La cuestión es ética antes que política
Sin embargo, los participantes se encontraron discutiendo los temas de este seminario, como el periodismo de desinformación, las noticias falsas y la siembra de odio entre los pueblos... frente a una paradoja imposible de ignorar : estaban en una región que ha sufrido más propaganda falsa y desinformación que cualquier otra en el mundo. Lo que vivieron y presenciaron no tiene nada que ver con lo que se difunde en muchos medios, organizaciones y posturas de ciertas partes sobre las provincias saharauis de Marruecos.
Esta desinformación mediática fue denunciada por el periodista sudanés, Al-Sadiq Al-Rizqi, quien declaró: "Cuando pisé la ciudad de Dajla, al sur de Marruecos, descubrí que era una víctima más de la desinformación mediática y los estereotipos fabricados sobre el tema del Sáhara. Fui víctima de noticias falsas y engañosas. Recuerdo esas informaciones sobre marginación política, injusticia socioeconómica y la supuesta negación de derechos a los ciudadanos del Sáhara marroquí. El estereotipo siempre pintaba a la gente de esta región como pobres, oprimidos y marginados, sin voz ni fuerza, viviendo al margen de la vida política y económica. Pero, para mi sorpresa, me encontré con una ciudad moderna, dinámica y joven, con todos los componentes de la vida contemporánea. La sociedad aquí es cohesionada, sin rastro de los conflictos y mentiras difundidas por la propaganda política negra".
La misma convicción tuvo el periodista palestino Mohamed Mahna, quien relató que la imagen mental que tenía de Dajla, como la mayoría que solo la conocía de oídas, era la de una ciudad llena de controles militares, vigilancia estricta y un ambiente tenso. "Siempre resonaban en mi cabeza frases como 'zona de conflicto', 'disputa prolongada', 'ciudad marginal'. Me preguntaba: ¿Podré moverme con libertad? ¿Se permite filmar? ¿Puedo hablar con la gente sin problemas? En resumen, la imaginaba como una zona cerrada, rodeada de alambradas, con habitantes aislados por el miedo a lo desconocido".
Pero todas esas ideas comenzaron a desvanecerse desde el momento en que el avión despegó del aeropuerto de Casablanca con rumbo a Dajla. "Lo que me llamó la atención fue que el avión iba lleno. La mitad de los pasajeros eran marroquíes, y la otra mitad, europeos: algunos jóvenes en pequeños grupos, otros familias enteras con niños. Entonces me pregunté con curiosidad: ¿por qué vendrían estos turistas a una 'zona de conflicto'? ¿Qué los atrae? ¿Qué es lo que no sé sobre esta ciudad?"
Mohamed Mahna descubrió que esos europeos eran aficionados al surf, en una región donde no había rastro de los enfrentamientos que la propaganda estereotipada difunde. Tras recorrer la ciudad y hablar con la gente, su conclusión fue clara: "Déjate atrás tus prejuicios".
Para deconstruir estos estereotipos, el mejor método es viajar, caminar por las calles del mundo y hablar con la gente sin ideas preconcebidas, afirmó el periodista mexicano Omar Cepeda Castro, quien señaló: "Uno de los ejemplos más claros de desinformación es lo que se dice sobre las provincias del sur del Reino de Marruecos, donde se tejen muchas mentiras, mientras que la realidad sobre el terreno demuestra todo lo contrario".
El periodista español Javier Fernández Arribas defendió la metodología del trabajo de campo, criticando el periodismo de escritorio que repite estereotipos y no refleja la verdad sobre el tema del Sáhara marroquí.
Entre los participantes del seminario, celebrado los días 20 y 21 de junio, algunos habían simpatizado antes con la tesis separatista, pero descubrieron la falsedad de sus afirmaciones y revisaron sus posturas. Es el caso de la periodista vasca Patricia Medjidi Juez, quien viajó a Tinduf para un reportaje sobre los saharauis y se encontró con realidades muy distintas a las de la narrativa separatista, lo que la llevó a producir un documental sobre el tema. Lo mismo vivió el periodista peruano Ricardo Sánchez Sierra, quien declaró: "No me creo los cuentos. Visité Tinduf y vi que es una gran prisión... Allí presencié represión, mientras que en Dajla respiré aire de libertad."
Lo que ocurrió en el seminario de Dajla fue que los 35 participantes extranjeros, procedentes de España, América Latina, el mundo árabe y África, se enfrentaron a una cuestión ética. No se trataba de una postura política previa, sino de profesionalismo, que exige aplicar metodologías de investigación y no repetir estereotipos ni caer en la trampa de la propaganda falsa. La cuestión es ética antes que política.