“En un mundo global como en el que vivimos ahora, acabar con el ébola es responsabilidad de todos”

Por Lorena Cano 
Foto: Blanca Carazo, responsable de proyectos de cooperación de UNICEF Comité Español / Foto: UNICEF. 
  
El primer caso de contagio de ébola en Europa producido en España, ha abierto en los últimos días los informativos de medio mundo, en un alarde de alarmismo y de terror que poco o nada ha tenido que ver con la cobertura informativa sobre los 7.200 infectados que hay en África Occidental, o sobre las más de 3.330 personas que han muerto a causa de la enfermedad. Ante un mundo que estos días tiene puestos los ojos en la Europa rica y desarrollada, Atalayar ha querido mirar a la región occidental de un continente, África, que pese a tener un sistema sanitario colapsado y una situación económica precaria, lucha por acabar con un brote de ébola que cruza fronteras, y que ya ha dejado miles de “huérfanos del ébola”: niños a los que el virus ha arrebatado a sus padres, y que son repudiados por una sociedad que teme ser contagiada. Hablamos con Blanca Carazo, responsable de proyectos de cooperación de UNICEF Comité Español. 
 
Pregunta: ¿Rechazan las familias a los niños por miedo al contagio? 
Respuesta: “Sí. Ahora mismo tenemos contabilizados 3.700 niños que han quedado huérfanos por el ébola y que, además, están sufriendo cierto estigma y rechazo por sus familias o, incluso, por sus comunidades, porque al haber estado en contacto con personas que han muerto de ébola, se teme que ellos puedan contagiar la enfermedad”. 
 
P: ¿Cómo se actúa ante una situación así?  
R: “En Sierra Leona, uno de los tres países de África Occidental más afectados junto con Liberia y Guinea, ha comenzado una iniciativa en la que las personas que han sobrevivido al ébola, están siendo formadas para acompañar a los niños que están en centros de aislamiento. Y es que, si estos niños han estado en contacto con la enfermedad, se les aísla por un periodo de 21 días en unos lugares donde no pueden tener contacto con nadie, ni siquiera un abrazo, y donde las únicas visitas son las del equipo médico cubierto de pies a cabeza. Esto para un niño es una experiencia muy traumática. Después, normalmente estos pequeños son dirigidos a instituciones o a familias de acogida. Una vez que se les hace el test del ébola y sale negativo, hay que hacer entender a sus familias que no son un riesgo y que necesitan todo el cariño y toda la protección posible”. 
 
P: ¿Es posible dar esa protección con un sistema de salud colapsado? 
R: “Hace poco nos llegó la historia de una mamá que estaba a punto de dar a luz, y en ningún centro de salud la pudieron atender. Su bebé murió, se trataba de un parto complicado. Y también escuché, hace poco, una frase que decía que “está muriendo gente de ébola sin tener ébola”. Ahora estamos viendo que hay riesgo real de que aumente la mortalidad infantil y materna. Y es que hay niños que no están recibiendo atención para enfermedades que son la principal causa de mortalidad infantil en estos países. Un niño enfermo de malaria no recibe la medicación necesaria porque, a causa del ébola, los médicos no dan abasto. Incluso, en otros casos, las familias tienen miedo de llevar al centro de salud a su hijo porque piensan que allí se va a contagiar del ébola”. 
 
P: Ante el brote del virus en Europa, ¿cree que la lucha por su erradicación ha dejado, de repente, de ser un tema sólo de África? 
R: “En un mundo global, como en el que vivimos ahora, acabar con el ébola, como con muchas otras enfermedades, es responsabilidad de todos. Prácticamente, todos los países del mundo han firmado la Convención sobre los Derechos del Niño, y eso supone que se han hecho responsables de proteger los derechos de los niños en todo el mundo. El ébola es una amenaza contra el derecho a la salud y al desarrollo, por lo que creo que sí, es una cuestión de todos. Y la prueba está, además, en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la situación del ébola en esta zona del mundo como una emergencia de nivel máximo a nivel global, y la Organización de Naciones Unidas (ONU), por primera vez, ha creado una misión para responder a una emergencia sanitaria”.  
 
P: ¿Está concienciada, entonces, la comunidad internacional de la grave situación que el ébola está causando en África Occidental? 
R: “Sí es verdad que a nivel de Europa o de Estados Unidos es una pena, pero el hecho de ver a una persona de tu país afectada, hace sentir todo esto como algo más grave o más real. Este brote de ébola es muy inusual porque, hasta ahora, los brotes que se habían dado estaban concentrados en un área geográfica restringida, y habían tenido un pico de mucha intensidad que, después, se había controlado. Por eso, en este brote la gran diferencia ha sido el momento en que se ha comenzado a traspasar fronteras, incluso dentro de África. En cierto modo, creo que ha sido un poco sorpresivo, y que ha habido una reacción algo tardía. Falta mucho por hacer”.  
 
