El Plan de Autonomía de Marruecos para el Sáhara

Fotografía de archivo, el embajador de EE. UU. en Marruecos, David T. Fischer, habla con los medios a su llegada a Dajla, Sáhara Occidental administrado por Marruecos, el domingo 10 de enero de 2021 - AP/NOUDERLINE ABAKCHOU 
Una elección estratégica para la estabilidad, la seguridad y los intereses comunes
  1. Anclado en el derecho internacional, coherente con los parámetros de la ONU
  2. Un marco democrático y responsable
  3. Resultados sobre el terreno
  4. Un baluarte contra la inestabilidad regional
  5. Creciente impulso internacional
  6. Un socio estratégico para Europa y Estados Unidos
  7. La elección estratégica es clara

Durante casi medio siglo, el conflicto del Sáhara Occidental ha permanecido estancado, perpetuando la incertidumbre y alimentando las tensiones regionales. Hoy, sin embargo, existe una vía clara, creíble y viable para avanzar, que no solo beneficia a los intereses de la región, sino que también se alinea directamente con las prioridades estratégicas de Europa, Estados Unidos y la comunidad internacional en general. Esa vía es el plan de autonomía marroquí.

Presentado originalmente a las Naciones Unidas en 2007, el plan representa una síntesis poco común de realismo político, legalidad internacional y responsabilidad regional. Ha sido reconocido en repetidas ocasiones por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas —más recientemente en la Resolución 2703 (octubre de 2023)— como una base «seria, creíble y realista» para una solución política. Pocos conflictos territoriales en el mundo han alcanzado este nivel de reconocimiento internacional.

Anclado en el derecho internacional, coherente con los parámetros de la ONU

A diferencia de los enfoques maximalistas que han bloqueado históricamente el progreso, la propuesta marroquí ofrece un compromiso pragmático: una autonomía política, administrativa y financiera sustancial para el Sáhara, al tiempo que se mantiene la soberanía y la integridad territorial de Marruecos. Este modelo se ajusta plenamente a los principios de la ONU que hacen hincapié en las soluciones políticas negociadas, el compromiso mutuo y el respeto de la soberanía de los Estados, que son los cimientos mismos de un orden internacional basado en normas.

Para los responsables políticos occidentales que defienden las soluciones multilaterales y el papel central de las Naciones Unidas en la resolución de conflictos, el plan de autonomía representa precisamente el tipo de resultado que la diplomacia internacional pretende alcanzar.

Un marco democrático y responsable

Es importante destacar que no se trata de una fórmula abstracta, sino de un modelo de gobernanza totalmente detallado. La región autónoma elegiría sus propios órganos legislativos y ejecutivos, gobernaría los asuntos locales y gestionaría su presupuesto, mientras que Marruecos mantendría el control de la defensa nacional y la política exterior.

Estos acuerdos están respaldados por garantías constitucionales consagradas en la Constitución marroquí de 2011, uno de los textos constitucionales más avanzados de la región. Esta Constitución compromete al Estado marroquí a defender los derechos humanos, el pluralismo político, las libertades individuales y la diversidad cultural, todo ello bajo marcos de supervisión y colaboración internacionales que las democracias occidentales apoyan habitualmente.

Los saharauis ya desempeñan un papel significativo en las instituciones nacionales, desde el Parlamento hasta la representación diplomática, lo que constituye un modelo real y funcional de inclusión poco habitual en conflictos similares en todo el mundo.

Resultados sobre el terreno

Mientras continúan los debates políticos, Marruecos no ha esperado a que se alcance un acuerdo definitivo para invertir fuertemente en el desarrollo del Sáhara. Durante la última década, las provincias del sur se han convertido en un ejemplo de transformación económica inclusiva y exitosa.

Las modernas infraestructuras —puertos de aguas profundas, autopistas, aeropuertos, hospitales, universidades y zonas industriales— están plenamente operativas. La diversificación económica hacia las energías renovables, la pesca, la agricultura sostenible y la logística ha creado puestos de trabajo y oportunidades. Los indicadores de desarrollo humano en materia de educación, sanidad y empleo han mejorado de forma constante año tras año.

