasado por la espada a Abdul-lah bin Ubayy.
Se conoce la historia auténtica que relata que los ánimos estaban tan encrespados ante este incidente que nadie menos que el propio hijo de Abdul-lah bin Ubayy se aproximó al Santo Profeta del Islam (lpbD) y le solicitó permiso para matar a su padre con sus propias manos. El hijo argumentó que si algún otro lo hiciera, él podría, más adelante y por ignorancia, abrigar el pensamiento de vengarse del que matara a su padre. Durante siglos, los árabes se habían acostumbrado a vengar incluso del más pequeño insulto cometido contra ellos o sus familiares cercanos. Posiblemente la idea de esta costumbre era la que tenía en mente su hijo. Pero el Santo Profeta (lpbD) rechazó su requerimiento y no permitió que nadie de entre sus Compañeros castigara al hipócrita Abdul-lah bin Ubayy de ninguna forma. (Narrado por Ibn Ishaq: Al-Sira tun Nabawiyya por Ibn Hashim, pt. III; p. 155)
Al retornar a Medina tras la expedición, Abdul-lah bin Ubayy continuó viviendo en paz. Cuando finalmente murió de muerte natural, el Santo Profeta (lpbD) otorgó al hijo de Abdul-lah, para sorpresa de todos, su propia camisa para que fuera utilizada como sudario del difunto: un acto singular de bendición - que debió haber dejado al resto de Compañeros deseosos de cambiarsela al hijo por la totalidad de sus posesiones -. No sólo eso, sino que, además, el Santo Profeta (lpbD) decidió dirigir la oración del funeral. Tal decisión debió de molestar profundamente a muchos de los Compañeros que nunca perdonaron a Abdul-lah la grave ofensa mencionada anteriormente. Fue Umar, que más tarde sucedió al Profeta sa como segundo Jalifa, quien hizo de portavoz de la desazón contenida.
Se relata que, cuando el Santo Profeta sa se dirigía al funeral, Umar se adelantó repentinamente y se colocó en el medio del camino, rogando al Profeta sa que cambiara su decisión. Al actuar así, Umar recordó al Profeta (lpbD) el versículo del Santo Corán en el que se hace referencia a cierto hipócrita conocido para el que no sería aceptada la intercesión aun cuando el Profeta (lpbD) rezara setenta veces por él. Digamos de paso, que el número setenta no ha de ser tomado literalmente, puesto que en el uso árabe, se emplea para indicar un número alto.
Sin embargo, el Santo Profeta (lpbD) sonrió y respondió: “Hazte a un lado, Umar. Yo lo conozco mejor. Si supiera que Dios no lo habría de perdonar aunque pidiera perdón setenta veces, pediría perdón por él más de setenta”. A continuación el Profeta (lpbD) dirigió la oración funeraria. (Bujari II, Kitab Al-Yanaiz p. 121 e ibíd. Bab-al-Kafn pp. 96-97).
Se trata una réplica adecuada a aquellos que enronquecen a fuerza de gritar al pedir la muerte y nada más que la muerte para el blasfemo que se atreve a insultar al Santo Fundador (lpbD) del Islam.
Una religión así ha de tener derecho a reivindicar establecer la paz inter-religiosa en el mundo.
(lpbD) – La paz y las bendiciones de Al-lah sean con él.
(Continuaremos en la próxima entrega – la 10 - desarrollando el tema de la cooperación interreligiosa)