P: Con todo esto, ¿se puede vivir en el corazón del brote del ébola? 
R: “Lo que está suponiendo esta enfermedad en Guinea, Liberia y Sierra Leona es un impacto muy fuerte en la vida diaria de las personas. El ébola infunde muchos miedos, y también muchos mitos, que hacen que uno crea que se puede contagiar en cualquier momento. Incluso este temor está modificando la relación de las personas. Por ejemplo, en África Occidental la gente suele saludarse con bastante contacto físico, con abrazos o apretones de manos, con besos… y ahora, a nivel formal, la gente evita ese apretón de manos y hace un choque de codos, con las mangas, para evitar el contacto”.  
 
P: ¿Tanto es el temor de la población? 
R: “El tema del miedo condiciona mucho. Hay niños que están dejando de ir a la escuela para evitar el contacto con otros niños. Y también pasa a nivel socioeconómico. El tema del cierre de las fronteras en estos países, que funcionan mucho con el comercio, está limitando la actividad económica y la generación de ingresos en una economía que es muy de subsistencia, de conseguir dinero para comer esa semana o ese día”.  
 
P: ¿Se niega la gente a creer que el ébola existe? 
R: “El ébola da miedo aquí y allí. Desde el principio, UNICEF se ha planteado que la lucha contra la enfermedad estaba en dos frentes: suministros de protección e información. Y sobre esto último, explicar en qué consiste el ébola para que las personas afectadas acudan a los centros de salud. En Sierra Leona, a finales de septiembre, el Gobierno decretó tres días en los que todas las familias tenían que estar en sus casas. Se movilizaron 30.000 personas que fueron casa por casa explicando todo lo relacionado con el ébola, y entregando jabón y cloro, porque lavarse las manos con asiduidad reduce mucho el contagio. Hay ciertas medidas que se pueden tomar, y esto es lo que las familias tienen que entender. Es la única manera de no tener ese miedo constante”. 
 
P: Además, UNICEF reparte kits de protección del hogar, ¿en qué consisten? 
R: “Básicamente llevan material de protección para las familias que cuiden de otra persona que pueda tener ébola. Estos kits llevan el jabón y cloro que comentábamos, y que son elementos muy sencillos, pero que ayudan mucho a prevenir el contagio, y también guantes, mascarillas y cubos para favorecer la higiene de la persona que pueda estar infectada”.  
 
P: En países con tantas carencias, ¿se pueden respetar los protocolos de actuación? 
R: “Hay protocolos que son importantísimos y que, además, son difíciles de implementar, porque de alguna manera chocan con la cultura de la población local. Por ejemplo, en Liberia y Sierra Leona la tradición es que cuando alguien de la familia muere, se le despide tocando a la persona. En el caso de alguien que haya fallecido por ébola eso puede ser muy peligroso. Por eso, hacer cumplir los protocolos es algo que requiere de firmeza y, a la vez, de sensibilidad, para saber transmitir este tipo de necesidad y que las familias lo sientan de la manera menos agresiva posible. No es fácil, pero es imprescindible”.  
 
P: Por último, ¿podemos lanzar un mensaje de optimismo? ¿El ébola, se puede controlar? 
R: “Eso espero. Sí es verdad que lo que todos los expertos afirman que, ahora, estamos en el momento de subida, por lo que los casos de personas infectadas por ébola seguirán aumentando. Esperemos que se pueda controlar, que haya un descenso y que se pueda erradicar. A veces parece que entramos en una actitud un poco derrotista, pero, dentro de que esto es algo grave y de que necesita una intervención urgente, hay que decir que mucha gente se está sobreponiendo a la enfermedad. En otros brotes de ébola la tasa de mortalidad estaba en torno a un 70 por ciento, y ahora estamos hablando de un 51-52 por ciento. Tenemos historias de niños que lo han conseguido, que han acabado con el ébola. Como Howayou, de 3 años, y su hermano Amaou, de 4 años. Sus padres murieron a causa del ébola en Sierra Leona, pero ellos posan en sus fotografías levantando el dedo y haciendo el signo de la victoria. Se puede hacer algo, pero tenemos que hacerlo ya”. 

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