En marcado contraste con los estancados campos de refugiados al otro lado de la frontera, el Sáhara marroquí ofrece hoy un ejemplo concreto de lo que puede lograr una gobernanza sostenible e inclusiva cuando se combina con una inversión seria y voluntad política.

Un baluarte contra la inestabilidad regional

Más allá del desarrollo local, el plan de autonomía aborda directamente una de las preocupaciones estratégicas más acuciantes de Europa y Estados Unidos: la seguridad regional.

El norte de África y el Sahel se han vuelto cada vez más vulnerables a las redes terroristas, el crimen organizado, las insurgencias separatistas y la injerencia extranjera. Permitir el surgimiento de otra entidad frágil o disputada en este entorno sería profundamente desestabilizador, no solo para Marruecos, sino también para la frontera sur de Europa y los esfuerzos mundiales contra el terrorismo.

Al integrar el Sáhara en un Estado estable y soberano, con instituciones que funcionan y legitimidad regional, Marruecos ofrece un cortafuegos fiable contra la propagación de la inestabilidad. La alternativa es un peligroso vacío que los grupos extremistas y los actores malintencionados están deseosos de explotar.

Creciente impulso internacional

El mapa diplomático internacional refleja esta realidad. Estados Unidos reconoció oficialmente la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara en 2020, una posición reafirmada a lo largo de las transiciones políticas. Los principales aliados europeos, entre ellos España, Alemania y los Países Bajos, han expresado su apoyo a la iniciativa de autonomía de Marruecos como la vía más seria y creíble para avanzar.

Mientras tanto, más de 30 países de África, el mundo árabe, el Caribe y América Latina han abierto consulados en El Aaiún y Dajla, lo que indica un creciente reconocimiento mundial de la soberanía marroquí.

Para los países que aún dudan, la ventana de oportunidad diplomática se está reduciendo. Permanecer al margen conlleva el riesgo de acabar aislados diplomáticamente a medida que se consolida el consenso internacional.

Un socio estratégico para Europa y Estados Unidos

Para los responsables políticos europeos y estadounidenses, apoyar el plan de autonomía no es simplemente una cuestión de resolución de conflictos, sino una inversión estratégica.

Marruecos es un pilar de estabilidad en una región volátil. Su cooperación en la lucha contra el terrorismo, el intercambio de información y la profesionalidad de sus fuerzas armadas son reconocidos y valorados tanto por el AFRICOM estadounidense como por los socios de la OTAN. Su control de las principales rutas migratorias, gestionadas en estrecha coordinación con las autoridades europeas, contribuye a la seguridad de la frontera sur de Europa.

Al mismo tiempo, Marruecos se está posicionando como líder mundial en energías renovables —solar, eólica, hidrógeno verde— y ofrece seguridad energética a largo plazo en un momento en que Europa busca urgentemente alternativas a la dependencia energética de Rusia. Su creciente papel como puerta de entrada logística y comercial al África subsahariana refuerza aún más su valor como socio económico regional.

La elección estratégica es clara

El plan de autonomía marroquí ofrece una alineación extremadamente poco común entre el derecho, la diplomacia, la seguridad y el desarrollo:

  • Se ajusta a los principios de las Naciones Unidas y al derecho internacional.
  • Ofrece una solución política negociada y realista.
  • Garantiza los derechos humanos, la democracia y la gobernanza local.
  • Aporta beneficios económicos y sociales tangibles.
  • Refuerza los intereses de seguridad regionales y mundiales.
  • Y cuenta con un apoyo internacional cada vez mayor.

Para Europa, para Estados Unidos y para todos aquellos que buscan la estabilidad en el norte de África, respaldar y promover el plan de autonomía de Marruecos no es solo una opción responsable, sino también estratégica.