El fracaso de Occidente en África

Beatriz Mesa
“El continente tiene como común obsesión la recuperación de su soberanía securitaria, económica y alimentaria”, afirma la doctora Beatriz Mesa, que lleva veinte años viviendo e investigando los grandes conflictos del Sahel 

Apenas hizo una escala de un día en Madrid para presentar en Casa Árabe su último libro, “El Fracaso de Occidente en África”, que subraya con el subtítulo de “La amenaza que no queremos ver” (Ed. Almuzara, 208 págs.), sostuvo una entrevista al respecto con Atalayar en la sede de la Universidad Camilo José Cela, en donde también imparte un máster en Políticas Públicas de Seguridad y Defensa. 

Desde que estableciera su base en Marruecos, Beatriz Mesa lleva veinte años viviendo e investigando todos los grandes conflictos de África, en especial los que afectan al Sahel, “convertida en una de las regiones más violentas del mundo”. Doctorada por la Universidad de Grenoble Alpes, con una tesis sobre “el rol transformador de los grupos secesionistas y yihadistas en el crimen organizado en el Sahel”, Mesa también imparte sus enseñanzas en la Universidad Gaston Berger de Saint-Louis, de Senegal, y como profesora asociada de la Universidad Internacional de Rabat (UIR). 

Apenas empezamos la conversación, Beatriz Mesa lanzó su diagnóstico a bocajarro: “Las estrategias fallidas de Estados Unidos, Francia y la Unión Europea no sólo resultaron incapaces de generar estabilidad, sino que además abrieron la puerta a competidores que desafían el equilibrio global. A medida que los mercenarios de Putin (antes designados como Grupo Wagner) se apropian de zonas estratégicas y los recursos naturales africanos se convierten en herramientas de influencia internacional, el mundo enfrenta un nuevo paradigma de poder”. 

"El fracaso de Occidente en África", Beatriz Mesa

En Europa se tiende a buscar la raíz del problema en la radicalización religiosa del islam, o sea del yihadismo. 

Lo desmiento absolutamente. Creo que hay muchas otras razones, especialmente las que hacen referencia a las grandes diferencias sociales: esclavos sometidos por las élites y, en definitiva, relaciones de poder entre clases dominantes y dominadas. Y, desde luego, el crimen organizado, que a partir de 2012 se convierte en la máquina financiadora de todas las tensiones y crisis que se desencadenan en el norte y oeste de África. Tanto es así que es a partir de ese año que África pasa a ser el nuevo laboratorio en la lucha contra el terrorismo. 

Mali es un punto de ignición decisivo

Sí, es donde se produce el último estallido de insurgencia armada. La ocupación del norte del país fue decisiva en el juego político, momento en que Francia desplazó de la zona a Estados Unidos. Son los tuaregs y árabes los que se rebelan entonces contra el poder central de Bamako y llegan incluso a implantar un estado independiente. El Gobierno maliense llama a los franceses para que restablezcan la integridad territorial del país, pero comprueban que, en diez años, no sólo no lo consiguen, sino que incluso llegan a pactos con los rebeldes a espaldas de Bamako. 

¿Considera entonces que Francia es culpable del fracaso de Occidente en África?

No es en absoluto casual que, uno tras otro, los países del África Occidental que fueron sus colonias, les hayan invitado a marcharse. Comprobaron dos cosas: en primer lugar, que Francia les siguió tratando siempre como colonias después de las independencias. Y también que, cuando se les pidió restablecer la integridad territorial de Mali, y por consiguiente su seguridad, no compartieron nada con el Gobierno local, ni siquiera la información estratégica. Es más, resulta que era Francia quién decidía quién era y quién no una amenaza, sin siquiera consultar a los dirigentes legítimos de tales países. 

Y la llama de Mali se extiende a Níger y Burkina Faso…

Sí, porque la violencia es transversal, la falta de seguridad es común a todos los países en que se implanta y actúa el crimen organizado, y también la falta de medios para combatirlo. Es entonces cuando irrumpe la Rusia de Putin, sin el estigma de un pasado colonial y apoyándose en cambio en su antiguo respaldo a sus luchas por la independencia y la liberación de los pueblos. 

Momento en que Francia no sólo es desplazada, sino que sufre una pérdida de influencia política arrastrando a toda la Unión Europea. 

En realidad, el Gobierno de Malí quiso “diversificar” sus fuentes de cooperación ante el fracaso de Francia, pero París se opuso a compartir con nadie esa misión de restablecimiento de la normalidad e integridad territorial del país. Lo cual significó que puso en bandeja a los militares efectuar los correspondientes golpes de Estado y todo lo que ha venido después, desembocando incluso en el abandono de la CEDEAO, creando en su lugar el embrión de otra alianza saheliana-africana. 

Beatriz Mesa

Aún no se han deshecho del franco CFA, considerado como el “arma invisible de la Franáfrica”, tal y como lo califican el economista senegalés Ndongo Samba Sylla y la periodista Fanny Pigeaud.

Están intentando poner en marcha una moneda común sustitutiva del franco CFA, que es evidentemente una poderosa arma de control de Francia sobre los catorce países que la utilizan. Países que no pueden tomar ninguna decisión de política monetaria sin el aval del Gobierno francés. Es obvio que es un instrumento que limita su soberanía. Y recuperarla, no sólo en este campo sino también en muchos otros, se ha convertido en una verdadera obsesión para los países africanos. 

¿Ve alguna posibilidad de que Europa recupere el terreno perdido?

Desde luego no si sigue yendo de la mano de Francia. Habrá que intensificar la relación bilateral entre países, en donde, por ejemplo, España goza de buena fama por su intensa labor de cooperación. Pero, no hay que engañarse, Rusia y China nos han desplazado, y eso no es fácil de recomponerse. Bien es verdad que los mercenarios rusos están restableciendo la seguridad, pero a costa de grandes matanzas que parecen pasar desapercibidas en Europa. Ahora también empieza a ofrecer otro tipo de cooperación, especialmente la muy tentadora en materia nuclear. 

¿Y la competencia con el gigante que es China?

Dificilísima de contrarrestar. Llevan ya muchos años comprándoles petróleo, oro, cobre y uranio, pero además construye infraestructuras y facilita los pagos, sin exigir, como hacen habitualmente los europeos y norteamericanos, un retorno rápido de sus inversiones en África. Por nuestra parte, o sea la de Occidente en general y la de Europa en particular, ¿me pueden enseñar dónde están los puentes, carreteras, universidades, ferrocarriles, puertos, etc. que les estemos dejando? La UE aportó en cooperación 3.500 millones de euros, y resulta que nadie sabe dónde está el resultado físico y tangible de tan importante inversión cooperativa. 

¿Preconiza entonces que desaparezcan las agencias de cooperación?

En absoluto. Todo lo contrario, pero tendrán que evolucionar y presentar y realizar proyectos que beneficien de manera masiva a las poblaciones locales. 

Pues, los Estados Unidos con Donald Trump no están por seguir ayudando…

La desaparición de la USAID será una tragedia para el Sahel, que desde luego no parece sea una prioridad para la actual Administración americana. La ayuda que prestaba su agencia internacional se traducía en muchos miles de comidas para poblaciones muy devastadas, y también programas de investigación. Su desaparición tendrá un impacto negativo muy decisivo.    

A pesar del gran impacto que las oleadas migratorias tienen sobre Europa, y especialmente sobre España, Beatriz Mesa considera que tales flujos son muy pequeños en comparación con los movimientos migratorios en el interior de la propia África. Y que todo ello solo se podrá contrarrestar realizando grandes programas de desarrollo y de industrialización que fijen a la población en sus respectivos países.  

La autora de “El fracaso de Occidente en África” ya nos había anticipado muchos de los problemas de ahora en su anterior libro, “Los grupos armados en el Sahel: conflicto y economía criminal en el norte de Mali”. Sus previsiones no solo se están cumpliendo, sino que lo están haciendo sobradamente. También en esta área es tiempo para Europa de despertarse, y, sobre todo, como diría Josep Borrell, que además de despertarse, se levante.